19 marzo, 2025

El Grupo Obrero Marxista (GOM) ante el surgimiento del peronismo y la reorganización del movimiento obrero

El GOM ante el 17 de Octubre

1945 fue uno de los años de mayor polarización social en la historia argentina. La política instrumentada por el coronel Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión ayudó a consolidar los bloques.

El GOM ante el 17 de Octubre

1945 fue uno de los años de mayor polarización social en la historia argentina. La política instrumentada por el coronel Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión ayudó a consolidar los bloques.

En junio de 1945 se produjo un verdadero alzamiento de la burguesía industrial, consistente en un masivo lock out patronal, contra el decreto 33.302, que establecía el cumplimiento obligatorio por parte de la patronal de una serie de reivindicaciones laborales favorables a la clase obrera: vacaciones y aguinaldo entre otras.

En julio, el gobierno norteamericano designó a Spruille Braden embajador en la Argentina; en agosto se realizaron grandes manifestaciones antiperonistas con la excusa de festejar el triunfo norteamericano sobre el Japón —hecho que puso fin a la Segunda Guerra Mundial— donde participaron los partidos burgueses y los partidos de la izquierda reformista, el PC y el PS. En septiembre se realizó la llamada «marcha de la Constitución y la libertad», que exigía la renuncia de Perón y la liquidación de su política. El PC encabezó la marcha con sus principales dirigentes, del brazo de radicales golpistas como Tamborini y Mosca, y grandes oligarcas como Antonio Santamarina y Joaquín de Anchorena. A la marcha concurrieron también los sindicatos controlados por el PC y el PS junto a las entidades más representativas de la banca y las finanzas.28

En la última semana de septiembre se amotinaron los generales Osvaldo Martín y Arturo Rawson en Córdoba, y el 12 de octubre fue detenido Perón. El Ejército se dividió y todos los sindicatos más importantes se pronunciaron a favor de exigir su libertad inmediata. El 16 de octubre el Comité Central Confederal de la CGT declaró la huelga general para el 18. La moción, que triunfó por poco margen (16 votos a 11), fue superada por los hechos de la lucha de clases.29 Un día antes de lo señalado, la clase obrera, dirigida por sectores de la burocracia que luego fundarían el Partido Laborista, y fundamentalmente los obreros de la carne de Berisso, encabezados por Cipriano Reyes, se volcaron a las calles, imponiéndose con la fuerza de la movilización.

La favorable participación policial y la inestabilidad del gobierno permitió, o facilitó en gran medida, la movilización obrera, pero lo decisivo fue la resolución de la clase obrera de ganar la calle, exigiendo la libertad de quien, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, había realizado una inteligente tarea de captación social.

Al GOM le resultó difícil comprender el proceso que culminó el 17 de octubre de 1945. Sin embargo, tuvo una actitud diferente ante el obrero peronista desde el mismo día del surgimiento de ese nuevo e imprevisible fenómeno que vino a arrasar con las tradiciones clasistas del viejo movimiento obrero. Toda la izquierda sólo veía en las movilizaciones a los burócratas, a la policía abriendo paso y permitiendo el ingreso de las columnas de las fábricas y a un coronel, supuestamente nazi-fascista. Pero el GOM, a diferencia de las otras corrientes, fue adonde estaban los obreros peronistas, y educó a sus militantes y simpatizantes en que el respeto a la voluntad de la base era una cuestión decisiva de la democracia obrera, tan importante como su independencia de los patrones y el Estado. Por eso es ilustrativo el testimonio de Elías Rodríguez sobre las razones que lo impulsaron a concurrir a Plaza de Mayo ese 17 de octubre: «Hago la reunión en la vereda. ‘Miren’, dije, ‘vamos a hacer una cosa. Entremos ahora y cuando vengan a buscarnos (los piquetes), salimos, ¿eh?’ Hacemos una reunión al mediodía y votamos si seguimos trabajando o nos vamos a la calle con la demás gente’. Cuando estábamos trabajando llegaron los tipos (del piquete) que venían con garrotes. Entonces subí a la bancada y pegué un grito: ‘¡Todo el mundo afuera!, vamos a discutir’. Pero el piquete no me dio pelota. ‘¡Hay que salir!’ y nada más… ‘¡Viva Perón! ¡Viva Perón!’. Entonces yo digo: ‘Así yo no voy a la manifestación… ¡Qué Perón ni que ocho enanos!’ Yo le tenía bronca a los milicos y pensaba: éste es un milico que te va a reventar cuando tengas que hacer una huelga. Yo ya estaba en contacto con el GOM pero no estaba militando, participaba en charlas pero nada más. Entonces, Guillermo, el que me había presentado a los compañeros del GOM, me dice: ‘Elías, la gente te reclama a vos, tenés que estar ahí adelante’. Fui a la puerta de la fábrica y ahí estaban todos los compañeros parados, esperando que yo fuera. «30 Entonces Elías se puso al frente y se fue a Plaza de Mayo, pasando por otras fábricas e invitando a los demás trabajadores, con el resto de sus compañeros, a incorporarse a la marea obrera.

