La vieja izquierda internacional y la nueva derecha cubana

El proceso revolucionario cubano siempre ha contado con la solidaridad de la izquierda internacional en su enfrentamiento a las amenazas de agresión imperialista y su criminal bloqueo. Los que en Cuba siguen luchando por el avance al socialismo, a una sociedad sin explotadores ni explotados, deben seguir contando con ese apoyo.

El proceso revolucionario cubano siempre ha contado con la solidaridad de la izquierda internacional en su enfrentamiento a las amenazas de agresión imperialista y su criminal bloqueo. Los que en Cuba siguen luchando por el avance al socialismo, a una sociedad sin explotadores ni explotados, deben seguir contando con ese apoyo.

Sin embargo, parte de esa izquierda Internacional, la Vieja Izquierda que no ha logrado ponerse al ritmo de los nuevos tiempos, parece que no se ha dado cuenta de que ese proceso ha sufrido un estancamiento económico y político, no por causa del bloqueo ni de las amenazas imperialistas, sino a consecuencia de la resistencia a la democratización de la política y la socialización de la economía del gobierno/partido/estado.

Son los que no ven, no quieren ver o no les conviene ver que en Cuba hay un movimiento, encabezado por la misma dirección llamada histórica, con más de medio siglo en el poder, que continúa tratando de perpetuar el fracasado modelo político copiado del ruso neoestalinista, pero con ligeras reformas de corte pro-capitalista.

Estas reformas están dirigidas a crear condiciones que le permitan a la elite burocrática y a sus descendientes convertirse en los dueños de las grandes empresas rentables (turismo, biotecnología, comercio) sobre la base de un nuevo compromiso con el naciente nuevo capitalismo nacional pequeño y mediano y el gran capital internacional. Algo parecido a lo que pasó en Rusia.

En buen castellano, que por su apego al poder, a la explotación asalariada de los trabajadores, y su actual impulso/contubernio con el incipiente capitalismo privado nacional y el gran capital extranjero, los que detentan el poder político en Cuba, han evolucionado hasta convertirse en una Nueva Derecha.

Desde luego, compuesta por personas distintas a la Derecha Tradicional asentada fundamentalmente en Miami; aunque con objetivos muy parecidos: dar amplia entrada al país al poder del capital privado nacional e internacional, y con medios y métodos similares como la reducción del dinero dedicado al capital variable (trabajo), cierre de empresas, reducción de personal y de los salarios, limitación de los derechos de los trabajadores en favor de sus empleadores, y otras bien expuestas en la llamada actualización.

Son dos polos capitalistas luchando por el poder en Cuba, entre viejos capitalistas y nuevos aspirantes a serlo que de hecho actúan y viven como burgueses, entre los que fueron expropiados y el poder que los expropió para sí y nunca para entregar los medios de producción a los trabajadores.

Y, en medio, una gran masa que no quiere volver al pasado oprobioso bajo control de la Derecha Tradicional ni quiere, tampoco, seguir siendo explotada por esa Nueva Derecha, que se declara heredera única de la Revolución que hemos hecho entre todos.

Y esa actitud de esa parte vieja de la izquierda internacional puede estar motivada por su afinidad ideológica con el neoestalinismo, por su conveniencia para seguir recibiendo los favores del gobierno cubano, por falta de información o simplemente por un falso concepto de solidaridad revolucionaria.

Por eso mismo, no ha comprendido que mucha de la oposición que enfrenta el gobierno de Cuba, no está generada por el imperialismo ni por la derecha de Miami, como quieren hacer ver el gobierno cubano, sus medios y voceros internacionales, sino por su propia acción económica y política, por sus abusivas formas de explotación de los trabajadores y profesionales cubanos, por sus restricciones a la libertad individual, por su modelo antidemocrático de gobierno, por la falta de libertades de expresión y asociación y por sus acciones innecesariamente violentas contra el pensamiento distinto sea de derecha, centro o izquierda.
Y desde luego la Derecha Tradicional, apoyada por el Imperialismo, aprovecha mediáticamente todos los errores y violaciones contra los derechos ciudadanos que comete la Nueva Derecha. Pero por el hecho de que la Derecha Tradicional y el Imperialismo, los usen en sus campañas contra el gobierno ya controlado por la Nueva Derecha Cubana, no dejan de ser violaciones a los derechos de los cubanos.
No pretendo que ese sector de la izquierda internacional suspenda su solidaridad con el proceso revolucionario cubano, el cual va muchos más allá de los actuales gobernantes coyunturales, convertidos en Nueva Derecha. No. Los luchadores por el socialismo necesitamos que siga y aumente esa solidaridad.

Pero esa izquierda internacional si en verdad lo es, tendría que revisar su torcido enfoque sobre la situación de los derechos humanos en Cuba, y volcar su apoyo hacia la crítica de la izquierda socialista y democrática cubana a la derechización económica y política del actual gobierno, por la realización de verdaderos cambios profundos en dirección a la socialización y democratización y en contra de la represión al pensamiento político diferente ejercida desde el poder del estado.

De lo contrario, esa solidaridad seguirá siendo con un estado cada vez más alejado de los ideales libertarios y democráticos que inspiraron el triunfo revolucionario en 1959 y que, por tanto, se distancia de los intereses genuinos de todo el pueblo cubano.

¿Y la solidaridad con el pueblo cubano, con sus trabajadores, con los reprimidos, que no son el gobierno, ni el partido, ni el estado, dónde quedaría?

Cada cual es libre de pensar y actuar como lo estime conveniente, pero a lo que nadie que se considere de izquierda tiene derecho es a desconocer las violaciones a los derechos ciudadanos que practiquen los gobiernos, aunque éstos se autodenominen revolucionarios, socialistas o de izquierda, cuando en verdad hacen políticas de derecha; y mucho menos a tratar de descalificar a quienes critican esos quebrantamientos.

Si alguna duda quedara, el actual anteproyecto de Código del Trabajo que trata de imponerse a los trabajadores por medio de la oficial CTC, -nada que ver con la de Lázaro, Jesús y Aracelio, obreros, negros y comunistas, verdaderos defensores de los intereses de los trabajadores contra el capital antes del triunfo del 59-, es una muestra clara de la defensa de los derechos de los empleadores, léase explotadores estatales o privados del trabajo asalariado, a costa del despojo de los derechos de los obreros, sin siquiera una sola alusión a que sean los trabajadores los que administren, posean o dirijan sus centros de producción o servicios.

La Derecha Tradicional y la Nueva Derecha, representan en Cuba el pasado, los tiempos de la Guerra Fría, el enfrentamiento entre las dos grandes potencias EEUU y la URSS. El futuro no les pertenece. Nuevas oleadas de jóvenes y viejos luchadores por el socialismo, por la democratización del sistema, por la liberación de las fuerzas productivas, por la libertad individual, por la libre expresión y asociación están enfrentando a esa Nueva Derecha que, al igual que la Tradicional, con sus políticas pondrían a Cuba al borde de la anexión real o virtual al vecino del Norte.

Los derechos humanos, son eso: humanos. No son de derecha ni de izquierda y su violación debe ser condenada por la izquierda donde quiera que sean transgredidos, ¿o van a caer en las mismas políticas de doble-rasero que critican en la actuación del imperialismo?
Socialismo por la vida.

http://www.havanatimes.org/

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