Libia: Comites populares toman el control del este del pais
Libia
Comités populares toman el control del este de Libia
Uypress y Agencias
http://www.uypress.net/
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Comités populares toman el control del este de Libia
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El dictador libio, Muamar Gadafi, está perdiendo el control de parte del país. Desde la frontera con Egipto hasta la segunda ciudad de Libia, Bengasi, los comités populares se han hecho dueños de la situación. También desde Misurata, a apenas 200 kilómetros al este de Trípoli, llegan noticias de que la oposición se ha hecho con el control de la zona.
No se ve un solo militar, mejor dicho, un solo uniforme, ya que muchos soldados se han despojado de su vestimenta oficial y ayudan a controlar el territorio libio vestidos de civil y fuertemente armados con kalashnikov.
Los habitantes libios de la ‘zona liberada’ enarbolan banderas anteriores al régimen de Gadafi y corean consignas a favor de una monarquía, ligándola a la ansiada libertad.
En la ciudad de Tobruk, cientos de personas se manifestaban esta mañana a favor de la democracia y en contra del dictador. En la localidad hubo tres días de revueltas, en las que murieron cuatro personas. Donde sigue habiendo muertos en las calles es en la ciudad de Bengasi.
«El único miedo que tenemos es que Gadafi envíe más mercenarios para retomar el control», decía Alá Faddala, miembro de uno de los comités populares que ‘gobiernan’ Tobruk. «Pero incluso así, no nos rendiríamos», añadía.
La situación copia el esquema de la revolución egipcia, al más puro ‘estilo Tahrir’, la plaza de El Cairo donde se gestó y triunfó la revuelta. Los comités populares se encargan de gestionar y organizar todo, el día a día, la seguridad en las calles, en las carreteras (fuertemente vigiladas por civiles armados), la limpieza, el reparto de comidas…
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Ola de cambio en el mundo islámico – Revuelta popular en Libia
Gadafi: «Si quieren pelea, tendrán pelea»
Primera aparición del líder libio ante sus seguidores en una plaza pública desde que comenzó la revuelta.- Al menos cinco muertos durante una manifestación anti-Gadafi en Trípoli.- El régimen lanza un desesperado contraataque para someter a dos ciudades cercanas a la capital
pobladores hablan de que algunas áreas de la capital libia están bajo control de los opositores. Pero «otras áreas, principalmente las que rodean la zona de Bab al Azizia están bajo el control de los partidarios de Gadafi y de sus fuerzas de seguridad», ha dicho un residente de esta zona, que manifiesta que es «muy peligroso salir de Trípoli».
Comites ciudadanos controlan varias ciudades
Algunos bancos de Tobruk abrieron ayer después de que durante la madrugada llegara dinero desde Bengasi, ciudad totalmente en poder de los alzados. «Aunque no se puedan pagar los salarios, vamos a intentar asegurar unos 200 dinares por persona para que la gente pueda seguir comprando comida», explicaba Mohamed Saleh, uno de los líderes del comité ciudadano que controla Tobruk. Pero incluso en las zonas rebeldes, donde se intenta mantener cierto orden, sigue habiendo «elementos incontrolados», explicaba Saleh.
Tal como sucedió en Túnez durante el alzamiento, en enero, contra el dictador Zine el Abidine Ben Ali, estos comités de ciudadanos improvisan para tratar de organizar la vida cotidiana en las ciudades, aunque su principal cometido es garantizar un mínimo de seguridad en las calles.
Á. DE CÓZAR / N. TESÓN | Ras el Ajdir / Shahat 25/02/2011
Muamar el Gadafi ha escenificado hoy una muestra de fuerza al aparecer en la plaza Verde de Trípoli y ofrecer un discurso a una multitud de seguidores, a la que ha llamado «a defender Libia y sus intereses petroleros». «Triunfaré sobre los enemigos», ha asegurado Gadafi en la primera aparición pública ante sus fieles desde que comenzó la revuelta -el tercer discurso esta semana-, transmitida en vivo por la televisión estatal y con la que pretende mostrar al mundo que aún cuenta con respaldo en el último reducto donde mantiene todo el poder, tras haber perdido terreno en el oeste y algunas zonas del este del país. El discurso de Gadafi se ha producido mientras en algunos distritos de la capital libia se han registrado hoy enfrentamientos entre manifestantes opositores y las fuerzas de seguridad que han dejado al menos cinco muertos, según testigos.
