Grecia: «Nosotros no pagaremos, nos vamos a la huelga» (Sotiris Kontogiannis)
Grecia
Entrevista a Sotiris Kontogiannis
«Nosotros no pagaremos, nos vamos a la huelga»
Grecia
Entrevista a Sotiris Kontogiannis
«Nosotros no pagaremos, nos vamos a la huelga»
«A la cabeza de la manifestación, había una pancarta que decía: «LA PLHRONO» (no pago). Nosotros no pagamos. Estamos en huelga. Y los burócratas en Berlín, París, Bruselas o Londres, que creen que pueden obligar a los trabajadores griegos a arrodillarse, deberían pensárselo otra vez. La «enfermedad» griega puede muy rápidamente extenderse por todo el mundo. No, no me refiero a la deuda y el déficit. Me refiero a la huelga.»
Yaak Pabst
Marx21 (Alemania)
www.marx21.de
En Lucha (Estado español)
http://www.enlucha.org/
Traducción de Isaac Salinas
Grecia se hunde en la deuda. En 2009, el déficit se situó en poco menos de 300 millones de euros, más alto que en cualquier otro país de la zona euro. Eso coloca a Grecia en el puesto número 4 de los países más endeudados del mundo. El interés de los préstamos provoca enormes agujeros en el presupuesto público. Para llenarlos, se acude a más préstamos. ¿Un círculo vicioso?
Los pagos de intereses son, en realidad, un gasto permanente para el presupuesto familiar. Este año, el gobierno pagará cerca de 13 millones de euros únicamente en intereses a los bancos. Además, los bancos esperan otros 13 millones de dólares como «rentabilidad del capital”. La suma total de 26 mil millones corresponde a la partida del presupuesto para salarios y pensiones de los funcionarios públicos. Estos miles de millones elevan a las nubes los beneficios de los bancos griegos –incluso en una crisis tan profunda como la que tenemos actualmente. Los banqueros no son los únicos que se benefician a expensas del Estado. El ministro de Finanzas Giorgos Papakonstantinou se queja de que los griegos no pagan suficientes impuestos sobre la renta. Los impuestos directos (por ingresos) contribuyen un promedio del 13 por ciento al PIB en Europa. En Grecia, representan sólo un escaso 7,7 por ciento. Papandreou y Papakonstantinou dicen que están decididos a actuar contra la evasión de esos «impuestos ilegales». El principal problema en Grecia no es la «evasión ilegal» de impuestos. El verdadero problema es la evasión fiscal legal. Grecia tiene la flota mercante más grande del mundo. Los armadores griegos son tradicionalmente muy ricos. Aristóteles Onassis, uno de los ejecutivos de la más famosa de la industria griega, era un armador. Igual que la familia Latsis, que también controla el Eurobank, uno de los mayores bancos de Grecia.
¿Cuánto contribuyen los armadores al presupuesto? La respuesta es: ¡cero! Están exentos de pagar impuestos, no sólo a causa de una antigua ley de 1967 (en ese momento era Grecia una dictadura), sino también a causa de la (muy reciente) Constitución.
Sólo unas pocas empresas grandes pagan impuestos. En la década de 1970, sus beneficios se gravaban en el 60 por ciento. Ahora, después de dos décadas de reformas de libre mercado, se ha reducido a un 25 por ciento. Pero eso no es todo: los beneficios reinvertidos no se gravan en absoluto. La Sindicatura de Cuentas ha calculado que los beneficios de los bancos fueron grabados el año pasado un promedio de sólo el 7 por ciento. En comparación, la tasa más alta de ingresos para los trabajadores y jubilados en el último año era un 40 por ciento. Un trabajador que gana 30.000 euros al año habría tenido que pagar 4.500€ en impuestos directos –lo que es un 15 por ciento. Si las excepciones hubieran sido suprimidas y la fiscalidad de las empresas se hubiera incrementado a un 40 por ciento, Grecia tendría un superávit presupuestario en lugar de un déficit enorme. ¿Y qué pasa con los planes de impuestos del gobierno? Al igual que otros gobiernos neoliberales, Atenas ha reducido los impuestos corporativos del 25 al 20 por ciento. Al mismo tiempo, quiere aumentar los impuestos sobre los trabajadores y pensionistas –aunque el gobierno admite que los trabajadores y los jubilados son casi los únicos que pagan impuestos.
