Mérida: Marcos Díaz siempre ha sido de derecha y nunca lo ha ocultado
La reunión del gobernador de Mérida, Marcos Díaz Orellana, con el obispo Baltasar Porras, quien también es vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV), ha despertado rechazo en las bases del chavismo y ha sido combustible para un conflicto interburocrático a lo interno del gobierno. Todos recordamos el papel golpista que jugó Baltasar Porras, quien estuvo en Miraflores avalando el golpe de estado el 12 de abril de 2002. Este líder católico siempre ha sido un activista del fascismo criollo y se ha solidarizado con todas las infamias de la derecha; hace pocos días apoyó públicamente el golpe de Estado en Honduras y calificó la posición de la OEA como «intervencionista», por haber este organismo rechazado el golpe.
La reunión del gobernador de Mérida, Marcos Díaz Orellana, con el obispo Baltasar Porras, quien también es vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV), ha despertado rechazo en las bases del chavismo y ha sido combustible para un conflicto interburocrático a lo interno del gobierno. Todos recordamos el papel golpista que jugó Baltasar Porras, quien estuvo en Miraflores avalando el golpe de estado el 12 de abril de 2002. Este líder católico siempre ha sido un activista del fascismo criollo y se ha solidarizado con todas las infamias de la derecha; hace pocos días apoyó públicamente el golpe de Estado en Honduras y calificó la posición de la OEA como «intervencionista», por haber este organismo rechazado el golpe.
Existen justificadas razones para condenar este acercamiento entre el gobernador y el vicepresidente de la CEV. Sin embargo, en el PSUV lo que se está manifestando es un conflicto entre corrientes igualmente burocráticas, en el que se enfrenta el gobernador con el Ministro del Interior, Tarek El Aissami. Eso es lo que explica que de un día para otro, los mismos activistas del PSUV y funcionarios de gobierno que cerraron filas con la candidatura de Marcos Díaz y lo ensalzaron como un gran socialista, empiezan a descubrir el agua tibia y poner en duda el carácter revolucionario del gobernador. El problema es que Marcos Díaz nunca ocultó que era un hombre de derecha.
Desde nuestro colectivo revolucionario, alertamos tempranamente que ni Carlos León ni Marcos Díaz representaban una opción política de izquierda para el Estado Mérida y su capital. Carlos León venía de una gestión a favor de los empresarios merideños, particularmente los de la construcción y las ferias taurinas, mientras que Marcos Díaz era un ex militar chavista, formado políticamente en Copei, y que pese a vestirse de rojo mantenía un discurso socialcristiano, alejado completamente del socialismo. Hay que recordar que el PSUV apoyó unánimemente a ambos candidatos, luego del proceso de las primaras.
Lo irónico es que le critican a Marcos Díaz por cumplir con sus promesas de campaña. En un debate moderado por Vanessa Davies y transmitido por VTV, el entonces precandidato Marcos Díaz decía por todo el cañón que iba a gobernar con los empresarios, con las autoridades de la ULA, y con la iglesia. En fin, no se diferenciaba de la gran mayoría de los candidatos del PSUV o la derecha opositora a nivel nacional.
Nosotros nunca nos comimos ese cuento de que los candidatos del PSUV en Mérida eran socialistas, y lo dijimos públicamente. Nuestra posición entonces era la de sólo apoyar candidatos genuinos del pueblo explotado, de los trabajadores, los campesinos; rechazando a los falsos socialistas y a la derecha golpista. En nuestras discusiones con la gente del PSUV, muchas veces nos encontramos con que ellos consideraban que el discurso derechista de Marcos Díaz era una ventaja, porque supuestamente el estado Mérida era muy conservador y había que ganarse a sectores de derecha. Ahora esos mismos personajes se rasgan las vestiduras por los pactos del gobernador con un fascista como Baltasar Porras, pero ninguno hizo objeciones cuando Díaz Orellana lanzó como promesa electoral la estrategia de gobernar con los empresarios y la iglesia.
En realidad el gobernador, desde su misma toma de posesión, ha estado lanzando puentes a la derecha. En el acto de posesión, Díaz pidió un aplauso para el alcalde copeyano Léster Rodríguez, recordado en la universidad como el peor rector de su historia, y un asiduo promotor de la violencia, protector de los grupos armados en la ULA. Luego lanzó una «alianza taurina» con el alcalde copeyano para promover corridas de toros y otras actividades conjuntamente.
La falsa esperanza de que su gobierno iba a ser más participativo que el anterior se esfumó cuando un grupo de funcionarios de Fundecem fueron despedidos por negarse a utilizar el Centro Cultural Tulio Febres para instalar ferias y promover espectáculos comerciales.
Luego, cuando la policía del estado Mérida asesinó al estudiante Yuban Ortega, un dirigente estudiantil chavista, Marcos Díaz mandó a sacar a la Guardia Nacional, y esta ingresó brevemente, en una refriega represiva, a las Residencias Masculinas de la ULA. No hubo investigación ni castigo a esta acción ilegal. Ahora el gobernador se reúne con un fascista como Baltasar Porras, para negociar, según él, sobre la violencia estudiantil, y lograr un clima de cordialidad en la ciudad. Evidentemente Porras es un interlocutor en ese tema, dada su cercanía con los grupos violentos de derecha de la ULA, y su trayectoria golpista. Pero con esa política de negociación, pactos, e impunidad, nunca se avanzará hacia la paz o el socialismo. Lo que hace el gobernador es darle continuidad a la política lanzada por el presidente Chávez entre diciembre de 2007 y mediados del 2008, meses en los cuales dio amnistía a los golpistas y proclamó una «alianza estratégica con la burguesía».
Tal como ayer, nosotros denunciamos que por medio de este tipo de pactos no habrá liberación ni socialismo. Llamamos a los estudiantes de izquierda, y a todo el pueblo de Mérida, a que rompan con esa dirigencia que los ha engañado, diciéndoles que Carlos León, Marcos Díaz, Florencio Porras, eran dirigentes socialistas, y que el PSUV era un partido revolucionario. La verdadera revolución debemos hacerla deslastrándonos de toda confianza en reformistas y derechistas, organizándonos y planteándonos como pueblo explotado nuestra propia agenda de luchas. Esa es la única vía que tenemos los trabajadores, campesinos, estudiantes revolucionarios, y todo el pueblo pobre, para tomar las riendas de nuestro destino y construir el socialismo.