El malhumor del Presidente Chávez

Las 72 horas de Duelo Nacional decretado por el gobierno del Presidente Chávez, con ocasión de la tragedia de Amuay, son propicias para reflexionar sobre este trágico evento que ha cobrado la vida de 42 compatriotas, lesionados a otros 85 y damnificadas a más de 100 familias cuyos bienes materiales fueron afectados en mayor o menor grado por la onda expansiva de la explosión. Del mismo modo, más que oportuno también para meditar sobre el creciente malhumor del Presidente Chávez, que se ha puesto de relieve en los dos meses que van de campaña electoral presidencial.

Las 72 horas de Duelo Nacional decretado por el gobierno del Presidente Chávez, con ocasión de la tragedia de Amuay, son propicias para reflexionar sobre este trágico evento que ha cobrado la vida de 42 compatriotas, lesionados a otros 85 y damnificadas a más de 100 familias cuyos bienes materiales fueron afectados en mayor o menor grado por la onda expansiva de la explosión. Del mismo modo, más que oportuno también para meditar sobre el creciente malhumor del Presidente Chávez, que se ha puesto de relieve en los dos meses que van de campaña electoral presidencial.

Sobre el hecho en sí ocurrido en Amuay, es poco lo que se puede agregar a lo que ya el pueblo venezolano y el mundo entero conoce. Un evento catastrófico, el mayor de los últimos 25 años en la industria petrolera mundial, con un impacto terrible sobre los petroleros, los efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana y las comunidades aledañas; de efectos económicos aún indeterminados, amén de las problemáticas derivadas que se harán evidentes en los próximos días relacionadas con el suministro de gasolina.

Sin duda un hecho terrible que deja sin aliento, pero que invitan a investigar, en forma seria y responsable para sancionar a quien o quienes no actuaron correctamente frente a su responsabilidad de salvaguardar la vida y bienes de los trabajadores, funcionarios de seguridad y comunidades. No puede quedar impune este hecho ni librados de ejemplar castigo los corresponsables de este siniestro. Investigación que por demás, para poder ser seria, responsable, equilibrada y ecuánime, debe contar con la participación de los trabajadores petroleros, de los funcionarios de seguridad acantonados en la industria petrolera y de las comunidades que habitan los anillos circundantes a las instalaciones petroleras.

Imparcialidad en la investigación que debe incluir y no excluir, como ha sido la norma de comportamiento de las directivas de Pdvsa, a aquellos representantes de los trabajadores que se ha distinguido por la forma seria y responsable en que han hecho las denuncias sobre las continuas fallas que se presentan en la industria. Me refiero en especial a aquellos compatriotas como José Bodas, Secretario General de la Futpv, además de Iván Freites, Frank Luna y Robert González, ejecutivos de la federación sindical petrolera e integrantes de una corriente sindical que ha mostrado su plena independencia y autonomía a la hora de defender los derechos de los trabajadores. Ellos tienen mucho que aportar, porque conocemos desde hace más de dos años las constantes denuncias realizadas, y a las que los directivos de Pdvsa hicieron oídos sordos.

Para dar inicio a esta necesaria y urgente investigación, es preciso despejar el camino de los mezquinos intereses electorales que mueven al gobierno y sus funcionarios, que preocupados por la aritmética de los votos, hacen aseveraciones que rayan con la irresponsabilidad, como la afirmación del ministro Rafael Ramírez cuya primer reacción fue decir que la planta podría estar operativa en dos días; o mucho más preocupantes y dañinas como las expresadas por el Presidente Chávez, quien interesado en eludir las responsabilidades de la administración de Pdvsa y de su gobierno, quiere descartar de plano la tesis de las deficiencias en mantenimiento, cuando precisamente las refinerías ubicadas en la península de Paraguaná, han sido afectadas en el último año por una cadena de siniestros que han tenido como denominador común las fallas de protección de equipos e instalaciones.

El creciente malhumor presidencial

El segundo aspecto en el que quiero detenerme es al creciente malhumor que ha identificado al Presidente Chávez en lo que llevamos de campaña electoral de cara a los comicios del próximo 7 de octubre. Malhumor que se explica por el hecho cierto que al iniciar su gira electoral, el Presidente Chávez antes que encontrar adherentes que le vitoreen con frenesí a su paso, se ha topado con centenares de protestas y miles de protestantes, que desilusionados con su gobierno le reclaman con vehemencia solución a sus necesidades insatisfechas.

