Gobiernos de EEUU e Inglaterra colaboraron con Kadafi en la persecución contra la oposición libia

4 de septiembre.- La revolución libia ha dejado en calzoncillos al imperialismo, al demostrar la complicidad criminal que desarrolló en su relación con el dictador libio Kadafi. Documentos de la inteligencia libia no sólo prueban que los gobiernos de EEUU e Inglaterra enviaron presos a las cárceles libias para que fueran torturados, como parte de la «guerra contra el terrorismo», sino que incluso colaboraron con Kadafi en la persecución contra su propia oposición en Libia. Muamar Kadafi fue un estrecho colaborador de los servicios de inteligencia más importantes del imperialismo entre 2002 y 2007, según documentos desvelados por la organización Human Rights Watch (HRW) tras el registro del despacho de Musa Kosa, ex ministro de Exteriores huido a Londres en las primeras semanas de la revolución.

4 de septiembre.- La revolución libia ha dejado en calzoncillos al imperialismo, al demostrar la complicidad criminal que desarrolló en su relación con el dictador libio Kadafi. Documentos de la inteligencia libia no sólo prueban que los gobiernos de EEUU e Inglaterra enviaron presos a las cárceles libias para que fueran torturados, como parte de la «guerra contra el terrorismo», sino que incluso colaboraron con Kadafi en la persecución contra su propia oposición en Libia. Muamar Kadafi fue un estrecho colaborador de los servicios de inteligencia más importantes del imperialismo entre 2002 y 2007, según documentos desvelados por la organización Human Rights Watch (HRW) tras el registro del despacho de Musa Kosa, ex ministro de Exteriores huido a Londres en las primeras semanas de la revolución.

La CIA y el M16 encontraron en Trípoli un aliado a quien enviar prisioneros para ser interrogados dentro de su red de centros de tortura secretos. El representante de HRW en Trípoli, Peter Bouckaert, afirmó que se trata de «una parte muy oscura de la historia de la inteligencia yanqui, ya que queda probado sus lazos con un régimen tan represivo».

Entre los archivos encontrados destacan dos apartados dedicados a Abdul Hakim Belhadj, antiguo emir del Grupo Libio Islámico de Lucha (LIFG, por sus siglas en inglés) y hoy comandante de las fuerzas rebeldes en Trípoli, que en los documentos aparece bajo su nombre de guerra «Abdullah al-Sadiq». La CIA contactó en 2004 con Libia para pedir que enviara dos hombres a Kuala Lumpur para escoltarle en su «viaje» de vuelta a casa y pidieron «acceso al preso» en suelo libio. En un lenguaje eufemístico, típico de los asesinos imperialistas, el mensaje indica una orden para que agentes kadafistas cooperaran con el secuestro ilegal de Belhadj y su traslado a las cárceles libias, donde debía ser interrogado de acuerdo con un cuestionario elaborado por la CIA.

El propio Belhadj narró a varias agencias informativas la detención que sufrió por parte de los agentes yanquis en Malasia tras su paso por Afganistán, las torturas sufridas a manos de los agentes de la CIA, y los seis años que pasó en la cárcel Abu Salim, prisión de máxima seguridad de Kadafi. Bajo la acusación de ser miembro de Al Qaida «me tuvieron seis años en régimen de aislamiento, con manos atadas y ojos vendados», de acuerdo con los métodos usados por los yanquis en el campo de concentración de Guantánamo.

Kadafi, de líder independiente a perro guardián del imperialismo en el Mahgreb

El periódico británico The Independent y el Wall Street Journal estadounidense fueron algunos de los medios que tuvieron acceso a archivos descubiertos en un edificio de los servicios secretos libios en Trípoli por la organización de defensa de Derechos Humanos Human Rights Watch (HRW).

Los documentos también indican que los servicios de espionaje británicos MI6 entregaron al dictador libio detalles de personas que se oponían a su régimen. Bajo el gobierno del genocida George W. Bush, la CIA envió al menos en ocho ocasiones a personas que consideraba «terroristas» para ser torturados en cárceles libias.

La red de cárceles secretas de la CIA se extendió a lo largo de Europa, Africa y el Medio Oriente, aprovechando la complicidad de regímenes proimperialistas

La relación era tan estrecha que la CIA buscaba una presencia permanente en Libia, asegura The Wall Street Journal citando notas de Stephen Kappe, entonces el número dos de las operaciones secretas de la CIA.

El MI6 espió las comunicaciones telefónicas de opositores libios, en cooperación directa con la dictadura libia.

Varios documentos hechos públicos gracias a la victoria rebelde en Trípoli hacen alusión a la muy publicitada visita del exprimer ministro británico Tony Blair a Trípoli en 2004, mostrando que fue Blair quien insistió para que Kadafi lo recibiera en su tienda.

Kadafi, quien en sus primeros años de gobierno había desarrollado un modelo nacionalista burgués inspirado en el nasserismo, pasó a ser directamente un lacayo imperialista. A tal punto que funcionarios británicos ayudaron a redactar el borrador de un discurso para Kadafi cuando éste decidió hace unos años abandonar el apoyo a grupos guerrilleros palestinos y de otros países, para colaborar directamente con el imperialismo.

Debido al rol contrarrevolucionario desempeñado por el imperialismo en Libia, muchos en el bando rebelde desconfían del rol de la Otan en la guerra civil que se libra en ese país, y en varias manifestaciones en Bengasi y otras ciudades se ha podido observar pancartas en las que se exige fin a la intervención imperialista y más armamento para las milicias rebeldes. No obstante este reclamo popular, la dirección del Consejo Nacional de Transición ha mostrado una actitud servil ante los gobiernos europeos y el yanqui.

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