Indonesia: ¿Por qué una de las mayores masacres de la Guerra Fría quedó en el olvido?

Suharto y Nixon genocidas

Entre octubre de 1965 y marzo de 1966, en plena Guerra Fría, el Estado mató a entre uno y dos millones de personas por su presunta pertenencia al Partido Comunista.

Pero esta horrenda matanza desapareció de la memoria colectiva nacional e internacional como si no hubiera existido.

Mientras el Holocausto nazi, la tragedia camboyana o Ruanda forman parte del panteón de este «corazón de las tinieblas» humano, Indonesia ha proyectado una imagen de exótico paraíso turístico sin sombras en su historia.

Si la amnesia internacional sorprende, la de la misma sociedad indonesia parece un lavado de cerebro.

Según el cineasta Joshua Oppenheimer, quien trabajó más de 10 años en la elaboración de dos documentales sobre la masacre, el muro de silencio se debe a que, lejos de ser un hecho remoto, es parte integral del sistema de poder actual.

«Es como si Hitler hubiera ganado la guerra y Himmler fuera un héroe nacional, salvador de la patria».

«En Indonesia, los ganadores siguen teniendo muchísimo poder y toda la impunidad del mundo para seguir perpetuando su versión de los hechos. No es que nieguen la matanza. Todo lo contrario, hacen alarde de lo que hicieron con absoluta impunidad», le dijo Oppenheimer a BBC Mundo.

Su documental The Act of Killing, nominado al Óscar, causó inmenso revuelo por la manera en que los perpetradores se vanagloriaban de sus crímenes y los escenificaban en clave hollywoodense, como si fuera una película de mafiosos, unwestern o incluso una comedia musical.

El turbio presente

Lentamente, las cosas están cambiando.

El impacto internacional de The Act of Killing forzó a los medios de comunicación indonesios y a la sociedad a enfrentar por primera vez este sombrío pasado.

«En octubre de 2012, una revista que forma parte del establishment indonesio,Tempo, envió a unos 40 periodistas a distintas partes de Indonesia para que averiguaran si había otros casos de genocidas que se jactaran de lo ocurrido como se veía en mi documental».

«El resultado fue una doble edición dedicada a The Act of Killing que incluía 75 páginas de otros perpetradores que alardeaban con la misma festiva impunidad sobre lo que habían hecho», le contó Oppenheimer a BBC Mundo.

La edición de Tempo quebró un silencio mediático de 47 años y contribuyó a extender por la sociedad indonesia un amplio debate público sobre lo ocurrido.

Mientras que The act of Killing se proyectó en una suerte de semiclandestinidad, ayudada por versiones gratis en indonesio en internet, el segundo documental de Oppenheimer, The Look of Silence, en el que una víctima se enfrenta a uno de los perpetradores, se estrenó en Yakarta en diciembre de 2014.

La película fue exhibida en 32 de las 34 provincias del país, y en las primeras siete semanas obtuvo más de 700 reseñas periodísticas.

Respuesta oficial

La elección un par de meses antes del estreno de Joko Widodo como presidente había encendido las esperanzas de grupos de derechos humanos y sobrevivientes.

Widodo es el primer mandatario que no tiene conexión directa o indirecta con la matanza y, durante la campaña, había prometido luchar por un esclarecimiento de los hechos.

Una vez electo, relegó el tema a un segundo plano y envió al parlamento unproyecto de ley para la formación de una comisión de la reconciliación.

Esta comisión fue duramente criticada por las organizaciones de derechos humanos porque dejaba de lado toda búsqueda de verdad y manifestación de arrepentimiento.

Esta semana, con el peso del aniversario sobre sus espaldas, Widodo afirmó: «Hasta el momento no ha pensado en un pedido de disculpas».

Soe Tjen Marching, escritora indonesa e hija de una de las víctimas, cree que su país sólo reconocerá lo sucedido a través de una campaña internacional.

«El gobierno quiere reconciliación sin reconocer lo sucedido, sin contar la verdad y, desde ya, sin que nadie sea llevado a juicio».

«Las víctimas y los sobrevivientes tienen que perdonar sin que los perpetradores siquiera se arrepientan. Es decir, no quieren que haya justicia en ninguna forma. Si queremos encontrar justicia, la presión internacional será clave», le dijo a BBC Mundo.

Justicia nacional e internacional

El 12 y 13 de noviembre sesionará en La Haya un Tribunal Popular Internacionalcon nueve jueces de reconocida trayectoria internacional en el campo de los derechos humanos para examinar la matanza.

Las conclusiones de este tribunal no son vinculantes, pero según la abogada indonesia Nursyahbani Katjasungkana, cordinadora general de la corte, el objetivo es sentar públicamente el Estado indonesio en el banquillo de los acusados.

«El Tribunal no es para acusar a individuos de hechos criminales sino para poner al mismo estado en el banquillo mediante el concepto de la responsabilidad estatal».

«Si la comunidad internacional llega a la conclusión de que Indonesia no cumplió con sus responsabilidades internacionales ni nacionales, entonces creo que se incrementará la conciencia de los mismos indonesios sobre estos crímenes de lesa humanidad», le dijo a BBC Mundo.

Indonesia es signataria de convenciones internacionales sobre derechos humanos e incorporó a su Constitución un capítulo específico sobre el tema.

En teoría, ignorar los hechos de 1965-66 es equivalente a violar la ley nacional e internacional.

En la práctica, una cosa es la ley y otra la voluntad política y social de aplicarla.