Libia
A FONDO
Capital:
Trípoli.
Gobierno:
República Popular Socialista.
Población:
6,173,579 (est. 2008)
«Vamos a responder a todo extranjero, como hemos hecho antes en el pasado», ha dicho Gadafi. «Esta es la fuerza del pueblo libio…Si quieren pelea, tendrán pelea», ha agregado Gadafi desde la plaza Verde, en el centro de Trípoli. Miles de personas, portando pancartas y banderas de la Libia de Gadafi, alentaban al líder con gritos de apoyo. En un discurso incendiario, el líder libio ha dicho que está dispuesto a dar armas a sus seguidores para aplacar la revuelta: «Con el pueblo armado, podemos derrotar todas las agresiones. Cuando sea necesario, abriremos todos los depósitos de armas al pueblo de Libia. Libia se convertirá en una llamarada roja», ha dicho.
Gadafi ha decidido refugiarse en Trípoli por lo que policías y soldados en gran número han bloqueado los accesos entre el aeropuerto militar de Mitiga y la capital y están haciendo requisas a los coches, según han contado testigos a Reuters. Otros pobladores hablan de que algunas áreas de la capital libia están bajo control de los opositores. Pero «otras áreas, principalmente las que rodean la zona de Bab al Azizia están bajo el control de los partidarios de Gadafi y de sus fuerzas de seguridad», ha dicho un residente de esta zona, que manifiesta que es «muy peligroso salir de Trípoli».
La policía ha disparado hoy contra una manifestación antigubernamental en el distrito de Janzour, en el oeste de Trípoli, causando la muerte a al menos cinco personas, según dijeron testigos a la agencia Reuters. Mientras en el distrito de Fashlum, en el este de la capital libia, las fuerzas de seguridad han realizado disparos al aire al tiempo que opositores gritaban lemas contra el líder Muamar el Gadafi. La situación en Trípoli es «crítica» según ha informado a través de Twitter el Movimiento Juvenil Libio.En la capital, informa ese grupo opositor, se están registrando «disparos, lanzamiento de gases lacrimógenos y arrestos» y que la gente está fuera de sus casas en unas protestas en las que también están participando mujeres. Según testigos consultados por EL PAÍS en Trípoli, las fuerzas de Gadafi «tiran a matar».
Hoy es día de oración en Libia y las fuerzas de seguridad han sido desplegadas en torno a las mezquitas de Trípoli para reprimir las protestas. La cadena Al Yazira también informa de «intensos tiroteos» en el barrio de Yumhuría y en un sector de la capital donde se instala los viernes un mercado popular.
En las últimas 24 horas, la violencia se ha apoderado de las afueras de Trípoli, pero esta mañana ha llegado a distritos de la ciudad. Testigos cuentan que cerca de la mezquita de Slatnah, en Janzour, cantaban lemas como «con nuestras almas, con nuestra sangre protegeremos Bengasi».
Gadafi pierde el control de varias partes del país
Las fuerzas de seguridad libias han tratado de recuperar el control del poblado de Zauiya, a unos 50 kilómetros al oeste de la capital, pero han sido repelidos por opositores al Gobierno, según los testigos. Esta ciudad estratégica, sede de una terminal petrolera en la autopista principal hacia Trípoli, se ha convertido en el centro de enfrentamientos entre fuerzas leales a Gadafi y civiles -algunos de ellos armados- que quieren la caída del líder libio tras 41 años en el poder.
Zauiya recibió ayer un duro castigo por su rebelión. Fuerzas especiales de Gadafi y los mercenarios africanos del casco amarillo -ya célebres entre los libios por su crueldad- atacaron sin piedad a los habitantes de Zauiya, último punto en el mapa antes de llegar a Trípoli, donde se esconde Gadafi. Algunos testigos hablaban de que los matones dispararon con ametralladoras pesadas y lanzaron granadas. Los ataques dejaron 100 muertos, según el canal de televisión catarí Al Yazira.
