La ausencia de una política de clase hacia las Universidades

“(…) La universidad debería, por lo tanto, ser también el lugar
en el que nada está a resguardo de ser cuestionado, ni siquiera
la figura actual y determinada de la democracia (…)”.
Jacques Derrida. Universidad sin condición, 2010.

“(…) La universidad debería, por lo tanto, ser también el lugar
en el que nada está a resguardo de ser cuestionado, ni siquiera
la figura actual y determinada de la democracia (…)”.
Jacques Derrida. Universidad sin condición, 2010.

– El Gobierno Nacional se equivoca en su pretendido acorralamiento hacia las universidades autónomas.

– Lo que ocurre en el sector universitario es extensible al sector salud. La ausencia de una política de clase hacia esos sectores marca el ritmo de los desatinos gubernamentales.

– En el caso de las universidades es falso que sean espacios totalmente controlados por la derecha.

– Si las universidades se han derechizado ello ha sido fundamentalmente responsabilidad de la “gauche caviar”, por los pactos de otrora.

– El caso de la Universidad de los Andes es patético y constituye una buena muestra de lo que ha ocurrido en otras universidades públicas del país.

– Dicho proceso se remonta a los años 80 cuando la izquierda radical comenzó a llevar como autoridades rectorales a candidatos de derecha o a reformistas que cuadraban sus planchas en grandes saraos, utilizando el presupuesto de las universidades para los grandes acuerdos.

– El falso argumento de la derechización evidencia más bien la ausencia de política de clase hacia las universidades.

– Por el contrario, ellas han sido espacios que se han cedido por la confrontación absurda y la polarización recurrente.

-Ayer como actuar de la izquierda y hoy como justificación gubernamental, la supuesta derechización de las universidades es parte de la banalidad que se le pretende imprimir a un debate pendiente en estos años de revolución en torno al deber ser de las Universidades públicas venezolanas.

– Asimismo, lo público (incluyendo el gasto) se ensancha con nuevas universidades y nuevos sistemas de salud que no logran acompasar a una con la otra, pues se prescinde de lo más importante: de una política de clase.

– Para muestra el tema salarial. Se trata de hacer tabla rasa en las instituciones autónomas como si allí nada sirviera.

– Se olvida que fue desde las universidades donde se fraguó la insurrección cívico-militar de 1992 que dio al traste con el viejo régimen.

– Se intenta de hecho una suerte de flexibilización laboral que ni siquiera en tiempos del neoliberal CAP II se pretendió contra los trabajadores universitarios.

– Entonces no se discuten derechos conquistados y reconocidos por gobiernos de la cuarta república como son las normas de homologación y la necesidad de presupuestos justos para las universidades, con la obligación de crear nuevos mecanismos de control académico.

– No se es creativo para aplicar la nueva Ley Orgánica de Educación. Tampoco se le desarrolla.

– A decir de Daniel Bensaid (Elogio a la Politica Profana, 2009), la democracia debe ser entendida y asumida en el ámbito de lo que ella busca como horizonte de acción. En este sentido, “(…) el equilibrio democrático óptimo reposa en la capacidad de multiplicar los actores y recortar los procedimientos de toma de decisiones, es decir, en crear las condiciones para que la democracia sea cada vez más directa. Ésta, a su vez, debe tomar el tiempo necesario para la información, la investigación y la disputa contradictoria. Ella implica nuevos compromisos y nuevos equilibrios entre temporalidades desacordadas. El principio del debate democrático no es el del debate científico. No se decide la validez de una teoría por un voto mayoritario. En política, el derecho a la duda es irreductible. Puesto que la política no es un oficio como la arquitectura o la matemática una vez que las cuestiones científicas se constituyen en cuestiones sociales, debe suponerse que la suma de las incompetencias individuales constituye una competencia colectiva, con el riesgo evidente al error (…)”.

– Como corolario y paradoja, mientras Fidel Castro reaparece en la escena pública dándole un discurso a los estudiantes universitarios en la Universidad de La Habana, reafirmando aquella frase suya de sus tiempos de estudiante, “aquí (en la universidad) aprendí a ser revolucionario”, en Venezuela lentamente asistimos al aniquilamiento de las instituciones académicas autónomas por ausencia de una política de clase.

*Profesor de la Universidad de los Andes

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