En su artículo «¿Movilización Antiimperialista o Movilización clasista?» Moreno, polemizando con otros dos grupos trotskistas, la UOR y el GCI, decía cosas de las que después él mismo y el partido se auto-criticaron por unilaterales: «En la movilización del 17 de Octubre, no hubo objetivos claramente obreros, o claramente anticapitalistas, ni la iniciativa y dirección del movimiento pertenecían al proletariado. Fue una lucha de camarillas que no pasó de eso. En esa movilización el proletariado atrasado salió a defender el orden burgués contra la propia burguesía. En ningún momento el proletariado dejó de ser utilizado, jamás pasó los límites fijados por los organizadores. No hubo movilización clasista ni antiimperialista, hubo una movilización provocada y dirigida por la policía v los militares, nada más. «31

Más tarde, cuando el partido definió correctamente quién era el enemigo fundamental en el país y el rol que desempeñaba el peronismo, adecuó sus caracterizaciones.32

El Partido Laborista: una oportunidad desaprovechada

El Partido Laborista planteaba en su programa la nacionalización de los servicios públicos y la minería y la necesidad de lograr la «independencia económica». Se pronunciaba contra el latifundio y por un sistema de impuestos progresivos a la tierra improductiva. Defendía a los pequeños y medianos propietarios. Tenía la particularidad de que su Carta Orgánica planteaba que el partido estaba integrado por sindicatos de trabajadores, agrupaciones gremiales, centros políticos y afiliados individuales. Las afiliaciones de los sindicatos caducaban si el 50% de los afiliados se pronunciaban en contra. Su Junta Confederada Nacional y el Comité Central (CC) debían estar conformados en sus dos tercios por «integrantes de sindicatos de trabajadores». Su primer CC estuvo integrado exclusivamente por secretarios generales de sindicatos.33

Esta posibilidad de partido reformista clasista fue combatida casi de inmediato por Perón, ya que sus dirigentes hicieron demostraciones de independencia al cuestionar la candidatura de Hortensio J. Quijano a la vicepresidencia. Perón no quería un partido obrero, ni siquiera reformista. Quería un amplio movimiento burgués en el que la clase obrera estuviera representada, pero sin desempeñar un rol independiente. Por eso se jugó por el Partido Único de la Revolución Nacional (que después se transformó en el Partido Peronista), y ante la oposición de Cipriano Reyes no vaciló en montarle una provocación que le costó siete años de cárcel. Pese a las limitaciones, el Partido Laborista fue un paso adelante en el desarrollo de la conciencia de clase de los trabajadores en relación con el objetivo burgués de Perón. La frustración laborista era previsible porque no había ninguna dirección revolucionaria capaz de dirigir ese proceso progresivo, pero hay que señalarlo para entender las características del peronismo. La dirección peronista fue consecuente en toda su trayectoria. Siempre se opuso a que la clase trabajadora tuviese su propia herramienta, su propio partido. Por eso Perón liquidó esa perspectiva de independencia de clase que fue el laborismo argentino. Toda la izquierda y el trotskismo, incluido nuestro partido, ignoró el aspecto progresivo del Partido Laborista.

Las elecciones de 1946: por el Frente Único Proletario

La división de la burguesía argentina se reflejó abiertamente en las elecciones de febrero de 1946, pero ya no eran los radicales quienes disputaban el gobierno a los conservadores. La presión del imperialismo yanqui rompió ese tradicional juego bipartidista para introducir una nueva polarización: Braden o Perón, Unión Democrática o peronismo).. Una nueva alineación de sectores burgueses se impuso en la realidad electoral.

Por un lado, ningún embajador norteamericano había tenido tanta injerencia interna como Braden, quien estaba presente, y eso era público, en las reuniones de los partidos burgueses que se alinearon con Estados Unidos.

Por otra parte, Perón comenzó un proceso de homogeneización de su movimiento que hasta entonces era un conglomerado de personalidades, pequeñas agrupaciones, partidos burgueses menores, asociaciones y sobre todo dirigentes sindicales burocráticos, provenientes de distintas corrientes, incluso de los partidos Socialista y Comunista. Dentro de este esquema se inscribió el intento de marginar a Cipriano Reyes, hasta ese momento un dirigente indiscutido y uno de los gestores del 17 de Octubre, pero que no estaba dispuesto a aceptar el liderazgo indiscutido del coronel Perón.

Este proceso se vio favorecido, en gran medida, por el descaro del embajador norteamericano, lo que le permitió a Perón polarizarlo a través de la famosa consigna «Braden o Perón». Detrás del primero se ubicaron los grandes industriales y terratenientes vinculados con la industria, que necesitados de máquinas y equipos se habían volcado hacia el imperialismo yanqui, el único capaz de proveerlos. Todos ellos, con la Unión Industrial a la cabeza, financiaron la campaña electoral de la Unión Democrática. El célebre cheque de la UIA fue el símbolo de esa unión «sagrada». Esta alianza, que se constituyó con el Partido Radical, el Demócrata Progresista, el Socialista, el Comunista y con el apoyo del partido Conservador (salvo los sectores de las provincias de Buenos Aires y Córdoba que se mantuvieron equidistantes), sostuvo la fórmula Tamborini-Mosca.

