Nacionalizar empresas no es revolucionario
En Venezuela se cree que la nacionalización o estatización de empresas es un acto revolucionario. Quien dudare de ello apenas tendría que aludir… al camarada Lenin. Tiene el insigne jefe ruso páginas estelares sobre cómo la nacionalización o estatización de empresas no es per se revolucionario, muy por el contrario, como lo apunta Lenin, podría ser más bien un acto de contenido opuesto por completo a la revolución.
En Venezuela se cree que la nacionalización o estatización de empresas es un acto revolucionario. Quien dudare de ello apenas tendría que aludir… al camarada Lenin. Tiene el insigne jefe ruso páginas estelares sobre cómo la nacionalización o estatización de empresas no es per se revolucionario, muy por el contrario, como lo apunta Lenin, podría ser más bien un acto de contenido opuesto por completo a la revolución.
No es por azar que los regímenes más estatizadores en Europa hayan sido el nazismo alemán y el estalinismo ruso. Alemania era para 1944, cuando bajo un infierno de bombas expiraba el régimen nazi, un país de economía estatizada. El acero era producido, casi en su totalidad, por las Hermann Goering Werke, las fábricas de aviones y los astilleros estaban nacionalizados, lo mismo ocurría en la Italia fascista.
Por lo que toca a Rusia hay que observar que mientras Lenin y también Trotsky se inclinaban por dejarle al “mujik” sus pañuelos de tierra, los que habían conquistado con sus manos insurgentes en 1917, Stalin obligó a los mismos campesinos a enrolarse en los “koljós”, especie de grandes empresas nacionalizadas en la agricultura.
Los regímenes socialistas han nacionalizado la tierra cuando empezaban a temer a los campesinos, como Stalin en 1934, cuando el terror burocrático se adueña de la URSS. Las grandes nacionalizaciones, como las de 1945, en la Europa de la postguerra fueron sugeridas y realizadas por la izquierda y la derecha al mismo tiempo.
En América las nacionalizaciones, salvo la del petróleo mexicano en 1938, fueron obra de gobiernos burgueses que no faltaron a la ortodoxia capitalista. El peronismo argentino, variante o modalidad criolla del fascismo italiano, fue el régimen estatizador por excelencia en nuestro continente. En Venezuela hoy Pdvsa es tan detestable y odiosa como cuando el petróleo era explotado por los ingleses y los gringos. Ramiritos no es mejor que míster Doyle.
La Electricidad de Caracas no ha cambiado un ápice por haber pasado a manos del Estado venezolano, como no ha cambiado lo más mínimo el Banco de Venezuela. Es posible que ahora sean peores. Hay que aplicar siempre, en caso de expropiaciones o nacionalizaciones, el criterio de clase. ¿Quién nacionaliza? Entre nosotros nacionaliza el Estado venezolano, hoy controlado por una camarilla de militares fascistas.
Así es como deben juzgarse las medidas nacionalizadoras. Adoptar cualquier otra posición es sucumbir a algo tan anacrónico como el nacionalismo. La patria fue, por fortuna ya va dejando de jugar ese papel, una de las drogas con las cuales las burguesías nacionales adormecieron a los pueblos durante luengos siglos. La Electricidad de Caracas es la misma manejada por un gringo o por un teniente coronel o un doctor venezolano. Equivocarse en eso es ponerse a merced de cualquier sargento García.