Gadafi, como ha reconocido su hijo, ha perdido el control del este, una vez esfumados, detenidos o muertos los soldados y mercenarios que sembraron el terror durante días. Los leales al tirano contraatacaron ayer en una ciudad del oeste cercana a la frontera con Túnez, y en Musratha, ciudad a un centenar de kilómetros al este de Trípoli que a última hora del jueves Reuters aseguraba que había caído del lado de los rebeldes. La del Gobierno «es una acción desesperada», comentaban algunos rebeldes en Libia oriental, una zona liberada ya de la presencia del régimen. Pero Gadafi -también los dictadores tunecino y egipcio se aferraban al poder antes de su fuga o dimisión- parece dispuesto a no rendirse y acumula tropas y congrega a sus matones en la capital.
Los enfrentamientos armados en el occidente del país entre los recién constituidos consejos populares y las fuerzas del coronel sirvieron ayer de preludio para lo que se aventura como el episodio final del dictador: la batalla de Trípoli. El enfrentamiento decisivo puede comenzar hoy mismo, viernes, el día santo del Islam, la jornada en la que invariablemente la oposición egipcia golpeó con más fuerza al régimen de Hosni Mubarak. Las protestas en la capital libia a partir de esta mañana ya se han anunciado.
Los 200 kilómetros de carretera que conducen hasta Trípoli desde la frontera con Túnez siguen controlados por soldados y brigadas especiales del Gobierno libio, según los testimonios de los refugiados que salen del país por el paso fronterizo de Ras el Ajdir. Sin embargo, varios pueblos y ciudades -entre ellas, Zuara, Sabratah y Zauiya- continúan desde el miércoles tomadas por los ciudadanos.
Un dictador encerrado en sí mismo
El dictador, cada vez más encerrado en sí mismo y en su verborrea, hizo ayer otra declaración por teléfono en la televisión pública, la tercera desde que empezaron las protestas el 15 de febrero. Gadafi abandonó el gesto duro que había protagonizado su discurso del miércoles y lo sustituyó por uno paternalista, más conciliador, pero que rozó lo demencial. «Son jóvenes de 17 años a los que les dan píldoras alucinógenas con las bebidas, la leche, o el Nescafé», dijo el gobernante libio refiriéndose a los ciudadanos que protagonizan la revuelta. Gadafi llamó «hijos de Libia» a los muertos que está dejando la revolución, aseguró que Bin Laden estaba detrás de la revuelta y pidió calma. Así despachó la semana en la que su país se ha levantado contra su tiranía. «Quien rinda las armas y muestre arrepentimiento no será perseguido legalmente. Los comités de la revolución [uno de los baluartes del régimen] llaman a cooperar a los ciudadanos y que informen sobre aquellos que han dirigido a los jóvenes o les han dado dinero, equipos, o los han intoxicado con píldoras alucinógenas», clamó Gadafi, quien todavía habla como si los alzados fueran un grupo que obedece consignas de turbias manos negras. El sátrapa negó que fuera posible ver en Libia lo que se ha visto en Túnez y Egipto, y apeló a su coletilla habitual de que «el poder está en manos del pueblo». «Bin Laden, ese es el enemigo que está manipulando a la gente».
En Shahat, en el este de Libia, los ciudadanos recibieron sus palabras con indignación y gritos de «carnicero» y «asesino». Muchos de los rebeldes libios que controlan el este del país protestaban contra lo que consideran una intoxicación para confundir a los países occidentales y especialmente a Estados Unidos. «Nosotros no somos terroristas, somos hombres que queremos libertad y una vida digna», señalaba Moafer, un ingeniero eléctrico de 24 años de Darna.
En la radio local, un grupo de hombres y algunas mujeres emiten cada día los avances de los revolucionarios en la zona. «Hasta hace unos días todo estaba bajo el control del Estado, no podíamos hablar de democracia, ni de nada que no fuera la vieja revolución de Gadafi y de él mismo. ¿Y ahora dice que somos de Al Qaeda? Míranos, ¿parecemos terroristas?», interpelaba el hombre.