Detrás de Perón se alinearon, aunque a regañadientes, la patronal antiyanqui y sectores importantes de ganaderos como Hortensio J. Quijano. Los conservadores de la provincia de Buenos Aires y de Córdoba quedaron a la expectativa. No apoyaron a Perón, pero tampoco a la Unión Democrática. Un sector del radicalismo, encabezado por el mismo Quijano, Alejandro Leloir, Armando Antille, Ramón Subiza y Juan I. Cooke, se incorporó al peronismo por considerarlo una «continuación del yrigoyenismo», creando la Unión Cívica Radical Junta Renovadora que posteriormente se disolvió en el Partido Único de la Revolución Nacional.

Además el peronismo recibió el apoyo de diversas corrientes nacionalistas de extrema derecha que después del triunfo tuvieron peso en las decisiones gubernamentales, especialmente en el ámbito educacional. Por último, la Iglesia Católica se encolumnó mayoritariamente detrás de Perón. El 16 de noviembre de 1945 la Pastoral del Episcopado Argentino se metió con todo en la campaña electoral al hacer un llamado a «no votar por los candidatos que propugnaban el laicismo escolar». Según Daniel Rodríguez Lamas, «muchos de los dirigentes católicos que se sumaron a la Unión Democrática (Manuel del Rio, Antonio Romero Carranza y otros) fueron expulsados de la Acción Católica. «34

La injerencia del imperialismo yanqui no sólo se expresó a través de su embajador Braden. Días antes del 24 de febrero apareció el Libro Azul, preparado por el Departamento de Estado. Por eso la consigna de «Braden o Perón» fue fundamental en toda la campaña electoral.

Pero lo decisivo para el triunfo de Perón fue el aporte del Partido Laborista. Este no sólo contaba con la mayoría de los dirigentes sindicales de la Confederación General de los Trabajadores (CGT) sino también con las delegaciones regionales y toda la red de los nuevos sindicatos creados en el país con el apoyo de la Secretaría de Trabajo. Esta estructura constituyó una formidable organización que sorprendió a todos.35

El imperialismo inglés, aunque en retirada, apoyó el triunfo peronista. Sir Edward Kelly, embajador británico en Buenos Aires, lo expresó así: «(…)los hombres de negocios norteamericanos (…) sentían que era su destino manifiesto capturar el mercado argentino y transformarse en el socio dominante, como ya lo eran en los Estados de América Central y en Brasil y se estaban transformando en las restantes repúblicas sudamericanas (…) y los norteamericanos estaban obsesionados por la sospecha de que por razones comerciales los ingleses estaban apoyando secretamente al régimen argentino.»36 Por otra parte, La Época, el diario de los radicales de la Junta Renovadora que apoyaban a Perón, se imprimía en una empresa inglesa y los principales diarios de Londres saludaron con entusiasmo el triunfo.

¿Cuál fue la actitud de nuestra organización ante las elecciones? Hicimos una campaña propagandística por el «Frente Único Proletario». Obviamente no teníamos legalidad, de modo que sólo pudimos expresarnos a través de volantes y charlas. No hicimos ninguna diferenciación entre la Unión Democrática y el frente peronista. Pero esta posición sectaria no justifica la campaña que nos hicieron, después, algunos grupos que lanzaron la patraña de que el GOM había llamado a votar por la Unión Democrática. Recordemos lo que decíamos en el primer número de Frente Proletario, de octubre de 1946, que no deja lugar a dudas: «Cuando los partidos de izquierda apoyaban a Tamborini y Mosca como solución a los problemas de los trabajadores, nosotros planteábamos claramente que el movimiento obrero no se podía atar a ningún sector burgués. Ni Perón ni Tamborini, Frente Único Proletario fue nuestra consigna.»

Más allá de las unilateralidades, nuestro grupo intentó hacer una definición de clase del nuevo fenómeno y aplicó un método correcto para interpretar esa realidad.

Para el GOM, Perón era parte de un régimen bonapartista que reflejaba a la vieja estructura agroganadera del país ligada tradicionalmente a Gran Bretaña. En cambio el posadismo y otras corrientes de la izquierda tenían la caracterización de que el peronismo era el gobierno de la burguesía industrial antiimperialista y casi revolucionaria. De estas diferentes caracterizaciones surgieron políticas distintas. El posadismo se convirtió en el «agente ideológico del peronismo», mientras que nosotros participamos en la creación de los sindicatos peronistas sin capitular, aunque tuvimos una política sectaria.

Lo que sí es cierto es que el GOM autorizó a un grupo de compañeros muy nuevos, que se habían acercado al partido, a votar por quien creyesen conveniente, debido a un hecho ocurrido en Villa Pobladora. Durante la campaña electoral una patota peronista de cinco o seis matones se metió en una fiesta del GOM que se realizaba en el club «Corazones Unidos» y trató de romperla. En medio de una espectacular trifulca estos sujetos fueron expulsados, pero los compañeros nuevos quedaron muy impresionados. Este suceso, más un tiroteo entre peronistas y antiperonistas que se produjo en la misma época, sirvieron para que los compañeros desarrollaran la tesis de que después del triunfo el peronismo iba a «barrer a todos». Por esa razón la dirección del GOM, aunque discrepando con esa conclusión, autorizó al grupo a que votara por quien quisiera.

