El petróleo venezolano y Pérez Jiménez
Los antecedentes
El petróleo de Venezuela ya atrajo a las multinacionales petroleras en la Primera Guerra Mundial. Royal Dutch Shell Company inició las explotaciones en 1917 y construyó más tarde una refinería en Curaçao, a la sombra de las concesiones del dictador Juan Vicente Gómez, pero adquirieron mayor importancia cuando, al nacionalizar México sus pozos en 1938, pudieron sembrar de torres petroleras el lago de Maracaibo.
Los antecedentes
El petróleo de Venezuela ya atrajo a las multinacionales petroleras en la Primera Guerra Mundial. Royal Dutch Shell Company inició las explotaciones en 1917 y construyó más tarde una refinería en Curaçao, a la sombra de las concesiones del dictador Juan Vicente Gómez, pero adquirieron mayor importancia cuando, al nacionalizar México sus pozos en 1938, pudieron sembrar de torres petroleras el lago de Maracaibo.
Pronto Creole Petroleum creaba otra refinería en Aruba.
El golpe petrolero
En 1945, oficiales militares vinculados a Acción Democrática, tras tomar el poder, formaron una junta que se proponía modificar la constitución y reformar el país, lo que inquietó a otros sectores militares con intereses castrenses que en 1948, apoyados por EEUU, las compañías petroleras y la oposición derechista, derrocaron a Rómulo Gallegos e instauraron la Junta Militar dictatorial dirigida más o menos explícitamente por Marcos Pérez Jiménez.
En 1952 el pueblo votó por la URD, pero el General se atribuyó el triunfo para sí y para el FEI y se hizo nombrar por las Fuerzas Armadas presidente provisional, hasta que su Asamblea Nacional Constituyente publicara al año siguiente la Constitución, en que asumió el cargo quinquenal de Presidente Constitucional del «Nuevo Ideal Nacional», un régimen policial caracterizado por la prohibición de toda militancia política, represión y persecución de opositores, purgas internas y tortura o asesinato al menor rasgo de «sospecha» democrática, especialmente contra el pensamiento comunista.
En 1954 el ultra Eisenhower lo condecora con la Orden del Mérito del Congreso tras presidir la X Conferencia Interamericana, símbolo de la dominación imperialista de EEUU sobre los países latinoamericanos.
La dictadura industrial
Paralelamente, el régimen aceptaba la ayuda militar británica y abría las puertas al capital extranjero -incluidas nuevas concesiones petroleras y del hierro- del que se sirvió para desplegar una campaña populista de construcciones públicas y cuarteles y las obras exigidas por las empresas inversionistas:
ferrocarril, plantas petroquímicas, centrales hidroeléctricas, industrias siderúrgicas y la draga del lago Maracaibo para el paso de los grandes buques transportadores de crudo, el carácter metropolitano y consumista de Caracas…
Obras con las que la corrupción administrativa y el clientelismo se generalizó y aferró al poder a costa del dinero y los beneficios naturales del pueblo, desempleado y empobrecido, que iba a parar a las cárceles o a los campos de concentración apartados en el Amazonas, violaciones de los derechos humanos a las que cabe añadir la abolición de la libertad de expresión y de prensa.
En 1957, la Creole Petroleum Corporation anuncia inversiones millonarias canmbio de las concesiones prometidas por Pérez Jiménez, que por entonces trababa amistad con los dictadores golpistas, como Rojas Pinilla Stroessner.
Pero no sólo la producción de petróleo permitió a Marcos Pérez Jiménez beneficiar a sus colaboradores con enormes cantidades de dinero. En 1955 había otorgado los derechos de explotación siderúrgicos de Venezuela a grupos industriales de Alemania, Bélgica, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia y Noruega. En 1956, benefició a Fiat e Innocenti a cambio de levantar la primera planta siderúrgica en el país, días antes de decretar más concesiones petroleras.
El derrocamiento
Con ocasión de las denuncias de la OIT en la V Reunión del Comité de la Industria Petrolera sobre la situación obrera en Venezuela y el encarcelamiento de los dirigentes sindicales por parte del régimen dictatorial, éste tomó represalias y las delegaciones internacionales se negaron a continuar las sesiones. El gobierno de Pérez Jiménez se retiró de la Organización Internacional del Trabajo.
Pronto se producirían huelgas, supuestos atentados y rebeliones militares.
Los partidos democráticos operaban en la clandestinidad distribuyendo manifiestos y hasta se unió la Iglesia, que tuvo sus roces con el dictador.
Ante las cercanas elecciones de 1957, Pérez Jiménez las sustituyó, en contra de la propia Constitución militar, por un plebiscito para su reelección. Como el Consejo Supremo Electoral publicara cifras increíblemente favorables para el mantenimiento de la presidencia, la población, indignada ante tal farsa y conocedora de la oposición de intelectuales, estudiantes, trabajadores y empresarios, empujó a parte de las Fuerzas Armadas a la rebelión de enero de 1958 y tomó las calles hasta culminar en una huelga general.
Ante una Junta Militar de Gobierno, el dictador hubo de abandonar el poder y salir hacia la República Dominicana. Pronto encontraría cobijo en Madrid -donde moriría en 2001- al lado de su correligionario ultraderechista Franco, con el que le unían muchas afinidades.
Más allá de lo que haya trascendido a la ciudadanía, parece ser que los problemas petroleros, en términos económicos, no fueron un factor principal en la destitución de Pérez Jiménez, aunque sí agravantes. Ahora bien, el hecho de dejar en las garras de tales aves de rapiña tan portentosa reserva generó una profunda herida en el pueblo venezolano, harto de abusos, desigualdades y vejaciones durante tantos años.
El hecho de que los Estados Unidos no intervinieran por entonces en ayuda del último dictador militar venezolano, como hicieron en otros países, puede deberse a que sabían que la oposición estaba encabezada por partidos afines a su política, partidarios de abolir la inesperada restricción de la cuota estadounidense en la compra del petróleo venezolano, más caro entonces que el saudí, para revitalizar el tesoro público.
En 1972 se había iniciado contra este criminal -que se alegraba de los asesinatos de los Kennedy, responsables de su extraidición a Venezuela- una denuncia por el homicidio del teniente León Droz, pero el juicio se declaró prescrito en 1999.
¿Y hoy?
Los gobiernos «democráticos» tampoco han empleado adecuadamente las reservas de petróleo, han endeudado al país, enriquecido a los sectores financieros, derrochado el presupuesto nacional y se han apoderado del chorro que mana del oro negro, mientras millones de personas han venido subsistiendo en una pobreza alarmante.
Un poderoso sector económico de la oposición a Chávez -quien invitó, por cierto, a la sesión de su investidura como presidente al mismísimo Pérez Jiménez- se autodenomina democrática aunque mira con nostalgia aquellos días, al tiempo que se jacta de las excelentes relaciones llevadas por la cúpula militar-industrial con EEUU, principal cliente petrolero, o con los directivos de las grandes compañías extranjeras. Sólo clama por la vuelta de la privatización del sector energético, jamás por la abolición de la Deuda que las naciones explotadoras exigen para sí y para sus ejecutivos de gesto arrogante, dólar sucio y desprecio por el pobre.
Ya es hora de que Venezuela deje de mirar al subsuelo y levante la vista a sus recursos limpios y gratuitos como el sol y el viento. Ya es hora de que el pueblo venezolano se desengañe de gobiernos y opositores, y reclame lo que le pertenece y siempre se le ha negado con balas y golpes: LA LIBERTAD.