El caso de Timor Oriental demuestra que la ayuda internacional es un robo
Para los tecnócratas asociados a la ONU, ha resultado un buen negocio la entrega de «ayuda internacional» a naciones empobrecidas, como demuestra el caso de Timor Oriental, a una década de haber logrado su independencia y acabar con décadas ocupación indonesia. El régimen indonesio, apoyado por EEUU y Australia, asesinó a centenares de miles de timorenses, casi un tercio de la población.
Para los tecnócratas asociados a la ONU, ha resultado un buen negocio la entrega de «ayuda internacional» a naciones empobrecidas, como demuestra el caso de Timor Oriental, a una década de haber logrado su independencia y acabar con décadas ocupación indonesia. El régimen indonesio, apoyado por EEUU y Australia, asesinó a centenares de miles de timorenses, casi un tercio de la población.
Alrededor 8.800 millones de dólares en ayuda internacional regresaron a manos internacionales, como demostró una investigación de Associated Press.
Apenas uno de cada 10 dólares llegó al pueblo de Timor. En cambio, la mayor parte del dinero fue a parar en manos de fuerzas de seguridad, consultores y administradores extranjeros, entre otras cosas. Este modus operandi es común en la ejecución de programas de ayuda internacional, que por lo general no benefician a los países destinatarios, sino a la tecnocracia vinculada a la ONU y al establecimiento financiero internacional. Además de que el 20% de la ayuda anunciada nunca fue entregada, la mayor parte del gasto se fue en «sueldos internacionales, procuración extranjera, suministros importados, consultores extranjeros y administradores en otros países», según reseña la AP.
En Timor Oriental, la ayuda internacional ha alcanzado la proeza de aumentar aún más la pobreza. La mayoría de la población carece de acceso al agua potable y vivienda, producto de la barbarie indonesia apoyada por el imperialismo, mientras que los «asesores» internacionales y las fuerzas de seguridad internacionales se embolsillaron la ayuda internacional.
Por su parte, uno de los grupos beneficiados por la ayuda que se suponía iba destinada al pueblo timorense es el poderoso grupo de análisis ligado al gobierno estadounidense, el Centro RAND. Un reportaje de la AP cita a James Dobbins, director del Centro RAND para la Seguridad Internacional y la Política de Defensa, «La intervención internacional ha mantenido la paz, lo que siempre fue su objetivo principal».
Sin embargo, 2006, una facción de la policía y el ejército dio un golpe de Estado, causando decenas de muertos y derrocando al gobierno. Luego de reestablecerse la legalidad, los conflictos continuaron, y el presidente José Ramos-Horta sufrió un atentado en el que casi es asesinado por rebeldes armados durante una emboscada, en febrero de este año.
Reseña AP que entre 2001 y 2007, el número de timorenses que vivían en la pobreza aumentó casi 14% a aproximadamente 522.000, o aproximadamente la mitad de la población, según cifras del Banco Mundial.
Además de su eficiencia para apoderarse de los recursos de la «ayuda internacional», la tecnocracia vinculada a la ONU y la banca multilateral lleva una agenda neoliberal, que intenta imponer a los países. Por ejemplo, la agencia noruega para cooperación al desarrollo reclamó en 2007 que pocos recursos estaban siendo utilizados para apuntalar al sector privado de la economía.
Por otro lado, 3.000 millones de dólares en gasto militar fueron otorgados por Australia y Nueva Zelanda, aliados tradicionales de Indonesia.
Otro grupo, Peace Dividend Trust, concluyó que sólo 5% del presupuesto de la misión de la ONU acabó en la economía de Timor Oriental entre 2004 y 2007.
Naciones Unidas gastó 2.200 millones de dólares en las misiones en Timor Oriental entre 1999 y 2009. Aproximadamente 3.000 millones de dólares en ayuda fue canalizado a través de la burocracia capitalista del Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo, y otras instituciones de perfil similar.