Miguel A. Hernández: «Las causas sociales que generaron El Caracazo siguen estando vigentes en medio de una gran impunidad»
Al mediodía de ayer 27 de febrero, durante la emisión de «Radar», noticiero alternativo producido por la radio comunitaria Ecos 93.9, Alejandro Arévalo entrevistó al profesor universitario y dirigente del partido Unidad Socialista de Izquierda, Miguel Ángel Hernández. El tema de la entrevista era reflexionar en torno al significado y la vigencia del levantamiento popular, conocido como «El Caracazo», fecha de la que se cumplen 20 años.
Por: Radio Ecos 93.9
Al mediodía de ayer 27 de febrero, durante la emisión de «Radar», noticiero alternativo producido por la radio comunitaria Ecos 93.9, Alejandro Arévalo entrevistó al profesor universitario y dirigente del partido Unidad Socialista de Izquierda, Miguel Ángel Hernández. El tema de la entrevista era reflexionar en torno al significado y la vigencia del levantamiento popular, conocido como «El Caracazo», fecha de la que se cumplen 20 años.
AA: Hoy se cumplen 20 años de El Caracazo, una de las jornadas más dramáticas de rebeldía popular y de represión brutal por parte de la burguesía y las Fuerzas Armadas. ¿Podrías ahondar un poco sobre el significado de esta fecha?
MAH: Sin lugar a dudas, el 27 y el 28 de febrero, así como los primeros días de marzo del 89, el pueblo venezolano vivió una de las represiones más brutales que ha conocido en su historia, y una de tantas vividas durante el período llamado puntofijista, dirigido por Acción Democrática y Copei. Esa represión no fue otra cosa que el intento de frenar un levantamiento popular espontáneo, sin ningún tipo de organización ni dirección política, sin un programa claro que diera respuesta a las causas que motivaron ese levantamiento.
AA: ¿Y cuáles fueron esas causas?
MAH: Para entender estas causas hay que hablar de las políticas neoliberales del presidente Carlos Andrés Pérez, que buscaban responder a las exigencias del FMI y a los mercados internacionales, en el contexto de la crisis de la deuda externa que había estallado unos años antes, en agosto del 82, así como al agotamiento del modelo político puntofijista, establecido después de la caída de la dictadura; y al agotamiento del modelo económico de sustitución de importaciones. Todo esto generó una gran insatisfacción de las necesidades de los trabajadores y el pueblo venezolano. Y ante la rebeldía popular, avivada por el cansancio con la corrupción, la explotación y la violación de los derechos humanos, la respuesta del régimen fue apelar a la violencia del aparato político-militar encabezado por el ministro de la Defensa, Ítalo Del Valle Alliegro y el presidente Carlos Andrés Pérez.
AA: ¿Cuál fue entonces el carácter de ese levantamiento?
MAH: El levantamiento, verdaderamente dramático, comenzó en Guarenas pero luego se extendió a prácticamente todas las ciudades de Venezuela; pese a carecer de un programa político alternativo al capitalismo, que en esencia era lo que las masas rechazaban de manera intuitiva, y enfrentaban con estas jornadas masivas de protesta. No se trataba sólo del rechazo a una de las modalidades en las que se presenta este sistema de explotación y apropiación privada de la riqueza, en este caso el neoliberalismo, sino del descontento acumulado a lo largo de décadas de democracia burguesa. Ya desde varios años antes venían dándose expresiones de malestar social con el modelo puntofijista, una de ellas fue la gran movilización obrera de agosto del 79, exigiendo aumento de salarios, posteriormente la gran huelga nacional textil, los paros cívicos que se desarrollaron entre 80 y el 81; y luego en el terreno económico esto se expresó en la crisis económica que castigó a la región de Latinoamérica, que en Venezuela se concretó en el tristemente célebre «Viernes Negro» de 1983, en el que se devaluó la moneda y se implementaron una serie de medidas antipopulares para tratar de readecuar la economía a las exigencias de la burguesía, descargando en lo hombros de los trabajadores y todo el pueblo las consecuencias del descalabro económico. En el terreno electoral, este proceso de agotamiento del puntofijismo se reflejó en un aumento sostenido de la abstención, en un país en el que tradicionalmente este índice era más bien bajo.
AA: ¿Qué relación guarda esto con las intentonas del año 92?
