6 diciembre, 2024

Francia al borde de otro mayo del 68: obreros y estudiantes paralizan la economía

Dos actores fundamentales de la economía se sumaron a la protesta derivada de la reforma del sistema de pensiones: los transportistas y las refinerías.

Dos actores fundamentales de la economía se sumaron a la protesta derivada de la reforma del sistema de pensiones: los transportistas y las refinerías. El clima social se tornó tumultuoso con la ocupación de la escena por los estudiantes del bachillerato, el bloqueo de las doce refinerías del país, la perspectiva del desabastecimiento y, a última hora, la adhesión de los camioneros. Los líderes sindicales de este sector explicaron ayer que se sumaban al movimiento por “solidaridad con el resto de la población”.

La revuelta contra el aumento de los años de cotización para jubilarse se salió de sus carriles y ya lleva cuatro días seguidos sin pausa. Los bachilleres y los estudiantes universitarios le pusieron un ingrediente más duro. El jueves hubo unos 500 bachilleratos bloqueados y ayer más de 300. La participación tardía pero tangible de los estudiantes es una de las pesadillas del Ejecutivo por el poder de atracción y desorden que detentan los estudiantes.

Cada vez que éstos salieron a las calles, los gobiernos de izquierda o de derecha tuvieron serias dificultades para apaciguar los ánimos. Entre el martes, cuando –según los sindicatos– más de tres millones de personas manifestaron en las más de 200 marchas organizadas en todo el país, y el viernes, la confrontación se radicalizó. Este sábado tendrá lugar otra manifestación nacional convocada por los sindicatos. Camioneros, refinerías y estudiantes le cambiaron el tono a una batalla que el gobierno parecía tener ganada pese a las gigantescas manifestaciones, siete en total en lo que va del año.

La empresa Trapil, que administra el oleoducto que abastece en gasoil y querosene los aeropuertos parisinos de Orly y Roissy, interrumpió sus operaciones el viernes ya que el combustible dejó de llegar a las terminales aeroportuarias. Ante el temor de que Francia se quede sin combustible, el gobierno ordenó el desalojo por la fuerza de los huelguistas que bloqueaban varios depósitos. El secretario de Estado de Transportes justificó la medida de fuerza diciendo que “no se puede permitir el desabastecimiento, hay que pensar en los que necesitan desplazarse, en las empresas, en los transportistas, todo lo que hace a la vida de nuestro país”. El líder de la CGT, Bernard Thibault, fustigó esa iniciativa. Thibault dijo que ese método no permitirá “salir del callejón de la reforma de las pensiones”.

La Unión Francesa de Industrias Petroleras teme que a partir del 20 de octubre el desabastecimiento sea una realidad. La huelga que afecta a las 12 refinerías del país no tiene precedentes desde 1968. Esa fecha suena en Francia como un mensaje mágico envuelto en la mística de las jornadas de Mayo del ’68. Olivier Besancenot, líder del NPA, Nuevo Partido Anticapitalista, llegó a afirmar que hoy, en Francia, “un nuevo Mayo del ’68 es posible”.

Las refinerías bloqueadas, los camioneros en la frontera de la huelga y los estudiantes en la calle empiezan a diseñar un mapa insurreccional. La peor pesadilla del gobierno son los bachilleres. Los enfrentamientos con la policía, a menudo de una violencia injustificada, desembocaron en un serio incidente en el cual un estudiante perdió un ojo por un disparo –ilegal– con una pistola flash ball. Ello llevó al ministro de Interior, Brice Hortefeux, a interpelar a la policía y sugerir que si se intervenía, se hiciera con “retención”. Cientos de estudiantes, representantes de las asociaciones de padres y sindicatos manifestaron ante la escuela Jean-Jaurès de Montreuil, adonde acudía el estudiante herido. En las calles céntricas de París los estudiantes bloquearon varias calles y protagonizaron enfrentamientos con la policía.

Las marchas de este sábado se anuncian tensas. Si los estudiantes, que no tienen clases, se suman con más fuerza que el martes, el Ejecutivo podría ver realizada parte de su pesadilla. Nicolas Sarkozy recurrió al método de ocupación del espacio con propuestas alternativas para desviar la atención, pero la estrategia no prendió. La presidencia evocó el fin del controvertido escudo fiscal o el impuesto a las grandes fortunas sin que ambos temas deshilacharan la densidad de la confrontación en torno de la reforma del sistema de jubilaciones. La medida más emblemática del mandato de Nicolas Sarkozy se ha vuelto hoy la más costosa y peligrosa para el presidente.

