En defensa del Marxismo
La reconstrucción de la verdad histórica es, en la antigua URSS, un corolario necesario e inevitable para comprender el proceso histórico que ocurrió en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Necesario porque el renacimiento del pensamiento marxista no se puede dar en el vacío y debe partir de la asimilación del pasado (lo que no signifiqué necesariamente que se identifique con éste).
La reconstrucción de la verdad histórica es, en la antigua URSS, un corolario necesario e inevitable para comprender el proceso histórico que ocurrió en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Necesario porque el renacimiento del pensamiento marxista no se puede dar en el vacío y debe partir de la asimilación del pasado (lo que no signifiqué necesariamente que se identifique con éste).
La historia debe ser un instrumento de la lucha de clases, de ahí, que la misma no se puede falsificar. La verdad tiene que prevalecer. En realidad nosotros los marxistas afirmamos que la verdad histórica es un arma de la lucha de clases. Son formaciones históricas conservadoras o reaccionarias las que, teniendo privilegios que defender o vicios que esconder, tienen que velar la verdad o deformarla.
Mentir a su propia clase es bajarla de conciencia. Lenin se expresó con toda claridad en este respecto cuando Afirmó, en “El Izquierdismo, Enfermedad Infantil del Comunismo”, que era necesario conocer cómo aplicar cada táctica “de tal manera que eleve, no disminuya, el nivel de conciencia general del proletariado, su espíritu revolucionario, se capacidad de lucha y de triunfo”.
Así que cuando se falsifica la historia, cuando se miente para con su propia clase se le pone en trance de descubrir tarde un temprano las mentiras, no se puede menos que sembrar la desmoralización, el escepticismo y el cinismo concerniente al Partido y al marxismo en general.
Si el método marxista, de instrumento de análisis crítico de la realidad objetiva, se transforma en un instrumento de apología servil de tal o cual “táctica” subjetiva de un “jefe genial”, victima del “culto a su propia personalidad”; si en vez de analizar lo real se le tergiversa de una manera grosera, se le incapacita para elaborar una estrategia y una tácticas correctas, que deben partir de la realidad. Se socava al mismo tiempo la confianza de los trabajadores en sus propias fuerzas y en las del partido.
Así pues con el colapso del Estado Soviético y de otros Estados de Europa del Este, los reformistas suelen argumentar que la Filosofía marxista ha sido enterrada bajo las ruinas de la burocracia estalinista.
Craso error equiparar la emancipación comunista con estalinismo y dialéctica materialista, esta aberración que se utiliza como defensa, sin ninguna base científica, de algo que se estudia a partir de bases falsas se distorsiona la verdad de los hechos históricos.
¿Qué relación existe entre la dialéctica como “el estudio de las contradicciones en la esencia de los objetos” y los métodos de una burocracia que desconoció una de las leyes de la dialéctica: la ley de la negación de la negación de la dictadura de José Stalin.
La cuestión de si la dialéctica ha sobrevivido o no a la tragedia histórica de la Revolución de Octubre no puede ser juzgada (revisionistas y reformistas) por su falsa identificación con su antítesis, el régimen soviético.
En un contexto histórico diferente, K. Marx, ya había hecho una aguda distinción entre la forma mistificada de la dialéctica y su forma racional, crítica y revolucionaria: “en su forma mistificada la dialéctica se transforma en la moda en Alemania, porque parece transfigurar y glorificar el estado existente de las cosas. En su forma racional es un escándalo y una abominación para la burguesía y sus profesores doctrinarios…”
El “materialismo dialéctico” mistificado como transfiguración ideológica del estado de cosas burocrático denominado “socialismo real” está definitivamente muerto y enterrado. Hay que recordarles reformistas que los marxistas propugnamos por el socialismo científico.
Ahora bien, un método que es crítico hacia el estado de cosas existentes (por ejemplo, el capitalismo), no tiene que ser sólo autocrítico sino también crítico del concepto de tiempo particularmente del concepto del “ahora”. Esto es central en todas las consideraciones de la dialéctica.
Dicho de otra manera, la dialéctica no sólo buscó en el “antes”, sino también busca en el “ahora”; es decir, en el actual mundo en crisis como el momento de su innegable vigencia en la etapa del tiempo presente. Y, por otro lado, el “momento ahora” desafía a la dialéctica mediante el descubrimiento de sus contradicciones internas que finalmente lo conducen a su negación.
En el extraordinario prólogo de la segunda edición alemana de 1873 de “El Capital”, Marx resume los principales elementos del método dialéctico. Inseparablemente conectado con el materialismo y con una reconstrucción de la lógica de G. W. F. Hegel, la dialéctica marxista “incluye en su comprensión y reconocimiento afirmativo la existencia del estado de las cosas, y también al mismo tiempo, el reconocimiento de la negación de ese estado, de su inevitable ruptura”, descubriendo el “trabajo de lo negativo” dentro lo positivo, las “contradicciones inherentes en el movimiento de la sociedad capitalista”
Sobre estas bases se observa el vínculo entre movimiento y cambio, transición, en lo que concierne a “toda forma social históricamente desarrollada como un movimiento que fluye y, por tanto, toma en cuenta su naturaleza transitoria no menos que su existencia momentánea”.
Por último, pero no menor, “no deja nada impuesto”, rechazando todos los dogmas preestablecidos y todas las intrusiones externas para el proceso de descubrimiento de la verdad. Atendiendo a todos los elementos previamente mencionados en un todo integral, podemos afirmar que la dialéctica materialista “es su esencia crítica y revolucionaria”
marialinares.linares4@gmail.com