En Guayana se libra la batalla por mantener la fuerza sindical
Nota de Laclase.info: por su importancia, desde el punto de vista de la información que aporta, publicamos hoy la segunda entrega del reportaje sobre el movimiento sindical elaborado por el diario El Mundo. Queremos aclarar a los lectores de nuestra página, que más allá de los datos y elementos que aporta la periodista autora del reportaje, no compartimos el criterio según el cual el gobierno estaría «imponiendo el socialismo». Más bien, las declaraciones de los dirigentes sindicales consultados dejan en claro que el proyecto de Chávez no tiene nada de socialista, y sí mucho de capitalismo de Estado. Por otra parte, tomamos distancia de los criterios procapitalistas y defensores de la propiedad burguesa expresados en el reportaje por Andrés Velásquez, connotado golpista que jugó un papel nefasto en el paro patronal del 2002-2003.
Nota de Laclase.info: por su importancia, desde el punto de vista de la información que aporta, publicamos hoy la segunda entrega del reportaje sobre el movimiento sindical elaborado por el diario El Mundo. Queremos aclarar a los lectores de nuestra página, que más allá de los datos y elementos que aporta la periodista autora del reportaje, no compartimos el criterio según el cual el gobierno estaría «imponiendo el socialismo». Más bien, las declaraciones de los dirigentes sindicales consultados dejan en claro que el proyecto de Chávez no tiene nada de socialista, y sí mucho de capitalismo de Estado. Por otra parte, tomamos distancia de los criterios procapitalistas y defensores de la propiedad burguesa expresados en el reportaje por Andrés Velásquez, connotado golpista que jugó un papel nefasto en el paro patronal del 2002-2003.
Gobierno vs sindicatos // Empresas con tradición sindical (2)
El segundo round
En esta segunda entrega, se indaga cómo el Gobierno para imponer su modelo socialista, convive, por ahora, con sindicatos, de larga y nueva data (muchos creados bajo la batuta del Estado), que reclaman espacio y reconocimiento. La diatriba política, y los enfrentamientos internos dentro del llamado proceso revolucionario colocan obstáculos al propósito oficial. El Ejecutivo promueve divisiones en el seno de la dirigencia sindical. Este Gobierno «socialista» y militar penetra un mundo desconocido para la esfera castrense: el de los trabajadores. Primero los «arma» de poder y luego se los quita. En Sidor, celebraron la avanzada estatizadora, pero ahora están «asustados».
Análisis
El Gobierno ha medido muy bien el terreno que pisa. Y paradójicamente utiliza a la clase obrera para lograr su propósito.
Aquellas empresas donde los trabajadores están descontentos con sus dirigentes sindicales o con el patrón privado se convierten en una excusa para la entrada gubernamental. El Gobierno dio claras señales de querer adueñarse de empresas privadas a partir de 2005, y empezó por las más débiles, las que estaban paradas.
Luego fue propiciando la creación de organizaciones laborales paralelas para debilitar la estructura sindical tradicional, logrando penetrar con facilidad en aquellas empresas con sindicatos blandos a la hora de negociar, o donde no había.
La premisa siempre ha sido que el Estado mejorará las condiciones laborales.
El Gobierno utiliza la fuerza sindical de sus trabajadores y luego los debilita, porque no cumple las promesas y además aplica lo propuesto por Maquiavelo: divide y vencerás, un leitmotiv que sacude los cimientos de la vida sindical en Venezuela.
Distintas corrientes chavistas se debaten hoy entre lo reivindicativo y lo ideológico, poniendo en juego la propia existencia de los sindicatos y las convenciones colectivas.
En estos últimos años se han creado centenares de unidades de producción social, 100% controladas por el Estado, sin dejar una rendija a un sindicato.
La tesis oficial es que lo ideológico está por encima de las reivindicaciones y allí está el dilema.
En Sidor, la dirigencia está debilitada y en la actualidad, sin distinciones, reclaman la unidad para sobrevivir.
