Gobierno boliviano arremete contra la clase obrera y la acusa de «contrarrevolucionaria»
Luego de que la Central Obrera Boliviana (COB) cediera ante la presión de las bases obreras y declarara una huelga general indefinida contra el mísero aumento del 5% al salario mínimo, la reacción del gobierno de Evo Morales no se hizo esperar. Con inusitada furia antiobrera, el vicepresidente Alvaro García Linera acusó ayer a la COB de «contrarrevolucionaria». Bolivia es el país con el peor sueldo mínimo del continente.
Luego de que la Central Obrera Boliviana (COB) cediera ante la presión de las bases obreras y declarara una huelga general indefinida contra el mísero aumento del 5% al salario mínimo, la reacción del gobierno de Evo Morales no se hizo esperar. Con inusitada furia antiobrera, el vicepresidente Alvaro García Linera acusó ayer a la COB de «contrarrevolucionaria». Bolivia es el país con el peor sueldo mínimo del continente.
El pueblo boliviano, cuyas principales demandas contenidas en la Agenda de Octubre han sido burladas por el gobierno centroizquierdista, ha emprendido una serie de luchas en el transcurso de los últimos meses, incluyendo la movilización de pueblos indígenas por la expulsión de transnacionales mineras, luchas campesinas radicalizadas contra el latifundio, y más recientemente una huelga de hambre de esposas de policías rasos y de dirigentes fabriles.
García Linera, quien no ha dudado en defender a los violadores de derechos humanos de la dictadura frente a la posibilidad de ser enjuiciados, mostró su rostro estalinista al agredir a la clase obrera. Según el vicepresidente, «detrás de la huelga pueden estar funcionarios de la Embajada norteamericana para intentar, como no pudieron con golpe de Estado contra el presidente Evo, con el revocatorio, con (intentos de) asesinato, buscan ahora debilitar desde adentro, utilizar una justa demanda obrera para obtener un rédito político contrarrevolucionario».
El gobierno de Evo Morales viene dando un importante giro a la derecha y ha conciliado con varios de sus antiguos enemigos, estableciendo incluso alianzas con los fascistas de la Juventud Cruceñista. En cambio, se muestra cada vez más duro y agresivo contra los sectores populares y obreros que luchan por demandas sociales y económicas en uno de los países más pobres de Latinoamérica.