El desesperado recurso de la violencia política

Todos sabemos que Henrique Capriles no es ningún santo. Quienes hemos defendido en forma consecuente los derechos democráticos y
laborales de la población, tenemos grabada en la memoria la actuación del candidato de la MUD en los acontecimientos del 11 de abril de 2002, así como las vicisitudes de miles de trabajadores al servicio del gobierno regional de Miranda a los cuales se les desconocen sus derechos laborales.

Todos sabemos que Henrique Capriles no es ningún santo. Quienes hemos defendido en forma consecuente los derechos democráticos y
laborales de la población, tenemos grabada en la memoria la actuación del candidato de la MUD en los acontecimientos del 11 de abril de 2002, así como las vicisitudes de miles de trabajadores al servicio del gobierno regional de Miranda a los cuales se les desconocen sus derechos laborales.

Pero de allí a avalar la utilización de la violencia física y política para enfrentarlo, como lo realizó recientemente un grupo de empistolados en Cotiza, existe un enorme trecho.

Recordemos que antes de las primarias, María Corina Machado, defensora de los intereses de los capitalistas, también sufrió los embates de grupos armados en el populoso sector del 23 de Enero. Al margen de las diferencias insalvables que nos separan de dichos voceros de los partidos de los explotadores, no aceptamos ni damos por válido el ruin argumento de que existen sitios vedados en el país para el ejercicio político a quienes opinan distinto al gobierno, entre quienes nos incluimos los verdaderos socialistas revolucionarios. Está claro que el desespero político y la confi rmación de la posibilidad cierta de que el presiente Chávez pueda perder las elecciones del 7-O, pone muy nerviosa a la dirigencia del PSUV y del gobierno que cada vez gira a un comportamiento más antidemocrático al promover, encubrir y respaldar tales actos.

Desde el Partido Socialismo y Libertad nos oponemos a estas prácticas y llamamos al conjunto de la población a repudiarlas este 17 de marzo, día en que nos movilizaremos en contra del antidemocrático proyecto de reformar la Ley Orgánica del Trabajo sin el concurso de los trabajadores. Se trata de una buena oportunidad para incorporar a las consignas la exigencia de respeto a los derechos democráticos de la población.

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