Mención aparte merece la Federación Eléctrica. Allí la dirigencia sindical actuó unida y no se desvió en su propósito. Al mismo tiempo que intentaban entender el socialismo, lucharon por sus beneficios.
Quizás no hubo tiempo para minar ese piso o la fuerza de la tradición sindical de la Electricidad de Caracas se impuso. YOR
Gobierno vs sindicatos // empresas con tradición sindical
Casos de estudio SIDOR
En Guayana se libra la batalla por mantener la fuerza sindical
El Gobierno entró en Sidor por la puerta grande de mano de los trabajadores, quienes alzaron la bandera de la estatización como un logro para liberarse del yugo de la empresa privada
En Sidor la temperatura sube. Los ánimos están caldeados. El racionamiento eléctrico es sólo una arista del problema. El descontento y la desconfianza están presentes.
La fiesta por la entrada del Estado, que sustituyó a la argentina Ternium duró poco. Hoy, hasta los más chavistas, reclaman y le piden a su comandante que no aplique el mismo modelo capitalista que tanto critica.
José Rodríguez, conocido como «Acarigua», es uno de ellos. Cuando fue presidente del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Siderúrgica y Similares (Sutiss), guió a los trabajadores a ese propósito.
«Despidieron a los argentinos que aplicaban el capitalismo salvaje, pero ahora tenemos lo peor del capitalismo de Estado», dice.
No es sólo que no se hayan cumplido las promesas hechas, sino que este dirigente observa que hay una relación hostil con los sindicatos y una intención «deliberada de eliminarlos. Los compañeros del Gobierno tienen un pastel en la cabeza», señala.
En Guayana, la mayoría de los dirigentes laborales se reconoce de izquierda. Hay una larga historia de lucha sindical, pero las organizaciones de los trabajadores hoy están atomizadas con el surgimiento de sindicatos paralelos, que representan corrientes que se pelean con el pretexto de cuál es más revolucionaria.
En Sidor existen nueve corrientes sindicales, aunque para el dirigente nacional Andrés Velásquez lo bueno es que todavía persiste un sindicato único, al contrario de lo que ocurre en otras empresas básicas.
«Tenemos un problema que es la dispersión. El Gobierno ha hecho un esfuerzo por montar una estructura paralela, que se inició con María Cristina Iglesias y José Ramón Rivera, ambos ministros del Trabajo».
Sindicatos que siempre fueron unitarios, con la representación de las distintas corrientes, hoy se encuentran divididos en dos o tres organizaciones como ocurre en Ferrominera y Venalum.
Para Acarigua la división es una política dirigida desde el Estado para minimizar la fuerza de los trabajadores.
El actual presidente de Sutiss, José Luis Hernández, ganó las elecciones tomando como suya la bandera de retomar los derechos de los trabajadores, así como la lucha por la incorporación de los tercerizados y el pago de las utilidades líquidas, las mismas que los argentinos no pagaron y ahora el Gobierno tampoco.
Hernández le agradece al presidente Hugo Chávez que haya decretado la inamovilidad a pesar de la crisis financiera -con pago a los trabajadores-, situación que él espera no supere los tres meses, «porque lo que realmente dignifica es el trabajo activo».
Dice defender la autonomía sindical. «Esta debe permanecer en el tiempo. Y si el dirigente ha sido el defensor de los trabajadores, se requiere de su fortaleza».
Considera que se debe reforzar la ética y la autonomía, e insiste en que se tiene que mantener el liderazgo sindical, «pero debe haber un cambio, para defender los derechos colectivos y no los beneficios individuales».
Acarigua, quien es director Laboral de Sutiss con la Nueva Militancia Siderúrgica, alerta que se está al borde de un despeñadero y «si nos quedamos callados seremos cómplices. Hay una burocracia y una corrupción bestial, falta ética y moral. Los ministros no dan el ejemplo. Hay derroche».
Hernández le hace un llamado al Presidente de la República. «Con todo respeto le digo que lo están engañando. Hemos hecho muchas denuncias en los ministerios y no le han dicho la verdad, y por eso estamos pidiendo una reunión en Miraflores. Aquí hay funcionarios del Miban que están haciendo negocios capitalistas. Hay que romper con eso».
