No más asesinatos a dirigentes obreros en Venezuela
Ha venido causando conmoción entre los trabajadores, tanto a nivel nacional como internacional, el asesinato de seis obreros en Venezuela, todos ellos protagonistas de luchas obreras importantes, en poco más de cinco meses.
Ha venido causando conmoción entre los trabajadores, tanto a nivel nacional como internacional, el asesinato de seis obreros en Venezuela, todos ellos protagonistas de luchas obreras importantes, en poco más de cinco meses.
El asesinato del dirigente obrero de la Toyota a manos de sicarios patronales el 5 de mayo conmocionó a la ciudad de Cumaná, donde se encuentra la automotriz, luego de una importante lucha que venían llevando a cabo. La empresa transnacional japonesa fue ocupada rápidamente y se bloquearon las calles adyacentes con autos incendiados, mientras se sitiaron los principales accesos de la ciudad. “Si no hay una pronta respuesta de las autoridades, la planta seguirá paralizada”, asevera una semana después un representante del Sindicato, amenazando incluso con “quemar la fábrica si llegara a morir otro de nuestros compañeros”. Es el grito que se crispa, y no es para menos, la furia de los obreros traía a colación el asesinato de dos obreros de la también ensambladora Mitsubishi Motors, apenas dos meses atrás, en ese caso a manos de las fuerzas represivas del Estado y cinco meses después de la masacre de tres dirigentes clasistas en el estado Aragua a manos de sicarios.
El repudio a estos brutales asesinatos de trabajadores también se extiende a otras regiones obreras del país. Así lo manifiesta Luis Brito, delegado obrero de Sidor y dirigente de la Tendencia Clasista Revolucionaria-TCR en la ciudad industrial de Guayana: “Contra todo esto levantamos nuestra voz en repudio del asesinato de dirigentes en su lucha, tanto por los sicarios auspiciados por patrones como por los cuerpos de seguridad oficiales, protestamos contra la impunidad y exigimos castigo” (Correo del Caroní, 12/5). La agitación provocada por los asesinatos no expresa más que la conclusión generalizada que empiezan a sacar los obreros: es más que evidente que no se trata de casos aislados sino de una política consciente que afecta a todos los trabajadores. ¿Qué pasa en la Venezuela de Chávez que en la esfera de las luchas obreras, incluso de su propia base, son trabajadores los que sufren el golpe de la arremetida patronal e incluso de la represión policial?
Bajo el fragor de los inicios de la emergencia obrera
Los últimos años han presenciado la emergencia y recomposición social del movimiento obrero venezolano, teniendo como claro punto de inflexión el triunfo de los obreros sidoristas en 2008 con la “nacionalización” de la empresa tras su larga lucha. Si bien ya en 2003 habíamos observado ocupaciones de refinerías donde los trabajadores ejercieron control obrero durante algunos meses para hacer frente al paro-saboteo patronal, como así también otros procesos de lucha en empresas como Sanitarios Maracay, en los últimos dos años presenciamos un proceso no visto desde hace décadas. Venezuela se caracterizó por la emergencia de los sectores más pobres desde mediados de los años ’80, cuya lucha más emblemática fue el Caracazo, haciéndose famosa la expresión “cuando los cerros bajaron” para hacer referencia a las decididas luchas populares que se repetirían también en abril de 2002 para derrotar el golpe proimperialista. Hoy, asistimos a un proceso de recomposición de la clase obrera vitalizado no sólo por la nueva oleada de conflictos sino centralmente por sus nuevas formas y métodos de lucha en sectores de vanguardia como así también por el carácter de sus demandas. En los últimos dos años ha sido la clase obrera la que se ha transformado en el sector más dinámico con respecto al resto de los actores sociales, originando nuevos elementos de subjetividad obrera en pequeños sectores.
Con nuevos métodos nos referimos a las ocupaciones de fábrica, como las que observamos en diversos conflictos, que aunque no ponen a producir las empresas las mantienen bajo su control. Sanitarios Maracay impuso esta dinámica, ejerciendo el control obrero primero y luego poniendo a producir la empresa bajo su propia administración durante nueve meses, y de allí la brutalidad para desmantelar una de las principales experiencias del movimiento obrero, que de haber triunfado hubiera marcado un antes y un después en la historia de las luchas obreras en el país en los últimos años.
Con nuevas demandas nos referimos a aquellas que van más allá de aumentos salariales, como la lucha por la incorporación a la nómina fija de los trabajadores tercerizados en la Mitsubishi con la paralización y ocupación de la fábrica. Incluso en las discusiones de los convenios colectivos se ha vuelto común incluir la cláusula de pase a nómina fija de los contratados y tercerizados. Así como también la exigencia de la nacionalización de las empresas que se ocupan, como acontece, por ejemplo, en estos momentos, en luchas como Autotex en Aragua y Cerámicas Carabobo en Guayana.
