6 octubre, 2024

Libia: Fracasa contraofensiva militar de Kadafi. Imparable avance revolucionario

Muamar el Gadafi se siente abandonado y ofrece ya muestras de evidente nerviosismo. El dictador libio, acorralado en su bastión de Trípoli, incapaz de revertir la situación militar, consciente de que los rebeldes afianzan paulatinamente sus posiciones en las inmediaciones de la capital, y sometido a una presión internacional enorme y creciente , empleó ayer un recurso que de nada sirvió a los tiranos de Túnez y Egipto: el de erigirse en muro contra la amenaza de Al Qaeda. Perdido ya el control de la gran mayoría de las instalaciones petroleras y sin aliados de postín, ni siquiera en el mundo árabe, el destino de Gadafi y sus huestes es sombrío después de haber provocado más de mil muertes e inmensos daños a la economía del tercer productor de petróleo de África desde el estallido de la revuelta el 17 de febrero.

Muamar el Gadafi se siente abandonado y ofrece ya muestras de evidente nerviosismo. El dictador libio, acorralado en su bastión de Trípoli, incapaz de revertir la situación militar, consciente de que los rebeldes afianzan paulatinamente sus posiciones en las inmediaciones de la capital, y sometido a una presión internacional enorme y creciente , empleó ayer un recurso que de nada sirvió a los tiranos de Túnez y Egipto: el de erigirse en muro contra la amenaza de Al Qaeda. Perdido ya el control de la gran mayoría de las instalaciones petroleras y sin aliados de postín, ni siquiera en el mundo árabe, el destino de Gadafi y sus huestes es sombrío después de haber provocado más de mil muertes e inmensos daños a la economía del tercer productor de petróleo de África desde el estallido de la revuelta el 17 de febrero.

Población:
6,173,579 (est. 2008)

Todo apunta a que, tarde o temprano, Gadafi será derrocado tras 42 años instalado en el poder . Incluso en Trípoli, cientos de personas osaron protestar ayer contra el sátrapa antes de ser disueltos por la policía. «Estoy sorprendido porque tenemos una alianza con Occidente para luchar contra Al Qaeda, y ahora que combatimos contra los terroristas nos han abandonado», declaró Gadafi a la cadena de televisión estadounidense ABC. Fue un mensaje desesperado a Barack Obama, a quien calificó como «un buen hombre», aunque «desinformado» sobre lo que sucede en el país magrebí. Apeló, asimismo, al sentimiento antiestadounidense tan extendido en el Magreb y Oriente Próximo. «América no es el policía del mundo… Tal vez quieran ocuparnos», añadió. Otro síntoma de que le restan pocos asideros. Y una señal más de su inquietud: Gadafi decidió enviar al jefe de los servicios secretos a Bengasi para negociar con los rebeldes. A estas alturas suena grotesco.

Porque según pasan los días, los alzados contra el régimen -casi todo el país- consolidan sus conquistas sobre el terreno. En Zauiya, ciudad donde radica una importante refinería , la lucha prosigue con asaltos esporádicos de los mercenarios de Gadafi. Algunos lugareños decían que desde el aire se disparaba incluso contra las ambulancias. Pero también son rechazados en Misrata, una población 200 kilómetros al este de Trípoli en la que ayer fueron derribados dos helicópteros pilotados por fieles al dictador. Como queriendo demostrar que cumplirá su promesa de resistir hasta el final, la aviación también bombardeó un depósito de armas en Ajdabiya, localidad situada 150 kilómetros al sur de Bengasi y que es el primer baluarte de defensa de los insurgentes en el Oriente libio. Apenas tiene Gadafi otra baza que aterrorizar a la población desde el aire. Con todo, y en flagrante ejemplo del delirio al que se puede llegar, apostilló en la entrevista: «Todo el pueblo me ama. Morirían por protegerme».

No está, no obstante, nada decidido en un país que comienza a sufrir escasez de alimentos y que ve cómo una de sus principales fuentes de riqueza se apaga poco a poco. La gran mayoría de las refinerías y pozos petrolíferos escapan ya al control del dictador. La producción de petróleo -1,6 millones de barriles diarios- ha sido reducida a la mitad y las exportaciones han caído casi a cero.

A medida que el cerco sobre el tirano se estrecha, muchos entre los 6,5 millones de libios creen capaz a Gadafi de perpetrar una carnicería. A medio camino entre Bengasi y Trípoli, en la ciudad de Sirte, sus leales, unos 3.000 individuos bien pertrechados, son todavía fuertes. Es su región natal y hábitat de su tribu, los Gadafa. Y es el principal escollo que los insurgentes deberán salvar para ver expedito el camino a Trípoli, a mil kilómetros de distancia de la cuna de la revuelta.

Lo sabe bien Idris Yunis, número dos del Estado Mayor rebelde, que precisa en el cuartel de Boadni, en las estribaciones de Bengasi , que «a Gadafi no le quedan soldados. La mayoría de sus hombres son mercenarios de Congo, Chad y asiáticos y latinoamericanos. Creo que al dictador le quedan días».

Yunis indica que sus fuerzas controlan el aeropuerto civil y la base militar aérea cercana a la ciudad y que disponen «de armas suficientes y también de aviones», aunque rechaza precisar cifras. Lo que enfatiza sin tapujos es que los militares alzados no adoptarán las decisiones trascendentales. «Nosotros recibimos instrucciones del consejo civil» que dirige el cambio político. Una de las medidas a las que alude, y que puede ser inminente, es la orden para que miles de libios orientales se encaminen hacia el oeste para tomar la capital y asestar la puntilla al odiado régimen. «Todavía no es el momento de marchar hacia Trípoli». Pero el reclutamiento y el adiestramiento militar de miles de jóvenes han comenzado.

