El reaccionario Acuerdo San José-Tegucigalpa-Guaymuras deja incólume el golpe de Estado
A pesar del forcejeo en las negociaciones y de las sucesivas crisis del Dialogo Guaymuras, el Acuerdo San José- Tegucigalpa fue finalmente firmado, el pasado 30 de Octubre del año 2009, entre las delegaciones del gobierno espurio de Roberto Micheletti y el Presidente Manuel Zelaya, ante la mirada vigilante del subsecretario Thomas Shannon.
A pesar del forcejeo en las negociaciones y de las sucesivas crisis del Dialogo Guaymuras, el Acuerdo San José- Tegucigalpa fue finalmente firmado, el pasado 30 de Octubre del año 2009, entre las delegaciones del gobierno espurio de Roberto Micheletti y el Presidente Manuel Zelaya, ante la mirada vigilante del subsecretario Thomas Shannon.
El hecho de que la crisis del Diálogo Guaymuras se destrabara con la sola presencia de la delegación norteamericana, confirma una vez más que el golpe de Estado del 28 de Junio fue apoyado desde el inicio, aunque de manera secreta, por el gobierno de los Estados Unidos.
Un golpe preventivo
El golpe de Estado del 28 de Junio no fue ejecutado para frenar un ascenso de masas que pusiera en peligro el sistema capitalista semicolonial de Honduras, esta situación evidentemente no existía, sino que fue diseñado por la oligarquía, representada por los Partidos Liberal y Nacional, como un mecanismo de repuesta ante el intento del presidente Manuel Zelaya de modificar el statu quo del poder a través de la encuesta de la Cuarta Urna.
La oligarquía hondureña no se opone a una reforma constitucional, siempre y cuando le garantice su dominación, pero se opuso rabiosamente al hecho que el presidente Manuel Zelaya apelara a la consulta popular para forzar un cambio constitucional.
Movilización de masas y represión
Contrario a lo que esperaban los golpistas, la destitución de Manuel Zelaya generó una colosal movilización de masas, con altibajos, por la defensa de la democracia. Y esta movilización de masas puso en peligro la propia existencia del Estado burgués. A mediados de septiembre las movilizaciones alcanzaron su pico más alto, especialmente después del regreso clandestino de Manuel Zelaya a Honduras, quien se refugió en la embajada de Brasil en Tegucigalpa.
El rol del Frente Nacional de Resistencia
En esta larga lucha se desarrolló una amplia unidad de acción entre diversas fuerzas políticas en contra del golpe de Estado, que dio origen el Frente Nacional de Resistencia contra el golpe de Estado. En esta amplia alianza participaron las centrales sindicales, la Coordinadora de Resistencia Popular (CNRP), los colegios magisteriales, y el conjunto de la izquierda Hondureña.
No obstante, a pesar que la izquierda era mayoría, la conducción política del Frente Nacional de Resistencia estuvo a cargo de las fuerzas que apoyan políticamente al presidente Manuel Zelaya. El resultado fue una enorme contradicción entre el dinámica de la movilización y los intereses políticos de la conducción, identificada ampliamente con el Melismo. En esta necesaria alianza, la izquierda siempre apareció diluida en el Melismo, nunca planteó sus propias reivindicaciones, nunca agito sus propias banderas.
Las condiciones para la huelga general y la insurrección popular contra el gobierno golpista estuvieron dadas al momento del retorno clandestino de Manuel Zelaya, pero la dirigencia del Frente Nacional de Resistencia siempre trabajo en sentido inverso, es decir, siempre utilizó las movilizaciones para obligar al gobierno de Micheletti de instaurar la mesa de negociaciones.
La conducción del Frente Nacional de Resistencia confió más en las gestiones diplomáticas de la Organización de Estados Americanos (OEA) y en el Dialogo Guaymuras, que en la capacidad de la movilización de masas de obtener el derrocamiento del gobierno de Micheletti por la vía revolucionaria.
