Ni socialismo ni bolivarianismo sino bonapartismo
Uno de los matices característicos de los proyectos de izquierdas en América Latina y el Caribe es el nacionalismo de cara al imperialismo monopolista estadounidense o multinacional. A diferencia del Internacionalismo como ideología «propia» en la izquierda revolucionaria hasta hace pocos años, la izquierda latino-caribeña promulga el celo nacional por su historia y sus recursos naturales, casi siempre perfiladores de cierta «personalidad nacional colectiva» (el petróleo, el caucho, el café, la coca…).
Uno de los matices característicos de los proyectos de izquierdas en América Latina y el Caribe es el nacionalismo de cara al imperialismo monopolista estadounidense o multinacional. A diferencia del Internacionalismo como ideología «propia» en la izquierda revolucionaria hasta hace pocos años, la izquierda latino-caribeña promulga el celo nacional por su historia y sus recursos naturales, casi siempre perfiladores de cierta «personalidad nacional colectiva» (el petróleo, el caucho, el café, la coca…).
Bien, es necesario desenmascarar una contradicción más en el puzzle chavista-revolucionario: el entreguismo feroz y frenético de los yacimientos de coltán (niobio y tantalio) que guardan las entrañas de las tierras al sur del Orinoco (lo han explotado ilegal y silenciosamente, en complicidad con la GN y el Ejército, en los Pijiguaos desde hace varios años). Este mineral de carácter altamente estratégico es «…fundamental para el desarrollo de nuevas tecnologías: telefonía móvil, fabricación de ordenadores, videojuegos, armas inteligentes, medicina (implantes), industria aeroespacial, levitación magnética…» («El Páis» de España, 29-09-2009) y los yacimientos fueron entregados por completo a Irán y Rusia, bajo una cómoda y burdelesca mirada del Ejército de Venezuela.
Además de la transgresión en el ámbito del «celo patrio» por los recursos minerales de Venezuela, la explotación del coltán es altamente dañina al medioambiente, entre otras cosas por la erosión en los suelos, la deforestación indiscriminada, la contaminación de las cuencas hidrográficas, entre otras consecuencias que se ignoran por los métodos propios de la extracción de este mineral compuesto (la columbita, óxido de niobio con hierro y manganeso (Fe, Mn), Nb2O6 y la tantalita, óxido de tántalo con hierro y manganeso (Fe, Mn), Ta2)
Nuestro país está en una terrible encrucijada histórica, por un lado la desidia de su burocracia política, al más «malandro» estilo Carlos Escarrá, que este tipo de cosas le tiene sin cuidado, con tal de guardar un curul o una futura toga en el TSJ; y por otro lado la ridícula MUD, la ridícula y escueta propuesta de la oposición, que entre ellos nadan en la hez del arribismo, el oportunismo y la falta del más mínimo indicio de sentido común… o de lectura de un país que ya les es irreconocible.
Colofón
Decía Hegel, en quejido retórico, algo así como ¡ay de lo pueblos que van sobre los hombros de sus héroes! …o detrás de los caballos de sus héroes… o una sentencia parecida; no obstante, en Simón Bolívar subyace algo más allá del daguerrotipo de un héroe-santo, como se ha planteado desde finales del siglo XIX venezolano. En El Libertador subyace nuestra carta histórica de cara al mundo, a los otros mundos que nos ven y nos interrogan en un plano espiritual, existencial, cosmogónico… Bolívar ha sido nuestra forma de mantener sustentada la idea de nación venezolana, y tres cuartos de lo mismo en gran parte de América del Sur. Bolívar es nuestra invención de la rueda, de la escritura, del álgebra… Bolívar es nuestra batalla de las Termópilas, nuestra Alejandría, nuestra decapitación de Carlos I de Inglaterra, nuestra Revolución estadounidense, nuestra Revolución francesa, nuestra Declaración Universal de los Derechos del Hombre, nuestro Día D… todo eso más él mismo, porque en él subyacen las fuerzas ya desatadas de Venezuela, así como las fuerzas en potencia que hierven «… y despiertan cada cien años cuando despierta el pueblo…» ; pero hoy la angustia cunde en la mente de los verdaderos bolivarianos al ver que Chávez profanó el nicho de la heroidicidad venezolana, el nicho de lo que nos reunía como un pueblo, en teoría, invencible… el nicho donde comulgaba la historia y la cosmogonía de lo venezolano, «la venezolanidad» en su expresión más virtuosa. Ver la osamenta geométrica del Libertador fue como arrebatarle el velo a un rostro que en su secreto nos otorgaba todas las respuestas como nación-pueblo.
El mismo Ejército venezolano que permite, cordialmente, que se sustraiga el coltano desde las entrañas de la patria por potencias extranjeras, es el mismo Ejército -supuesto heredero de aquel Ejército Libertador- que permitió que se profanara el sagrado sepulcro del General Simón Bolívar, Libertador de un continente.
Muy poco de socialismo, muy poco de patriotismo, menos que menos de bolivarianos. La Revolución quedó supeditada a un petit-petit Napoleón.