El GOM y la reorganización del movimiento obrero: los sindicatos peronistas.

Con la incorporación de los dirigentes de la huelga de la carne de 1945, el ingreso de Elías Rodríguez y un grupo de dirigentes del gremio textil, el GOM incrementó su intervención en el proceso de reorganización del movimiento obrero. Participó, fundamentalmente, en la fundación de la Asociación Obrera Textil (AOT) y en la nueva Federación del Personal de la Industria de la Carne, pero también comenzó a tener presencia en químicos, ceramistas y especialmente en metalúrgicos, aunque en ninguno de ellos alcanzará, en este período, la importancia que adquirió en los dos primeros.

Nuestros compañeros Marcelo Lavalle y Elías Rodríguez fueron pilares en la fundación de la AOT, pero como eran muy conocidos como militantes de izquierda fueron relegados por las camarillas burocráticas. Elías, pese a haber sido el principal organizador de la Rama Bolsa, no aceptó ser elegido a dedo y reclamó una asamblea para discutir el tipo de relación entre los delegados y el sindicato. Esto lo llevó a enfrentarse con los hombres de Mariano Tedesco, el primer secretario general de la AOT. Posteriormente, por orientación del GOM, hizo pública sus posiciones en una «carta abierta» que se volanteó en las fábricas textiles. Como dijimos más arriba, desde el comienzo participamos de la reorganización del movimiento obrero que se generó con el peronismo y participamos en la fundación de algunos de los nuevos sindicatos. Es decir, no apoyamos a los sindicatos controlados por los socialistas y comunistas, convertidos en cáscaras vacías, sino que formamos parte del nuevo proceso que se abrió en el país, pero sin cederle al peronismo ni a la burocracia. Este fue el gran acierto de nuestro grupo.

Así como no estuvimos en la FOIC (la federación de la carne dirigida por los estalinistas) sino que fuimos a los sindicatos autónomos, que fueron alentados por Perón, y que sindicalistas como Lucas Domínguez trataron de instrumentar para una política independiente del Estado y del gobierno, tampoco nos quedamos en la UOT, que era el sindicato textil socialista. Lo mismo hicimos cuando se volvió a reorganizar la Federación de la Carne, auspiciada por Cipriano Reyes cuando ya estaba jaqueado por Perón. La vieja federación estalinista había sido disuelta formalmente en una asamblea en el cine Edén el 12 de mayo de 1945. La reorganización que se planteó en 1946 tuvo que ver con el proceso general del movimiento obrero, pero en el caso de la carne también fue parte de la política de Cipriano Reyes como respuesta a los ataques de Perón. No estuvimos con éste y sus epígonos sino con quienes defendían, a su manera, la federación independiente.

A la semana siguiente de que el peronismo ganara las elecciones se declaró la huelga en los frigoríficos controlados por Reyes, exigiendo soluciones a algunos puntos acordados en abril de 1945 y que la patronal no había cumplido, a los que se sumaron reclamos salariales.

La huelga duró 23 días y culminó, como tantas otras, con la intervención del propio Perón y la firma de un acuerdo bajo su arbitraje. Poco después, el 4 de agosto de 1946, se creó la Federación del Personal de la Industria de la Carne y Afines, agrupando a 16 sindicatos autónomos con 60.000 afiliados. El acto de fundación se hizo en la cancha de Racing con una asistencia de 20.000 obreros donde hablaron Guillermo Pérez y Froilán Pavón, del GOM. Si bien el grupo había perdido ya el control de Anglo-CIABASA debido a la derrota de abril de 1945, Cipriano Reyes se apoyó en el prestigio de los reconocidos luchadores de este frigorífico para hacerse fuerte ante el inminente zarpazo del régimen.

En noviembre la nueva Federación de la Carne se lanzó otra vez a la huelga. En esta oportunidad los obreros, más de 10.000, fueron violentamente reprimidos en Plaza Congreso.37 Antes de la firma del acta final entre Reyes y Perón, los dirigentes del sindicato de Berisso fueron detenidos; la policía entró violentamente en el sindicato y lo clausuró, mientras autos con altoparlantes recorrían las calles de los barrios obreros llamando a la vuelta al trabajo en nombre del Partido Único de la Revolución Nacional.

Por un lado estuvimos a favor de la reorganización del movimiento obrero, pero por otro luchamos a muerte contra el control estatal que terminó imponiendo el peronismo. Por eso apoyamos críticamente la Federación de la Carne que impulsó Reyes pese a sus continuas capitulaciones ante Perón y llamamos a resistir la entrada compulsiva en la CGT estatizada y los métodos policiales y de matonaje que cada vez se hicieron más frecuentes para controlar al movimiento obrero.

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Ante las nacionalizaciones de Perón

Un punto importante de discusión durante aquellos años fue el carácter de las nacionalizaciones que realizó Perón.

