Las políticas sociales compensatorias y los gobiernos de izquierda en América Latina
Presentadas como instrumentos de combate a la miseria, las políticas sociales compensatorias son responsables por buena parte de la popularidad de los gobiernos supuestamente de “izquierda” en América Latina. Con ellos, los programas sociales compensatorios ganaron importancia y se ampliaron, sirviendo para reforzar la supuesta imagen de “combate a la miseria” de estos presidentes. En Brasil, la Bolsa de Familia, se convirtió en la principal vidriera del gobierno de Lula. En Bolivia, el gobierno de Evo Morales implementó el bono escolar Juanito Pinto y el bono Renta Dignidad para los ancianos. En Venezuela, Hugo Chávez mantiene las llamadas Misiones Sociales. Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, creó el Hambre Cero.
Presentadas como instrumentos de combate a la miseria, las políticas sociales compensatorias son responsables por buena parte de la popularidad de los gobiernos supuestamente de “izquierda” en América Latina. Con ellos, los programas sociales compensatorios ganaron importancia y se ampliaron, sirviendo para reforzar la supuesta imagen de “combate a la miseria” de estos presidentes. En Brasil, la Bolsa de Familia, se convirtió en la principal vidriera del gobierno de Lula. En Bolivia, el gobierno de Evo Morales implementó el bono escolar Juanito Pinto y el bono Renta Dignidad para los ancianos. En Venezuela, Hugo Chávez mantiene las llamadas Misiones Sociales. Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, creó el Hambre Cero.
Sin embargo, los programas compensatorios no son una exclusividad de los gobiernos supuestamente de “izquierda”. Los de derecha también aplican estas medidas, como Alan García, presidente del Perú, o el gobierno de Pakistán. Incluso la ciudad de Nueva York, en los Estados Unidos, tiene un programa de estos, el Opportunity NYC.
Esas medidas compensatorias también se transforman en un formidable instrumento electoral para los gobiernos. En Brasil, es a través de la dependencia creada entre un sector de la sociedad al pago de la Bolsa de Familia, que el gobierno consigue obtener una importante base electoral. Así, programas sociales compensatorios se volvieron un instrumento de control político de la miseria.
Vieja recomendación
Los programas sociales compensatorios responden a una recomendación de una de las principales instituciones del capital financiero internacional, el Banco Mundial. Bajo el avance de las políticas neoliberales en los años 1990 (privatización, flexibilización financiera y labora, disminución de los presupuestos destinados para las áreas sociales, como la salud y la educación, pago de los intereses de las deudas internas y externas), la institución paso a defender la creación de mecanismos que “compensasen” el desempleo y la miseria producida por la devastadora globalización capitalista. De esta forma, el Estado disminuiría sus gastos en jubilaciones, educación y salud públicas, para subsidiar un programa que ofreciese una garantía preventiva delante de una probable revuelta de hambrientos y desempleados.
Uno de los documentos del Banco Mundial recomienda que “los países vuelvan mas equitativos sus programas de gastos públicos, dirigiéndolos a personas que realmente precisan de ellos, en vez de gastar los recursos subsidiando programas para los mas abastecidos, como en el consumo de energía, jubilaciones, pensiones y universidades publicas”. O sea, para el Banco Mundial, los programas sociales compensatorios representan gastos mucho menores que enviar dinero para programas como inversiones en escuelas, hospitales y otros servicios públicos que ayudarían de forma más eficiente a vencer la pobreza. El objetivo es economizar para pagar los intereses de la deuda externa.
Hoy, el Banco Mundial así como el Fondo Monetario Internacional (FMI) no se cansan de elogiar las medidas sociales compensatorias como la Bolsa de Familia del gobierno de Lula. Recientemente, un director del FMI dijo que la Bolsa de Familia es un ejemplo de un programa social “bastante eficiente” que beneficia a familias a un “costo bajo”.
Es fácil entender el entusiasmo del fondo cuando comparamos el presupuesto distribuido por el gobierno a la Bolsa de Familia, con los resultados de su política económica. En su primer mandato, el gobierno petista aumento en casi 400% los lucros de los empresarios. Solo el año pasado, durante el auge de la crisis económica, las empresas llegaron a doblar su lucro líquido en R$ 34 billones (Valor Económico 10/03). Para salvar a los empresarios de la crisis, el gobierno les dio R$ 370 billones.
Reformismo sin reformas
La adopción de políticas sociales compensatorias ni siquiera puede ser comparada a un programa de reformas del capitalismo, otrora defendido por la izquierda reformista. Como bien indica el Banco Mundial, ese tipo de política se inserta en un conjunto de ataques a los derechos de los trabajadores. Si en el pasado, las luchas de la clase trabajadora consiguieron arrancar tales conquistas, como los derechos laborales, Previsión Social, servicios públicos y gratuitos, hoy el capital invierte toda su fuerza contra cada una de ellas. Esa situación muestra claramente que cada una de las conquistas o reformas obtenidas por el movimiento obrero (por heroica que haya sido) no podrá ser mantenida por mucho tiempo mientras el capitalismo siga en pie.
En un contexto de crisis económica, el capitalismo atacará aun más las reformas conquistadas en el pasado por los trabajadores. Para eso, se valdrá de la izquierda reformista, que desertó del campo de la defensa de las reformas para defender políticas neoliberales asistencialistas.
En lugar de defender medidas efectivas que promuevan la creación de empleo (como reforma agraria, disminución de la jornada de trabajo, nacionalizaciones etc.), los gobiernos de la izquierda reformista pasaron a administrar los planes económicos neoliberales para “compensar” la miseria producida por la manutención del neoliberalismo.
Empleo en lugar de asistencialismo
Programas sociales compensatorios no disminuirán la miseria de los países latinoamericanos, y son absolutamente ineficaces para combatir las raíces de la miseria. Los gobiernos que se dice de “izquierda” que hoy aplican medidas compensatorias dejan de enfrentar los problemas estructurales de la miseria. No hacen la reforma agraria y no rompen con una política económica que beneficia a los empresarios y condena a millones al desempleo.
Al no cambiar la política económica, los gobiernos mantienen los bajos salarios de los trabajadores y el desempleo. Sin embardo, para cambiar esto hay que comenzar por aquello que los gobiernos de “izquierda”no hicieron: con un cambio profundo de la política económica a través de la ruptura con el imperialismo, como el fin del pago de las deudas externas, nacionalización de los recursos naturales y expropiación de las grandes multinacionales. Esa ruptura permitiría utilizar el dinero dado a los capitalistas para enfrentar los problemas sociales urgentes.
En ningún país del continente donde exista algún tipo de programa compensatorio hubo una disminución considerable del desempleo. Pero es posible utilizar los avances de la tecnología para disminuir la jornada de trabajo y erradicar el desempleo. Apenas la reducción de la carga de trabajo semanal absorbería millones de trabajadores que hoy están desempleados.
En vez de “compensar” la miseria producida por la manutención del neoliberalismo, es preciso romper con el imperialismo para acabar con el hambre y la miseria.
Traducción: Ronald León