La política internacional del Psuv

Psuv boliburgués
 
Por: Simón Rodríguez Porras (PSL)
El gobierno venezolano ha sido levantado como bandera de un amplio sector de la izquierda latinoamericana, que postula a la experiencia venezolana como un modelo “actualizado” de transición al socialismo, o al menos de independencia frente al imperialismo yanqui. A contramano, la política internacional del gobierno venezolano y del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) construye alianzas que se ubican muy a la derecha de esa constelación de organizaciones de izquierda. 
 
Esta situación contradictoria la refleja el dirigente del Movimiento Caamañista dominicano Narciso Isa Conde, en un artículo en el que objeta la presencia del ex presidente Leonel Fernández en el congreso del Psuv realizado en julio de este año. Según Isa Conde, es injustificable que un ex presidente neoliberal, racista y corrupto sea invitado de honor en el  tercer congreso del “partido revolucionario fundado por el comandante Chávez”, en el marco de las relaciones entre dicha organización y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), partido que actualmente gobierna la República Dominicana (http://www.aporrea.org/ideologia/a192605.html).
 
Aunque la crítica de Isa Conde destaca en un ámbito de silencio complaciente con el chavismo, vale la pena examinar la cuestión crucial de si la alianza con Fernández y el PLD es un error táctico por parte de un partido revolucionario, o si se inscribe en la estrategia del llamado “socialismo del siglo XXI”. ¿La alianza del Psuv con el PLD refleja rasgos estructurales de la política chavista?
¿El Psuv es un partido revolucionario o un partido burgués? 
Partamos de una definición básica: la política internacional de todo gobierno es una proyección de su política interna. En el caso del partido que gobierna en Venezuela, el Psuv, sus propios estatutos lo definen como un partido policlasista, mientras que su dirección está integrada por miembros de la nueva burguesía y la alta burocracia civil y militar. Esta definición es compartida incluso por buena parte del chavismo, entre ellos el ideólogo pesuvista Toby Valderrama, quien no solo admite la existencia de la boliburguesía (http://www.aporrea.org/ideologia/a172091.html), sino que le reconoce el rol dirigente en Venezuela: “quien gobierna, más allá del discurso y la retórica, es el capitalismo, y además le va yendo muy bien” (http://www.aporrea.org/ideologia/a194485.html). El poder político está imbricado con el poder económico, y un país capitalista como Venezuela no podría ser la excepción.
 
La piedra angular de la política exterior chavista es la apuesta por la llamada multipolaridad. En una concepción desarrollada por el propio Chávez y sus allegados, el Psuv considera que el orden político internacional actual es heredero de la “hegemonía unipolar  norteamericana de finales del siglo XX”, y que los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) “propician nuevos equilibrios en las relaciones internacionales, consolidan las tendencias hacia la multipolaridad y auspician que organizaciones independentistas, progresistas y revolucionarias accedan al Gobierno o a mayores cuotas de poder en distintas regiones del mundo”, tal como puede leerse en el documento internacional presentado en el III Congreso del Psuv. (http://www.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2014/04/Documento-Fundamental-de-la-Comisi%C3%B3n-de-Pol%C3%ADticas-y-Alianzas-Internacionales1.pdf).
Una estrategia que apuesta a la consolidación de contrapesos capitalistas a la hegemonía de EEUU, y que se limita a los protocolos propios de la diplomacia burguesa y al intercambio comercial, no tiene nada en común con una política enmarcada en la tradición del internacionalismo revolucionario, la cual privilegia la solidaridad con los pueblos en lucha. Pero además cabe decir que la del chavismo es una estrategia utópica, tanto por no tomar en cuenta el grado de dependencia de los propios países BRICS y su penetración por parte del capital transnacional imperialista, como por considerar que “las tendencias que favorecen la multipolaridad contribuyen a democratizar las relaciones internacionales al diversificar los espacios económicos y políticos”.
 
En el mismo documento se plantea que “las relaciones con China, que se convirtieron en un pilar del desarrollo de América Latina y el Caribe” (!) y se saluda la apertura de prácticamente todos los campos de la economía de Cuba a las inversiones extranjeras bajo el esquema de empresas mixtas, aludiendo eufemísticamente a estas reformas como la “actualización del socialismo cubano”. Por otra parte, guardando continuidad con el alineamiento del gobierno venezolano con las dictaduras árabes en el marco de las rebeliones populares que han sacudido el norte de África y el Medio Oriente desde el año 2011, el Psuv plantea que solo por medio de “la negociación” se pueden solucionar de manera duradera “los problemas de la región”. El programa presentado por Chávez para su reelección en 2012, denominado “Plan de la Patria”, posteriormente elevado a rango de ley por la Asamblea Nacional, contempla todas estas definiciones, e insiste en el carácter “estratégico” de las alianzas con los BRICS (http://albaciudad.org/LeyPlanPatria/). 
 