Los rebeldes frenan una ofensiva del Ejército de Gadafi en el oeste de Libia

Zauiya es la punta de lanza del avance rebelde en el oeste de Libia. Y lo seguirá siendo, al menos de momento. Los insurgentes que controlan esa ciudad desde hace cinco días han logrado repeler esta pasada madrugada una importante ofensiva de las fuerzas leales al dictador Muamar el Gadafi, que emplearon tanques y artillería pesada para castigar este enclave estratégico para la conquista de Trípoli, al situarse únicamente a 50 kilómetros de la capital. Según el relato de Associated Press (AP), los opositores al régimen hicieron frente a la ofensiva, que se prolongó durante seis horas, en igualdad de condiciones, ya que contaron con tanques y ametralladoras de soldados desertores que ahora luchan en su bando. Testigos han asegurado a la agencia que la ciudad fue atacada sin éxito desde seis flancos. «No entregaremos Zauiya a ningún precio. Sabemos de su importancia estratégica. Ellos seguirán luchando pero nosotros no nos rendiremos. Hemos logrado defender la ciudad porque nuestros ánimos están por las nubes y los suyos bajo mínimos», ha proclamado uno de los defensores contactados por AP.

Grupos de jóvenes se han encaramado a los techos de los edificios más altos de la ciudad para ejercer de vigías y alertar de los movimientos de sus rivales. Testigos de los choques aseguran que el régimen está empleando todas las estrategias posibles para doblegar al enemigo. En paralelo al castigo militar, las fuerzas gubernamentales han comenzado a impedir la entrada de víveres y medicinas. Además, han ofrecido generosas cantidades de dinero a los rebeldes para que entreguen sus armas.

Es probable que haya más ofensivas sobre Zauiya, a juzgar por las últimas amenazas vertidas por el líder libio, que no descarta bombardear desde el aire a los manifestantes por su negativa a expresarle apoyo, según ha informado la cadena catarí Al Yazira. La amenaza fue transmitida a los líderes de la revuelta por Mohamed Mektuf, quien desempeña el papel de mediador entre el régimen y los rebeldes de esa ciudad.

Nalut y Wazin, rodeadas por el Ejército

El fracaso de Gadafi en Zauiya no impide que su régimen continúe intentando recuperar territorio al oeste del país. Además de mantener un férreo control de las carreteras que conectan las ciudades liberadas, los militares han iniciado en las últimas horas un repliegue de efectivos en una zona próxima a la frontera con Túnez. Los relatos de testigos recogidos por Reuters aseguran que el Ejército está concentrando tropas y preparando una ofensiva sobre las localidades de Nalut y Wazin, ubicadas en una zona interior a menos de 100 kilómetros de la frontera con Túnez.

«Están rodeando el área cercana a la frontera tunecina. Vienen con ametralladoras en vehículos pesados y decenas de hombres equipados con armamento ligero», ha asegurado Sami, uno de los habitantes de Nalut, en conversación telefónica. «Dicen que vienen a por los matones, pero la gente de Nalut no nos lo creemos. Todo el mundo está en alerta ante un posible ataque de estas fuerzas para recuperar la ciudad», ha agregado. No obstante, otro vecino ha apuntado que hasta el momento, pese al movimiento de tropas, no ha habido ningún ataque en Nalut. «Aquí no ha habido lucha, han pasado de largo hacia la frontera, alrededor de Wazin. No sabemos lo que está pasando allí», ha señalado.

En el frente este, donde la revuelta ha cuajado desde el inicio del alzamiento y los militares han desertado o huido de la zona, tampoco la victoria rebelde se puede dar por segura. En Misrata, la tercera ciudad de Libia con medio millón de habitantes, a 200 kilómetros de Trípoli, las fuerzas opositoras soportan el asedio de las unidades leales al sátrapa, que también ultiman un contraataque después de dar por perdido el aeropuerto militar tras una encarnizada lucha que ayer se coronó con victoria para los insurgentes. Después de abatir dos helicópteros ayer, los rebeldes han derribado esta mañana un avión militar y han capturado a sus tripulantes, según testigos.

Escasez en Trípoli

En Trípoli, donde el régimen permanece atrincherado, varios miles de manifestantes se concentraron ayer en el distrito de Tajura para protestar contra Gadafi. Las fuerzas mandadas allí por el presidente libio abrieron fuego contra la multitud, matando a varias personas, según informa hoy el periódico marroquí Quryna. Un médico testigo de la protesta informó a Reuters que los manifestantes comenzaron a dispersarse al irrumpir en la zona vehículos cargados de hombres armados.

Otro residente en Trípoli ha asegurado que desde ayer se ha reforzado la seguridad en las calles. Mientras los milicianos y soldados se emplean a fondo para reprimir las protestas, la escasez se ha instalado en la vida cotidiana de los libios que continúan en Trípoli. Se están formando de nuevo largas colas de ciudadanos frente a las panaderías y tiendas de alimentación en busca del sustento más básico. «No hay comida suficiente», explica Basim, un empleado de banca de 25 años, que, al igual que otros libios que trabajan en el sector público, está a la espera de recibir su salario de febrero.

La multitud también se ha empezado a concentrar a las puertas de los bancos, tras la promesa del régimen de dar 400 dólares a cada familia para sobrellevar la crisis.

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