Para otro dirigente sindical de Sidor, Jhonny Luna, «ese cuento de que Chávez no sabe nada ya nadie lo cree. El Presidente sabe todo, inclusive tiene una sala situacional que investiga la actuación de los ministros».
Hernández piensa que la nacionalización «fue una bandera muy importante y causó alegría en todas las corrientes».
En esto coincide José Luis Alcocer, dirigente del movimiento Unidad Matancera, quien reconoce que la actuación de la empresa argentina, que se negaba a mejorar las condiciones de los trabajadores pese a que la producción se incrementaba satisfactoriamente, despertó «una rabia profunda porque se tenía una empresa solvente y fuerte con unos trabajadores con salarios miserables. Eso prendió la mecha y se comenzó a solicitar que el Estado asumiera su conducción».
Estado patrón
Sin embargo, relata que la Unidad Matancera insistía en que el Estado ya era patrón con 40% de las acciones frente a 60% de Ternium, «es decir, lo que hacía esa empresa tenía la venia del Gobierno nacional y por eso decíamos que el capitalismo salvaje se había dado la mano con el socialismo salvaje».
Alcocer señaló que la importancia del liderazgo del Presidente, sumado a la rabia de los trabajadores, guiados por José Acarigua Rodríguez, allanó el camino para la estatización de la empresa.
Según explicó Alcocer, ellos estaban de acuerdo con la nacionalización; que se le reconociera el 20% a los accionistas clase B y que 10% de las acciones se cotizara en la Bolsa de Valores de Caracas, mecanismo mediante el cual se fijaría el precio de la acción.
«Si bien el Estado podía tener acciones, decíamos también que el capital privado nacional podía formar parte. Nunca estuvimos de acuerdo con que el Estado tuviera mayoritariamente la empresa».
Señala que ha habido una partidización que incluyó a gente sin experiencia, y a los profesionales de la empresa -como se esperaba- no se les dio la oportunidad.
Andrés Rengel, secretario general del Sindicato Único de Profesionales de la Industria del Aluminio (Venalum), dice: «Yo soy chavista y creo en el proceso, pero lo que no puedo hacer, y nunca haría, es entregar mis reivindicaciones. No puedo. Mi contrato colectivo no lo puede desmejorar ningún patrón sea del poder que sea».
Dijo que han hecho observaciones por la forma como se están administrando las empresas expropiadas, porque se reproduce el mismo modelo capitalista, «no se puede gerenciar de igual modo».
«Yo no soy quien para vender las conquistas de los trabajadores. Desde este punto de vista uno tiene que tener conciencia de que a pesar de pertenecer a un partido de Gobierno, eso no te da derecho de entregar las reivindicaciones», afirma Rengel.
«Defendemos las contrataciones a pesar de que la mayoría de nosotros somos prochavistas, sin embargo, hemos mantenido nuestras luchas».
Cree Rengel que los trabajadores deben apoderarse de los procesos para que la gerencia sea eficiente y tener los mejores cuadros.
Acarigua alega que el problema grave es la dispersión y la división del movimiento y ve como única posibilidad la construcción de una vanguardia política sindical que vaya al encuentro de todos los liderazgos nacionales para fomentar la unidad de la clase trabajadora. No descarta la consolidación de un partido político de los trabajadores.
«Si los militares tienen partido político, los trabajadores también tenemos derecho», dice.
Se plantea la construcción de ese movimiento en defensa de la autonomía sindical, contratos colectivos y los beneficios históricos junto a otros movimientos como el de C-Cura, liderado por Orlando Chirinos.
Acarigua está claro en que «con el pasado de AD y Copei» no quiere nada. Y recuerda que la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), que surgió para desplazar a la CTV, «se hincó de rodillas ante el patrón: el Estado, y fracasó por la fracción y la mezquindad y por haberse convertido en una central patronal, lo que es dañino para toda la clase obrera».
