El drama de las parturientas y la crisis del sistema nacional de salud
Hoy poco queda de las campañas grandilocuentes y de los encendidos discursos gubernamentales resaltando las bondades del Programa Barrio Adentro. Esta bandera del gobierno nacional, que efectivamente tuvo un auspicioso comienzo porque le permitió por primera vez en la historia a la gente del barrio acceder a los servicios médicos, y que el derecho a la salud comenazara a dejar de ser un odioso privilegio de pequeñas élites; hoy lamentablemente languidece en medio de la desidia, el abandono y el más vil y repugnante burocratismo.
Hoy poco queda de las campañas grandilocuentes y de los encendidos discursos gubernamentales resaltando las bondades del Programa Barrio Adentro. Esta bandera del gobierno nacional, que efectivamente tuvo un auspicioso comienzo porque le permitió por primera vez en la historia a la gente del barrio acceder a los servicios médicos, y que el derecho a la salud comenazara a dejar de ser un odioso privilegio de pequeñas élites; hoy lamentablemente languidece en medio de la desidia, el abandono y el más vil y repugnante burocratismo.
Creado como un sistema paralelo, el programa generó grandes expectativas, pero hoy a la luz de los hechos, vemos que fue devorado por sus propias limitaciones y por las mezquindades politiqueras de sus responsables gubernamentales. Nunca hubo una estrategia de largo aliento para superar, por medio de cambios estructurales, la profunda y grave crisis del sistema nacional salud, que digámoslo de paso, no es sólo patrimonio de los 10 años de gobierno del Presidente Chávez, sino también de todos los gobiernos antecesores que condenaron a la salud a la vulgar privatización, para alejarla del pueblo y convertirla en una sucia forma empresarial de enriquecimiento y lucro de poderosas compañías nacionales e internacionales.
Nos encontramos pues, ante una doble crisis de la salud en Venezuela. De una parte, la agonía dolorosa y prolongada que desde años atrás atraviesa el Sistema Nacional de Salud, el cual además de estar al servicio de la privatización fue abandonado a su propia suerte por el gobierno del Presidente Chávez. Y de otra parte, el Programa Barrio Adentro, que llegó al límite que le han impuesto las políticas de Gobierno, los burócratas encargados de hacer funcionar el programa y sobre todo la actuación consciente de la burguesía emergente amamantada por el aparato estatal y la renta petrolera, que de un tiempo para acá llegó a la conclusión de que la inversión en el sector salud no es rentable si se trata de resolver la grave problemática que aqueja a los más pobres.
De esta crisis también son responsables aquellos diputados rojo-rojitos que controlan la Asamblea Nacional, y desde hace 8 años mantienen celosamente engavetados los proyectos de reglamentos que hacen operativo el sistema nacional de seguridad social y pensional.
El ruleteo
La práctica del ruleteo en salud no es nueva. La padecemos de una u otra manera todos los venezolanos y venezolanas de los estratos sociales medios hacia abajo. Hasta sectores que antes era impensable que lo llegaran a sufrir, hoy lo padecen con todo rigor, como en el caso de los 100 mil trabajadores de la industria petrolera, y en general los empleados de la administración pública. Sólo que el domingo 9 de agosto La situación adquirió un tono dramático al tocar una de las fibras más sensible de la sociedad: las parturientas.
Hace menos de 3 semanas, el anterior ministro de Salud fue destituido fulminantemente, por las denuncias adelantadas por las comunidades y de las cuales se hicieron eco los medios de comunicación. Ya era hora de que privara un mínimo de sensatez, nos dijimos muchos, y así fuera en forma demagógica y temporal, la burocracia gubernamental removiera a uno de sus representantes más ineptos, y atendiera los reclamos de la población.
Pero resulta que no había la menor intención de rectificación. A escasamente una semana de su posesión, el nuevo ministro de Salud, procedente de la presidencia del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, rápidamente demostró no tener la voluntad política para solucionar, ya no la crisis del sistema nacional de la salud, sino al menos la indigna situación de las parturientas, los neonatos y demás familiares.
Así se evidenció el domingo 9 de agosto. En pleno Aló Presidente, Chávez y el recién ascendido a Ministro de la Salud, sufrieron la vergüenza en su propia cara cuando una ciudadana, militante de sus propias filas, denunció el hecho cierto de que su hermana en estado de gravidez estaba siendo ruleteada por distintos centros hospitalarios, peligrando su vida y la de su próximo primogénito. Que vergüenza ajena sufrimos las venezolanas y venezolanos.
La alharaca fue terrible, el Presidente Chávez montó en cólera, el Ministro dio señales de templanza para informar que ya se estaba resolviendo el caso y así con la misma fuerza huracanada que se levantó polvareda en el Aló Presidente de ese domingo, de la misma forma se apagó y del tema ya no se habló más, pasando a un segundo plano y muriendo cual flor de otoño.
Tristemente debemos decir hoy, una semana después, que ya muchos recuerdan ese programa de Aló Presidente como una anécdota y como un penoso incidente para el Presidente de la República. Ya no se sabe entonces quien es más bellaco: si los funcionarios de cerebro cuadriculados que se cuadran para saludar y dar paso al ejercicio la obediencia debida con la perspectiva de que los sigan ascendiendo en sus meteóricas carreras burocráticas, o los jerarcas de gobierno que les instruyen las políticas que nada tienen que ver con el socialismo, o los desgraciados que hoy se atreven a escribir para alabar la supuesta humanidad del Presidente al cual, según ellos, no se le deben hacer pasar estas vergüenzas en plena cadena nacional, como si acaso el Presidente fuera el que estuviera pariendo y padeciendo la inhumanidad de ser ruleteado. Qué bajo han caído.
Pero también hay otras señas inequívocas de que la problemática se agravará. El operativo anunciado por el Ministro de la Salud en el Aló Presidente, con el cual todos esperaban que se resolviera la problemática, tardó en comenzar a funcionar y cuando así lo hizo fue para mostrarnos otra verdad más denigrante y dolorosa: ahora la Concepción Palacios ha sido convertida en una moderna terminal de transporte, con ambulancias y vehículos disponibles para legitimar el ruleteo, peo no se tiene una política para que esa clínica cumpla el cometido para la cual fue estatuida: atender en forma digna, decente, el parto de las futuras generaciones de venezolanas y venezolanos.