Los defensores de la «burguesía nacional» y los creadores de la «conciencia nacional» deformaron la realidad. Para estos sectores Perón reflejaba a la burguesía industrial, antiimperialista, antioligárquica y antiinglesa. Todo lo que se le oponía representaba a la oligarquía agropecuaria proinglesa. Por eso olvidan que Perón renovó con Inglaterra el tratado Roca-Runciman de la «Década Infame», con el nombre de Pacto Andes. Este pacto significaba una capitulación ante Gran Bretaña, y fue la debilidad del imperialismo inglés tras la Segunda Guerra Mundial lo que no le permitió a éste aprovechar todas las ventajas que se le ofrecían. Entre otras cláusulas, el Pacto Andes preveía la formación de «sociedades mixtas» por las que el capital inglés seguiría explotando los principales sectores de la economía argentina (energía, transportes, comercio exterior, banca, etc.) con el aporte del Estado nacional y eventualmente con capitales privados argentinos, ya que el imperialismo no estaba en condiciones de invertir. Esa debilidad de los ingleses es la que explica la compra de los ferrocarriles, la creación de Gas del Estado y la expropiación de los elevadores de granos, independientemente de que en el caso de los ferrocarriles de hecho ya eran del Estado argentino porque las concesiones ferroviarias acordadas al imperio británico estaban por caducar. En febrero de 1947 se concretó la operación con los británicos, pero recién en marzo de 1948 los ferrocarriles pasaron a manos del Estado argentino.

No se puede minimizar que la compra de los ferrocarriles fue efectuada con el consentimiento de los ingleses, que los querían vender ya desde la época de Pinedo, y por los cuales obtuvieron un muy buen precio. Por eso no extraña el informe del Financial Times: «Según Don Miguel Miranda, la compra de los ferrocarriles de propiedad británica nunca será sometida al Parlamento, pues éste no aprobaría la forma generosa en que se habría tratado a los accionistas británicos «45

En Frente Proletario se denunciaron los acuerdos con Inglaterra por leoninos. Ya en el primer número, en el artículo «Perón y el Convenio con Inglaterra» se denunciaba ese carácter. El primer punto se refería a los intereses que Gran Bretaña tenía que pagar por los fondos argentinos que estuvieron bloqueados en Londres durante la guerra: «Los funcionarios del gobierno eran categóricos en sus declaraciones hechas para engañar al pueblo, menos del dos y medio por ciento no se permitiría, que paguen, demasiado tiempo estuvieron los ingleses sin abonar intereses”.

«Mr. Eady, presidente de la misión británica, al tocar puerto fue categórico, más del medio por ciento no pagaría. ¿A quién le dio la razón el punto 4 del convenio? Veamos: ‘el interés que redituará dicho saldo será del medio por ciento al año’ etc. etc.»

El segundo aspecto era el de las carnes: «El general Perón había asegurado que el gobierno no iba a permitir que Inglaterra nos compre gran cantidad de carne, para después ella venderla como mejor le pareciera (…) El convenio satisface el deseo británico, pues ya en el artículo 1″ se especifica que el 83 por ciento el primer año, y el 78 por ciento el segundo, de todas las carnes argentinas, se venderán a Inglaterra obligatoriamente, con el agregado que si un saldo no es vendido por el gobierno argentino lo comprará el británico.»

El tercero se refería a los ferrocarriles: «Para las empresas ferroviarias inglesas había un problema: gastar un enorme capital en la modernización de las instalaciones; por medio del convenio han conseguido ese enorme capital y seguirán dominando los ferrocarriles”.

«No se expropia sin pagar a los ingleses como correspondería, ya que su fortuna se ha formado gracias a la explotación de los obreros, sino que, por e! contrario, se le fijará el valor del capital, que como hicieron con la corporación de transporte se encargarán de inflarlo, y después se le pagará en acciones de la nueva compañía (inc. D). Los ingleses como tendrán mayoría de acciones seguirán dominando.”

«Además el gobierno les asegurará un interés del 4 por ciento aunque haya pérdidas (inc. E). Por otra parte, quedan eximidos de cualquier impuesto nacional, provincial o municipal, ya sea por las ganancias como para las importaciones o exportaciones que haga la empresa.»

El artículo finalizaba: «¿Tamborini hubiera actuado mejor? De ninguna manera; quizás hubiera beneficiado a los norteamericanos y no a los ingleses, pero no al proletariado”

«Los obreros deben convencerse que solamente por medio de una intrépida e independiente lucha lograrán la confiscación sin pago de todas las principales empresas del país, sean nacionales o extranjeras. De ninguna manera, deben confiar en los organismos gubernamentales, fieles herramientas de sujeción de los distintos sectores capitalistas”.

«Después del convenio que hemos analizado, los obreros pueden colocar en donde merecen a los dirigentes obreros que apoyan con condiciones a los agentes del capitalismo financiero inglés. »

En los números 16 y 17, del 14 y 16 de mayo de 1948, se analizaba la política del gobierno peronista durante la Conferencia de Bogotá y allí se señalaba, una vez más, el factor distorsionante del imperialismo yanqui, aunque todavía no se veían todas las consecuencias. En el N° 16 página 1, se decía: «El gobierno argentino, siguiendo los intereses del capitalismo, llevó a cabo famosos convenios de todos conocidos. Por esos convenios la Argentina prestaba grandes cantidades de capital y obtenía concesiones económicas de importancia. Esos convenios no iban a liberar a los trabajadores bolivianos y chilenos, sino a agregar un nuevo peso a la explotación. En el mensaje presidencial último el general Perón remarca cómo los tratados no fue posible llevarlos a cabo por interferencias extrañas. ¿Qué significa eso? Pues lógicamente que Estados Unidos ha utilizado su poderío económico financiero para impedir la celebración de los tratados o su cumplimiento.