Ante todo la unidad
Para Andrés Rengel, la discusión tiene que darse en el marco de la clase obrera y no de los partidos que hacen vida en los sindicatos.
«Hay que abrir el debate, hacer un llamado a la unidad donde el Gobierno tenga interlocutores válidos para discutir, conformar equipos con las juntas directivas sindicales legitimadas, a través de un proceso electoral para unificar. Hay que integrar y sumar, hay que quitar la resta y la división. El sindicato tiene que ser autónomo del partido y del Gobierno».
Dice Rengel que su granito de arena es que se empiece a discutir un solo contrato en Venalum, y no como ahora, que están divididos.
José «Acarigua» Rodríguez plantea que la otra pelea tiene que ver con los consejos de fábricas. Se pregunta: «¿Por qué Chávez tiene diferencias con los sindicatos?, porque en esto habemos hombres con 20 años de lucha y conocemos de las marramucias del patrón y cómo enfrentarlo».
Para Rengel si los sindicatos no se emancipan «vendrán movimientos, organizaciones que los suplanten. Está convencido que el Gobierno no va a terminar con los contratos colectivos.
«Tenemos una Constitución en donde se establece la conformación de los sindicatos. Hay una garantía también en el plano internacional y el Estado no puede y no debe generar un conflicto que puede producir un bloqueo».
Un proyecto político
El director laboral de Alcasa y secretario de organización de Sintralcasa, Henry Arias, quien trabajó por los 10 millones de votos para Chávez, ratifica que «este Gobierno desconoce la autonomía sindical y las convenciones colectivas».
En su opinión, se trata de «un proyecto bien orquestado, que tenemos que aprender a conocer. Ahí vemos el caso del dirigente Rubén González, secretario general de Ferrominera, hoy preso por una actuación sindical, lo que se convierte en un grillete para que los trabajadores no salgan a protestar».
Recordó que en la llamada «cuarta república», una huelga de hambre ponía de carrera a cualquier Gobierno, «hoy en día no». Ahora «nos dicen que somos una nueva oligarquía en el país, eso jamás lo escuché en boca de un presidente. Aquí está pasando algo. Y la gente se tiene que dar cuenta, Chávez no va a cambiar; él está en automático, lo están dirigiendo desde Cuba».
Piensa que «Hugo Chávez quiere llevar a esas empresas a las cenizas para acabar con las convenciones colectivas. Nos corresponde luchar por el futuro de nuestros hijos. Esos trabajadores de Éxito que se alegraron por la expropiación no saben que a mí me deben mis cesta tickets, mis ahorros, el dinero de las crediticias y no tenemos HCM».
Según Andrés Velásquez, eso de que las empresas funcionen con cero ganancias es una de las cosas más graves que ha dicho el Presidente de la República.
«Eso tiene una sola dirección; liquidar los contratos colectivos porque un presupuesto fijo, que depende del Ejecutivo apunta al desconocimiento de las contrataciones. Sidor siempre ha tenido su presupuesto descentralizado, ¿cómo es que ahora la producción pasa a un eje central y el Gobierno distribuye? Es una locura».
Liquidar la iniciativa privada
Velásquez también se refiere a que el Gobierno apunta a eliminar toda iniciativa privada y eso tiene que ver con la destrucción del aparato productivo del país. Esto obliga a «importar palanquillas, cabillas, cuando nosotros las producíamos».
«Venezuela no tiene futuro sin el capital privado nacional e internacional. El país necesita un cambio de rumbo. Bajo un esquema socialista donde no hay ganancias, Chávez nos quiere igualar hacia abajo. Quiere volver cenizas las empresas de Guayana y de allí levantar su estrategia».
Jhonny Luna, director laboral suplente de Sidor, sostiene que debe haber participación del capital privado, porque es imposible que el Estado se ocupe de todo.
«Debemos organizarnos para enfrentar al patrón público y privado. Si seguimos divididos vamos al fracaso y a la destrucción de la dirigencia sindical, los sindicatos y los contratos», dice Luna.
