El nazismo israelí es una realidad flagrante
Desde California hasta el Jerusalén ocupado y Sidney los sionistas supremacistas están bastante nerviosos estos días al ver que muchas personas en todo el mundo se liberan, lenta pero definitivamente, de los grilletes de la propaganda sionista.
Desde California hasta el Jerusalén ocupado y Sidney los sionistas supremacistas están bastante nerviosos estos días al ver que muchas personas en todo el mundo se liberan, lenta pero definitivamente, de los grilletes de la propaganda sionista.
Durante más de sesenta años se han impuesto de forma generalizada las clásicas mentiras sionistas acerca del crimen contra la humanidad también conocido como Israel. Lo negro se convirtió en blanco, lo blanco en negro, la gran mentira se transformó en una “verdad” glorificada por millones de personas. Las empobrecidos y completamente atormentadas víctimas palestinas fueron retratadas como “terroristas y asesinos, anti-semitas incluso que estaba tratando de acabar lo que Hitler había empezado”. A su vez, se solía describir a los verdaderos nazis, los sionistas judíos que cometieron uno de los mayores crímenes de la historia de la humanidad, es decir, la destrucción y negación real de la comunidad palestina, como pioneros progresistas que convirtieron el desierto en un vergel, un faro entre las naciones y la única democracia de Oriente Medio.
Ahora parece que la magia sionista se ha desvanecido y que ha resultado ser trasnochada e ineficaz. El mundo se está dando cuenta de que durante todos estos años ha sido embaucado, engañado y estafado. Y de que es el momento de ver la realidad tal como es.
Se supone que el objetivo de la Conferencia de Durban que tiene lugar en Ginebra es fomentar la paz, la igualdad y la justicia en todo el mundo. No hay ni que decirlo, ello requiere que los pueblos y gobiernos del mundo luchen para tratar de erradicar la opresión, el racismo y las agresiones.
Esto es exactamente lo que, no sin justificación, ha enfurecido a los dirigentes sionistas de todo el mundo. Todos sabemos que luchar contra el racismo y la opresión significa poner en tela de juicio a Israel, un país que se basa en la limpieza étnica, el robo de la tierra, la opresión y la mentira.
Es más, incluso defender los más elementales principios de igualdad y justicia sitúa a Israel en un inevitable conflicto con el resto de la humanidad.
En pocas palabras, uno no puede ser verdaderamente humano, no digamos humano simplemente, sin oponerse al sionismo. Eso es lo que están descubriendo muchas personas en todo el mundo. También es a lo que le tienen terror Israel y quienes lo apoyan, ya que sionismo y humanidad es un eterno oxímoron.
Esta es la razón por la que en estos días sienten pánico los leñosos perros del sionismo, desde Commentary, The New Republic, The New York Post a The Jerusalem Post; desde Dershowitz, Wiesel, Netanyahu, Lieberman hasta Peres y los muchos otros ejemplos de falsedad y de racismo. No hay más que mirar sus caras y ver lo inquietos e inseguros que parecen.
También es así cómo reaccionan la mayoría de los criminales y de ladrones cuando perciben que se está a punto de descubrir sus crímenes y que están a punto de ser atrapados.
Pero al igual que los criminales y los ladrones, Israel y sus partidarios a menudo tribales no se limitarán a ondear la bandera blanca y a rendirse a la verdad, por muy clara y abrumadora que sea.
Los sionistas suelen afirmar que ellos tienen los coeficientes de inteligencia más altos que existen sobre la faz de la tierra. Pues bien, se dice que muchos criminales son extremadamente inteligentes y por ello la policía no puede echarles mano.
Pero, ¿es eso realmente inteligencia, es realmente agilidad? Si un o una criminal o ladrón o ladrona fuera verdaderamente inteligente, para empezar no actuaría de manera criminal. Una inteligencia que puede llevar a uno o a una a la horca o a la silla eléctrica es, en última instancia, estupidez.
Sin lugar a dudas, la misma lógica se aplica a Israel, un Estado del mal que ha transformado a muchos judíos o bien en personas que practican el mal o bien en personas que lo apoyan.
Tomemos el ejemplo de una persona como Elie Wiesel, un superviviente del Holocausto que ha llenado al mundo de todo tipo de hipócritas y moralistas proclamas acerca de que el sufrimiento de los judíos es único, como si el sufrimiento de los no judíos fuera menos genuino. Éste es el mismo hombre que durante décadas ha estado diciendo que Israel tiene derecho a cometer crímenes contra los palestinos y que el mundo entero no está en una posición de criticar el comportamiento similar al de los nazis de Israel.