«De un lado el capital financiero europeo o inglés unido a la burguesía y terratenientes argentinos, del otro el imperialismo yanqui manipulando para dominar a la Argentina y destruirla como puente de inversión financiera europea; ésa era la clave, la única clave de la política internacional del peronismo, de su fracaso y de la política de Bramuglia en la conferencia de Bogotá.»

En el N° 17, y como final del análisis de dicha conferencia, el artículo terminaba dando la siguiente respuesta: «El proletariado latinoamericano es el caudillo de esta lucha trifásica: contra el imperialismo, los latifundistas y el capitalismo, y debe buscar como única garantía de su triunfo la unidad de América Latina en la Revolución para la solución de los problemas de la masa trabajadora y esta unidad se logrará únicamente en la lucha por una Federación de Estados Socialistas de Consejos Obreros y Campesinos de Latinoamérica. La solidaridad del proletariado mundial, en especial de Inglaterra y Estados Unidos es decisivo. Nuestra lucha intransigente por esta consigna y por la solidaridad proletaria mundial contra el capitalismo será nuestra primera respuesta a la Conferencia de Bogotá”.

«Los trotskistas, los obreros conscientes de las necesidades del proletariado latinoamericano deben discutir el programa y la acción a desarrollar para la construcción de fuertes partidos trotskistas y para hacer triunfar la Revolución Socialista, agraria y antiimperialista en esta parte del mundo. Los trotskistas latinoamericanos deben discutir por primera vez en su historia la estrategia común a seguir, en un Congreso de todas las organizaciones. Esa debe ser nuestra segunda contestación a la última conferencia celebrada entre el imperialismo más brutal con sede en nuestro continente, y sus lacayos, los otros estados.»

En el N° 19 de Frente Proletario se respondía al ministro de Economía, Miguel Miranda, sobre su política de «independencia política»: «La misma mentira cuando señala a los periodistas la política frente al comercio exterior del actual gobierno: ‘La Argentina propicia la venta en el mercado internacional a los precios libres de EE. UU. para sus exportaciones en los puertos del Atlántico, pero siempre y cuando se nos permita comprar lo que necesitamos a los precios del mercado interno de la Unión. No es negocio que nos compren barato y nos vendan caro’, ya que el señor Miranda fue el que firmó el tratado Andes del cual el mismo señor Miranda dijo: algunos productos ingleses se venden cerca 8 veces más caros, en cambio los argentinos alcanzan a dos veces; y también el mismo señor Miranda fue el que firmó la compra de los ferrocarriles, reconociendo que se pagaban cerca de tres veces más de lo que valían. Lo que le parece mal con Norteamérica lo hace con Inglaterra: comprar caro y vender barato. Esa es la política comercial del gobierno.»

Por último, reproducimos también algunos párrafos del artículo de Frente Proletario del 20 de octubre de 1948 que, con el título de «Nuevo negocio del imperialismo inglés», denunciaba: «La liquidación de la Corporación de Transportes cíe la Ciudad de Buenos Aires será con toda seguridad un brillante negocio para la empresa imperialista inglesa al igual que la nacionalización de los FF.CC.

«Las Cámaras han aprobado un proyecto por el que liquida la CTCBA. Este gobierno que se dice contrario al capital extranjero, con medidas de este tipo no hace más que demostrar a las claras que sus tan mentadas nacionalizaciones no sirven más que para sacar las castañas del fuego al capital inglés.

«Nacionalizar empresas que ya no constituyen un brillante negocio para el imperialismo, como en el caso de los ferrocarriles, en que las empresas privadas, para continuar la explotación, se encontraban ante la alternativa de renovar todo el material (gasto que insumirá alrededor de 4.000 millones de pesos) o tener que vender. Ellos prefieren hacer esto último.»

Las denuncias que realizó nuestro partido sobre los acuerdos y convenios firmados con Inglaterra y sus consecuencias fueron correctas. Lo que no tuvimos en cuenta fue el debilitamiento de Gran Bretaña después de la Segunda Guerra Mundial, que permitió que nuestro país dejara de ser su semicolonia y se convirtiera en un país relativamente independiente, hasta el golpe militar proyanqui de 1955.

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Se cierra el período

El gran avance que se produjo en las organizaciones obreras durante este período, y fundamentalmente a partir de 1946, comenzó a frenarse a fines de 1947 y principios de 1948, a medida que se intensificaba el control estatal y burocrático por parte del régimen. Pero nadie puede discutir la enorme importancia de la sindicalización industrial masiva y el salto cualitativo que fue la organización fabril de las comisiones internas y los cuerpos de delegados. Los sindicatos industriales existían desde la década del ’30, pero esa nueva forma organizativa fue una renovación total que, para el movimiento obrero representó la conquista democrática más extraordinaria.

