La creación de la Universidad Teológica Evangélica: la ignorancia, la mejor inversión de las tiranías

Por Fiodor Rodríguez

Una de las principales características de la sociedad capitalista es el consumismo. ¿Qué se consume? Una mercancía, no importa en qué forma se haga, el mercado crea una necesidad y la satisface. Es la trampa perfecta, sutil, engañosa y hasta reconfortante. Se consumen cosas, en forma de alimentos, dulces, ropa, etc. A los cerebros que planifican constantemente la sociedad capitalista no les basta con mercantilizar y tasar monetariamente todo lo que es esencialmente necesario para la vida material del ser humano, sino que van más allá, hacia el –espíritu- y transforma también las ideas en una mercancía, por la cual se debe pagar un alto precio. El mercado crea la necesidad, y al mismo tiempo su objeto de consumo.

La crisis capitalista en Venezuela agotó el discurso chavista, se ahogó en el llanto de las miserias del pueblo trabajador. La espada de Bolívar se oxidó, las tierras y hombres libres de Zamora solo fueron triste espectáculo de un circo barato. Como vemos, las ideas en forma de consignas ya no tienen un mercado de consumidores, estos han comprobado lo nocivo que fue consumirlas y ante esta caída del mercado, a los capitalistas del gobierno no les queda otra que invertir en otras ideas, ¿por qué no dar el salto? En vez de consignas han decido invertir en el mejor opio: la religión.

Para el ser humano, la religión parece “natural”, ha estado con nosotros desde que existimos como sapiens. Durante los primeros pasos del ser humano creció una necesidad interna de comprender lo que sucedía fuera de sí mismo, un rayo podía provocar un terror implacable en aquellas primeras mentes al no comprender dicho fenómeno, surgió así la necesidad y había que darle su objeto de consumo, algo que explicará reconfortantemente aquel fenómeno, así nacieron los primeros dioses y religiones de la ignorancia del ser humano, y así se han mantenido hasta hoy.

El anuncio reciente de Nicolás Maduro de crear una universidad teológica en manos de las iglesias evangélicas y conmemorar el día del pastor y la pastora ha sorprendido a muchos. En particular creo que es algo extremadamente preocupante, estamos en presencia del mayor esfuerzo hecho por un gobierno para embrutecer a las masas en la época moderna, comprable o quizás con la capacidad de los medios actuales, de superar al oscurantismo de la edad media cristiana católica.  Pero esto no es espontaneo ni surge de la nada, tiene una necesidad y un mercado a explotar para su provecho. El 10 de octubre (2019) Maduro anunció, en el marco del Plan Caracas Juntos Todo Es Posible, la recuperación de todas las iglesias católicas y evangélicas del país  «Yo quiero atender, reparar y construir todas las iglesias católicas, cristianas y evangélicas del país ¡Vamos a hacer el censo!» todo estos anuncios suceden cuando vemos como se desmonta todo el sistema educativo del país, las universidades se caen a pedazos, los profesionales se marchan del país, y la ciencia venezolana que había dado muestras de avances en ciertas áreas de la industria y la medicina ha caído a niveles similares a los del siglo XIX.

Antes de esto recientes anuncios de Maduro, ya antes el 18 de marzo de 2014 el para entonces vicepresidente Ejecutivo de la República, Jorge Arreaza, anunció la entrega de 2 mil 829 millones de bolívares a la Asociación Venezolana de Escuelas Católicas (AVEC). Como vemos no es algo nuevo ni surgido de la noche a la mañana, y no es casualidad que a partir del año 2014 cuando se celebraron aquellos “diálogos de paz” entre los empresarios, el gobierno y distintas congregaciones religiosas, dónde a espaldas del pueblo trabajador y con la bendición de los jerarcas militares y los partidos aliados del Psuv, se rubricaron medidas de corte liberal que condujeron a la peor crisis económica en la historia moderna, no es casualidad que desde ese mismo momento el gobierno ha iniciado un proceso de financiamiento abierto  a todas las organizaciones religiosas del país, especialmente las cristianas y todas aquellas que derivan de éstas a través de un sincretismo religioso oscuro y embrutecedor. Tampoco hay que olvidar declaraciones como “dios proveerá”  por ejemplo, dicho el 15 de enero de 2015 en la rendición de cuenta ante la Asamblea Nacional, la encomendación al espíritu santo y del Comandante Eterno de 2016, el discurso y acciones de Maduro están atravesados por un tufo religioso que conduce al pueblo a un conformismo esperanzador, con la promesa de un futuro mejor, que de no darse en la tierra se dará en el más allá, habría que preguntarle ¿si es tan bueno ese más allá, por qué no se marchan ellos primero?

Además el anuncio de Maduro de crear dicha universidad teológica va acompañada de la  “intensión” de entregar al menos 70 mil hectáreas de las tierras más productivas del país a las iglesias evangélicas. Casos similares se han visto en Brasil con el gobierno del ultraderechista conservador Jair Bolsonaro quien ha favorecido a los terratenientes evangélicos, apoyándolos en un masivo proceso de privatización de tierras y expulsión de campesinos.

La religión siempre ha funcionado como un opio para los pueblos, distrae la atención de la gente ante la necesidad de encontrar una salida, un escape ante la miseria de este mundo. Pero nosotros debemos advertir y poner en alerta al pueblo trabajador, la clase proletaria no debe dejarse embaucar con éstas promesas de mundos mejores más allá de éste, las causas de las miserias del ser humano no están un más allá, sino en un más acá, en la tierra misma. Toda la miseria que vivimos hoy no es más que el producto de un paquete antiobrero y antipopular aplicado con toda la intencionalidad y cálculo por el gobierno de Nicolás Maduro aliado con un sector de la burguesía nacional y alineada con elementos de potencias capitalistas como Rusia y China.

Maduro apuesta a la ignorancia del pueblo (en forma de esperanza) ante la miseria pretende crear una falsa ilusión que apacigüe toda la frustración y la rabia del pueblo. Es una inversión en el opio.  Las clases dominantes y los gobiernos autoritarios siempre han usado religión como instrumento para controlar al pueblo, aliviando y dándole sentido a sus padecimientos mediante la idea de un mundo de dicha ilusoria y la promesa de una vida eterna.

La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio del pueblo. Se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad real. La exigencia de renunciar a las ilusiones sobre su condición es la exigencia de renunciar a una condición que necesita de ilusiones. La crítica a la religión es, por tanto, en germen, la crítica del valle de lágrimas, cuyo halo lo constituye la religión. Karl Marx – Crítica a la Filosofía del Derecho de  Hegel.

Nuestro esfuerzo político e intelectual está llamado para alertar a la clase proletaria, las acciones del gobierno de Maduro están destinados una vez más a embaucar al pueblo trabajador, afirmamos que de forma particular cada quien puede creer en uno o muchos dioses; pero las condiciones de vida material no son dadas por acciones malévolas y benévolas de deidades, son productos de las prácticas humanas y de los intereses de la clase burguesa y las alta capas burocráticas, por tanto tienen una explicación en la comprensión de la realidad económica, objetiva, material, y tienen como única solución la unión y la lucha de la clase trabajadora venezolana.  No al presupuesto para una universidad teológica, si al presupuesto para la universidad pública con una visión laica y científica, fuera la religión del gobierno y el Estado, no a la entrega de tierras a las iglesias evangélicas.

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