Libia: la rebelión llega a las puertas de la capital
La antigua bandera tricolor del reino de Libia -roja, verde y negra- ondea sobre la ciudad de Zauiya, controlada ya por las tropas rebeldes , una mezcla de comités ciudadanos y de militares contrarios
La antigua bandera tricolor del reino de Libia -roja, verde y negra- ondea sobre la ciudad de Zauiya, controlada ya por las tropas rebeldes , una mezcla de comités ciudadanos y de militares contrarios al régimen de Gadafi. Las batallas de los últimos días se han decantado finalmente del lado de los opositores y ni la artillería pesada, ni las incursiones esporádicas de los mercenarios africanos pagados por el dictador han logrado someter a los ciudadanos. Su resistencia a esos ataques les ha dado ventaja en su afán por acercarse a las puertas de Trípoli . Los rebeldes ya están a las puertas de la capital y último bastión del régimen que ha dominado el país magrebí durante los últimos 42 años.
Población:
6,173,579 (est. 2008)
En algunas paredes de Trípoli se tilda al dictador de «chupasangre»
El fin del régimen es «inevitable», según el ministro de Exteriores italiano
La localidad de la costa oeste de Libia, a 50 kilómetros de la capital, se convierte desde ahora en un punto estratégico para derrocar al dictador. No solo por poseer refinerías de petróleo y un puerto, sino por sus éxitos a la hora de repeler con escopetas los embates de las fuerzas leales a Gadafi. Los testimonios que venían de la ciudad, de 200.000 habitantes, hablaban de los castigos del régimen por haberse rebelado . La sangre corrió por las calles el miércoles y el jueves, pero los ciudadanos, apoyados por los soldados, resistieron la munición del calibre 14,5 disparada desde ametralladoras antiaéreas, según la información obtenida esta semana por este periódico.
Ayer ya no eran solo las voces de la red social Twitter y las llamadas telefónicas las que hablaban de la conquista de Zauiya, sino las noticias enviadas por periodistas desde la misma ciudad. El grupo de reporteros invitados por el Gobierno libio el jueves a un tour por Trípoli ha tenido suerte. Lo que se preveía como el paseo por un escenario teatral, en el que se iba a eliminar toda prueba de disidencia, ha acabado siendo contra el régimen.
Según las crónicas de medios como el periódico The New York Times o la agencia Reuters, en Trípoli hay imágenes de Gadafi en las paredes en las que se puede leer «chupasangre». Los periodistas han conseguido hablar con gente que ha manifestado su repulsa a la represión y ayer, inexplicablemente, visitaron Zauiya para confirmar que estaba bajo el control total de la oposición. «La gente quiere la caída del régimen», gritaba la multitud, aseguró la periodista de Reuters.
El hijo de Gadafi, Saif el Islam, la cara más visible del Gobierno durante todo el conflicto, había llegado a decir que había un abismo entre la realidad y lo que estaban contando los medios internaciones. «Todo el sur está tranquilo, el oeste también, el centro también, incluso parte del este», dijo Saif a la cadena ABC. Sin embargo, en las calles de Zauiya había agujeros de bala en las casas y coches quemados. La plaza central ha sido el lugar elegido para el funeral por las 11 víctimas que cayeron en el duro combate del jueves. «Necesitamos justicia. La gente está siendo asesinada. La gente de Gadafi ha matado a mi sobrino», explicó un hombre llamado Chawki a los periodistas. «Necesitamos ayuda del exterior. Nunca usaremos la fuerza ni haremos daño a nadie, solo queremos nuestros derechos civiles. Gadafi tiene que irse. No hay otra posibilidad».
Las imágenes que se pueden ver del oeste del país muestran a la gente subida en tanques haciendo el símbolo de la victoria. Todas estas escenas subrayan día tras día la pérdida de poder de Gadafi, acorralado en la capital, obcecado con la idea de mostrarse ante su pueblo como un rey aclamado por quienes aún le siguen y amenazado por ambos lados del país, este y oeste. Incluso una eventual huida de la capital hacia su provincia natal, Sirte, a medio camino entre Trípoli y Bengasi, le supondría tener que vencer primero en Misrata, la tercera ciudad más grande del país y una de las que se ha rebelado por el este. Algunas informaciones señalaban ayer la existencia de ataques en esa zona.
Mientras tanto, varias ciudades del oeste en manos de los comités revolucionarios se organizan para marchar hacia Trípoli, según comentó a la agencia France Presse uno de sus líderes.
Aun así, la carretera de 200 kilómetros que llega hasta Trípoli sigue tomada por el régimen. Acompañados por funcionarios del Ministerio de Información, los periodistas invitados tuvieron que atravesar ocho puestos de control antes de llegar a Zauiya.
