El problema de Aysén es nuestro y el gobierno de Sebastián Piñera, también

Durante esta semana se cumplirá un mes desde que Aysén decidió alzar la voz y reclamar la legitimidad que hasta entonces era un discurso, y que aún con la existencia de parlamentarios, no trascendía más allá de los límites de la región.
Pero desde ayer hay otros que también están de aniversario. Se cumplen dos años desde que la Alianza por Chile, bajo la figura de Sebastián Piñera, asumió el gobierno del país.

Durante esta semana se cumplirá un mes desde que Aysén decidió alzar la voz y reclamar la legitimidad que hasta entonces era un discurso, y que aún con la existencia de parlamentarios, no trascendía más allá de los límites de la región.
Pero desde ayer hay otros que también están de aniversario. Se cumplen dos años desde que la Alianza por Chile, bajo la figura de Sebastián Piñera, asumió el gobierno del país.

Así las cosas, existe hoy por un lado Aysén, una de las regiones de Chile con uno de los más altos niveles de desigualdad, y por otro, un Presidente de la República con el más bajo nivel de aprobación conocido. Casi 100 mil habitantes movilizados, unidos bajo una estructura transversal y colectiva, y un gobierno que sustenta su quehacer en el poder del mercado y validado por los medios de comunicación que controla. Una región con un siglo de vida, luchando con la geografía y el clima para hacer patria donde nadie mas lo había hecho antes, y una alianza política que después de 20 años ha vuelto a tener un aparente poder político tratando de alejarse de las ideas y prácticas de los 17 años de dictadura de los que fueron comparsa.

Ese ha sido el escenario, cuyo reflejo es lo sucedido ayer.
Durante la tarde del domingo unos marcharon pacíficamente por las calles de Coyhaique y Puerto Aysén, y usaron los espacios públicos para cantar por su dignidad y reconocimiento junto a Inti Illimani, Illapu, Sol y Lluvia, Schwenke y Nilo, Luis Lebert, Alonso Núñez, Richard Sepúlveda y Dúo Trapananda; mientas que otros, a 1.700 km de distancia, en el cerro Santa Lucía en la capital del país hacían una apología a lo que entre ellos llaman una excelente labor realizada.

Por la noche en el punto cero, en víspera de retomar o no el corte de la ruta, se disfruta -con la cooperación de los mismos vecinos- de la comida de una olla común, y en La Moneda con 300 invitados continúan los abrazos, cuyas razones en Aysén aún se desconocen.

Y lo que viene para mañana no dista mucho de lo anterior. 24 dirigentes representando a toda una región, que en forma consciente buscarán validar los acuerdos con las bases populares que los han elegido, sentados en una mesa de trabajo frente a un Ministro, un Subsecretario y una Intendenta que son la voz del gobierno en la región que deberán siempre consultar su siguiente paso al Señor Presidente. Los primeros buscando aproximarse a las cifras plasmadas en los conocidos 11 puntos, y los segundos disfrazando con números más o menos propuestas muy lejanas a lo requerido. Un Iván Fuentes que recorrerá Juntas de Vecinos y Sedes Sindicales explicando cual es la realidad de lo que se solicita y la respectiva oferta gubernamental, mientas un Ministro que recurrirá a los medios de prensa para maquillar desde allí el fracaso de su trabajo -y del gobierno que representa- en la región.

Y de ahí en adelante, más de lo mismo.

Mientras que gran parte de Chile mide su calidad de vida a través de un mejor ambiente laboral, educación de calidad, salud accesible, transporte público digno, energías renovables y menos contaminación, el gobierno lo hace con indicadores de inversión, ingreso per cápita, cifras de empleo y crecimiento económico. Pero siendo justo, la gran diferencia entre la realidad social y la realidad gubernamental, no es un brecha sólo de éste gobierno, sino de todo el sistema político en general.
Opciones no hay muchas, y el Movimiento Social por Aysén al menos ha posibilitado que quienes aún no se lo habían cuestionado, hoy lo hagan.

Lo que en 30 días ha logrado la región de Aysén es sin duda mucho más de lo que hoy festeja el gobierno de turno. El problema de Aysén es nuestro y el gobierno de Sebastián Piñera, también.

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