“Me pareció que mi deber era protestar”
Un académico que se describe como alguien que “en un momento dado se sintió el enemigo número uno” sugiere o bien un ego desmesurado o un caso incurable de paranoia. No parece que el profesor Ilan Pappe padezca ninguna de estas dos cosas. Tiene una personalidad afable con una sonrisa encantadora. Como él mismo admite, “le agrada gustar”. Entonces, ¿no es un rebelde por naturaleza? “Desde luego que no”, afirma.
Un académico que se describe como alguien que “en un momento dado se sintió el enemigo número uno” sugiere o bien un ego desmesurado o un caso incurable de paranoia. No parece que el profesor Ilan Pappe padezca ninguna de estas dos cosas. Tiene una personalidad afable con una sonrisa encantadora. Como él mismo admite, “le agrada gustar”. Entonces, ¿no es un rebelde por naturaleza? “Desde luego que no”, afirma.
Sin embargo, en 2005 y 2006 este israelí hijo de emigrantes judíos-alemanes se encontró en el ojo de un huracán que le llevaría a abandonar el país en el que había nacido y a buscar refugio en el oeste de Inglaterra. Desde hace 18 meses es catedrático del departamento de historia de la Universidad de Exeter. Hasta abandonar la Universidad de Haifa había sido condenado por el parlamento israelí, el Knesset; el ministro de Educación había pedido públicamente que fuera expulsado de la Universidad y su foto apareció en el centro de una diana en el periódico de mayor tirada del país. Al lado, un popular columnista se dirigía de este modo a sus lectores: “No les estoy diciendo que maten a esta persona, pero no me sorprendería si alguien lo hiciera”.
Las amenazas de muerte ya habían estado llegando por correo postal, electrónico y por teléfono desde que en una radio nacional preguntaron a Pappe, de 54 años, si iba a llevar al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sus denuncias por el trato infligido a los palestinos. “Tuve que señalar que yo no era un político o un diplomático”, afirma, “que yo era un académico”. Aunque era un académico que había publicado recientemente un libro titulado “La limpieza étnica de Palestina”*. Un título un tanto provocativo, señalo yo.
“Lo era”, admite Pappe. “Lo pensé mucho antes de utilizarlo y mi editor [Oneworld Publications] tenía dudas. Pero creo que la élite militar y política no ha renunciado a la política de limpieza étnica. Ellos creen que la supervivencia y, desde luego, la prosperidad del Estado judío están relacionadas con su capacidad para reducir el número de palestinos que viven dentro de sus fronteras, aun cuando todavía no se haya decidido dónde deberían estar estas fronteras”.
En 2005 Pappe y dos amigos advirtieron en internet que se estaba sacando a los colonos judíos israelíes de Gaza para dar vía libre a las fuerzas del gobierno para bombardear a los habitantes de esta superpoblada franja de tierra. Cuando a finales de 2008 empezaron los actuales bombardeos, el gobierno israelí argumentó que estaba tratando de proteger a sus ciudadanos de los ataques con cohetes por parte de Hamás. Pero, “estos ataques con cohetes no empezaron hasta después de que Israel impusiera el bloqueo a Gaza”, afirma Pappe.
Anglófilo
El conflicto parece estar a millones de kilómetros de donde estamos ahora, contemplando un bucólico valle en un idílico rincón de Devon. Pappe se doctoró en Oxford en 1984 y sigue siendo un anglófilo confeso, a pesar de sus reservas con la comida y el tiempo. Ha alquilado una casa no lejos de Exeter donde vive con su compañera y sus dos hijos, de 11 y 14 años. El temor por la seguridad de su familia fue una de las razones que le llevaron a dejar Haifa. “La otra fue que me sentía reprimido como intelectual”.
Tras dar marcha atrás en su decisión de expulsarlo por medio de un tribunal disciplinario, las autoridades de la universidad de Haifa le prohibieron participar en seminarios o en conferencias. “Llamaron a uno de mis colegas y le dijeron: ‘Se le ha visto tomando un café con Ilan Pappe. ¿Le parece que eso es sensato?’”, afirma.
Al mismo tiempo, cuenta Pappe, siguió recibiendo apoyo de algunos colegas y de muchos alumnos, en particular los palestinos. También recibió apoyos del exterior, incluyendo el de lo que era la Asociación de Profesores Universitarios (AUT, en sus siglas en inglés) en el Reino Unido. “Creo que el peor de mis crímenes había sido apoyar el boicot cultural y académico a Israel para que acabara con su ocupación de las tierras palestinas”, afirma. “Cuando la AUT entró en contacto conmigo para preguntarme si yo creía que ellos estaban justificados moralmente para hacerlo, les contesté que sí. Sólo una presión externa firme acabará con la política israelí de destruir al pueblo palestino”.
Más tarde la AUT se integró en el Sindicato de Universidades y Facultades (UCU, en sus siglas en inglés) y al tener que afrontar acciones legales, abandonó la propuesta de boicot colectivo.
