«Israel es una sociedad moralmente enferma»
Nota de Laclase.info: Este reportaje fue publicado en el año 2006, cuando el sionismo realizaba una campaña militar criminal en contra de El Líbano y Gaza. Por su vigencia y su pertinencia, hemos decidido publicarlo.
Un pequeño grupo de Israelitas comienzan a despertar de la macabra y criminal realidad en que los han envuelto los zionistas genocidas, arriesgando castigos han sido capaces de levantarse y fundar una agrupación para dar a conocer la realidad y negarse a combatir las guerras iniciadas por la élite.
Nota de Laclase.info: Este reportaje fue publicado en el año 2006, cuando el sionismo realizaba una campaña militar criminal en contra de El Líbano y Gaza. Por su vigencia y su pertinencia, hemos decidido publicarlo.
Un pequeño grupo de Israelitas comienzan a despertar de la macabra y criminal realidad en que los han envuelto los zionistas genocidas, arriesgando castigos han sido capaces de levantarse y fundar una agrupación para dar a conocer la realidad y negarse a combatir las guerras iniciadas por la élite.
Comienzan a surgir en la sociedad israelí las primeras voces contra la guerra. El domingo hubo una marcha en Tel Aviv para pedir el final de los bombardeos en Gaza y el Líbano. Hoy, una noticia que conmociono a la opinión publica: el sargento Itzik Shabbat anuncio que se negaba a participar en la ofensiva contra Beirut, «Lo hago para oponerme a esta locura y para romper con la ilusión de que todos estamos a favor de esta guerra innecesaria basada en mentiras», afirmo este joven reservista de 28 años que vive en Sderot, ciudad próxima a Gaza en la que suelen caer los misiles Qassam de Hamas.
Se acerca la hora del regreso a Gaza. Apuro las ultimas entrevistas en Jerusalen. En un cafe de Jaffa Road, me encuentro con Yehuda Shaul, fundador de la ONG Breaking the Silence (Rompiendo el silencio).
«Todo es una locura: la ocupación, la forma inhumana en que tratamos a los palestinos», me dice. «En Israel entras al ejercito con 18 años porque quieres luchar contra el enemigo de tu país, porque quieres dejar tu marca en la historia, y haces lo que te dicen, sin pensar. Y allí todo te ayuda para que no pienses. Misiones que cumplir, ordenes que seguir».
«Y no ves a los palestinos como seres humanos, los ves como animales. Entras a su casa durante la noche, los despiertas, les gritas, las mujeres allí, los hombres allí, y rompes todo. Son cosas que no harías aquí en Israel, pero las haces allí. Y, para poder hacerlo, niegas la realidad. Es la única forma. Creas entre tu y la realidad un muro de silencio».
«Te pongo otro ejemplo: si encuentras en la noche un paquete sospechoso que puede ser una bomba, llamas al primer mohamed que encuentras en la calle y le dices que lo abra. Podrías llamar a un experto que lo desactivase, tardaría diez minutos en venir, pero mejor hacer que un palestino se juegue la vida, ya que para ti es lo mismo, no lo ves como un ser humano. Yo hacia eso con mis soldados en Hebron».
«Y también en Nablus, cuando quería entrar a una casa, si pensaba que podía haber una bomba trampa, cogía al mohamed de turno y lo obligaba a que abriera la puerta. Es parte de la rutina del ejercito: usar a los palestinos como escudos humanos».
«Lo mismo cuando estas en un check point, los obligas esperar mucho mas de los necesario, a veces durante horas, y coges a un palestino al azar y le das una paliza, de cada quince o veinte que pasan, para que el resto tenga miedo y este tranquilo. Solo así, tu que estas con cuatro soldados mas los dominas a ellos que son miles».
«Y cuando entras a Gaza con el carro de combate y ves un coche nuevo, aunque tengas espacio en la carretera, pasas por encima. Y también disparas a los tanques de agua. Para meterles miedo, para que te respeten, porque esa es la lógica de lo que nos enseñan a los soldados israelíes».
«Ademas, eres joven y empiezas a disfrutar de ese poder, de que la gente haga todo lo que les digas. Es como un vídeo juego. Estas en un check point en medio de la ruta, tienes a veinte coches esperando, y con solo mover el dedo hacen lo que tu quieras. Juegas con ellos. Los haces avanzar, retroceder. Los vuelves locos. Tienes 18 años y te sientes poderoso».
«Tres meses antes de abandonar el ejercito, dirigía una unidad en Hebron, había hecho una buena carrera, así que tenia tiempo libre. Una mañana me mire ante el espejo y comprendí que todo aquello era un error y supe que no podría seguir adelante con mi vida si no hacía algo. Por eso, apenas salí, junto a los soldados de mi unidad, montamos una exposición con nuestras fotos, se llamaba Traer Hebron a Tel Aviv».
«Cayo como una bomba en la sociedad. Vinieron parlamentarios, periodistas. Pasaron siete mil personas. Entonces creamos Breaking the silence, donde damos espacio para que los soldados cuenten los abusos que cometen sistemáticamente. Mas de 350 lo han hecho. Ahora tenemos exposiciones y vídeos en Europa, en Israel».
«Alguna gente dice que son casos aislados. Las madres dicen: mi hijo, que esta ahora en el ejercito es bueno, no hace estas cosas, esto solo lo hacen los soldados beduinos o los etíopes. Pero no es cierto. Todos las hacemos, porque es la lógica de la ocupación israelí: aterrorizar a los palestinos».
«Los check points no sirven para detener a los palestinos de entrar a Israel, es para que la realidad no entre a Israel. Porque esta es una sociedad de soldados, todos pasamos por el ejercito tres años cuando somos jóvenes y luego un mes al año. Y todos hacemos eso. Por eso existe el muro de silencio, de negación, porque todos somos responsables y no lo queremos admitir».
«Ellos son las victimas, nosotros los victimarios. Pero como victimarios, también pagamos un precio. Esta es una sociedad que no se anima a mirar a los ojos a la verdad, a sus propios actos. Es una sociedad, como consecuencia, moralmente enferma».