3 octubre, 2024

Las nuevas tareas de la revolución egipcia

La caída del dictador Mubarak ha sido un inmenso triunfo de la movilización revolucionaria del pueblo egipcio, de sus jóvenes y de los trabajadores. Durante 18 días produjeron una insurrección popular marchando y tomando la Plaza de la Liberación de El Cairo y movilizándose en todo el país. Millones festejaron en Egipto y en todos los países del mundo esta victoria del pueblo egipcio.

La caída del dictador Mubarak ha sido un inmenso triunfo de la movilización revolucionaria del pueblo egipcio, de sus jóvenes y de los trabajadores. Durante 18 días produjeron una insurrección popular marchando y tomando la Plaza de la Liberación de El Cairo y movilizándose en todo el país. Millones festejaron en Egipto y en todos los países del mundo esta victoria del pueblo egipcio.

La clase trabajadora egipcia ha irrumpido con toda su fuerza con una ola de huelgas. La lucha del pueblo egipcio continúa para impedir que los militares y la oposición burguesa e islámica aborten el proceso revolucionario abierto y para lograr un verdadero cambio de fondo político y social.
Egipto mostró el poderío de las masas movilizadas

La revolución egipcio ha dado un gran ejemplo a los pueblos del mundo, como antes lo había mostrado la revolución tunecina, derribando a otro dictador. En Egipto se mostró que las masas movilizadas tienen un poderío como para lograr victorias que tiempo atrás parecían imposibles.

Durante semanas lograron derrotar a la policía y paralizaron a uno de los ejércitos más grandes del mundo. Mubarak ordenó que saliera el ejército a las calles para imponer un toque de queda que nunca se cumplió. Los soldados, con sus tanques, terminaron confraternizando con el pueblo. Los altos mandos se paralizaron y no pudieron dar orden de reprimir.

El pueblo movilizado también derrotó a las bandas fascistas de Mubarak que intentaron enfrentar a la población concentrada en la Plaza de la Liberación. Luego se jugaron a un desgaste de la movilización y no lo lograron. Mubarak hizo un último intento por sostenerse con un discurso que anunció que iba a seguir en el poder y lo único que logró fue que creciera la movilización. Al otro día, Mubarak huía de El Cairo. Triunfaba al revolución. En los últimos días fue decisivo el vuelco de la clase trabajadora para terminar de inclinar la balanza. Miles de trabajadores se declararon en huelga en todo el país. Hasta los trabajadores del Canal de Suez paralizaron sus trabajos.
La caída de Mubarak es gran una derrota política del imperialismo yanky

Mubarak y su régimen eran una pieza clave para la política del imperialismo en el Medio Oriente, de sostener al estado sionista de Israel, buscando someter al pueblo palestino que resiste heroicamente. Egipto es el país más grande del mundo árabe con 80 millones de habitantes y junto a Jordania, son los únicos países árabes que reconocen a Israel. Tan agente de los yanquis era Mubarak, que sostenía un bloqueo en la frontera de la Franja de Gaza, para colaborar con Israel en el intento de debilitar la lucha de los palestinos.

Por eso Obama, el imperialismo europeo e Israel intentaron de todas las formas posibles que Mubarak se sostuviera en el poder y que, como mínimo, no fuera derribado por las masas. Buscaron montar una “transición” pactada con la oposición burguesa al régimen, con Baradei y los Hermanos Musulmanes. Todo eso fracasó.

La caída de Mubarak significa otra dura derrota del imperialismo yanky en la región y de su aliado Israel. De esta manera se profundiza la crisis política y militar que vive el imperialismo desde la derrota militar sufrida en Irak con el fracaso de la invasión.

El miedo de todos los gobiernos del mundo al efecto contagio de la revolución, hizo que no se pronunciaran ni apoyaran abiertamente la movilización del pueblo egipcio. Los supuestos gobiernos “antiimperialistas” como Chávez, Evo Morales, el gobierno de Irán o la OLP , todos callaron. Hasta Hamas prohibió las marchas de los palestinos de la Franja de Gaza, en solidaridad con el pueblo egipcio. Recién después de la huida Mubarak, estos gobiernos y dirigentes salieron a “saludar” al pueblo egipcio.

Este inmenso triunfo del pueblo egipcio, sumando al de Túnez, debilita al imperialismo e impacta sobre todos los pueblos árabes de la región que enfrentan a otros regímenes dictatoriales y proimperialistas. Por eso se multiplican las movilizaciones en Yemen, Argelia, Jordania, Bahrein e Irak. Está abierta la posibilidad de nuevos triunfos revolucionarios de los pueblos árabes. Todo esto favorece también la causa del pueblo palestino y ahonda a la debilidad del imperialismo yanqui.