¿Qué significa la bancarrota del Estado para la población trabajadora?
Sencillamente, el abandono. Hospitales sin médicos y personal de mantenimiento; caminos con baches; escuelas sin libros y maestros. Los gobiernos europeos –y, especialmente, Angela Merkel y su gabinete– instarán a Grecia hasta el extremo a asumir planes de ahorro que sólo son comparables con las duras medidas de Margaret Thatcher al comienzo de los ’80 en Gran Bretaña. No se trata sólo de drásticos recortes en los salarios públicos. Cada gasto que no está directamente relacionado con el pago de las deudas a los bancos, se considera “innecesario». Quieren impulsar un plan que es sólo comparable con el programa de ajuste estructural del FMI. Si sale adelante su plan, se perderán miles de puestos de trabajo, el desempleo crecerá de forma explosiva, y millones de personas caerán en la extrema pobreza.
¿Cuál es tu opinión sobre la amenaza de quiebra de la deuda nacional? En los medios de comunicación alemanes se habla mucho acerca de la ineficacia de una administración clientelista, sobre corrupción e ilegalidad en Grecia. ¿Cuáles son las causas reales de la crisis?
Por supuesto que hay corrupción en Grecia. E ineficiencia. Y trabajo no declarado. Y nepotismo. Pero esto no es una peculiaridad griega. Hace dos años, Grecia fue sacudida por un escándalo: el llamado «escándalo de Siemens.» Siemens había sobornado en estos años a los políticos griegos para obtener contratos del gobierno. Michael Christoforakos, director de Siemens Grecia, escapó de la detención cuando huyó a Alemania –donde puede moverse libremente. Siemens ha sido popularmente rebautizada por “Miesens”, palabra griega usada para decir “soborno”.
El origen de la profunda crisis actual en Grecia está en la crisis financiera internacional –precisamente la crisis que comenzó tras el colapso de Lehman Brothers en los EE.UU. en 2008. Los gobiernos de todo el mundo en ese momento trataron de frenar la crisis con la inyección de millones de dólares al sistema bancario internacional, para evitar su quiebra. Según declaraciones oficiales, la crisis fue el resultado de la avaricia y el descuido de los famosos «Golden Boys». No obstante, se dijo que no podíamos permitir que los bancos fueran a la quiebra: que tendrían que ser salvados, si fuera necesario, con dinero de los impuestos, de lo contrario toda la economía se vendría abajo. Pronto, la recuperación debería comenzar de nuevo y el estado recibiría, como dijo Barack Obama, todos los millones de vuelta, hasta el último centavo. En diciembre de 2008, el gobierno conservador griego de Kostas Karamanlis dio, con el consentimiento de sus socios de la Unión Europea, 28 mil millones de euros a un puñado de grandes bancos.
En ese momento había incluso entre los economistas burgueses algunas voces que advertían de una crisis mucho más aguda. La enfermedad, dijeron, tenía sus raíces en la economía real. Como resultado del intento de evitar el colapso del sistema bancario por medio de enormes obsequios de dinero, los estados se endeudarían enormemente, tarde o temprano. Pero nadie los escuchaba: el sistema estaba ahogándose, y si te estás ahogando, te da igual si el pedazo de madera al que te aferras sigue nadando. Tú simplemente te aferras con tanta fuerza como puedas a él. Y oras y sueñas con «hojas verdes» y «luz en la oscuridad» y «signos claros» de recuperación.
Con el colapso de Dubai en noviembre de 2009, se vieron frustradas estas ilusiones. La estimación del canal de noticias Bloomberg era que 13 billones de dólares de fondos del mundo de rescate se habían gastado. Sin embargo, el sistema todavía estaba en el punto cero, allí donde se encontraba 14 meses atrás, cuando el banco de negocios Lehman Brothers quebró. Entonces vino la tragedia griega: una economía desarrollada, un país que es miembro de la Unión Europea y de la prestigiosa eurozona, está al borde del colapso y está dispuesto a pedir ayuda al FMI, igual que los más pobres países del Tercer Mundo. Y Grecia no está sola: Portugal, el Estado español, Irlanda e incluso Italia y Gran Bretaña le siguen los talones.
El gobierno griego y la clase dirigente griega están desesperados. Igual están sus homólogos en Berlín, París y Bruselas. El barco se hunde y nadie tiene idea de lo que pueden hacer para detener la catástrofe. La verdadera razón de la disputa entre el Primer Ministro Giorgos Papandreou y la canciller alemana, Angela Merkel, es el hecho de que no tienen un plan claro y realista. El sistema está tan enfermo que cualquier medicina para curar los síntomas tiene tantos efectos secundarios mortales y peligrosos, que amenazan con matar al paciente inmediatamente.
El diario Bild escribió sobre Grecia «Sin, ‘Fakelaki’ no hay nada”. La palabra «Fakelaki» es el diminutivo de «Fakelo» (sobre) y se usa en Grecia para la corrupción cotidiana. La ONG anticorrupción Transparency International ha calculado que una familia media paga 1.700€ al año en sobornos. ¿Por qué la corrupción está tan extendida?
Bueno, yo no sé de dónde Transparency International obtiene sus cifras. Mi experiencia personal es ciertamente diferente. No estoy diciendo que no haya corrupción. Pero no está tan extendida como los medios de comunicación nos quieren hacer creer. Por eso soy muy prudente respecto a estos informes de «Fakelaki». Sólo hay que ver cómo se habla del tema. Los medios dan mucho eco a estos informes –con una cámara oculta se filma a los médicos en los hospitales, mientras aceptan sobornos. Hay historias muy extendidas en los periódicos acerca de funcionarios financieros que son pillados con una pila de billetes en los bolsillos, etc. Todas estas historias de terror tienen algo en común: están siempre dirigidas contra los funcionarios de la administración pública.
Los medios de comunicación hacen una constante campaña de desprestigio contra los funcionarios del Estado. Según afirman, hay demasiados; su trabajo es sólo una ventaja del gobierno; no trabajan; y así sucesivamente. La leyenda del «Fakelaki» es parte de esta campaña de difamación. Hay dos razones para una disposición tan hostil de los medios de comunicación respecto a los funcionarios del Estado. La primera es el déficit público general. El gobierno busca reducir los salarios del gobierno (que está siendo presionado por la Comisión Europea para suprimir los subsidios de Semana Santa y verano) y suprimir tantos puestos de trabajo «innecesarios» como sea posible. Uno de los primeros actos del gobierno “socialista” PASOK cuando llegó al poder fue el despido trabajadores “stage”. Estos eran jóvenes que estaban empleados como trabajadores temporales por el Estado a través de un programa especial de formación de la Unión Europea («stage»), con alrededor de 500 euros al mes, pero sin ningún tipo de seguridad social.
La segunda razón para la campaña de desprestigio es política: los empleados de la administración pública tienen una larga tradición y militante y han estado siempre muy sindicalizados. Los empleados públicos, como maestros, enfermeras del hospital, trabajadores de sanidad de los municipios, etc. no son reembolsables. Este tipo de «privilegio» conduce a la clase dominante a la locura. Hace dos semanas, los periódicos publicaron una historia sobre un grupo de funcionarios de aduanas que han sido capturados, ya que aceptaron sobornos. El mismo día, los funcionarios de aduanas entraron en una huelga prolongada. ¿Coincidencia?
Los médicos en los hospitales públicos, que al parecer son tan corruptos que no se trata a los pacientes sin «Fakelaki», también se resistieron a una ley racista que les obligaba a llamar a la policía si un inmigrante ilegal venía a ellos. En lugar de entregarlos a la policía, los sindicatos de los médicos decidieron tratar a los inmigrantes, sin preguntarles si estaban residiendo legalmente o ilegalmente en el país. La próxima vez que escuches que los médicos en los hospitales públicos en Grecia no sólo son corruptos, sino que tampoco tienen ningún respeto por las leyes, entonces ya sabrás de qué se trata.
El gobierno quiere controlar la crisis de la deuda con un programa de austeridad drástica. Con recortes de salarios, congelación de las contrataciones en la administración pública y aumento de impuestos deben ser saneadas las arcas públicas. ¿Cuál es la respuesta de los sindicatos?