El avance de los rebeldes
El creciente asedio a Gadafi, no obstante, no se ha completado todavía. Según varios medios, en Sirte, ciudad natal del dictador, el Gobierno mantiene el control. Pero las cruciales instalaciones petroleras de Ras Lanuf y Marsa el Brega, en las cercanías de Bengasi, ya están en manos rebeldes. En cualquier caso, el negocio del crudo ha comenzado a resentirse del efecto de los enfrentamientos: la extracción en el país magrebí ha descendido a menos de la mitad de los 1,6 millones de barriles diarios que bombeaba antes de la crisis, según cálculos de analistas del Barclays Capital o Goldman Sachs.
Las noticias que llegan desde Trípoli hasta la frontera siguen siendo confusas, pero todas apuntan a la creciente soledad de Gadafi, recluido en palacio. Un tunecino que llegó a Ras el Ajdir relató así la situación que se vivía en la capital: «Hay tiroteos y muchos muertos en las calles. Gadafi ya no tiene soldados. Los únicos que están con él son los mercenarios africanos y sus brigadas». La bandera verde del régimen de Gadafi ondea ya solo en los lugares que sus tropas controlan, y el conflicto parece haber asumido ya irremediablemente un cariz tribal, con lealtades basadas en la procedencia regional y lazos de sangre (por ejemplo, a Gadafi le apoyan principalmente los miembros de los clanes Gadafa y Magarha, mientras que le da la espalda el resto del país, una heterodoxa mezcla social dentro de la que destaca la tribu Warfallah). Allá donde los rebeldes han conseguido hacerse con el poder, la antigua enseña tricolor -ornada con la media luna y la estrella- ondea al viento. El rojo, el verde y el negro son el emblema predominante en el este, casi completamente controlado por los rebeldes, a pesar de que en la región permanecen simpatizantes del régimen y la alerta no disminuye en los puestos de control de carretera.
Algunos bancos de Tobruk abrieron ayer después de que durante la madrugada llegara dinero desde Bengasi, ciudad totalmente en poder de los alzados. «Aunque no se puedan pagar los salarios, vamos a intentar asegurar unos 200 dinares por persona para que la gente pueda seguir comprando comida», explicaba Mohamed Saleh, uno de los líderes del comité ciudadano que controla Tobruk. Pero incluso en las zonas rebeldes, donde se intenta mantener cierto orden, sigue habiendo «elementos incontrolados», explicaba Saleh.
Tal como sucedió en Túnez durante el alzamiento, en enero, contra el dictador Zine el Abidine Ben Ali, estos comités de ciudadanos improvisan para tratar de organizar la vida cotidiana en las ciudades, aunque su principal cometido es garantizar un mínimo de seguridad en las calles.
Preocupación internacional
En el resto del mundo crece la preocupación por la deriva del conflicto. A nadie le interesa que el país termine enredándose en una cruenta guerra civil. Obama llamó ayer a Sarkozy y Cameron para analizar una actuación conjunta y «posibles medidas multilaterales». Especialmente preocupada está la UE. Bruselas vivió una jornada de compás de espera en la que Hungría, como presidencia de turno, reveló que para evitar un hipotético éxodo de refugiados hacia Europa, la UE potenciará todos los medios para atender a quienes huyen a través de las fronteras con Túnez y Egipto. Para empezar, la UE habilitará centros de acogida de refugiados.
Mientras tanto, la última ocurrencia de la familia Gadafi, en este caso del hijo del tirano Saif el Islam, fue invitar a los medios de comunicación a una especie de tour, no se sabe si en avión o por tierra, para que vean por sí mismos que todas las imágenes que están llegando del conflicto son falsas. «Que vengan, que vengan y vean que aquí no está pasando nada», dijo negando lo evidente. Este periódico habló ayer por teléfono con un libio que se identificó como periodista y que aseguró que el Gobierno está elaborando una lista de medios para dejarles entrar en el país.
Pero el aparente aperturismo de Saif al Islam casa mal con las interferencias que padecen los satélites de la compañía Thuraya, que ayer aseguró que emprenderá acciones legales contra Libia por impedir la prestación del servicio.
