Las y los trabajadores no debemos pagar la crisis
Nuestro país se encamina hacia una profunda crisis económica, con una drástica reducción del crecimiento económico, que podría llegar a cero en los primeros meses del próximo año.
Nuestro país se encamina hacia una profunda crisis económica, con una drástica reducción del crecimiento económico, que podría llegar a cero en los primeros meses del próximo año. La inflación reconocida por el gobierno ya casi rebasa el 6 por ciento, pero los aumentos salariales apenas alcanzan el 4.25.
Los precios del petróleo se desploman y la recesión económica hará mucho más difícil que los capitalistas arriesguen su dinero en negocios que no les prometan elevados dividendos; las remesas enviadas por los paisanos que trabajan en Estados Unidos también caen irremediablemente porque en ese país se pierden también cientos de miles de empleos. Ya se anuncian recortes drásticos en el presupuesto del año próximo y en eso también, como en la reforma petrolera, todos los partidos se están poniendo de acuerdo.
Ante esta situación, los trabajadores del STUNAM, encabezados por Agustín Rodríguez, tomaron la opción del miedo promovida por los empresarios, que impulsa el secretario del Trabajo, Javier Lozano, quien advirtió a los sindicatos que no deberían pedir más salario para preservar los empleos, aceptando un incremento del 4.25 por ciento, lo que representa una reducción real del nivel de su salario de cerca del 2 por ciento.
En el fondo, el STUNAM decidió colaborar al rescate de los patrones, pues el sacrificio de los trabajadores servirá para que multimillonarias sumas se destinen a salvar a los empresarios, como los dueños de Comercial Mexicana, que recibieron un crédito de Nacional Financiera por más de 3 mil millones de pesos, para salir de la quiebra.
La otra opción es la que han tomado los maestros del país, que dan la batalla contra la Alianza por la Calidad Educativa (ACE) y por defender sus empleos y conquistas laborales. Es la misma que han tomado los textileros de Ocotlán, Jalisco, en huelga desde hace más de un año y medio y que no dejan de movilizarse exigiendo la reapertura de su fábrica. También los obreros de la llantera Tornel, que para defender su derecho a la libertad sindical han resistido todo tipo de maniobras y agresiones por parte de empresarios y de charros de la CTM; lo mismo que los mineros, que desde hace poco más de un año están en huelga en Sonora, Guerrero y Zacatecas, exigiendo mejores condiciones de seguridad en el trabajo y el respeto a la libertad sindical, igual que los obreros de la Industria Vidriera del Potosí, donde decenas de despedidos siguen luchando por su reinstalación.
Los trabajadores no debemos pagar la crisis. Se pueden conservar los empleos, se pueden otorgar aumentos salariales que incluso superen el porcentaje de la inflación; se puede sostener el gasto social en educación, salud, viviendas y obras públicas; pero se necesita que los que más tienen pongan más dinero, se requiere que las ganancias de los empresarios sean recortadas, hay que obligarlos a pagar mayores impuestos y prohibirles subir los precios. Las fábricas que pretenden ser cerradas deben ser expropiadas, también las que se declaren fraudulentamente en quiebra. En lugar de rescatar a los voraces empresarios, esos miles de millones de pesos deben destinarse a mejorar las escuelas, a conservar e incrementar las prestaciones laborales de los maestros, para así elevar el nivel educativo y garantizar un futuro independiente para el país.
Esto no ocurrirá por la buena voluntad patronal o de los partidos políticos del régimen, es fundamental movilizarse y quitarse de encima a líderes corruptos que únicamente defienden los intereses patronales. Por eso es importante la lucha de los maestros, quienes enfrentan la política gubernamental y pugnan por expulsar de su sindicato a una de las más grandes criminales del país, la corrupta Elba Esther Gordillo, aliada predilecta de Felipe Calderón.
Sin embargo, existe el riesgo de que las luchas queden aisladas y así no será posible triunfar. La lucha de los maestros en un solo estado no conseguirá derrotar la ACE; ahí está el ejemplo de Morelos, donde a pesar de la lección de resistencia y dignidad que están dando los profesores, ni el gobierno estatal ni las autoridades de la SEP ceden a las exigencias del movimiento.
Para ganar, los maestros deben unir su lucha en todo el país, como lo hicieron en 1989, cuando consiguieron no sólo diversas conquistas económicas, sino también destituir al charro Carlos Jonguitud. Con un paro nacional indefinido, decidido democráticamente, apoyado por padres de familia y estudiantes, respaldado también con acciones de solidaridad por parte de otros sindicatos y organizaciones, será factible obtener la cancelación del convenio que engendró la ACE y la caída de la Gordillo y sus títeres locales.
Ese triunfo podría abrir mejores condiciones para defender los derechos, los empleos y el gasto social, si la UNT, los electricistas del SME, el sindicato minero, y las numerosas organizaciones independientes se proponen seriamente preparar las condiciones para una huelga nacional que obligue a los capitalistas y al gobierno a pagar la crisis que ellos mismos crearon.