La situación en el resto del camino es parecida, según cuentan los refugiados que llegan a la frontera de Ras el Ajdir. Cerca de Zuara, hay una base militar controlada aún por partidarios del dictador. También controlan los accesos por el sur a través del desierto. Los únicos que pueden circular por esa carretera son los refugiados que llegan a Túnez. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR) dijo ayer que unas 100.000 personas han abandonado Libia por las dos fronteras huyendo de los ataques.
A medida que Gadafi pierde poder dentro de Libia, desde fuera también se estrecha el cerco contra su régimen. Los Gobiernos de Italia y Reino Unido ya han manifestado que el dictador debe abandonar el poder. Londres incluso ha retirado la inmunidad diplomática del dirigente y de toda su familia. «Hemos llegado, creo yo, a un punto de no retorno», aseguró el ministro de Exteriores italiano, Franco Frattini, a la cadena Sky Italia. «Es inevitable que [Gadafi] acabe abandonando el poder».
Los insurgentes controlan Misrata tras repeler varios ataques de las fuerzas leales a Gadafi
Los rebeldes derriban un helicóptero y capturan a su tripulación.-El Ejército emplea armamento pesado en su castigo a los disidentes atrincherados en la ciudad
AGENCIAS | Argel 28/02/2011
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DIRECTO: Sigue al minuto la ola de cambios en el mundo islámico
Los rebeldes que luchan para terminar con 40 años de dictadura de Muamar el Gadafi en Libia siguen sumando victorias militares en su avance hacia Trípoli, último bastión del régimen libio. Después de tomar la ciudad de Zauiya, situada 50 kilómetros al oste de la capital, los insurgentes parecen haberse hecho fuertes en Misrata, 200 kilómetros al este de Trípoli. Los opositores a Gadafi en la tercera ciudad con más población del país han logrado repeler en las últimas horas varios contraataques de las fuerzas leales al dictador, que todavía siguen acantonadas a las afueras de la ciudad. Además, han derribado un helicóptero y capturado a sus tripulantes, según testigos citados por Reuters.
* Los rebeldes llegan a las puertas de Trípoli
* La oposición civil forja una coalición revolucionaria para la transición
Grafico
El avance hacia Trípoli
GRAFICO – El Pais – 28-02-2011
Un miembro de la coalición revolucionaria que gobierna Bengasi, la capital de los rebeldes, ha asegurado a la cadena de televisión Al Arabiya que realmente han sido dos los helicópteros derribados en los alrededores de Misrata, aunque este extremo no ha podido ser confirmado por ninguna otra fuente. Abdel Baset Merziq ha explicado que el primer aparato fue abatido antes de disparar, pero que el segundo lanzó tres misiles, que no causaron víctimas, antes de ser destruido. Este responsable ha asegurado que los helicópteros intentaban bombardear la sede de la radio local, utilizada por los rebeldes para difundir a la población mensajes de ánimo y contra Gadafi.
La batalla más encarnizada, con todo, se está librando en las instalaciones del aeropuerto militar de Misrata, donde los combates son intensos este lunes. «Los choques por el control de la base militar se desencadenaron anoche y todavía continúan. Las fuerzas de Gadafi solo controlan una pequeña porción de la base. Los rebeldes controlan el resto y los almacenes donde se guarda la munición», ha relatado el mismo testigo a la agencia británica.
Otro testigo contactado por la BBC asegura que el Ejército de Gadafi está empleando armamento pesado contra los disidentes atrincherados en Musrata. «Están disparando con antiaéreos, no son simples disparos de arma ligera», ha declarado un médico local. «No podemos enviar ninguna ambulancia porque también disparan contra ellas», ha añadido.
Por su parte, el activista político Meftah Abdelhamid ha asegurado al canal catarí Al Yazira que Misrata está bajo control de los rebeldes desde hace más de una semana. Abelhamid ha señalado que un batallón dirigido por uno de los hijos de Gadafi ha ocupado una escuela de la aviación militar, al suroeste de la ciudad, y mantiene en su poder como rehenes a numerosos estudiantes. El activista ha añadido que los rebeldes lanzan regularmente ataques contra ese batallón, sin que hayan podido hasta el momento liberar a los rehenes.