La “noche” de Wiesel acabó y su pueblo pudo volver a alzarse de nuevo, pero está empeñado, incluso hasta la muerte, en utilizar hasta su último aliento y el último vestigio del recuerdo del Holocausto para justificar, prolongar y perpetuar la “noche” palestina para satisfacer su depravación y su empeño en la superioridad étnica y su auto-contemplación.
Éste es el mismo Wiesel que ahora se precipita a Ginebra para defender el exterminio por parte de Israel de niños inocentes e indefensos en Gaza con la única justificación de que estas víctimas indefensas son débiles y no pertenecen a la “santa tribu”.
Usted puede ver cómo el sionismo ha metamorfoseado a las víctimas de la bestia nazi en satánicos mentirosos, matones inmorales y infaustos asesinos que aceptan completamente un Estado que piensa como los nazis, se comporta como los nazis y actúa como los nazis.
Pero la depravación parece no tener límites. Ésta es la naturaleza de una enfermedad demoníaca que se ha apoderado de todo un grupo de personas que creen que el mundo debería permitirles hacer todo aquello que al resto del mundo no se le permite hacer.
Éste es un pueblo que argumenta que ellos tienen que matar a los hijos de los demás para asegurarse de que sus hijos no serán asesinados, un pueblo que piensa que ellos tienen que matara las madres de otro pueblo para asegurarse de que no se matará a sus madres. Un pueblo, enfermo hasta la médula, que cree que tiene que cometer un holocausto para impedir que se repita otro holocausto.
En otras palabras, el mundo tiene que permitirle exterminar al pueblo palestino, al pueblo libanés y, probablemente, al pueblo iraní así como a otros para que él se sienta seguro.
Y en cuanto alguien critica su comportamiento asesino, como matar de hambre al pueblo de Gaza o incinerar civiles con fósforo blanco o confinar a millones de atormentados palestinos a modernos campos de concentración, los sionistas exclaman a gritos y de manera descontrolada ¡Auschwitz! ¡Gestapo! ¡Noche de los Cristales! ¡Hamas! ¡Bombas suicidas!, ignorando absolutamente la brutal violencia de su manera de pensar y asesina maldad de sus propias acciones.
Esto es lo que hace que animales racistas como Avigdor Lieberman, en quien se combina la crueldad de Joseph Stalin con la abominación de Adolph Hitler, critiquen la Conferencia de Durban por no protestar por violaciones de los derechos humanos en otros países que no son Israel.
Es como si una infame prostituta que predicara moralidad y castidad.
Pero la obscena hipocresía no es en absoluto privativa el ex-matón moldavo. Pues bien, ¿acaso Shimon Peres es menos hipócrita, menos criminal, en algo? ¿O Netanyahu? ¿O Barak? ¿O incluso Ovadia Yosef? A fin de cuentas estamos hablando de todo un grupo de criminales patológicos cuya criminalidad y cuyas mentiras no conocen límites.
Mi amigo Gideon Levy, a quien respeto enormemente por su valor y su rectitud moral, ha escrito que es erróneo comparar el sufrimiento palestino con el Holocausto. Con todo, admite que hoy Israel se parece mucho a la Alemania de 1933.
Pues bien, ¿tienen entonces los palestinos que esperar unos pocos años hasta que Lieberman y sus cohortes judeo-nazis actúen según sus malvadas doctrinas como unos años después actuaron Hitler y Eichman y sus cohortes ario-nazis según las suyas?
El que la Conferencia de Durban esté teniendo lugar es una señal positiva. En sí mismo es un paso en la buena dirección porque celebrarla en contra de los deseos del diabólico sionismo demuestra que el mundo o, cuando menos, la mayoría de los pueblos del mundo, desean mirar a Israel a los ojos y decir: “eres racista, eres criminal y tus instigaciones y tu incitación al odio no nos va a intimidar”. Esto es lo que está asustando a los sionistas y les está haciendo perder la compostura.
Por lo que se refiere a otros pueblos en Europa y América del norte, cuyos gobiernos todavía languidecen bajo el dominio sionista, llegará el día en que ellos también se despierten y se libren de los grilletes de los lobbies sionistas y de las mentiras sionistas.
Ese día no está lejos.
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos