La vivienda: uno de los grandes fracasos del actual gobierno
Después de 10 años, el gobierno sólo ha podido construir 300.939 viviendas, una cantidad menor al número de viviendas construidas por los gobiernos de Jaime Lusinchi, Luis Herrera, y los segundos mandatos de Caldera y Carlos Andrés Pérez. Es lamentable decir, que adecos y copeyanos construyeron más viviendas en períodos gubernamentales de 5 años, que el gobierno de Chávez en 10.
Después de 10 años, el gobierno sólo ha podido construir 300.939 viviendas, una cantidad menor al número de viviendas construidas por los gobiernos de Jaime Lusinchi, Luis Herrera, y los segundos mandatos de Caldera y Carlos Andrés Pérez. Es lamentable decir, que adecos y copeyanos construyeron más viviendas en períodos gubernamentales de 5 años, que el gobierno de Chávez en 10.
Dos manchas resaltan en el rostro del actual gobierno: la inseguridad y el fracaso de la política de vivienda.
Después de 10 años largos de gobierno del presidente Chávez, y de inmensas expectativas generadas en el seno del pueblo, ya es evidente el desgaste gubernamental y el deterioro del respaldo popular. Recayendo sobre los dos temas antes mencionados, gran parte de la culpa de este deterioro, por ser los más salientes y de mayor impacto social, así como en el imaginario colectivo.
Si bien se ha avanzado en la aprobación de leyes y normas que en principio asegurarían el acceso a vivienda por buena parte de la población, es muy poco lo que en términos reales se ha avanzado. El fracaso gubernamental en esta materia se patentiza en algunos datos: por décimo año consecutivo, el gobierno es incapaz de cumplir con la meta de construcción de vivienda; es el segundo gobierno del período democrático-burgués con menos viviendas construidas como promedio anual (30.093), sólo superado por el de Rómulo Betancourt, cuyo promedio fue de 16.961.
Luego de una década, en Venezuela todavía hay un déficit de 3 millones de viviendas, según el Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Urbanos, incluyendo las viviendas que necesitarían mejoramientos y arreglos. Estas cifras coinciden con las gubernamentales. Para el año 2007 el Ministerio del Poder Popular de Vivienda y Hábitat estimaba el déficit en 2.800.000 viviendas, discriminadas en un millón de viviendas nuevas; 800.000 ranchos que debían ser sustituidos y otro millón de viviendas ubicadas en zonas de alto riesgo. Esto significa, que unas 13 millones de personas, sobre una población de 28 millones, carecen de vivienda en Venezuela.
Este panorama crítico es consecuencia de la carencia de una política estatal dirigida a revertir la situación, más allá del discurso supuestamente socializante y de las nuevas normas aprobadas.
Después de 10 años, el gobierno sólo ha podido construir 300.939 viviendas, una cantidad menor al número de viviendas construidas por los gobiernos de Jaime Lusinchi, Luis Herrera, y los segundos mandatos de Caldera y Carlos Andrés Pérez. Es lamentable decir, que adecos y copeyanos construyeron más viviendas en períodos gubernamentales de 5 años, que el gobierno de Chávez en 10.
Veamos: Rafael Caldera (1994-1998) edificó 341.666 viviendas; Carlos Andrés Pérez (1989-1993) 314.333; Jaime Lusinchi (1984-1988) 367.739, y Luis Herrera Campíns (1979-1983) 391.893.
Lo que ha construido el actual gobierno en 10 años, es lo que debería construirse anualmente durante una década, para cerrar el déficit habitacional, de acuerdo a lo afirmado por Farruco Sesto, uno de los numerosos ministros que ha tenido este sector.
El drama de la vivienda en nuestro país pone en evidencia la falacia del llamado “socialismo del siglo XXI”. Más allá del discurso oficial, y de los afiches del Ché Guevara que adornan a muchas oficinas estatales, la política de colaboración de clases que prevalece en el actual gobierno, y que sigue reproduciendo las estructuras y prácticas políticas propias del capitalismo, impiden resolver este y otros tantos males que todavía padecen los venezolanos. Esto se puede aplicar a la crisis del sector eléctrico, evidenciada en continuos y cada vez más largos apagones; la escasez de agua; la crisis de la salud, que ha tenido que ser reconocida por el propio Presidente. Mientras banqueros, importadores y boliburgueses, continúan disfrutando de la danza de petrodólares que durante 10 años inundaron las arcas del tesoro nacional.
Una verdadera política revolucionaria, en el tránsito al socialismo, necesitaría partir de dos aspectos, íntimamente relacionados. Por una parte, un PLAN NACIONAL DE CONSTRUCCION DE VIVIENDAS, INFRAESTRUCTURA Y OBRAS PUBLICAS, concertado con las organizaciones populares, sindicatos del sector y gremios profesionales, que edifique viviendas sobre la base de las necesidades anuales del país, y que a la vez, enfrente el fantasma del desempleo y el subempleo, dinamizando el sector construcción, sin duda, uno de los motores de la economía.
Por otra parte, la brecha habitacional no se cerrará definitivamente, sólo construyendo nuevas viviendas. Esta es una tarea demasiado ardua, dado el elevado déficit, y excesivamente costosa. De allí que sea necesario, como parte de la construcción del socialismo llevar a cabo una reforma urbana, tal como se hizo en Cuba en los años 60, expropiando a los grandes propietarios de condominios y edificios en las urbes, así como a las empresas inmobiliarias y constructoras, y colocándolas bajo control directo de los sindicatos y organizaciones populares.
*Profesor de la UCV y dirigente nacional de la Unidad Socialista de Izquierda