8 diciembre, 2024

Gobierno de Sri Lanka en pos de la «solución final» contra el nacionalismo tamil, bombardea objetivos civiles

El único hospital en funcionamiento en la zona de guerra del norte de Sri Lanka fue bombardeado el miércoles por segunda vez en dos días en un ataque de artillería que causó la muerte a unas 50 personas, dijo un médico que es funcionario de salud.

El único hospital en funcionamiento en la zona de guerra del norte de Sri Lanka fue bombardeado el miércoles por segunda vez en dos días en un ataque de artillería que causó la muerte a unas 50 personas, dijo un médico que es funcionario de salud.

El doctor Thurairaja Varatharajah dijo que el ataque ocurrió el miércoles por la tarde, cuando dos obuses cateron en el hospital en la zona de guerra. Varatharajah es la máxima autoridad de salud gubernamental en la zona de conflicto.

Los militares han negado el uso de artillería pesada en semanas recientes en momentos en que intensifican una ofensiva contra los rebeldes Tigres del Tamil, pese a que grupos de derechos humanos y funcionarios internacionales han afirmado que el gobierno continúa con sus ataques de artillería.

El área que rodea al hospital fue atacado con proyectiles de artillería pesada aproximadamente a la 1 de la tarde del miércoles, dijo a su vez el doctor V. Shanmugarajah a The Associated Press en declaraciones telefónicas.

Dijo que entre los muertos había un socorrista voluntario y decenas de heridos.

Un proyectil cayó en la oficina administrativa mientras que otro dio en una sala colmada de pacientes, heridos en previos ataques, agregó.

El martes, la unidad de admisiones del hospital fue dañada por una andanada de proyectiles de mortero y murieron 49 pacientes y algunos transeúntes, dijeron funcionarios de salud.

Seevaratnam Puleedevan, vocero de los rebeldes, dijo que otro bombardeo cayó en una vivienda de mujeres inválidas, donde murieron 38 y otras 40 fueron heridas.

El gobierno ha sido criticado a nivel internacional por el gran número de víctimas que han cobrado entre la población civil en su ofensiva contra los Tigres del Tamil.

El secretario de Relaciones Exteriores británico, David Miliband, describió la zona de conflicto «como un lugar muy parecido al infierno» y la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Rodham Clinton, expresó alarma por las víctimas civiles. Sin embargo, los gobierno imperialistas han apoyado políticamente la ofensiva genocida, al considerar la campaña como parte de la «guerra contra el terrorismo», ya que incluyen a los Tigres del Tamil en el listado de organizaciones terroristas.

Fotografías tomadas por satélite y versiones de testigos indican que el gobierno ha continuado bombardeando la zona, pese a que lo ha negado.

El Gobierno de Sri Lanka rechazó este jueves una exhortación internacional a un alto el fuego en el conflicto contra los rebeldes tamiles, unas horas después de que el Consejo de Seguridad de la ONU llamó a proteger las vidas de los civiles.

«No vamos a someternos a la presión internacional para detener la ofensiva», afirmó el ministro de Comunicación, Lakshman Yapa Abeywardena, a la prensa.

El miércoles por la noche, los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU dijeron estar «muy preocupados» por «la crisis humanitaria que se agrava», términos eufemísticos con los que se refieren al exterminio de civiles tamiles, e instaron al Gobierno de Sri Lanka y a los Tigres de Liberación de Eelam Tamil (LTTE) a «garantizar la seguridad de los civiles» y a «respetar sus obligaciones de acuerdo a la ley humanitaria internacional».

Esta era la primera vez que el Consejo de Seguridad tomaba una posición formal sobre el conflicto desde el empeoramiento de la crisis en el noreste de Sri Lanka en abril, reseñó AFP.

Según estimaciones de la ONU, 6.500 civiles han muerto y 14.000 resultaron heridos entre finales de enero y mediados de abril, durante la llamada «ofensiva final» del ejército contra la insurrección separatista de los Tigres Tamiles. El nombre de la operación de exterminio se asemeja a la famosa «solución final» nazi. El gobierno de Sri Lanka ha admitido la existencia de campos de concentración en los que detienen a los civiles tamiles, y ha impedido el acceso de periodistas a la zona bombardeada.

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