Gadafi contraataca para recuperar el control en las ciudades del oeste
Las fuerzas leales al dictador luchan intensamente con los opositores en las poblaciones de Zauiya y Sabratha.- El régimen intenta blindar la capital, donde concentra a numerosos soldados y mercenarios
Muamar el Gadafi ha comenzado su contraataque. Sus fuerzas leales mantienen un férreo control sobre Trípoli tras perderlo en Bengasi, Tobruk y Musratha. Ante la fuerza de los opositores, que intentaron extender la revuelta al oeste del país, el mayor objetivo del líder libio en estos momentos se centra en mantener bajo su poder las ciudades de Zauiya y Sabratha, a menos de 80 kilómetros de la capital. La situación sobre el terreno sigue siendo muy confusa, con informaciones que salen del país a cuentagotas, algo que Gadafi aprovecha para mantener un discurso en el que culpa de todos los males de Libia a Al Qaeda y a los extranjeros. Mientras, los tiroteos indiscriminados se viven hoy en el oeste, consciente ya el dictador de que en la zona oriental llegó la calma cuando los «consejos populares» se hicieron con el control de manera gradual desde el pasado 17 de febrero. Arropado por los fieles al régimen, la guardia presidencial, grupos bajo el mando de sus hijos y numerosos mercenarios, Gadafi ha comenzado su ofensiva estratégica para liquidar a los opositores y mantenerse en el poder.
Las imágenes de las poblaciones controladas por los opositores, que han empezado a distribuir agencias, muestran el armamento que dejan atrás los partidarios del dictador -vehículos blindados, artillería, armamento ligero-. Un arsenal bastante anticuado que da a entender que el régimen ha agrupado alrededor de la defensa de Trípoli sus mejores recursos.
Desde la frontera entre Libia y Egipto -donde no existe control libio, excepto dos milicianos que saludan a los pocas personas que cruzan- hasta Tobruk, a 120 kilómetros, las banderas de la independencia ondean en los edificios oficiales y las comisarías están vigiladas por civiles, algunos de ellos armados.
En mitad de esta guerra por mantener el control de las principales ciudades de Libia, el dictador se ha dirigido a sus ciudadanos -a través de una intervención telefónica aparentemente improvisada y en la línea de su última intervención- para advertir a sus opositores de que si continúan las revueltas puede cerrarse el grifo del petróleo .
Por lo pronto, lo que sí está ya bloqueado son los findos que el dictador y su familia podrían tener en el sistema bancario suizo, según ha comunicado eL Gobierno helvético. La decisión tiene efecto inmediato y tendrá una vigencia de tres años. Con esta medida se evitará cualquier riesgo de desvío de fondos públicos libios que puedan encontrarse en territorio helvético.
Los testimonios de personas que huyen de los choques y se refugian en Túnez han confirmado sin embargo que los opositores van sumando apoyos en el oeste. Zuara, la ciudad más próxima a la frontera, ha sido liberada tras ser abandonada por el Ejército. Los opositores luchan ahora por conquistar otras dos grandes poblaciones en la ruta hacia Trípoli y objetivos estratégicos de Gadafi: Zauiya y Sabratha.
Zauiya y Sabratha, dura represión
La situación en la vecina Zauiya, donde la población había proclamado la victoria, no es tan clara a estas horas. La ciudad ha sido escenario de un ataque de fuerzas leales a Muamar el Gadafi que ha durado cinco horas y ha dejado al menos 100 muertos y cerca de 400 heridos, algunos muy graves, según datos que ha facilitado un testigo a la cadena Al Yazira. Éste, identificado solo por el nombre de Ali, ha contado que las tropas llegaron a primera hora de hoy en 35 vehículos militares, que llevaban cada uno diez efectivos, «y comenzaron a abrir fuego contra la gente» que se encontraba en esa ciudad. Los soldados utilizaron armas de gran calibre «como las que se usan para disparar contra tanques y aviones», y solo encontraron oposición de pobladores de Zauiya que estaban defendiéndose con armas cortas y escopetas de caza.
Zauiya está al oeste de Trípoli, no lejos de la frontera con Túnez. Hasta hoy, los ataques más graves contra los manifestantes de la oposición se han concentrado fundamentalmente en regiones del oriente del país. El testigo ha explicado, telefónicamente, que después de que el tiroteo se prolongara por cinco horas, hubo un descanso de unos quince minutos, y tras ello las tropas comenzaron a rondar la ciudad amenazando con matar a los civiles. Ali ha asegurado, a mediodía, que los militares se habían retirado a unos 20 kilómetros de la ciudad «para planear otro ataque de nuevo».
Y en la cercana Sabratha, a 80 kilómetros de Trípoli, las tropas han irrumpido en la ciudad mientras se han escuchado disparos. Helicópteros enviados por fuerzas leales a Gadafi han sobrevolado ambas ciudades y han efectuado disparos contra la población.
Mientras, Seif el Islam, su hijo designado como sucesor, ha comparecido en la televisión estatal para rechazar que haya habido bombardeos contra los manifestantes y asesinatos de «centenares o miles de personas». Además, ha invitado a los periodistas que esperan en la frontera de Túnez a entrar en Libia. «Adelante, que entren, que crucen y pasen», ha dicho, desafiante. De hecho, Estados Unidos ha confirmado que Libia ha autorizado la entrada de algunos periodistas de CNN, BBC en árabe y Al Arabiya, pero ha advertido que a partir de ahora Libia considerará a los que han entrado «ilegalmente» colaboradores de Al Qaeda.
Trípoli, ciudad fantasma
La autoridad de Gadafi parece haber quedado reducida al bastión de Trípoli, donde se ha atrincherado junto a las milicias de mercenarios africanos que siembran el pánico entre la población. Los relatos de testigos hablan de que los guerrilleros leales al dictador patrullan las calles fuertemente armados, con el respaldo de tanques y vehículos blindados, para frenar cualquier conato de revuelta. A diferencia de muchos militares que han desertado y se han unido a la rebelión, ellos ejecutan sin contemplaciones la orden de disparar y matar a cualquiera que se interponga en su camino. Su despliegue ha convertido Trípoli en una ciudad fantasma. El clima de terror no ha impedido que los opositores que aún permanecen en la ciudad hayan convocado para este viernes una gran marcha inspirada en las que forzaron la caída de Hosni Mubarak en Egipto.
Lo que sí han conseguido los opositores es el control de las principales terminales petrolíferas situadas al este de Trípoli. Según han informado residentes en la ciudad de Bengasi, en contacto con personas que habitan la zona, las plantas petrolíferas ya están en manos de rebeldes. Los residentes han contado a Reuters que las terminales de Ras Lanuf y Marsa El Brega están siendo protegidas. Soliman Karim, un residente que ayuda en la administración de la ciudad de Bengasi, ha indicado que las exportaciones, una fuente vital de beneficios para este país miembro de la OPEP, siguen su curso más o menos natural, algo que contrasta con la opinión de otro residente, que ha sugerido que la circulación de petróleo sí que ha quedado afectada. Esta información no ha podido confirmarse con las empresas que operan las terminales.
Consciente de que se avecina la batalla final, el dictador ha realizado hoy un llamamiento a la desesperada para que los miles de mercenarios disgregados por el país se unan a la defensa de la capital. Además de contener el avance rebelde, el régimen de Gadafi tiene que hacer frente a la pérdida creciente de apoyos. A las dimisiones de los ministros de Justicia y Emigración, se sumó ayer , la del ministro del Interior y antiguo compañero de armas de Gadafi, el general Abdulá Yunis. No obstante, el régimen de Gadafi intenta mantener a flote la moral de los suyos y ha lanzado un nuevo mensaje a través de la televisión estatal en el que exige a los rebeldes que entreguen las armas y ofrece dinero a aquellos que aporten datos que conduzcan a la captura de los líderes de la revuelta.
