Los permisos o licencias sindicales
Puerto Cabello, 2 de noviembre de 2009. La actividad de los dirigentes sindicales no les concede según la Ley Orgánica del Trabajo el derecho de ausentarse de las labores productivas o de trabajo a que se encuentran obligados en virtud del contrato de trabajo. Esas actividades sindicales deben realizarse entonces fuera del horario de trabajo.
Puerto Cabello, 2 de noviembre de 2009. La actividad de los dirigentes sindicales no les concede según la Ley Orgánica del Trabajo el derecho de ausentarse de las labores productivas o de trabajo a que se encuentran obligados en virtud del contrato de trabajo. Esas actividades sindicales deben realizarse entonces fuera del horario de trabajo.
Como dijimos en nota anterior, los permisos o licencias sindicales entendidos como el derecho de los sindicalistas a cumplir sus funciones sindicales dentro o fuera de la empresa, aún dentro de su horario de trabajo, nace en la convención colectiva de trabajo.
Los convenios más sanos limitan estos permisos a un número de horas de trabajo al mes. Pueden ser 8, 16 o 32 horas mensuales. En estos convenios, aunque en algunas horas el sindicalista es dispensado de cumplir su jornada laboral para que se dedique a cumplir funciones de representación de los trabajadores, sin embrago, el sindicalista mantiene su vinculación directa con sus compañeros de trabajo al momento de incorporarse a su puesto de trabajo.
En las empresas con nóminas numerosas, de mil o más trabajadores, los convenios establecieron la figura del permiso de tiempo completo. Se supone que la complejidad de los problemas laborales justifica la profesionalización de la función sindical. Así ocurrió en las principales industrias del país como la petrolera, siderúrgica, automotriz. También en los servicios públicos como el magisterio, los tribunalicios, los trabajadores de la salud.
Se creó entones una capa de funcionarios sindicales que pasan largos períodos, hasta 10 y 20 años, sin prestar labores efectivas. Cobran sin trabajar justificando este pago por supuestamente estar dedicados a tiempo completo a la defensa de los trabajadores.
Ciertamente, hay dirigentes sindicales que llegan a los centros de trabajo a tempranas horas y se van tarde. Desempeñan una labor esforzada y loable. Pero, son una excepción.
La mayoría de estos sindicalistas de tiempos completo, no solo se ausentan de las líneas de montaje o de producción, sino que se ausentan de las empresas.
El caso más extremo de esta burocracia sindical es la industria de la construcción. Para iniciarse cualquier obra, las empresas deben financiar los delegados sindicales.
Se convierte entonces la función sindical de un servicio a la clase en un beneficio personal para el sindicalista. Y no pocas veces, en un verdadero perjuicio para la clase trabajadora.
En la medida que el movimiento sindical se ha ido democratizando mediante la celebración de elecciones, los trabajadores han ido sacudiéndose a estos burócratas del sindicalismo renovando sus filas con nuevos líderes. Pero, el vicio tiende a repetirse. He sostenido que los que cambian no son los trabajadores, sino los dirigentes que pierden sus perspectivas de lucha y transforman el sindicalismo en un negocio lucrativo.
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