¡Ni flores ni bombones, nuestros derechos son mejores!
Hoy muchas mujeres recibimos saludos y hasta regalos, la televisión realiza publicidades especiales y en las oficinas y bares hasta nos entregan flores. Pero más que una celebración, para todas las mujeres del mundo, el 8 de marzo es un día en el que tenemos que pelear con más fuerzas por nuestros derechos como lo hicieron nuestras predecesoras compañeras de género desde hace ya más de un siglo y medio.
Hoy muchas mujeres recibimos saludos y hasta regalos, la televisión realiza publicidades especiales y en las oficinas y bares hasta nos entregan flores. Pero más que una celebración, para todas las mujeres del mundo, el 8 de marzo es un día en el que tenemos que pelear con más fuerzas por nuestros derechos como lo hicieron nuestras predecesoras compañeras de género desde hace ya más de un siglo y medio.
En 1857, las obreras textiles neoyorquinas se sublevaron por las interminables jornadas de trabajo y fueron brutalmente reprimidas por la policía. En el mismo mes de 1908, más de 15 mil obreras marcharon por las calles de la misma ciudad en demanda de mejores salarios y condiciones de vida. Un año más tarde, también en marzo, 140 mujeres murieron calcinadas en la fábrica textil donde trabajaban tras ser encerradas por sus patrones. Finalmente, en 1910, durante un Congreso Internacional de Mujeres Socialistas, la luchadora alemana Clara Zetkin propuso el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, en memoria de los heroicos levantamientos de las trabajadoras contra la opresión del capital en los distintos rincones del mundo.
Hoy como ayer, a pesar de muchas luchas y muchos avances, las mujeres seguimos siendo las más oprimidas entre los oprimidos. Pero como entonces, las mujeres mostramos nuestro heroísmo a la cabeza de las principales luchas del mundo. Así lo vemos en las mujeres egipcias y de todo el mundo árabe que, a pesar de vivir en sociedades que las relegan de la vida política (aún más que en Occidente), con la revolución en el Medio Oriente han sabido enfrentar en la calle a la represión de Mubarak en Egipto, de Ben Alí en Túnez y ahora, de Khadafi en Libia. Mujeres con y sin velo, han sabido alzar su voz en las plazas donde se gesta la revolución ganándose el respeto de sus compañeros varones y llegando incluso en Egipto, a no producirse actos de violencia sexual contra ellas en los días de la gesta revolucionaria, cosa que hubiera sido impensada meses antes. Una muestra más de cómo se le asestan nuevos golpes a los regímenes opresores laicos e islámicos que muestran uno de sus peores rostros con la violencia patriarcal.
Y también en Europa, principalmente en Italia, las mujeres han salido con fuerza contra el robo, la corrupción, el hambre y la miseria impuestas por el gobierno de Berlusconi. Nada menos que un millón de mujeres de todos los credos y vertientes políticas se han movilizado el 14 de febrero para decirle basta al intocable “cavaliere”. Hartas de ser mayoría entre las desocupadas, hastiadas de trabajar en los empleos más precarios y fundamentalmente, decididas a terminar con la pedofilia y la explotación sexual de mujeres y niñas que se ostenta desde el poder político, han logrado poner sobre las cuerdas a Berlusconi.
En Argentina, la lucha continúa
En el mundo hay 132 países donde no es delito abortar, y entre estos, hay 50 donde lo paga por completo el Estado. Sin embargo, en Argentina, a poco de culminar el primer período completo de gobierno de una mujer, siguen siendo centenares las que mueren por abortos clandestinos.
En el discurso de apertura de las sesiones del Congreso de este año, Cristina dejó claro que no quiere terminar con las muertes. Dijo que iba a extender el subsidio universal por hijo a todas las mujeres embarazadas para que no aborten y mueran. Una verdadera burla: las mujeres interrumpen sus embarazos no sólo porque no tienen dinero (problema que no se resuelve con el mísero subsidio), sino porque son violadas, porque se trata de un embarazo no deseado, porque su vida está en peligro por alguna enfermedad o simplemente porque deciden no querer ser madres. No valen los desvíos de camino, necesitamos el derecho al aborto legal, seguro y gratuito en todos los hospitales públicos para que dejen de morir más de cuatrocientas mujeres al año y otras miles queden con secuelas. También queremos decirle basta a los femicidios que día a día se cobran más vidas de mujeres mientras la justicia mira al costado frente a las denuncias de violencia en el hogar, y a las redes de trata de personas que secuestran mujeres y niñas para la explotación sexual.
En este Día Internacional de las Mujeres, llamamos a todas las mujeres, organizaciones de izquierda y feministas a movilizarnos unitariamente: porque los derechos no se regalan, se conquistan.
Las más oprimidas entre los oprimidos
Mientras muchos sostienen que las mujeres ya no tienen de qué quejarse porque ahora se les permite estudiar, trabajar, “elegir su propio marido” y algunas hasta se las deja llegar a cargos tradicionalmente reservados a los varones, como la presidencia de un país o la dirección de un gran grupo económico, las mujeres debemos decir que las desigualdades se siguen manifestando con gran intensidad entre las trabajadoras aunque ya no estemos en el siglo XIX. No sólo sufrimos la explotación junto con nuestros compañeros varones cuando vamos a trabajar y soportamos en nuestras espaldas las crisis económicas que los empresarios pretenden descargar, sino que sólo por nuestra sola condición de ser mujeres, la opresión que vivimos en nuestras casas siendo las únicas encargadas de cuidar a los hijos, de resolver la economía doméstica y hasta a veces, somos agredidas por los hombres; también la padecemos en el trabajo:
En Argentina, según la propia OIT (Organización Internacional del Trabajo):
* Las mujeres reciben el 74% del salario que recibe un hombre frente a la misma tarea.
* Un tercio de los hogares están sostenidos por mujeres, es decir que 3 millones de hogares deben recibir el 74% de la remuneración que recibe los 6 millones restantes únicamente porque la que trabaja es mujer.
* Más del 50% de los hogares pobres son sostenidos por mujeres.
* Entre los ocupados varones la informalidad en el empleo privado llega a 37,5%, mientras que entre las mujeres es del 49%. Las mujeres son el 99% entre los trabajadores/as domésticos/as de las cuales el 95% está en negro, siendo mayoría en los trabajos más precarios.
* Además casi todas las mujeres realizan una segunda jornada laboral no remunerada ni reconocida como trabajo. Una fuera de la casa y la otra dentro del hogar limpiando, cocinando y ocupándose de la familia.