El regreso de los antiguos camaradas
Algunos de los 12 militares que acompañaron a Gadafi en la revolución de 1969 emergen como candidatos para liderar el cambio ante la falta de sociedad civil
NAIARA GALARRAGA – Madrid – 28/02/2011
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La fiesta nacional de Libia es el 1 de septiembre, aniversario del golpe de Estado contra el rey Idris, en 1969. Una asonada incruenta que lideró a los 27 años Muamar el Gadafi , el más joven de los 12 oficiales que lo dirigieron. Algunos de aquellos antiguos camaradas -eran compañeros en una escuela militar de Bengasi- han muerto, otros se apartaron del régimen, otros fueron apartados. Y alguno ha permanecido a su lado estas cuatro décadas. Pero incluso entre estos últimos la lealtad tiene un límite. Al menos dos de ellos, Abdel Fatah Yunis y Abdel Monem al Houni, se unieron a la revuelta rebelde la semana pasada. Ambos, junto a Abdusalam Jalloud, purgado en los noventa y apartado de la vida pública desde entonces, pueden ser claves el día después de Gadafi. El Ejército, aunque débil, es posiblemente lo más parecido a una institución que queda en este país sin partidos, sindicatos, poder legislativo ni sociedad civil.
Los expertos más pesimistas temen una caza de brujas sangrienta
El dictador desmanteló toda estructura que podía amenazarle
La semana pasada Yunis dejó su cargo de ministro del Interior y Houni, el suyo de representante ante la Liga Árabe. Ambos participaron en aquel golpe que tuvo que ser aplazado dos veces porque las fechas elegidas coincidían con sendos conciertos de la venerada cantante Um Kulzum.
Los expertos más pesimistas temen que el día después a Gadafi empiece una sangrienta caza de brujas. «Habrá un vacío de poder», explicó al diario The New York Times la experta en Libia Lisa Anderson. «No veo muy factible que la gente quiera dejar las armas y volver a sus trabajos de burócrata», añadió.
El coronel Gadafi desmanteló cada estructura que pudiera suponer un desafío a su poder. Igualmente, se aseguró de que nadie le hiciera sombra. Incluso enfrentó a sus hijos sin nombrar oficialmente a ninguno heredero. Ninguna de las tribus tiene poder en todo el país porque Gadafi se encargó de enemistarlas, pero algunos de aquellos alzados contra el monarca son gente respetada, aunque rondan los 70 años.
«El Éjército es débil. No es el guardián del Estado, como sí lo era en Túnez y Egipto. Gadafi lo mantuvo sujeto porque no quería ser derrocado por un golpe militar como el que le llevó al poder», explicó el experto del Consejo de Relaciones Exteriores Robert Danin al diario The Globe and Mail.
A la filóloga árabe Mercedes Fonte Cuy, que ha vivido 27 años en Libia, no le sorprende nada que Yunis y Houni abandonen ahora al régimen. «Al que se levantaba un poco en los cuarteles se lo llevaban por delante, pero en privado los militares insultaban a Gadafi», asegura esta española de 53 años casada con un exmilitar libio, con el que tiene cinco hijos. Sostiene que el malestar era grande, sobre todo entre los militares del discriminado este del país. Los uniformados se han subido al carro revolucionario que iniciaron los jóvenes, según Fonte. «Se sentían muy controlados», resentidos y humillados».
Relata que no era raro que algún hijo del coronel se presentara en un cuartel y tratara con actitud despótica a los mandos, incluidos los antiguos camaradas de su padre. Los militares tenían que tragar.
Yunis ostentaba en los últimos tiempos el cargo de ministro del Interior -lo que tampoco significa tanto en un país donde solo el Ministerio del Petróleo tiene poder-, pero antes dirigió la escuela militar de comandos y paracaidismo en Bengasi. Fonte asegura que «es un hombre estricto, serio, que mantiene las distancias».
Houni, el exjefe de la delegación ante la Liga Árabe, supuestamente participó en un golpe contra Gadafi en 1975, según el think tank Starfor. Estuvo exiliado en Egipto hasta que, hace 10 años, el expresidente egipcio Hosni Mubarak convenció a Gadafi para que le permitiera volver. Houni debió recobrar la confianza del déspota para ser embajador.
Otro de los hombres clave es Jalloud, el que fue número dos del coronel hasta 1993, cuando le apartó. Fonte cuenta que «era muy buen orador, tenía muy buena presencia y mucha relación con Egipto». Añade que ha vivido al sur de Trípoli. Su tribu, Maqarha, ha dado la espalda al dictador, según Al Yazira.
Mustafá al Kharubi y Al Khwaidi al Hmaidi, que también participaron en aquella asonada que aprovechó que el rey Idris había viajado a Turquía por motivos de salud, siguen probablemente al lado del líder, porque no hay noticias de que hayan desertado. Se rumorea que el coronel Abu Baker Yunis Jaber, jefe del Estado Mayor del Ejército durante 40 años, está bajo arresto domiciliario.
Emhemmed al Mghariaf murió en un accidente de coche, y varios más de aquellos oficiales que se alzaron en armas y echaron al rey sin derramar sangre en unas horas se apartaron (o los apartaron) del régimen y viven en Libia discretamente.