Mientras duró la buena situación económica en el país —producto de las ganancias acumuladas durante la guerra— Perón logró consolidar su control totalitario y la adhesión entusiasta de los trabajadores, pero a medida que esa situación se fue deteriorando, el gobierno ya no pudo seguir desempeñando ese rol de arbitro entre las clases y comenzó a frenar las inquietudes de las masas y a restringir cada vez más sus movimientos. La presión de los sectores patronales nacionales que vieron disminuir relativamente la renta nacional y la acentuación de la ofensiva del imperialismo yanqui después de su derrota electoral de 1946, fueron elementos fundamentales que determinaron la política cada vez más totalitaria del peronismo.

La autonomía que tenían las seccionales locales fue progresivamente anulada por las direcciones nacionales de los sindicatos, «verticalizando» cada vez más las organizaciones obreras. Las intervenciones se hicieron moneda corriente y el control estatal, realizado a través de la CGT, la erigieron de hecho en un nuevo ministerio.

El número de huelgas y el de huelguistas comenzó a decrecer.

Año Huelgas Huelguistas

1946…………..142…………..333.939

1947…………..64……………541.377

1948…………..103…………..278.179

1949…………..36……………29.164

1950…………..30……………97.048

1951…………..23……………16.356

1952…………..14……………15.815

1953…………..40……………5.506

1954…………..18……………119.701

A lo largo de nuestro relato y en el balance que hizo Moreno en el prólogo de El partido y la revolución, ya citado, se han señalado cuáles fueron los errores fundamentales del GOM-POR. Pero hay un mérito insoslayable a destacar: nuestra estructuración en el movimiento obrero.

«Nuestro grupo hizo lo fundamental que tiene que hacer todo grupo que se dice obrero. Fuimos los que dijimos que el lugar preferencial de trabajo de los trotskistas debían ser los sindicatos peronistas y supimos entender este fenómeno decisivo. Y lo hicimos sin capitularle, porque denunciamos el carácter totalitario y reaccionario de la burocracia sindical y del control estatal que ejercía sobre los sindicatos. Ese acierto es la página fundamental que escribió nuestro grupo y la razón última de que subsista hasta la fecha: el haberse ligado al movimiento obrero. «52

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Segundo Período

1948-1952

Capítulo IV

El GOM-POR ante la estatización de las organizaciones obreras y su contacto con la Cuarta Internacional

La estatización de las organizaciones obreras fue gradual. El peronismo alentó la organización y sindicalización masivas, y al mismo tiempo controló de forma total al movimiento obrero en el cual se apoyaba para resistir la presión del imperialismo yanqui.

Esta posición bonapartista de Perón contó a su favor con la extraordinaria situación económica del país, que le permitió, por un lado, pagar las onerosas nacionalizaciones y, por otro, otorgar las mayores concesiones a la clase obrera en toda la historia de nuestro país, con las reservas acumuladas durante la guerra.

La presencia de un nuevo proletariado venido fundamentalmente del interior hacia las grandes ciudades y la formación de las comisiones internas y los cuerpos de delegados le dieron la tónica a ese proceso de organización masiva, pero al mismo tiempo el gobierno peronista, al ser patronal, creó una tremenda estructura monolítica de control de esas organizaciones, sostenida con la ayuda de los burócratas preexistentes y de los nuevos que promovió, para evitar su accionar independiente.

La intención del peronismo, con esos métodos, fue frenar la acción del imperialismo yanqui pero, precisamente, la acción paralizante que la estatización provocó sobre el movimiento obrero facilitó a los agentes norteamericanos dar el golpe cuando la crisis económica se agudizó.

La presencia de dirigentes sindicales como Freiré, José Espejo y Ángel Borlenghi al frente de la Confederación General del Trabajo (CGT) o del Ministerio del Interior tuvo como objetivo controlar al movimiento obrero y someterlo al servicio de un gobierno patronal. A fines de 1951 el control sobre el movimiento obrero era total.

La renuncia de Silverio Pontieri, secretario general de la CGT, permitió la elección de Luis F. Gay, el 9 de noviembre de 1946, que derrotó al candidato de Perón, Borlenghi. Gay, uno de los fundadores del Partido Laborista, duró poco en sus funciones, ya que los incondicionales de Perón aprovecharon una visita de la American Federation of Labor (AFL) de Estados Unidos, en enero de 1947, para acusarlo de entregar la CGT a los yanquis, obligándolo a renunciar el 25 de enero.1

El 8 de febrero de 1947, Antonio Aurelio Hernández, ex militante del PC y nuevo secretario general de la CGT organizó un acto en el Teatro Colón en apoyo al Primer Plan Quinquenal en el que anunció: ‘(..) en apenas un mes, la CGT logró encarrilar varios convenios y terminar con numerosas huelgas y conflictos; en 25 días se incorporaron a la central más de 70 sindicatos con 200.000 afiliados…». A continuación instó a «batir los records de producción» .2

La estatización se expresó también en el método de las intervenciones a las uniones y federaciones para incorporarlas compulsivamente a la CGT. En 1946 fue intervenida la Unión Obrera Metalúrgica, en enero de 1947 la Federación de Telefónicos, luego la Asociación Bancaría y más tarde la Federación Gráfica. El proceso culminó con el aplastamiento de la huelga y la intervención de la FOTIA (1949), y con el ingreso forzado de la Federación de la Carne en la CGT, en 1950, y del gremio ferroviario en 1951.

