No fue así, comandante Fidel
“Lo conocí (a Leonel) en República Dominicana cuando lo eligieron por primera vez como Presidente. Fue particularmente deferente conmigo. Habló de sus primeros esfuerzos por incrementar la capacidad de generar electricidad con mucho menos consumo de fuel oil, cuyos precios crecían rápidamente.”
“Lo conocí (a Leonel) en República Dominicana cuando lo eligieron por primera vez como Presidente. Fue particularmente deferente conmigo. Habló de sus primeros esfuerzos por incrementar la capacidad de generar electricidad con mucho menos consumo de fuel oil, cuyos precios crecían rápidamente.”
“Nadie le regaló el cargo; llegó a él a través de una especie de selección natural en virtud de la cual ascendió políticamente a medida que los acontecimientos históricos se desarrollaban.” (“Mi encuentro con Leonel Fernández, presidente de la Republica Dominicana”.- Reflexiones del compañero Fidel).
Ay no, Comandante, no fue así, sino todo lo contrario.
Nadie en República Dominicana puede respaldar esa versión sobre el ascenso de Leonel a la presidencia. Nadie, absolutamente nadie, ni siquiera sus partidarios.
Leonel fue el candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) para los comicios de 1996 porque ya no fue posible reiterar por razones de salud la candidatura del Profesor Bosch. Ya Leonel había sido candidato a la vicepresidencia en las elecciones de 1994.
En el 90 el Profesor Bosch ganó las elecciones, pero ciertamente Balaguer le hizo un “fraude colosal”. Bosch inicialmente trató de impugnar por la vía de las movilizaciones los adulterados resultados de esos comicios, pero ya su partido estaba contaminado por Balaguer y por el conservadurismo, por lo que hubo resistencia a esa línea combativa en el seno de su Comité Central… y finalmente el Profesor cedió a la presión claudicante.
Entonces, el proceso de corrupción del PLD, el cual había quedado muy bien posicionado en el Congreso y en las alcaldías o ayuntamientos (pese a que le arrebataron la Presidencia de la República), creció aceleradamente al aceptar muchos de sus dirigentes electos los sobornos y lisonjas de Balaguer, experto en corrupción de Estado y en el uso abusivo del poder.
Esto le hizo mucho daño al PLD hasta el punto que en las elecciones del 94 quedó en tercer lugar con la fórmula Bosch-Leonel Fernández
Esas elecciones fueron ganadas por el líder populista-socialdemócrata José Francisco Peña Gómez, candidato del Partido Revolucionario Dominicano (afiliado a la Internacional Socialista). Pero de nuevo Balaguer orquestó un fraude todavía mayor y más burdo, que evolucionó hacia una gran crisis de gobernabilidad.
En esa coyuntura el PLD se inclinó a favor de Balaguer para obstruir las posibilidades de ascenso al gobierno del PRD. El odio racista a Peña Gómez (por su negritud de origen haitiano y por su extracción social) predominó tanto en el partido de Balaguer como en el PLD, en este último caso movido además por la pugnacidad sectaria
La crisis fue tan estremecedora que si el PLD no hubiera adoptado esa posición y Peña Gómez vacilado de mala manera, casi seguro hubiese sido posible tumbar el régimen de Balaguer con el accionar del pueblo y el respaldo de un sector militar e iniciar una profunda democratización del país.
En esa oportunidad yo conversé durante varias horas con Leonel Fernández, que por lo menos había admitido la existencia del fraude, para que respaldara una huelga general política (preparada por el PRD, las izquierdas y la mayoría de los movimientos sociales del país) y finalmente se negó a hacerlo. Mostró un gran temor a la movilización popular, a la posible reacción del imperialismo estadounidense frente a ella y se mostró favorable al pacto con Balaguer, en procura de ventajas espurias para el PLD.
Una parte de oligarquía, la alta jerarquía de la Iglesia, la cúpula militar balaguerista y la cúpula del PLD acorralaron a Peña Gómez hasta hacerlo desistir de la huelga general y llevarlo a la trampa de una negociación que le permitió a Balaguer permanecer por dos años en el gobierno con la condición de que se prohibiera la reelección y no se re-postulara en el 96, a la vez de establecerse la doble vuelta con un mínimo de del 50% de los votos válidos en la segunda. Para esa fecha Bosch estaba mentalmente bastante desgastado y eso le posibilitó a Leonel Fernández -repito- convertirse en el candidato presidencial del PLD.
Así las cosas, los dos grandes caudillos, que dominaron por largas décadas la política dominicana, quedaron por razones distintas fuera del juego electoral ; y superado en buena medida el bipartidismo, la competencia entonces se centró en tres candidatos más jóvenes: Peña Gómez por el PRD; Leonel por el PLD y Jacinto Peynado por el Partido Reformista Socialcristiano-PRSC de Balaguer.
Peynado no era el precandidato de Balaguer al interior en su partido, entre ambos tenía lugar una fuerte bronca; pero de todas maneras Peynado logró la nominación al ser el que mejor imagen proyectaba.