Triunfó una revolución democrática, la lucha continua.

En Egipto ha triunfado una revolución democrática, los trabajadores, la juventud y el pueblo egipcio han derribado a la dictadura. El hecho de que se hagan cargo del gobierno los militares, no significa que no haya triunfado una revolución. Se trata de un primer gran triunfo. La ausencia de una dirección revolucionaria, por ahora, ha impedido que la revolución culmine con un poder de los trabajadores y el pueblo.

Por la composición militar del nuevo gobierno podría pensarse que nada cambió, que la dictadura continúa. Pero de ninguna manera es así.

Las masas movilizadas quebraron a la dictadura. El Consejo Supremo aunque comande un ejército, tiene un poder muy precario. Los militares, presionados por la movilización revolucionaria, han tenido que ceder con algunas de las reivindicaciones democráticas de la revolución. Disolvieron el Parlamento, suspendieron la Constitución de la dictadura, ratificaron que solo estarán 6 meses en el poder y que se hacen las elecciones en setiembre.

Los militares no pudieron derrotar la movilización y, menos que menos, pudieron dar un golpe contrarrevolucionario. Los Fuerzas Armadas no tuvieron otra salida, que hacerse cargo del gobierno, con el apoyo del imperialismo y la oposición burguesa e islámica, para evitar que se profundizara la revolución con una posible división militar, con un sector de los soldados y la suboficialidad pasándose con sus armas a sumarse al pueblo.

Desde ya el gobierno militar no puede ser apoyado ni el pueblo egipcio puede depositar ninguna confianza en ellos, como si lo han hecho los Hermanos Musulmanes y el político liberal Baradei. Es un gobierno capitalista proimperialista y, por lo tanto enemigo de los trabajadores y el pueblo. Por eso, junto con los anuncios señalados, también ratificaron los pactos militares con el imperialismo e Israel, para dar “tranquilidad” a estos enemigos del pueblo.

Los trabajadores y el pueblo egipcio, tienen planteado seguir movilizados para imponer sus reivindicaciones democráticas, políticas y sociales.

Las nuevas tareas de la revolución egipcia y la lucha por el poder de los trabajadores y el pueblo

La contradicción de la revolución egipcia radica en que, si bien fueron las masas, la juventud, con su Movimiento 6 de Abril, los trabajadores y los sectores populares, los que derribaron a Mubarak, en el poder están los militares con el apoyo del imperialismo y la oposición burguesa e islámica.

En Egipto ha triunfado una poderosa revolución que en sus primeros momentos ha logrado conquistas democráticas fundamentales, como la liquidación de Mubarak y su régimen dictatorial, y la libertad de movilización y de organización. Sin embargo, la revolución sigue abierta y las masas aspiran a más, como lograr empleos masivos, salarios dignos, mayores libertades políticas y sindicales, la soberanía nacional, etc. Lo cual entra en contradicción con la política imperialista, con la cúpula del ejercito y con las direcciones opositoras burgueses e islámicas, que sueñan y hacen los mejores esfuerzos para que la revolución no trascienda las reivindicaciones democráticas y no avance claramente en una perspectiva obrera y socialista.

El pueblo egipcio no salió sólo a reclamar libertades democráticas, sino también contra la desocupación masiva y los salarios de hambre en las empresas privadas, bancos y empleos públicos. Estos males son producidos por la dominación de las multinacionales asociadas a la burguesía local y a los corruptos gobernantes a su servicio. Para resolver esto es necesario tomar medidas de expropiación de las multinacionales y de los bienes de los gobernantes, los militares y sus familias, que representan a la mayor parte de la burguesía local. Es decir, es necesario tomar medidas anticapitalistas y socialistas para poder cumplir los reclamos de justicia social.

Para los socialistas revolucionarios, el proceso revolucionario debe continuar porque ahora, más que nunca, está planteado que las tareas pendientes democráticas, antiimperialistas y anticapitalistas solo pueden llegar hasta el final con un gobierno de los trabajadores y el pueblo, del Movimiento 6 de abril, los sindicatos y las organizaciones populares de los que se jugaron para derribar a Mubarak.