«Los trabajadores no estamos dispuestos a pagar los platos rotos del capitalismo salvaje neoliberal ni el capitalismo de Estado, entonces vendrán luchas y confrontaciones», dice Acarigua, quien fue aliado de este Gobierno.
En «la ‘cuarta república’ a la gente le gustaba trabajar en una institución del Estado porque veía futuro. Ahora las instituciones están quebradas. Si antes había una huelga y agarraban a un dirigente sindical en una patrulla, se armaba tremendo lío. A un dirigente sindical se le recibía con respeto, ahora no y ni siquiera el Gobierno atiende a los que lo apoyan», enfatizó Henry Arias.
«El socialismo que se quiere instaurar en Venezuela es acabar con la clase media y que todos seamos pobres. Ser rico es malo, dice el presidente, pero ser pobre es peor», agregó Arias. Para Rengel, la existencia del sector privado está garantizada, pero les sugiere a los empresarios revisar su actuación con los sindicatos.
«Hemos luchado en la cuarta y en la quinta», dijo el dirigente sindical Edgar Caldera
«Desde la intervención del Presidente le han dado golpe a los contratos», dice Caldera
«Le estamos dando forma a la contratación colectiva», dijo José Luis Hernández
«Chávez no va a cambiar, él está en automático, dirigido desde Cuba», afirma Henry Arias
«Los trabajadores no estamos dispuestos a pagar los platos rotos del capitalismo de Estado»
José R «Acarigua» Director Laboral de Sidor
Números que hablan
José Luis Hernández es el presidente del sindicato Sutiss, tiene 23 años trabajando en la empresa. Obtuvo cinco de los 11 puestos principales en la directiva. Su oferta electoral radicó en la denuncia de «la vagabundería y desmejoras sindicales». Se reconoce chavista, aunque en la campaña se presentó como un cuadro independiente. Hoy defiende a los trabajadores y las luchas sindicales. «La autonomía sindical debe permanecer en el tiempo, la clase sindical es la vanguardia de lucha». Se prepara para presentar la nueva convención colectiva de Sidor. Por ahora, no cree en la debilidad de la estructural sindical, pero sí reconoce que la división les está haciendo daño.
«En la empresa privada se han venido dando luchas sindicales y han mejorado los salarios…
…Nos acusan de escuálidos o guarimberos, porque peleamos…» E. Caldera
«El Gobierno tiene la firme intención de eliminar los sindicatos y los contratos colectivos»
Henry Arias
Director Laboral de Alcasa
La Siderúrgica del Orinoco (Sidor) reportó un decrecimiento de 61,3% en sus volúmenes de producción de acero líquido al comparar los meses de enero de 2009 y 2010.
En 2010, Sidor está produciendo 50% menospor el racionamiento eléctrico. Se autorizó importar 30.000 toneladas de materia prima para mejorar la capacidad instalada.
De acuerdo con un estudio interno se determinó que 980 tercerizados ocupan puestos conexos y deben recibir los mismos beneficios que los de la nómina fija. En 2010 se mantiene la tesis de su incorporación.
Cifras de acero
La Siderúrgica del Orinoco (Sidor) fue privatizada en 1997.
Sidor fue adquirida por unos1.200 millones de dólares por el entonces llamado consorcio Amazonia.
Accionistas:
El consorcio internacional Ternium poseía 60% de la siderúrgica, el Estado Venezolano tenía en forma directa 20%y el otro 20% estaba en manos de trabajadores y ex trabajadores con acciones clase B.
Accionistas
Producción. Sidor llegó a producir hasta 4,6 millones de toneladas de acero líquido.
«Luchamos contra el golpe de Estado de 2002 y apostamos a una esperanza»
Edgar Rafael Caldera. Dirigente de Alcasa
«Antes de la nacionalización, el Ministerio del Trabajo era un aliado. Ahora no»
Jhonny Luna. Director Laboral de Sidor
«Soy chavista y creo en el proceso, pero nunca entregaría mi contrato, sea el patrón que sea»
Andrés Rengel. Secretario General del Sindicato de Venalum
Ubicación:
Estado Bolívar, en el sur oriente de Venezuela.