La aparente dureza de Micheletti
El gobierno golpista fue siempre débil, a pesar de las bravuconadas de Micheletti en sus discursos. Aislado nacional e internacionalmente, el gobierno de Micheletti tuvo la misión histórica de reagrupar a la derecha, evitar las modificaciones al régimen bipartidista, contener la crisis de las instituciones del Estado y preparar la salida por medio de las elecciones planificadas para el 29 de Noviembre. El aparente endurecimiento de Micheletti fue solo una táctica en el proceso de negociación, con el objetivo de lograr la rendición política del movimiento que encabezaba el presidente Manuel Zelaya.
En relación a los resultados del Diálogo Guaymuras, el “duro” Micheleti, quien siempre juró que no aceptaba la restitución de Manuel Zelaya en la presidencia de la Republica, ha declarado triunfalmente: “Honduras ha ganado y ese ha sido nuestro sueño permanente para que esta crisis haya terminado como terminó. (…) Estoy contento por el resultado», (El Heraldo 31/10/2009).
La rendición política de Manuel Zelaya
Un sector de las bases del Frente Nacional de Resistencia han interpretado los resultados del Acuerdo San José-Tegucigalpa-Guaymuras como un rotundo triunfo popular. En cierto sentido, hasta cierto punto, tienen razón: los planes originales de los golpistas eran mantener fuera del juego político al Presidente Manuel Zelaya, y reinstalarlo en el poder hasta después de las elecciones del 29 de Noviembre. Sin embargo, si analizamos la situación de conjunto, la victoria de la movilización popular se diluye y se transforma en derrota, en la medida en que solo se han adelantado los plazos, pero dentro de la gran estrategia de los golpistas de realizar el proceso electoral de manera tal que no se produzca el mas mínimo cambio en el régimen político basado en el bipartidismo del Partido Liberal y el Partido Nacional.
Micheletti y los golpistas no retrocedieron en la mesa de negociaciones, quien retrocedió fue Manuel Zelaya en la medida que renunció a luchar por la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente. Y en este proceso de claudicación, la mayor parte de la izquierda de Honduras ha jugado un triste papel de comparsa del Melismo.
Esta rendición del Manuel Zelaya frente a Micheletti y los golpistas llevan incluso a negar las claras violaciones de derechos, asesinatos, y demás delitos cometidos por el gobierno de facto y las Fuerzas Armadas. En ningún momento se condena el golpe de estado ni se establecen penas para los responsables de estos delitos, dejando así en completa impunidad los crímenes realizados y dejando en el olvido la heroica lucha de la resistencia hondureña.
¿Victoria o derrota?
En entrevista a Radio Globo, el presidente Manuel Zelaya, embelleciendo la dura realidad, dijo: «Llamo al pueblo hondureño a mantener la calma, que no vayamos a hacer escarnio de nadie, que no utilicemos esto para burlarnos, sino para encontrar la paz (…) El solo hecho de que se esté ya reconociendo la necesidad de retrotraer los poderes del Estado al 28 de junio del 2009 significa un triunfo para la democracia hondureña y (…) el retorno de la paz para el país».
Por su parte el Frente Nacional de Resistencia, en su comunicado No 32, valora la situación en el mismo sentido: “Celebramos como una victoria popular sobre los intereses mezquinos de la oligarquía golpista, la próxima restitución del presidente Manuel Zelaya Rosales. Esta victoria se ha obtenido con más de 4 meses de lucha y sacrificio del pueblo, que a pesar de la salvaje represión desatada por los cuerpos represivos del estado en manos de la clase dominante, ha sabido resistir y crecer en conciencia y organización hasta convertirse en una fuerza social incontenible”. (Comunicado No 32 40/10/2009)
La traición del Zelaya es presentada por la dirigencia del FNR como una victoria. Las bases del Frente Nacional de Resistencia y la izquierda de Honduras debemos discutir los acontecimientos, para evitar nuevas y mayores derrotas. El resultado del Acuerdo San José-Tegucigalpa-Guaymuras representa un duro golpe a la lucha por la democratización de Honduras, un alejamiento de las posibilidades de obtener un cambio revolucionario y de imponer la convocatoria de un Asamblea Nacional Constituyente que reorganice Honduras en beneficio de los más pobres. Significa una sobrevivencia del régimen político antidemocrático, excluyente y ahora más represivo.