El caudillo del PRSC no le perdonó el desafío a Peynado y se esforzó por disminuirlo electoralmente favoreciendo indirectamente a Leonel Fernández en la competencia con Peña Gómez, quien le llevaba una gran ventaje a los dos.
Ya para esa fecha existía un pacto secreto entre Balaguer y la cúpula del PLD, expresado incluso en un significativo financiamiento. El oro corruptor, canalizado a través del contratista y relevante miembro del “anillo” palaciego, Guaroa Liranzo, siguió haciendo sus perversos efectos al interior del partido fundado por Bosch.
Esa situación determinó que en la primera vuelta de esas elecciones el PLD pasara de un lejano tercer lugar al segundo lugar, todavía distante de Peña Gómez. El PRSC quedó en tercer lugar, pero con posibilidades de inclinar la balanza a favor de uno de los dos participantes.
En esa segunda vuelta Balaguer negocio con Leonel Fernández el apoyo al PLD a cambio de impunidad y cuotas de poder; y el acuerdo secreto se publicitó en un ominoso y aberrante acto público, en el que los líderes del PLD aparecieron abiertamente abrazados a políticos ladrones y militares asesinos, encabezados por Balaguer y los generales de “horca y cuchillo” implicados en del terrorismo de Estado, firmando a continuación un pacto realmente diabólico.
Entonces la cúpula del PLD renunció no solo a todo aquello de la “liberación nacional”, sino al simple liberalismo, decidiéndose a jugar un rol conservador impregnado de corrupción, neoliberalismo y entreguismo a la oligarquía tradicional y a la política de turno de los EEUU.
Esa alianza macabra, acompañada de una feroz campaña racista-antihaitiana y un fraude a menor, le posibilitó a Leonel Fernández, con el apoyo de Balaguer, ganarle por poco margen a Peña Gómez y ascender a la silla presidencial.
¿Es esto “selección natural”?
¿Acaso no fue eso un repugnante regalo de Joaquín Balaguer y de lo peor del país, o si se quiere un “toma y daca” de la peor especie?
¿Acaso no fue un ascenso meteórico por la enlodada vía de la corrupción, con la importante muleta de la escoria balaguerista?
Desde entonces, como es lógico, Leonel Fernández no ha tenido escrúpulos para corromperse y corromper, entregarse y entregar, sobornar y recibir, exaltar todos los antivalores, reprimir protestas y asumir el “plan de seguridad democrática” de Uribe dentro de sus óptimas relaciones con ese régimen oprobioso . Y desde entonces además ha querido erigirse en el nuevo caudillo de la era “postmoderna”, en el sustituto mediocrizado y digitalizado de Balaguer y otros representantes del despotismo ilustrado.
Apena, por tanto, que la memoria histórica de los actuales dirigentes de la Revolución Cubana se haya acortado de esa manera, tanto y tan pronto.
Apena que Fidel, tan querido en este país, no haya tenido presente el sentir del pueblo dominicano y la historia reciente de nuestra martirizada patria.
Y ni siquiera se trataba de plantear las cosas entre reunirse o no con Leonel -independientemente de que no siendo jefe de Estado no estaba obligado a hacerlo-sino de cuidarse de exaltarlo de esa forma, recurriendo a tantas inexactitudes, desconociendo las barbaridades desplegadas por los gobiernos del Dr. Leonel Fernández y evadiendo hechos ampliamente difundidos.
Nos cuenta Fidel en 1996 cuando conoció a Leonel éste le hablo de sus empeños por abaratar la energía y resultó que en casi 9 años de ejercicio presidencial, después de la privatización del sector, le está ofreciendo al país los apagones más caros del universo y los “prendiones” más onerosos.
Por eso es que el relato de Fidel sobre su reciente encuentro con Leonel ha dejado atónito al pueblo dominicano. Las mujeres y hombres sencillos de todas las edades, medianamente informados de la política, no entienden el por qué de esa exaltación tan perjudicial para el propio Comandante y tan favorable para un Leonel políticamente decadente y moralmente desacreditado; el por qué escribir palabras tan desconcertantes por innecesarias y reñidas con la verdad.
Por eso para explicar este hecho político más allá de la individualidad de Fidel parece necesario abundar en la naturaleza de las estructuras vigentes en Cuba, en la crisis y la tendencia al agotamiento del modelo estatista cubano, en el devenir de la fusión entre Estado y Partido y en la gravitación de ese fenómeno, reduciendo la política exterior a la razón de Estado y recargándola de simulaciones diplomáticas y de “maniobras tácticas” en busca de ventajas coyunturales, aún a costa de la necesaria diferenciación y del internacionalismo revolucionario; parece también necesario penetrar en la actual visión de la realidad continental y mundial desde el lente peculiar y las limitaciones de ese proceso. Pero esto definitivamente debe ser objeto de una reflexión todavía mas detenida y profunda, realizada en otras entregas y pendiente de desarrollar en mayor escala.
10 de marzo 2009, Santo Domingo, RD