En estas definiciones programáticas se inscribe la adscripción del Psuv a la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (Copppal), que agrupa a los principales partidos burgueses de la región, así como la relación privilegiada desarrollada con gobernantes y partidos proimperialistas como Fernández y el PLD, con fascistas como Al Assad de Siria, con la dictadura capitalista china o el régimen mafioso de Moscú. La relativa independencia política adquirida por el gobierno venezolano luego de la derrota del golpe de Estado de 2002 apoyado por EEUU, se encuentra en franco retroceso. En los últimos años el gobierno ha apostado por la recomposición de las relaciones con EEUU, y de esa orientación se desprenden acciones como la cooperación antiguerrillera con el régimen colombiano, incluyendo la entrega de perseguidos políticos no combatientes como Joaquín Pérez Becerra; la participación del gobierno venezolano en las negociaciones entre Santos y las FARC en Cuba, las cuales cuentan con la aprobación explícita del gobierno de Obama; el apoyo venezolano a la readmisión en la OEA del régimen surgido del golpe de Estado hondureño, entre otras acciones. El III Congreso del partido de gobierno venezolano ratificó esta línea de normalización de las relaciones con el imperialismo yanqui: “el Psuv apoya al gobierno nacional en sus proyecciones para restablecer las relaciones diplomáticas con Estados Unidos al máximo nivel”.
 
¿Socialismo con transnacionales aliadas y «burgueses patriotas»?
Algunas de estas acciones son descritas por sectores importantes de la izquierda latinoamericana como “errores”, pero en realidad son subsidiarias de una concepción estratégica que es la extensión al plano internacional de una política de colaboración de clases, la columna vertebral de la política fronteras adentro. Venezuela, a 15 años de gobierno chavista sigue siendo un país semicolonial y dependiente, cuyas exportaciones casi exclusivamente petroleras están en gran medida bajo el control de las transnacionales que participan del negocio en calidad de socios de la empresa petrolera estatal Pdvsa, mediante empresas mixtas con contratos a largo plazo. De estas transnacionales, la que goza de mayor implantación en la industria petrolera venezolana es la yanqui Chevron, conocida por su apoyo a la invasión yanqui de Irak, sus crímenes ambientales contra la población indígena en la amazonía ecuatoriana y su asociación con los militares nigerianos para reprimir a los luchadores sociales en el Delta del Níger. Transnacionales no petroleras como Nestlé, Samsung, Peugeot, o General Motors, también cuentan con una importante implantación en el país. Las palabras dirigidas por el presidente Maduro a la Nestlé, a propósito del acto de inauguración de una planta en octubre del año pasado refleja la relación del gobierno con el capital transnacional: “les agradezco que crean en Venezuela, que inviertan, y cuenten ustedes con esta mano amiga y aliada para construir el desarrollo económico de nuestra patria en el siglo XXI”. (http://www.noticias24.com/venezuela/noticia/203869/inauguran-planta-nestle-en-el-tocuyo-maduro-invita-a-empresarios-honestos-a-invertir-en-venezuela/)
 
No solo le adjudica a los países capitalistas “emergentes” un rol “progresista” en el plano internacional, el chavismo además establece alianzas con el capital imperialista y favorece a una burguesía nacional “patriótica” con una “alianza estratégica”( http://www.aporrea.org/actualidad/n112028.html), a nombre de la cual se le transfiere una fracción importante de la renta petrolera mediante subsidios directos e indirectos. ¿Quiénes son estos capitalistas patriotas? Los burgueses aliados del gobierno venezolano incluyen a figuras como el otrora golpista Gustavo Cisneros, del Grupo Cisneros, uno de los principales magnates latinoamericanos y amigo personal de la familia Bush.
 
Lo que está fracasando en Venezuela no es el socialismo
La crisis económica, social y política que atraviesa Venezuela, con una altísima inflación, estancamiento del crecimiento, aumento de la pobreza, destrucción de los salarios, desabastecimiento de alimentos, y una altísima dependencia respecto de las importaciones, expresa el agotamiento de un proyecto nacionalista por su ideología y burgués por su contenido, con similitudes con los gobiernos de Perón en Argentina, Velasco Alvarado en Perú, Torrijos en Panamá, o Cárdenas en México, pero más limitado, pues ni siquiera se ha propuesto la nacionalización de la industria petrolera. Al igual que los demás gobiernos burgueses del mundo, ante la crisis el gobierno venezolano ajusta al pueblo trabajador, en este caso por la vía inflacionaria, imprimiendo dinero inorgánico, devaluando la moneda, congelando los salarios, aumentando el gasto militar y reduciendo el gasto en educación y salud; además de todo ello, criminalizando las huelgas obreras y las luchas populares. Tal es el caso de la lucha territorial del pueblo indígena yukpa, que ha tenido que enfrentar la represión de los militares bolivarianos y el sicariato de los grandes ganaderos, ligados a la coalición opositora de centroderecha, la MUD.
 

La experiencia venezolana confirma que la reconstrucción del movimiento revolucionario latinoamericano pasa por descartar toda ilusión en que será posible avanzar de la mano de gobiernos burgueses “progresistas”; pasa por construir organizaciones que pugnen por la independencia política de los trabajadores y los demás sectores explotados, y por armarlas con un programa que enlace la lucha por reivindicaciones democráticas con el cuestionamiento del orden capitalista y la transición al socialismo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *