Miles protestan contra el racismo estatal en el enclave colonial israelí

Este miércoles, más de 5.000 personas se movilizaron en Jerusalén para rechazar el racismo oficial contra los israelíes de origen etíope. El enclave sionista se caracteriza por un furibundo racismo, no sólo contra la población palestina, que ha sido despojada de sus derechos nacionales, territoriales, sociales y culturales, y sometida a una violencia sistemática y brutal. También es un Estado que por sus características fascistas discrimina a los ciudadanos israelíes que no forman parte de la élite colonialista de origen europeo, los ashkenazis.

Este miércoles, más de 5.000 personas se movilizaron en Jerusalén para rechazar el racismo oficial contra los israelíes de origen etíope. El enclave sionista se caracteriza por un furibundo racismo, no sólo contra la población palestina, que ha sido despojada de sus derechos nacionales, territoriales, sociales y culturales, y sometida a una violencia sistemática y brutal. También es un Estado que por sus características fascistas discrimina a los ciudadanos israelíes que no forman parte de la élite colonialista de origen europeo, los ashkenazis.

Algunos manifestantes portaban pancartas en las que se podía leer «Nuestra sangre sólo es buena para la guerra». Se referían al uso preferencial por parte de las autoridades sionistas de las minorías raciales a la hora de lanzar invasiones o ataques militares contra el pueblo palestino o los países vecinos árabes. La manifestación llegó a las puertas del parlamento y luego a la residencia del primer ministro, Benjamín Netanyahu.

Algunos políticos fascistas, como Tzipi Livni, también asistieron a la protesta, demagógicamente.

Al igual que los nazis, los sionistas han reducido a los israelíes de origen etíope a pequeños guetos y suelen pintar las paredes de estos barrios con amenazas racistas. Además, les dificultan el acceso al trabajo, y les imponen dificultades para el alquiler o compra de inmuebles.

La ministra de Absorción de Inmigrantes, Sofa Landver, dijo recientemente que los inmigrantes etíopes debían «dar las gracias a Israel por lo que han recibido». Las declaraciones activaron el resentimiento de esta minoría discriminada. Los israelíes árabes, e incluso muchos judíos que no son de origen ashkenazi, son víctimas del más rabioso racismo en el Estado colonial sionista.

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