Para blindarse de las críticas y de las protestas no ha tenido más remedio que inculpar a sus allegados. Así lo hizo en el Estado Anzoátegui, donde tuvo que fustigar al gobernador Tarek Williams Saab por deficiencias en su gestión. Pocos días después hizo lo mismo en un acto electoral realizado al sur de la capital del Estado Carabobo, donde debió «denunciar» el abandono en el que se encuentra sumido Puerto Cabello regentado por el alcalde rojo-rojito Rafael Lacava, y a renglón seguido hubo de desafiar a varios de sus seguidores para que aceptaran la imposición como candidato a la gobernación del Estado a Francisco Ameliach, personaje que goza de poco apoyo entre los seguidores de la divisa psuvista.

Luego se vinieron los acontecimientos de Guayana. Disgustado por la tranca de avenidas protagonizadas por trabajadores tercerizados, quiso ignorar en el acto electoral realizado en San Félix, la grave problemática que viven las empresas básicas y la dramática situación de los trabajadores que llevan más de 30 meses de atraso en el inicio de la negociación de sus contratos colectivos. Para enmendar el capote realizó un acto político, con personal de su entera confianza, pero ni siquiera allí pudo contener el aluvión de críticas a la administración de las empresas básicas y Sidor. En cadena nacional pudimos observar un Chávez desencajado, que le recordaba a sus seguidores que él es el Presidente, que él es quien quita y pone, que él fue quien le bajó la cuchilla a las empresas básicas y que a él no le gustan que le tranquen las avenidas ni mucho menos que le reclamen lo que los trabajadores consideran justo. Peor no pudo terminar el acto, porque una falla de la planta eléctrica le jugó la mala pasada de impedirle hacer un cierre normal del programa electoral realizado en las instalaciones de la represa de Caruachi, conocida también como la Central Hidroeléctrica Francisco de Miranda.

Posteriormente, el enfado del primer mandatario no pudo ser más elocuente, cuando se negó a pronunciarse sobre el saldo trágico de 25 personas muertas y 43 heridas, luego de una brutal reyerta en la Prisión de Yare I, localizada al sur de Caracas. Las familias de las víctimas, aun sienten el abandono oficial, al no recibir la voz solidaria del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela.

Silencio que mantuvo el Presidente Chávez, para no seguir exponiendo en público su malhumor, con ocasión de la caída del puente de Cúpira que ha generado una grave crisis de transporte y comunicación que lleva más de diez días y ha forzado al desvió por los llanos para poder conectar al Oriente con el resto del país.

Al sur de Monagas y en el Estado Sucre quiso el Presidente reorganizar su discurso electoral y superar su mal humor, presentándose como el adalid de los intereses de los trabajadores, con un acto simbólico de inicio de pago de los pasivos laborales con los petrobonos. Sólo que la madre naturaleza, de nuevo puso al desnudo el alto grado de vulnerabilidad en el que se encuentran las comunidades de bajos recursos económicos. Las precipitaciones ocasionaron una crecida del río Manzanares al oriente del país, dejando un saldo lamentable de afectados, que desgraciadamente hoy coinciden en el tiempo, con el drama que sufren los familiares de los desaparecidos, heridos y muertos de la explosión de Amuay y de las comunidades damnificadas por la pérdida de sus enseres.

En síntesis, el malhumor obedece a causas objetivas y subjetivas. El gobierno se hunde en un mar de desaciertos que menguan la confianza de sus seguidores.

El 7-O

Estamos a 43 días de las elecciones presidenciales y ocioso sería especular si esta cadena de eventos que reflejan la fragilidad del país y han puesto en evidencia el malhumor del Presidente Chávez y de los funcionarios de su gobierno, tendrán mayor o menor impacto en los resultados electorales. Pero lo que si es cierto, es que todos estos hechos están obligando a los electores a repensar muy en serio, cual es la mejor alternativa para sortear esta encrucijada.

Un interesante artículo de Juan Carlos Figueroa, titulado “Los desertores de la polarización”, publicado en el Diario El Tiempo del Estado Anzoátegui, identifica la importante dinámica que vive un sector de la población que se distancia de las ofertas electorales del Psuv y de la MUD, y que pueden llegar a tener una incidencia notable en las próximas elecciones, bien porque a última hora se inclinen a favor de uno u otro de los candidatos mayoritarios, o porque se abstengan o porque empalmen con una opción distinta, independiente, que expresé de mejor forma sus aspiraciones.

En anterior escrito, mencionaba que no puede descartarse que la opción que representa Orlando Chirino, candidato obrero y dirigente sindical al lado del cual activan dirigentes de la talla de José Bodas de Futpv y otros destacados luchadores clasistas, democráticos, combativos y autónomos, logre capitalizar este importante fenómeno.

Las cartas están expuestas sobre la mesa y será al pueblo venezolano a quien le corresponde sopesar las distintas opciones. Más que nunca sigo confiando en que se amplié la base de desertores de la perversa polarización y encaje con la propuesta política de Orlando Chirino y el PSL.

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