6 octubre, 2024

Libia: la desastrosa política de la «Red de intelectuales en defensa de la Humanidad»

La declaración sobre los graves acontecimientos que vive Libia por parte de los intelectuales y artistas que componen la Red En Defensa de la Humanidad es de una hipocresía y un cinismo sin límites desde el momento que ignoran los motivos reales del levantamiento popular.

La declaración sobre los graves acontecimientos que vive Libia por parte de los intelectuales y artistas que componen la Red En Defensa de la Humanidad es de una hipocresía y un cinismo sin límites desde el momento que ignoran los motivos reales del levantamiento popular.

Siguiendo los pasos de Fidel Castro y el presidente Hugo Chávez, firmaron un texto donde expresan: “…que la crisis que vive Libia desde hace más de dos semanas producto de manifestaciones a favor y en contra del líder libio Muammar Al Gadafi, debe ser resuelta de forma pacífica y en estricto respeto a su autodeterminación, sin injerencia extranjera”.

El contenido de esta declaración está imbuido de una total falta de respeto a los derechos humanos del pueblo libio. En nombre de un anti-intervencionismo imperialista que todavía no ha sucedido, aunque seguramente es un peligro latente para la población libia, levantan una postura aparentemente pacifista que justifica, como ya lo hizo el canciller Maduro de Venezuela, las masacres contra el pueblo que el nefasto y sanguinario régimen de Gadafi está llevando a cabo en estos momentos.

Toda o casi toda la izquierda internacional defendimos las medidas antiimperialistas llevadas adelante por Gadafi en Libia en la década del 70. Organizamos protestas y manifestaciones frente a las embajadas de los EEUU que querían la cabeza de Gadafi y amenazaban con invadir Libia. Apoyamos la independencia de aquel país rescatado del régimen monárquico del rey Idris y los avances conquistados producto de aquella revolución, fundamentalmente la nacionalización del petróleo.

Pero esa realidad es música del pasado. Desde hace mucho tiempo no se escuchan más esos acordes en aquel país. El otrora nacionalista y antiamericanista líder Gadafi se convirtió en un fuerte aliado del imperialismo, firmando una serie de pactos comerciales con los que comenzó el proceso de entrega y privatización del petróleo y otras riquezas a cambio de reconocimiento político y jugosos negocios por toda Europa que le permitieron construir una inmensa fortuna familiar.

Estos cambios por parte de Gadafi, comenzaron a operarse en los inicios de los 90, coincidentemente con las primeras manifestaciones de descontento dentro del ejército y entre los civiles, que comenzaron a formar las primeras organizaciones políticas de oposición. El temor a tener que enfrentar un frente externo y otro interno lo convirtió rápidamente a las políticas del imperialismo.

Así, de enemigo público número 1 pasó a ser un gran aliado, “un socio importante de occidente” como él mismo se autoproclama. Para esto, tuvo que entregar no sólo riquezas materiales sino también algunas de las banderas políticas que decía defender: entregó “a la justicia imperialista” los responsables de los atentados que él mismo mandó a perpetrar y, junto con el destituido presidente egipcio Hosni Mubarak, no le importó traicionar la causa palestina para obtener la simpatía del
sionismo.

Esta relación con el imperialismo, que el propio Fidel Castro describe y realza en una nota recientemente publicada, demuestra claramente que Gadafi hace rato que no es un revolucionario, ni siquiera un líder progresista. Por el contrario, para defender sus privilegios y ocultar la terrible corrupción de su régimen ha tenido que cortar libertades y reprimir violentamente cualquier manifestación que pretenda cuestionar su gobierno y su poder autocrático.

Por eso es nefasto que intelectuales y artistas que se consideran de izquierda hablen de Libia como si se tratase de un pequeño conflicto interno, “manifestaciones a favor y en contra del líder libio”, que debemos dejar en las manos del gobierno y los manifestantes para que lo resuelvan de “forma pacífica”. ¿Cómo alguien que es parte de una “RED en Defensa de la Humanidad” puede desconocer u ocultar lo que significa la fuerza de un Estado represor, socio del imperialismo, armado hasta los dientes, masacrando una población mayoritariamente desarmada? ¿Desde cuándo la izquierda razona con la lógica de que es lo mismo la fuerza represiva del Estado que la de las manifestaciones y acciones populares? Esa fue la estrategia que defendieron los responsables de las dictaduras latinoamericanas, fundamentalmente la argentina. Por eso es tan terrible que estos artistas e intelectuales, bajo el manto de una supuesta neutralidad, sean incapaces de condenar en primer lugar la masacre contra el pueblo libio que está perpetrando el régimen de este nefasto personaje llamado Gadafi.

Después de esa condena y sólo después, diremos todos juntos que nos opondremos con todas las fuerzas a cualquier tipo de intervención imperialista, sea de los EEU, de Inglaterra, de la UE o de la OTAN que dígase de paso fue el propio Gadafi quien introdujo en Libia. Ahora hay una tarea impostergable que es la defensa, hasta la victoria, de la insurrección popular libia contra el dictador Gadafi.

Es inaceptable esta vergonzosa declaración de la RED en Defensa de la Humanidad que abandona la movilización popular a su propia suerte en medio del fuego aéreo y de la artillería pesada de un régimen represor. Consecuente con esto, tampoco es aceptable  la “iniciativa de paz y unión del Consejo Político del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América)-TCP de crear una Comisión Internacional Humanitaria para la Paz e Integridad de Libia”. Lo primero que debería hacer el ALBA, como pidió el pueblo libio a través de un periodista de Tele Sur, es reconocer el derecho del pueblo libio a sublevarse contra la dictadura que lo gobierna.

Querer aparecer como neutro o pacifista en la actual situación es favorecer al régimen represor que tentará utilizar cualquier resquicio para aplastar al pueblo y continuar gobernando.

La única política correcta hoy, pasa por el incondicional apoyo a la rebelión del pueblo libio contra el sanguinario y corrupto régimen de Gadafi hasta derrotarlo. Hablar de que se garantice la integridad del territorio libio en medio de centenas de muertos por los violentos ataques del Estado es de la mayor hipocresía. Lo primero que debemos garantizar es la vida de la población pobre y trabajadora que está luchando con piedras palos y fundamentalmente mucho coraje contra un ejército mercenario preparado para matar.

Justamente, será esa población trabajadora y no el dictador Gadafi la única y verdadera garantía de defensa de la integridad del territorio libio.

Fidel Castro, Hugo Chávez, Daniel Ortega y demás integrantes y responsables de los gobiernos y regímenes que componen el ALBA, deben tener importantes motivos económicos y hasta personales para defender un gobierno y un dictador como Gadafi, pero los intelectuales honestos que firmaron esa declaración de la RED deberían saltar rápido de ese barco para que la historia no los condene como cómplices de un régimen y de un dictador que masacró a su pueblo.

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