El pueblo se ha retirado de la Plaza pero sigue alerta. Ahora salen con toda la fuerza los trabajadores por sus reclamos. Hay que exigir que se anule el aumento del 15% decretado por Mubarak y que se otorgue un aumento de emergencia generalizado que cubra la canasta básica. Se habla de la fortuna de Mubarak de cerca de 70 mil millones de dólares, hay que exigir que se incaute esa fortuna corrupta y todas propiedades y fortunas de los hombres del ex régimen, para volcar ese dinero a las necesidades del pueblo. No basta con la disolución del Parlamento, que se disuelvan todos los organismos represivos, que se encarcele y juzgue a los asesinos del pueblo. Fuera el estado de emergencia. Que se autorice la libertad de organizarse política y sindicalmente a los soldados y a la suboficialidad de las Fuerzas Armadas. Que se reestaticen todas las empresas que fueron privatizadas por la dictadura, bajo el control y administración de los trabajadores. El nuevo gobierno habla de modificar la Constitución , pero lo quiere hacer a espaldas del pueblo negociando, entre bambalinas, con la oposición burguesa e islámica. Hay que rechazar todo esto y reclamar que se convoque a elecciones de una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, donde el pueblo debata todo y resuelva reorganizar el país al servicio de las necesidades de los trabajadores y el pueblo.

La clase trabajadora sale a la calle

Una de las expresiones del triunfo revolucionario es la irrupción masiva de la clase trabajadora.

Aún cuando el Consejo Supremo prohibió las huelgas, nadie le hizo caso. Las huelgas se multiplicaron hasta convertirse en una huelga casi general. Están en lucha los trabajadores de los ministerios, incluido el estratégico ministerio de Petróleo, de Salud y Cultura, ocupando sus lugares de trabajo, reclamando una mejora salarial y la salida de los altos funcionarios relacionados en hechos de corrupción. Están haciendo paros, protestas y ocupaciones de sus lugares de empleo por mejoras en sus condiciones de trabajo los textiles, ferroviarios, trabajadores de telecomunicaciones, el correo, bancarios, los maestros, petroleros, del aluminio, farmacéuticos, trabajadores del Canal de Suez y hasta los policías exigen un salario igual a los militares y fueron a la plaza Tahrir a decir que se solidarizaban con la revolución. El personal de la mayor empresa pública textil del país, Misr (24.000 empleados), en Mahalá al Kubra, en el delta del Nilo, suspendió su huelga indefinida, pero anunció que seguirá su lucha por salarios.

La agencia oficial de noticias Al-Ahram relataba: “El vicepresidente del Sindicato de Trabajadores Egipcios, Mostafa Mongy, permanece detenido desde el lunes (7 de febrero) por la mañana por los empleados para exigir su inmediata renuncia». ¡El segundo jefe de la corrupta burocracia sindical fue detenido por sus propios empleados!. Al mismo tiempo se constituyó una nueva Federación de Sindicatos Independientes.

Mahmud Nassar, líder del Movimiento de los Jóvenes, afirmó que no suspenderán las protestas hasta que se libere a todos los presos políticos. El Consejo Supremo intenta todos los días desmontar este poderoso torrente revolucionario, pero hasta ahora no ha tenido éxito.

Desarrollar y fortalecer a los nuevos organismos sindicales y populares

Las protestas obreras, juveniles y populares continúan. Este es el camino para seguir luchando por un verdadero cambio de fondo. Por eso también la revolución egipcia pone sobre el tapete la cuestión de la dirección política del proceso revolucionario.

Ante la ausencia de una dirección revolucionaria se corre el riesgo que esta hgran revolución se congele. Por eso los revolucionarios apostamos e incentivamos a que las masas pasen por encima de las direcciones burguesas, y proimperialistas, construyan su propia herramienta política revolucionaria y le den una perspectiva socialista, como hoy se vive en pequeña escala en la cuenca minera de la ciudad de Redeyef, en Túnez, en donde los sindicatos han tomado el control de la gobernación.

.La experiencia del proceso revolucionario y de las luchas obreras de los últimos años, han permitido avances organizativos y en la conciencia política, muy importantes. Como lo plantean los obreros metalúrgicos de Helwan es necesario, en lo inmediato, desarrollar y fortalecer los comités obreros y populares, verdaderos organismos de poder dual existentes, así como el movimiento juvenil 6 de Abril, los sindicatos que llamaron a las huelgas, la nueva Federación de sindicatos independientes y también proponer comités democráticos de soldados y suboficiales para defender la revolución.

Llamamos a la solidaridad con los trabajadores y la revolución egipcia y de todos los países árabes, exigiendo: ¡Fuera el imperialismo yanqui y europeo de los países árabes y Medio Oriente! ¡Fuera las tropas yanquis de Irak, Afganistán y de todas sus bases en la región! ¡Ruptura de relaciones con Israel y apoyo a la lucha palestina! ¡Abajo las corruptas dictaduras árabes!

Secretariado Internacional de la UIT-CI

18 de febrero de 2011

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