En 1949, en Tucumán, la FOTIA salió a la huelga por mejoras salariales y de condiciones de trabajo. Allí tenía influencia Esteban Rey. La lucha tomó tal fuerza que Perón se vio obligado a intervenir directamente. La persecución y las debilidades de algunos de los principales dirigentes terminó por liquidar al movimiento. Los mejores activistas rompieron con el peronismo, pero la mayoría siguió más firme que nunca, porque Perón, al mismo tiempo que aplastó la huelga, concedió todos los puntos por los cuales se había salido a pelear.

En 1950 el gremio de la carne, todavía bajo la influencia de Cipriano Reyes, que estaba preso, seguía resistiéndose a entrar en la central obrera. Perón dividió a la dirección, intervino el gremio y decretó su incorporación a la CGT.

La huelga del gremio ferroviario, en 1951, contó con el apoyo mayoritario de los trabajadores. Pero con la excusa de que el conflicto ayudaba a los que intentaban dar un golpe fue reprimido, intervenido, e incorporado a la CGT en forma compulsiva. La CGT, cuyos «dirigentes» eran cambiados según conviniera a «los de arriba», funcionó como un ministerio más.

Hernández, que había reemplazado a Gay, tampoco duró mucho tiempo. Hacía falta un incondicional y ése fue Espejo, un desconocido. Es ilustrativa la anécdota que contaba años más tarde José Alonso, dirigente del gremio del vestido: Espejo, al ser designado, tuvo que pasar al frente del Confederal para que «los muchachos lo conozcan «.3 Es la época en que Eva Perón adquirió mayor influencia en los asuntos de la CGT y Espejo se convirtió en su «empleado».

El burocratismo y el matonaje se entronizaron en los sindicatos. De esta época son los personajes como «Costita», del gremio de la alimentación, que cuando citaba a asambleas las dirigía con la pistola sobre la mesa; José Prestas y García, que sucedieron a Reyes en el gremio de la carne y que se mantuvieron durante más de cinco años sin dar elecciones; Hilario Salvo en metalúrgicos, Pedro Grioli en textiles, etcétera. Perón logró cerrar la etapa de ascenso obrero gracias a la represión y a la estatización de la Confederación General de los Trabajadores (CGT).

El control totalitario se extendió a todos los ámbitos del país. Prensa, radio, colegios, todo era controlado por siniestros funcionarios del régimen. El diputado Visca, con sus «investigaciones», y Apold, desde la secretaría de Radiofusión, pasaron a la historia negra del manejo de los medios de prensa por el gobierno. Los torturadores Lombilla y Amoresano fueron un símbolo de la época. El Partido Comunista era legal, no obstante muchos de sus militantes fueron torturados. El estudiante Bravo fue uno de los testimonios más dramáticos.4 Ricardo Balbín, diputado radical, estuvo un año preso y Cipriano Reyes más de siete.

Como parte del proceso de liquidación de las libertades democráticas y de ataque a las organizaciones sindicales el gobierno decretó el cierre del diario oligárquico La Prensa. Nuestro partido dio una clara respuesta a este atentado, que algunos pretenden confundir acusándonos de prooligárquicos. El 28 de febrero de 1951 nuestro periódico fue categórico: «No estarnos en absoluto de acuerdo con la posición política de ‘La Prensa’; opinamos que es un periódico burgués y reaccionario, que tiene como norma defender a un determinado sector de los explotadores. Sin embargo como partido revolucionario, somos incansables defensores de las libertades democráticas y específicamente de la libertad de prensa. Por eso no podemos permanecer callados ante la campaña del gobierno contra ‘La Prensa’ que es sólo la ofensiva de Perón en contra de toda la prensa opositora.»

Moreno recordaba sobre este episodio: «Nuestra posición de defensa a ‘La Prensa’ fue un acierto. Estábamos a favor de la expropiación de todos los órganos burgueses de prensa, pero no de ‘La Prensa’ sola, y que se diera bajo control del movimiento obrero v no controlado de hecho por el gobierno. Y seguimos creyendo que es una posición principista (…) ‘La Prensa’ comienza a sacar en su página gremial, media página con las asambleas ferroviarias, de una objetividad terrible, hecho a propósito. Mientras que ‘La Nación’ no, no la expropia por eso, era de un jesuitismo terrible, no decía nada. En cambio ‘La Prensa’: ‘hubo asamblea en Liniers de los obreros ferroviarios y se dijo esto, esto, un peronista dijo esto, el resto lo rebatió diciendo: pero si está con nosotros por qué nos aplasta’. Eso Perón no lo aguantó, y la expropió.» Moreno opina también que la expropiación de La Prensa fue parte de «un fenómeno de conjunto de características totalitarias, de control por parte del estado y del gobierno, de todo. «5

No podemos minimizar las grandes conquistas que el peronismo concedió al movimiento obrero, pero si olvidamos la estatización y la burocratización de este período no entenderemos al peronismo y menos aún su caída.

* Ernesto González, junto con Nahuel Moreno vivieron la experiencia del peronismo y fueron los artífices años más tarde en la construccion del Partido Socialista de los Trabajadores, antecesor del MAS.

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