MAH: En el terreno militar también se expresó el descontento de sectores importantes de la clase media, primero con el golpe del 4 de febrero del 92 y posteriormente con el también fallido intento del 27 de noviembre, recién en este período es que irrumpe la figura del actual presidente, quien entonces era el teniente coronel Hugo Chávez. No concluyó el proceso de desgaste allí, pues Rafael Caldera se deslinda de su partido, Copei, y es electo presidente con el apoyo del Partido Comunista, el MAS y otros partidos de izquierda, conformándose luego un gobierno de frente popular y de conciliación de clases. Caldera fue visto por muchos, erróneamente, como una alternativa; sin embargo esta posibilidad fue rápidamente frustrada por la aplicación de un paquete de ajuste.
AA: A veinte años de esta represión sangrienta, podemos ver en retrospectiva como países latinoamericanos como Chile y Argentina, donde se vivieron terribles dictaduras, se han abierto procesos legales contra los responsables de los crímenes de esos gobiernos. Sin embargo en Venezuela ha reinado la más absoluta y escandalosa impunidad, a tal punto que no hay ni un sólo militar o civil preso por los miles de asesinatos y desapariciones de El Caracazo. ¿Cómo se explica esto?
MAH: La represión del 27 de febrero y los días subsiguientes fue la peor del período puntofijista, pero no fue la única. Hubo una violencia más focalizada contra los sectores de vanguardia, que se tradujo en centenares de desaparecidos, torturados, y asesinatos como los de Yumare, una violación sistemática de los derechos humanos, todo esto con el propósito de liquidar las luchas obreras y populares. Esta impunidad que cubrió todo el período puntofijista se mantiene hasta nuestros días. Lamentablemente, al cabo de 20 años de «El sacudón», como también se le conoció, las causas estructurales, sociales y económicas, que causaron ese levantamiento siguen existiendo. Hoy en día los mismos personajes que fueron los artífices de El Caracazo, y que posteriormente dieron un golpe de Estado en el año 2002 para tratar de liquidar el proceso revolucionario venezolano, y que además realizaron paros patronales y sabotajes a la industria petrolera; esos mismos sectores siguen libres y campantes, se presentan como candidatos a cargos de elección popular, y siendo favorecidos por los puentes y las negociaciones que constantemente les tiende el gobierno, cada vez ganan más terreno. Incluso, el presidente Chávez les otorgó una amnistía a los golpistas por los crímenes cometidos entre los años 2002 y 2003.
AA: El actual gobierno ha hecho del 27 de febrero una bandera, pero contradictoriamente mantuvo, en un primer momento los alegatos de los gobiernos anteriores ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, aunque luego tuvo una posición distinta. Luego de que la CIDH fallara contra el Estado venezolano, ¿qué ha pasado con los familiares de las víctimas?
MAH: Luego de este fallo contra el Estado venezolano, no ha sido posible que el mismo indemnice a todas las personas afectadas. En el juicio se contabilizaron 276 personas afectadas, pero en realidad fueron más de 3000 las personas asesinadas, muchas de ellas enterradas en fosas comunes, e innumerables violaciones a los derechos humanos, más allá de los asesinatos. Ni siquiera a estas personas se les ha indemnizado, solamente unas 60 personas han recibido indemnizaciones, y apenas 20 años después de la masacre el gobierno anuncia que indemnizará a los que restan en virtud de esta sentencia de la CIDH.
AA: Entonces, ¿cuál es la relación entre el 27 de febrero y la situación actual?
MAH: En el 89 se abre una etapa revolucionaria en la que, un poco parafraseando a Lenin, los de arriba no pueden seguir gobernando como han venido haciéndolo, y los trabajadores no están dispuestos a dejarse dominar sobre las pautas y las normas que la burguesía ha venido dictando para afianzar su control de la sociedad. Hay un proceso de movilización y de luchas que no se abre en el 92 ni en el 99, sino que más bien los acontecimientos de esos años son el producto de un proceso revolucionario que se hace evidente en el 89. Una lección de El Caracazo es que al carecer de organización y orientación política, al no haber un partido revolucionario que planteara con claridad la necesidad de tomar el poder para hacer la revolución; el levantamiento fue derrotado. Las condiciones que el capitalismo impone a los sectores populares siguen estando planteadas, y por ello sigue estando sobre el tapete la necesidad histórica de un partido revolucionario que abra la perspectiva de que el pueblo y los trabajadores tomen efectivamente el poder y derroquen las instituciones de la burguesía, construyendo el verdadero poder popular y el socialismo revolucionario.