El 24 de febrero de 2010 hemos tenido en muchas ciudades una huelga general y manifestaciones de los trabajadores. La manifestación en Atenas era grande: decenas de miles de trabajadores marcharon durante horas por el centro y hacia el Parlamento, para protestar por los recortes. Esta fue una de las mayores manifestaciones en los últimos años.
La huelga fue organizada por la Confederación General de Sindicatos en el sector privado y el sindicato del sector público ADEDY. Ambos están controlados por el PASOK, el Partido Socialista de gobierno de Papandreu y Papakonstantinous. Los líderes de los dos sindicatos habían hecho todo lo posible para evitar una convocatoria de huelga. Sólo la presión desde abajo obligó a hacerlo. Esta ha sido la tercera gran huelga contra los planes de recorte del nuevo gobierno. La primera se celebró el 17 de diciembre del año pasado. Esta huelga había sido convocada sólo por algunos sindicatos –sobre todo los que son controlados por la izquierda. Los dirigentes de la GSEE y ADEDY condenaron la huelga. Sin embargo, fue un gran éxito. Esto hizo saltar la alarma entre las burocracias sindicales. La ADEDY apeló entonces a una huelga del servicio público para el 10 de febrero de 2010. Giannis Panagopoulos, presidente de la GSEE, hizo caso omiso de la presión para unirse a la convocatoria de huelga. Pero frente a la presión cada vez mayor, convocó a una huelga para el 24 de febrero para aliviar la presión, pero también para dividir al movimiento.
La huelga del sector público del 10 de febrero fue también un gran éxito. Las masas de trabajadores se declararon en huelga y luego se echaron a las calles en el centro de la ciudad de Atenas. Nunca antes en la última década (o incluso antes) participaron tantas personas en una manifestación convocada por la ADEDY. Y entonces la ADEDY se vio también bajo presión para unirse a la llamada de la Confederación General de la huelga de una semana después. La dirección se dio cuenta de que no podían escaparse de lo que terminó con una huelga general.
Los trabajadores de Grecia están muy enojados. Algunos sindicatos están tratando ahora de organizar una nueva ola de huelgas para el 15 y 16 de marzo, coincidiendo con la visita a Grecia de la Comisión Europea para ver cómo se implementa el plan de estabilización. El gobierno trata de presentar su plan como una «cuestión nacional». Dice que «nosotros» somos atacados por los especuladores, y esto es una guerra nacional que queremos ganar. Los medios de comunicación añaden a Angela Merkel y a los alemanes a nuestra lista de enemigos. El título de la revista Focus, «Estafador en el euro-familia», fue una noticia central el pasado martes en todos los canales. Por eso son muy importantes las declaraciones de solidaridad formuladas por los sindicatos alemanes y la izquierda alemana.
¿Cuáles son las alternativas a las medidas de austeridad del gobierno?
Sólo hay una alternativa: la lucha. El dinero está ahí. El gobierno podría fácilmente cubrir el déficit presupuestario mediante impuestos a los ricos. Pero esto es algo que nunca va a hacer un gobierno socialdemócrata. Para ellos tienen prioridad absoluta los banqueros, los propietarios de buques y los ricos. Por supuesto, el gobierno nunca va a admitir esto. Dicen que los «mercados» son demasiado poderosos. El «mercado» es sólo otro término para los banqueros y los especuladores. El gobierno dice que no hay otra opción más que obedecer.
Bueno, nosotros somos mucho más poderosos que un puñado de banqueros ricos. En primer lugar, son sólo unos pocos, y nosotros somos millones. En segundo lugar, su riqueza se basa únicamente en nuestro trabajo. El dinero que han prestado al gobierno no es otra cosa que un derecho legal de los productos que los trabajadores producirán en los próximos meses y años. Sin nuestro trabajo, todos los millones de euros y dólares que han acumulado son una montaña de papel impreso que no vale nada. «A la cabeza de la manifestación, había una pancarta que decía: «LA PLHRONO» (no pago). Nosotros no pagamos. Estamos en huelga. Y los burócratas en Berlín, París, Bruselas o Londres, que creen que pueden obligar a los trabajadores griegos a arrodillarse, deberían pensárselo otra vez. La «enfermedad» griega puede muy rápidamente extenderse por todo el mundo. No, no me refiero a la deuda y el déficit. Me refiero a la huelga.