En ese mismo comunicado No 32, el Frente Nacional de Resistencia exige “que a los acuerdos que se firmen en la mesa de negociación se les de trámite expedito en el Congreso Nacional. En ese sentido, alertamos a todos nuestros compañeros y compañeras a nivel nacional para que se sumen a las acciones de presión para que se cumpla inmediatamente lo consignado en el documento final que se elabore en la mesa de negociación”.
La izquierda dentro del Frente Nacional de Resistencia no debe ser un mecanismo de presión para el cumplimiento del Acuerdo reaccionario, sino que debe levantar una política independiente del Melismo.
Restitución simbólica en el limbo
Aunque el reaccionario Acuerdo San José-Tegucigalpa-Guaymuras se refiere a que será el Congreso Nacional quien decida, previo dictamen de la Corte Suprema de Justicia, (¡¡otro triunfo de Micheletti!!) los plazos no quedaron fijados. En realidad, no hay plazo fijo para la restitución de Zelaya, lo que existe es un cronograma para constituir el 5 de Noviembre el gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional.
Fue el Congreso Nacional quien decidió la destitución de Manuel Zelaya y quien nombró a Micheletti nuevo presidente de Honduras. El Congreso Nacional está conformado por 62 diputados del Partido Liberal, 55 del Partido Nacional, 5 diputados de Unificación Democrática, 4 diputados de la Democracia Cristiana y 2 diputados del Partido Innovación y Unidad. El gran elector para la restitución de Manuel Zelaya es el Partido Nacional, con el cual el presidente Zelaya había llegado a un acuerdo preliminar sobre la convocatoria a una Asamblea Constituyente antes del golpe del 28 de Junio.
Sin embargo, Alfredo Saavedra, presidente del Congreso Nacional, advirtió que «En este momento nadie, absolutamente nadie, puede imponer plazos ni términos al Congreso, cuando ni siquiera conocemos oficialmente de manera formal» el acuerdo”. (La prensa 30/10/2009)
La restitución del presidente Manuel Zelaya será retrasada el mayor tiempo posible para evitar que se convierta en el elector decisivo de las próximas elecciones del 29 de Noviembre, es decir, que no tenga ningún tipo de injerencia en el proceso electoral. De ser posible, que solo sirva para entregar la banda presidencial al ganador de las elecciones. La situación es tan grave que incluso, Carlos Eduardo Reina, dirigente liberal y asesor de Manuel Zelaya, reconoce que la firma del reaccionario Acuerdo San José-Tegucigalpa-Guaymuras “no quiere decir que ya se resolvió la crisis, quiere decir que se inicia el proceso que debe culminar con la restitución del presidente Zelaya” (La Tribuna 30/10/2009).
Gobierno de coalición con los golpistas
Antes del golpe del 28 de Junio, todos los poderes e instituciones del Estado se oponían al reformismo del gobierno de Manuel Zelaya. Ahora, con el reaccionario Acuerdo San José-Tegucigalpa-Guaymuras, Manuel Zelaya, al final de su periodo presidencial, deberá compartir el poder con las fuerzas golpistas. En pocas palabras, este gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional es un gobierno contrarrevolucionario, antidemocrático, resultado de la traición del Melismo, que ha sido impuesto por arreglos de cúpulas y que no refleja la voluntad popular, ni la dinámica de las movilizaciones callejeras.
Este gobierno de coalición con los golpistas deberá estar conformado a mas tardar el 5 de Noviembre.
La gran estrategia de las elecciones
El golpe de Estado del 28 de Junio no tenía el objetivo de instaurar una prolongada y sangrienta dictadura militar, sino culminar, una vez lograda la rendición política de Manuel Zelaya, en un proceso electoral amañado. Los golpistas siempre tuvieron la estrategia utilizar las negociaciones para desgastar a las masas en resistencia, para conducirlas posteriormente a la trampa de unas elecciones anticipadas, convocadas por los propios golpistas.
El problema es que el estancamiento de las negociaciones, las declaraciones de Manuel Zelaya que llamó al boicot electoral, el rechazo de la llamada “comunidad internacional”, así como el rechazo popular a las elecciones, estaba haciendo peligrar el capítulo final de la tragedia: el proceso electoral del 29 de Noviembre.