“Creo que lo que es verdaderamente importante”, afirma diplomáticamente Pappe, “es que un número cada vez mayor de académicos a nivel individual cree que ya no pueden tolerar el cooperar con sus homólogos israelíes, excepto con aquellos que se oponen a las actuales políticas del gobierno”.
Es probable que la repulsa que ha suscitado en el Reino Unido la matanza en Gaza haga aún más tensas las relaciones. Cualquier tentación por parte de Pappe de afirmar que él había previsto lo que se avecinaba se vio infinitamente superada por la atrocidad, anegada por la inmensa tristeza de ver las imágenes que ofrecen los medios de las víctimas civiles. “Estas cifras no son anónimas para mí”, afirma. “Temo por personas a las que conozco personalmente”. Pappe habla árabe y se relaciona tanto con colegas y amigos árabes como con judíos. “Puede que al gobierno israelí le resulte difícil justificar su carnicería ante el resto del mundo, pero todavía pueden contar con un generalizado apoyo interno”, señala. “La lealtad al Estado y a la ideología sionista sustituye a todo lo demás”.
¿No puede entender la mentalidad de asedio de la gente que se siente amenazada por la creciente militancia islámica?, le pregunto.
“Sí, sí puedo”, responde Pappe. “Existen genuinos miedos colectivos que tienen que ver con peligros pasados y presentes. Pero creo que estos miedos se manipulan por medio del sistema educativo y de los medios de comunicación para que parezcan peores de lo que sugiere la realidad. Y los israelíes no parecen darse cuenta de que su comportamiento está contribuyendo a esos peligros. Cualquier persona que apoye un política militantemente agresiva hacia Israel no puede más que haberse beneficiado de lo que está ocurriendo en Gaza”.
Enfrentarse a los sirios
Cuando Pappe tenía 19 años se encontró a sí mismo en los Altos de Golán enfrentándose a los sirios en la guerra de Yom Kippur de 1973. “Recuerdo que el sargento mayor nos decía que teníamos que matar a árabes jóvenes o éstos crecerían para matarnos a nosotros”, afirma. “Y esta actitud está muy extendida. Por eso creo que quienes conducen los tanques, los pilotos de los F16 o los comandantes de artillería matarán civiles sin dudarlo. Durante toda su vida se les ha enseñado a deshumanizar a los palestinos”
Los padres de Pappe, como muchas otras personas, huyeron de Alemania en los años treinta porque podían ver que los judíos serían tratados con seres inferiores a los humanos. Miembros de ambas partes de la familia murieron en el genocidio posterior. “Mi madre tenía siete hermanas y sólo sobrevivieron tres”, afirma Pappe. “En la familia de mi padre hubo historias similares. Vieron en Palestina y después en el Estado de Israel un refugio seguro. Y esta es la parte de mí que no puede condenar completamente el sionismo. Si no hubiera sido por el movimiento sionista, mis padres y muchos como ellos no se hubieran salvado.
“Nunca he subestimado estos logros. Pero mis padres nunca pudieron ver que el establecimiento de un Estado judío se hacía desposeyendo a los palestinos. Miraron hacia otra parte, del mismo modo que hicieron muchos alemanes en los años treinta y cuarenta”.
Ninguno de sus padres vive. “Mi hermano y mi hermana no comparten mi política, pero aún así nos llevamos bien”, añade. “A algunos de mis parientes les resulta difícil hablar conmigo. Sin embargo, en mi opinión yo pertenecía a una sociedad que estaba haciendo cosas terribles a los palestinos. Me pareció que mi deber era protestar, aun cuando esto me convirtiera en un paria”.
Cree que la mejor manera de protestar en el exilio es escribir. En este momento está trabajando en tres libros. Uno se llamará “Los palestinos olvidados” (“aquellos que viven en Israel”); otro “La burocracia del mal”, un estudio sobre cómo los oficiales israelíes han controlado la vida diaria en aquellos territorios que están más allá de las fronteras originales del país que el Estado de Israel ha ocupado desde 1967. También va a publicar una colección de ensayos de estudiosos de todo el mundo comparando el sistema e ideología sionista con el gobierno de apartheid sudafricano. “Hay muchas cosas que comparar”, insiste.
Puede que Ilan Pappe no sea un rebelde por naturaleza, pero nadie puede acusarlo de conformarse con una tranquila en el oeste del país.
Curriculum vitae:
Edad, 54.
Trabajo, catedrático del departamento de historia de la Universidad de Exeter.
Antes de ello, profesor adjunto de ciencias políticas en la Universidad de Haifa y presidente de la Asociación Israelí para la Educación Multicultural.
Le gustan las novelas inglesas del siglo XIX, el cine, la música clásica y el Futbol Club Liverpool.
No le gusta la injusticia estatal sistematizada.
* N de la t.: Este libro fundamental de Pappe ha sido publicado en castellano por la editorial Crítica, 2008.
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos