Libia: Milicias populares se niegan al desarme

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Milicianos populares se niegan al desarme

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Milicianos populares se niegan al desarme

En los últimos días, milicianos que se niegan a entregar sus armas se enfrentaron a fuerzas leales al nuevo gobierno. La prensa internacional se esmera en demonizar a los milicianos como responsables del “caos”.

La alianza imperialista OTAN se atribuyó el triunfo contra la dictadura para dictar el futuro de Libia. Pero fueron los milicianos los que liberaron a Trípoli, sin intervención de fuerzas terrestres de la OTAN.
Los medios castro chavistas Prensa Latina y Telesur, para justificar el vergonzoso apoyo a Kadafi que le dieron Chávez y Fidel Castro, dijeron que los milicianos eran mercenarios a sueldo de la OTAN. Por eso ahora no pueden explicar por qué siguen armados y ocupando sectores del país. Por qué enfrentan ahora a un gobierno que tiene el apoyo imperialista. Por qué si es que eran “mercenarios de la OTAN” como decían no dejan simplemente de pagarles. Tal falacia es desmentida hasta por las noticias publicadas por la prensa del imperialismo. En The New York Times del 3 de diciembre, una nota de su corresponsal en Trípoli describe al ejército diciendo que “actualmente está formado por comités en diferentes ciudades, con base en el modelo del diverso grupo de milicias que combatieron a la dictadura. Lo más perturbador, tal vez, es que los milicianos de todo el país ya se niegan a acatar sus órdenes”. En la misma nota, relata a manera de ejemplo un hecho reciente: “el Ejército envió a 100 soldados a Al Maya, una aldea al oeste de Trípoli, para poner fin al enfrentamiento entre dos milicias y retomar una antigua base militar. Su éxito en la negociación de un acuerdo tentativo entre las facciones, tras cuatro días de combates que dejaron 13 muertos, fue encomiado […] Sin embargo, una de las milicias, de Zawiyah, ha roto su promesa de dejar sus armas en casa y, en muestra de resistencia, estableció un retén en la carretera principal al oeste de la base militar” (idem, NYT).
El nuevo gobierno, presidido por Mustafa Abdel Jalil, está empeñado en desarmarlos inmediatamente. Mientras afirma públicamente que quiere ver a los milicianos desarmados en unas cuantas semanas, los oficiales del ejército -más realistas- alegan que tomará varios meses. Jalil prometió elecciones para el próximo año y anunció el respeto a los contratos petroleros con las transnacionales hechos por Kadafi. Anunció la “reconciliación” con los “hermanos que combatieron a nuestros revolucionarios así como a todos aquellos que cometieron actos […] contra esta revolución”. Así quiere salvar a funcionarios y militares de Kadafi, porque los necesita para reconstruir el ejército. Los milicianos, que son una expresión directa de esa lucha, son sectores de jóvenes que se organizaron en cada barrio, en grupos de amigos, para derrocar a Kadafi. No están dispuestos a entregar sus armas a un gobierno en el que muchos no confían y que encima defiende la impunidad de los militares que acaban de derrotar, con mucha sangre y sacrificio. Mientras, miles de milicianos insisten en castigar a los asesinos del régimen. Ese es el principal motivo de los enfrentamientos que utiliza la prensa para demonizarlos.
El pueblo libio luchó y sigue luchando por libertades, control sobre el petróleo, castigo a los asesinos de la dictadura y un mejor nivel de vida. Ya está comenzando a enfrentar al nuevo gobierno pro imperialista que vuelve a entregar el petróleo a las multinacionales. La revolución libia recién comienza.

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