Historia y silencio

Suharto gobernó durante 32 años, pero su caída en 1998 y el proceso de democratización que le siguió no cambiaron un ápice la versión oficial.

En 2007, el fiscal general Abdul Rahman Saleh prohibió y ordenó la quema de 14 libros de historia porque no presentaban a Suharto como el salvador de la nación y no responsabilizaban al Partido Comunista de los hechos.

En un artículo publicado por Inside Indonesia, una académica de la Universidad de Carolina del Norte en Wilmington, Paige Johnson Tan, aseguró que ni la muerte de Suharto en 2008 modificó la enseñanza de la historia.

«Son un copia-pega de la misma versión oficial», escribió Tan.

Hoy esa historia es un escenario de batalla entre el olvido y el recuerdo.

Un importante sector de la élite indonesia con fuerte presencia política, económica y judicial necesita la versión oficial para perpetuar su poder.

Este poder se siente en los confines más remotos de este gigantesco archipiélago con más de 3.000 islas.

En The Act of Killing, una de las organizaciones paramilitares responsables de la masacre, Pemuda Pancasila, que hoy cuenta con tres millones de miembros, actúa con total libertad para exigir dinero de protección de comerciantes chinos. Durante el mandato de Suharto, la cultura, religión y lenguaje chinos fueron prohibidos, y miles de personas de etnia china asesinadas.

En uno de sus actos públicos, el actual vicepresidente, Muhammad Yusuf Kalla, se dirige a sus miembros exhortándolos a usar la violencia para conseguir sus objetivos.

Si bien la sociedad empieza a romper el silencio, se requiere un «giro copernicano» para que haya verdad y justicia.

«Los culpables no quieren una investigación que los haría pasar del panteón de héroes de la patria al de los genocidas. Pero no son los únicos. Muchos consideran que todo pasó hace mucho tiempo y que mejor no hacer olas por temor a las consecuencias».

«Hasta sectores de los sobrevivientes y sus familiares tienen miedo a lo que puede pasar», le dijo a BBC Mundo la escritora y activista Soe Tjen Marching.

Verdad, justicia, reconciliación

La «resolución» de violaciones de derechos humanos ha seguido a grandes rasgosdos modelos: el argentino y el sudafricano.

En Argentina, se ha llevado a la justicia a cientos de responsables de violaciones a los derechos humanos bajo la premisa de que no hay verdad sin justicia.

En Sudáfrica, se ha preferido la formación de una comisión de la verdad para determinar qué pasó y llegar así a una reconciliación sin responsabilidad penal.

El debate es entre una justicia reparadora a la sudafricana y otra retributiva, con penas concretas, como la del Tribunal de Nuremberg o la del caso argentino.

«Nosotros queremos que la gente que reconoce sus crímines como la que aparece en The act of Killing sea llevada a la justicia».

«Acá es esencial lo que dicen las víctimas. Muchas quieren que el Estado reconozca sus crímenes y que pida perdón».

«La mayoría no tienen mucho tiempo de vida por delante y quieren una rehabilitación de todos los que fueron arrestados y torturados sin ningún proceso judicial»

«Es posible. A nivel constitucional el presidente tiene potestad para anunciar una rehabilitación social», le señaló a BBC Mundo la abogada de derechos humanos Nursyahbani Katjasungkana.

El gobierno prefiere «por el momento» el status quo, pero por primera vez en 50 años el debate está abierto.

El contexto de la versión oficial

 los valores morales de la nación.
  • En medio de las versiones más disparatadas figura un elusivo hecho histórico. Entre el 30 de septiembre y el 1 de octubre un oscuro grupo de militares, el G30S, lanzó un golpe de Estado durante el cual seis generales fueron arrestados y asesinados.
  • A tres años de la crisis de los misiles en Cuba, con la guerra de Vietnam como telón de fondo, Indonesia era uno de los focos de la guerra fría en Asia.
  • Bajo el liderazgo del padre de la independencia, Sukarno, vivía bajo un frágil equilibrio entre las tres fuerzas más importantes: el ejército, el Partido Comunista y los grupos islámicos.
  • En medio de la confusión generada por el G30S, el general Suharto asumió pleno control de las fuerzas armadas el 2 de octubre y, convertido en el poder de facto, dio rienda suelta para la persecución de comunistas.
  • Suharto responsabilizó a los comunistas de una conspiración para copar el poder, instaurar el ateísmo y subvertir los valores morales de la nación.
  • En los medios, dominados por el ejército, y en la usina de rumores estimulada por los servicios de información, comenzaron a circular todo tipo de historias que se convirtieron luego en la versión oficial de una matanza que se cebó no solo con presuntos comunistas, sino con sindicatos, la minoría china y gente que cayó en la reda
  • Indonesia cuenta con más de 100 etnias.
  • Entre las historias más alucinantes, estaba la versión de que mujeres de unaorganización feminista, Gerwani, que contaba en aquel entonces con más de un millón de miembros, habían castrado a los seis generales y les habían arrancado los ojos antes de arrojarlos en un pozo de agua.
  • «Suharto aprovechó la estructura patriarcal indonesia para generarinseguridad, pánico y violencia», señaló a BBC Mundo Nursyahbani Katjasungkana.
  • «El mensaje a todos los hombres era claro. Estas mujeres querían robarles su masculinidad. Era necesario que el estado acabara con ellas y con sus aliados comunistas. Cualquier cosa estaba justificada».

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