En estas condiciones, se produjo el sorpresivo viaje del subsecretario Thomas Shannon a Tegucigalpa, a romper el impasse de las negociaciones, forzando a las partes a arribar a un acuerdo. La principal preocupación del gobierno de los Estados Unidos era la falta de legitimidad del proceso electoral.
Shannon expresó sin ambages sus preocupaciones: “Se está acabando el tiempo. Sólo nos queda un mes para las elecciones. Necesitamos un acuerdo lo más rápido posible (…) No hay una situación normal en Honduras y lo que es peor no la va a haber aunque haya elecciones (…) Sin acuerdo va a ser difícil a la comunidad interamericana apoyar las elecciones. Por eso estamos acá (…) un acuerdo es absolutamente esencial para que las elecciones se desarrollen de manera pacífica» (AFP 30/10/2009)
Queda claro, pues, que la gran estrategia de los golpistas, del gobierno de los Estados Unidos, de la OEA y la ONU, es conducir el descontento de las masas a través de las urnas electorales, como si nada hubiera pasado.
El dilema de la izquierda: rechazar o aceptar las elecciones
La izquierda hondureña se presenta dividida a las elecciones, con dos candidaturas. Por un lado está la candidatura independiente, impulsada por el Bloque Popular, encabezada por Carlos H. Reyes, Bertha Cáceres, Nidia Hernández y Carlos Amaya, como designados presidenciales. Por otro lado, la candidatura presidencial del actual diputado Cesar Ham, dirigente del Partido Unificación Democrática (UD). Ambas agrupaciones, con algunos grados de diferencia, se identifican plenamente con el proyecto reformista del presidente Manuel Zelaya, ahora abortado.
Tanto la candidatura independiente, como el Partido Unificación Democrática (UD), se han negado a retirarse del proceso electoral, en espera de la normalización del país y de la reinstalación de Manuel Zelaya en el poder. El problema es que a corto plazo Honduras es una democracia burguesa normal. El golpe de Estado cambió dramáticamente la situación política.
La participación de los revolucionarios en las elecciones es un asunto táctico, que en determinado casos puede revestir una importancia extrema, como es el actual caso de Honduras. En términos generales, los socialistas revolucionarios participamos en los procesos electorales para educar a las masas, para difundir o propagandizar el programa de la revolución social. En cambio, los oportunistas participan en las elecciones con el objetivo de obtener cargos públicos, fuente de muchos privilegios.
En el caso de Honduras no podemos desligar el proceso electoral de la situación revolucionaria que se vivió, con un enorme ascenso de masas, y que ahora se ha cerrado con la firma del reaccionario Acuerdo San José-Tegucigalpa-Guaymuras, sobre todo porque esa es la gran estrategia para lavar la cara al golpe de Estado.
Si la candidatura independiente de Carlos H Reyes y el partido Unificación Democrática (UD) insisten en participar en un proceso electoral que será controlado por las Fuerzas Armadas, están legitimando los resultados antidemocráticos del proceso electoral, y en el futuro no tendrán bandera de lucha.
Llamamos no legitimar las elecciones y continuar la lucha en las calles
Por estas razones, y por considerar que el reaccionario Acuerdo San José-Tegucigalpa-Guaymuras es un golpe brutal a la lucha por la democratización de Honduras en beneficio de los más pobres, el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llama a los activistas de la izquierda, a la candidatura independiente, impulsada por el Bloque Popular, encabezada por Carlos H. Reyes, Bertha Cáceres, Nidia Hernández y Carlos Amaya, y la candidatura presidencial y de diputados impulsada por el Partido Unificación Democrática (UD) a retirarse del proceso electoral, a no validar políticamente la traición del Melismo, y conformar una alianza de izquierda, no para participar en las elecciones, sino para retomar las banderas de la lucha democrática que abandonó en el Melismo, y continuar la lucha contra el gobierno de Unidad Nacional del Melismo con los golpistas, y contra el gobierno que resulte electo en las elecciones amañadas y antidemocráticas.
Solo así garantizamos la continuación de la lucha por una Asamblea Constituyente, Libre, Soberana y Democrática.
Centroamérica, 31 de Octubre del 2009.
Secretariado Ejecutivo Centroamericano (SECA)
Partido Socialista Centroamericano (PSOCA)
psoca@elsoca.org
www.elsoca.org