La situación de los partidarios de Gadafi es tan desesperada que 17 pilotos de la Fuerza Aérea de Libia fueron ayer ejecutados en Trípoli tras negarse a bombardear barrios en poder de los rebeldes de la ciudad de Zauia, a 44 kilómetros de la capital, según fuentes libias relacionadas con el Ejército, informa Ignacio Cembrero. El diario Quryna -perteneciente a un grupo mediático propiedad de un hijo de Gadafi- informa hoy de que un avión militar se estrelló ayer a las afueras de la ciudad, sin causar víctimas. El motivo: el piloto y el copiloto del aparato, un Sukoi 22, saltaron en paracaídas para evitar cumplir la orden de bombardear la ciudad.
Mercenarios encarcelados en Bengasi
En Bengasi, la segunda ciudad del país y epicentro de la protesta, los manifestantes ya han tomado por completo el poder, según han podido comprobar reporteros de Reuters. Miles de personas ocupan las calles de esta localidad, situada a 1.200 kilómetros al este de la capital, Trípoli, y festejan el fin del poder de Gadafi. Alrededor de una docena de «mercenarios» han sido encarcelados este jueves después de ser sometidos a juicio. «Han sido interrogados y ahora están en un lugar seguro y bien alimentados», ha explicado Imam Bugaighis, un profesor libio de 50 años que colabora en la organización de los comités para gestionar la ciudad.
Testigos y periodistas que han logrado entrar en el país por Egipto confirman que la ciudad fronteriza de Musaid está también en manos de los manifestantes. Lo mismo pasa, avanzando 150 kilómetros hacia el oeste, en Tobruk, un puerto estratégico en el distrito más próximo a Egipto. Los militares decidieron apoyar allí las protestas y este miércoles, por primera vez, se han podido ver imágenes en directo de una manifestación anti-Gadafi porque han entrado televisiones internacionales.
Trabajadores egipcios que han escapado de Zuara aseguran que los manifestantes antigubernamentales han tomado el control del enclave y, al igual que sus compatriotas del este, han constituido «comités populares» para reestablecer el orden. «Las comisarías han sido quemadas y no queda rastro de policías ni soldados», han explicado en declaraciones a Reuters. Eso no quiere decir que no pueda haber ataques de Gadafi en las próximas horas.
«Gadafi morirá en Trípoli»
El número de muertos sigue siendo todavía una incógnita y oscila entre los 300 declarados por el régimen, los 1.000 considerados verosímiles por el ministro de Exteriores italiano, Franco Frattini, y los 10.000 que señala un miembro libio de la Corte Penal Internacional (CPI), Sayed al Shanuka, en la cadena Al Arabiya.
«Perderá y tendrá que irse o morirá en Trípoli, pero nada podrá evitar que el pueblo acabe con él», dice en el puesto fronterizo de Ras el Adjir un libio que se envuelve con la antigua bandera tricolor del reino de Libia (1951-1969) en lugar de la actual, de color verde, adoptada en 1977. Esa bandera todavía se divisa desde Túnez al final de la frontera, en la parte libia y todavía inaccesible. El puesto fronterizo es el punto de encuentro de periodistas, ONG y ciudadanos tunecinos que se acercan a ver la llegada de los refugiados, unos 10.000 en los dos últimos días, la mayoría tunecinos o de otras nacionalidades que trabajaban en Libia. A medida que iban pasando, cargados de maletas y bolsas de plástico, los tunecinos les recibían con algunos gritos utilizados en las protestas que acabaron hace más de un mes con la huida del dictador de Túnez, Ben Ali. «Dégage, dégage… [lárgate]. Lo gritamos entonces contra él y lo dijeron también los egipcios con Mubarak. Es el momento de los libios», comenta un habitante de la ciudad tunecina de Ben Gardan, a 35 kilómetros de la frontera, que se había desplazado hasta la aduana para dar la bienvenida a los refugiados.
Algunos de ellos mostraban pruebas de las medidas que el régimen está aplicando a los extranjeros. Un joven se quitó la camiseta delante de los periodistas y enseñó la espalda llena de marcas de haber recibido palos hasta la extenuación. «Soy tunecino y la policía de allí nos odia porque conseguimos lo que queríamos en Túnez, echar al dictador. Eso nos convierte en objetivo», explicaba.