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EL MUNDO › LOS JOVENES SON LOS GRANDES PROTAGONISTAS DE LA PROTESTA EN CONTRA DE LA REFORMA PREVISIONAL
Una rebelión de bachilleres sacude Francia

Por Eduardo Febbro

Desde París

La obsesión de Nicolas Sarkozy empezó a plasmarse ayer en la realidad. Gritos de jóvenes, casi infantiles, rompieron la serenidad con que, hasta ahora, se había ido desplegando el movimiento de protesta contra la reforma del sistema de jubilaciones: los bachilleres que el martes salieron a manifestar masivamente junto a los sindicatos radicalizaron el jueves el movimiento de protesta.

Cerca de 500 bachilleres fueron bloqueados por los estudiantes al tiempo que, tanto en París, Burdeos, Toulouse, Lille o Marsella, se sucedían las manifestaciones de jóvenes. Algunas terminaron incluso con brotes de violencia y duros enfrentamientos con la policía, en especial en las afueras de París. En la capital francesa, los estudiantes terminaron agrupados frente a la sede del patronato francés, el Medef, y llamaron a otra protesta para este viernes a las 11 de la mañana ante la sede del primer ministro.

Respaldados por la manifestación más importante que se organizó en Francia (martes) desde que Nicolas Sarkozy asumió la presidencia en 2007 (3,5 millones de personas según las centrales sindicales, 1,2 millón según la policía), los sindicatos franceses volvieron a convocar a una nueva jornada de huelga el próximo 19 de octubre. El sábado 16 está prevista lo que los sindicalistas llaman una “manifestación” familiar, es decir, marchas sin huelgas.

El conflicto por la reforma del sistema de jubilaciones y la consiguiente ampliación de las cotizaciones de 60 a 62 años para jubilarse y de 65 a 67 para cobrar el porcentaje máximo lleva cuatro meses sin perder su fuerza. La confrontación entre los sindicatos y el gobierno entró ahora en una fase incierta con la irrupción del movimiento estudiantil en una protesta cuyo motivo final les es muy lejano a los jóvenes de 17 o 18 años.

Sin embargo, el carácter desordenado de los jóvenes torna la confrontación mucho más desordenada e imprevisible. “No somos bebés ni títeres”, dijo ayer la FIDL, la segunda organización estudiantil. La primera de ellas, la UNL, advirtió: “Los jóvenes son bastante grandes para movilizarse solos por un tema como el de las jubilaciones, que les concierne”. François Miquel-Marty, de la encuestadora Via Voice, señalaba ayer a la prensa que “lo que está en juego consiste en saber cuáles son los mecanismos que pueden hacer que la gente siga a favor de la protesta social. El ingreso en la arena de los jóvenes constituye un factor de fractura duradera entre el pueblo y el poder”

Lo más sorprendente de esta batalla social es la rapidez con que la opinión pública pasó del consenso sobre la necesidad de la reforma al respaldo masivo al movimiento de protesta con más del 70 por ciento de la población a favor de las huelgas y las manifestaciones. Los datos proporcionados por las encuestadoras muestran incluso un país al borde de la rebeldía general. El clima no apunta hacia eso, pero los sondeos sí. Una encuesta del instituto BVA indica que el 54 por ciento de los franceses son favorables a que los “sindicatos organicen una huelga general como en 1995” si el gobierno no da marcha atrás con la reforma de la jubilación. Noviembre y diciembre de 1995 es una fecha épica en la historia de los movimientos sociales del Viejo Continente.

En ese entonces, una reforma de corte liberal del régimen de las cajas de jubilación impulsada por el Ejecutivo de Jacques Chirac dejó a Francia paralizada durante casi un mes de sucesivas manifestaciones, mientras que los transportes públicos y los trenes se quedaron inmovilizados casi dos meses. Algunos diarios nacionales inscriben la revuelta en un contexto histórico que remite al levantamiento del movimiento estudiantil en mayo de 1968.

Este viernes, el matutino Libération le consagra su edición a la protesta estudiantil que se plasmó en torno de la reforma de la jubilación. No obstante, los únicos que se han sumado a la bronca son los estudiantes de secundaria. Las universidades, aunque alteradas, se mantienen al margen de las protestas. El gobierno ha reiterado que no modificará el esquema central de la reforma del sistema de jubilación, es decir, el aumento de las cotizaciones.

El otro problema derivado de las huelgas sectoriales atañe a las refinerías.

De la docena de refinerías que hay en Francia, diez están afectadas. El responsable de las industrias petroleras pidió al gobierno que desbloquee las reservas estratégicas para hacer frente a una posible carestía de combustible. Francia vivirá siete días movidos.

El Senado aplazó el examen final de la reforma hasta el miércoles que viene. El sábado y el martes que vienen serán jornadas convulsionadas y su lectura dependerá en gran parte de la dimensión y la forma que tome la participación estudiantil.

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