9 noviembre, 2025

Evo y Correa repudian a indígenas e izquierdistas «radicales»

Los presidentes de Bolivia y Ecuador, Evo Morales y Rafael Correa, se quejaron de que los indígenas y la izquierda, a quienes los mandatarios consideran «radicales», hagan exigencias que van más allá de lo que sus gobiernos pueden hacer, lo cual según ellos le haría el juego a la derecha. Parece haber quedado en el olvido que estos mandatarios llegaron al poder gracias a la movilización y las luchas de esos sectores que ahora repudian.

Los presidentes de Bolivia y Ecuador, Evo Morales y Rafael Correa, se quejaron de que los indígenas y la izquierda, a quienes los mandatarios consideran «radicales», hagan exigencias que van más allá de lo que sus gobiernos pueden hacer, lo cual según ellos le haría el juego a la derecha. Parece haber quedado en el olvido que estos mandatarios llegaron al poder gracias a la movilización y las luchas de esos sectores que ahora repudian.

Esto dijeron en la I Cumbre de Consejos de Movimientos Sociales de la Alianza Bolivariana para Nuestra América y Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) que se celebra en Cochabamba.

Actualmente existe un ascenso en las luchas indígenas en Ecuador, en repudio a la legislación minera desarrollista y capitalista que impulsa Correa, mientras que Evo enfrenta crecientes denuncias en el movimiento popular por haber traicionado la Agenda de Octubre, con cuya ejecución se comprometió antes de llegar a la presidencia, y que contempla la liquidación del latifundio y la plena nacionalización de los hidrocarburos. Adicionalmente, el «presidente indígena» enfrenta crecientes protestas por haber otorgado concesiones a transnacionales para explotar hidrocarburos en territorios indígenas de Bolivia, sin consultar a sus pobladores.

Un manifiesto de la Red Latinoamericana Mujeres Transformando la Economía (REMTE), Articulación de Mujeres de la CLOC- Vía Campesina, Federación de Mujeres Cubanas, y la Federación Democrática Internacional de Mujeres, observa «con preocupación el avance en la región de un modelo de crecimiento focalizado en megaproyectos», que atentan contra los derechos de los pueblos y que favorecen al gran capital, y se enmarcan en el plan imperialista de infraestructura conocido como IIRSA.

«Estas obras tienen un notorio impacto sobre las mujeres, en especial las indígenas, comprometen la soberanía alimentaria de esas localidades y alteran la geografía, los ecosistemas y los patrones de consumo tradicional; algunas de ellas abren paso a la depredación de los recursos localizados en la Amazonía y en los bosques tropicales de Centroamérica», dice por su parte un manifiesto firmado por REMTE y la CLOC- Vía Campesina, y reseñado por Bolpress.

Este tipo de críticas son las que exasperan a Morales y Correa, empeñados en presentarse como «socialistas», pese a sus pactos con la burguesía nacional y transnacional.

Correa se quejó de la «impaciencia» de los indígenas ecuatorianos, y del «radicalismo» de la izquierda de su país.

Evo Morales fue más allá y criticó a los indígenas por supuestamente dejarse influenciar por organizaciones ambientalistas, alegando que «no puede ser que algunos hermanos sean instrumento del imperialismo». En su peculiar criterio, los ambientalistas serían «imperialistas», no así las transnacionales interesadas en explotar los recursos naturales de Bolivia.

Evo justificó su política diciendo que «es imposible resolver en tres años las injusticias de 500 años».

Para Correa, los «izquierdistas radicales» exigen demasiado y son muy impacientes, con lo cual le «hacen juego a la derecha». Recordando el golpe de Estado hondureño, el mandatario ecuatoriano acusó a la izquierda de ser la principal amenaza para la «revolución ciudadana» que él encabeza.

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