Este proceso se debe a que producto del crecimiento económico de los últimos años, la clase obrera se vio fortalecida. En el último quinquenio, el crecimiento a altas tasas de la economía llevó a una baja del nivel de desempleo y a numerosas luchas económicas de los trabajadores en busca de recuperar algo de lo perdido durante la ofensiva neoliberal, permitiendo un importante fortalecimiento objetivo de las fuerzas obreras, aunque en su mayoría en condiciones precarias. Y se daba más abiertamente también porque comenzaban a aflojarse las “cadenas” que impone el chavismo, al iniciarse el proceso de crisis de autoridad del gobierno, abierto con la derrota electoral de Chávez en el referéndum del 2 de diciembre de 2007. Esto ha venido permitiendo que sectores avanzados de la clase obrera salgan a pelear por sus demandas fundamentales sin ceder al chantaje de que pelear “no favorece al gobierno”, o que en las empresas estatales no se puede hacer huelgas, enfrentando muchas veces no sólo a los patrones privados sino a los burócratas nombrados por el gobierno y al propio gobierno.
En la búsqueda de escarmentar y disciplinar a la vanguardia obrera
Desde la patronal se han percatado esta nueva situación. Así hay cada vez una mayor tendencia a la utilización del sicariato patronal para dirimir conflictos obreros o atacar sindicatos, que tuvo su momento más emblemático en el asesinato de los tres dirigentes obreros clasistas de Aragua, crimen frente al cual el gobierno se terminó haciendo el desentendido, al que ahora se suma el asesinato del secretario de organización del Sindicato de la Toyota. Desde el gobierno también se percibió la emergencia del movimiento obrero con sus nuevas características y dinámica y vienen intentando cortarlo de cuajo con duros escarmientos sobre los trabajadores. Chávez busca hacerlo recurriendo al aparato estatal como mostró claramente la represión y el asesinato de dos obreros de Mitsubishi a manos de la policía de un gobernador chavista. La amenaza realizada desde Guayana a todos los trabajadores a nivel nacional de las grandes empresas del Estado, de la militarización y hasta el descaro de enviar a los servicios de inteligencia para investigar a dirigentes obreros es también una muestra de esto. Así lo demostraron también las represiones a los trabajadores de Sanitarios Maracay y a los obreros sidoristas con la Guardia Nacional. De conjunto, con estas acciones se busca cerrar, desde las patronales -coincidiendo o no- como desde el gobierno, esta nueva emergencia de la clase obrera recurriendo a la represión con asesinatos incluidos.
Los seis asesinatos ocurrieron en estados de alta concentración obrera y en el marco de la emergencia de importantes luchas. Además se da otra gran “particularidad”: estas luchas cuestionan la propiedad privada y todas son en empresas privadas nacionales o transnacionales. Se intenta escarmentar a los trabajadores donde la subjetividad obrera tiende a avanzar más y donde la lucha tiende a ser más radicalizada. Si bien creemos que lo más probable es que no exista algún tipo de coordinación, lo cierto es que los asesinatos por sicarios o por la represión oficial objetivamente tienden a coincidir en una clara intención: quebrar, doblegar, escarmentar, disciplinar a la vanguardia obrera. En los otros conflictos sindicales que se desarrollan en el país no hay grandes represiones ni mucho menos muertos, lo que da a entender que por lo menos desde el gobierno es una política pensada para golpear en la espina dorsal de las luchas desde el punto de vista subjetivo, las luchas de vanguardias más radicales, y la patronal aprovecha la impunidad para resolver sus conflictos más duros.
Si bien existían precedentes de intervención de las fuerzas represivas en conflictos obreros como en Sanitarios Maracay y Sidor, y un tiempo atrás con los pescadores de Güiria, el caso de Mitsubishi marcó un punto de inflexión. Por primera vez la represión era llevada a cabo por instituciones estatales, “amparada” en la orden de una jueza y ejecutada con la venia del gobernador chavista Tarek William Saab, y con el saldo sangriento de dos obreros muertos.
Actualmente en el país, más de 100 trabajadores tienen que presentarse frente a la justicia por su participación en luchas obreras, más de 1000 campesinos están procesados y cerca de 220 campesinos sin tierra fueron asesinados desde 2001, en su amplia mayoría por sicarios y otros por la Guardia Nacional.
El sicariato es un juego propio de empresarios y terratenientes, sin la venia del gobierno, aunque la escalada represiva oficial alienta un clima de impunidad patronal que en última instancia fortalece este método. Por el momento no es política del gobierno recurrir a estos elementos o a la utilización de grupos fascistoides contra los trabajadores ya que más allá de esta recomposición de la clase trabajadora, no estamos frente a un auge obrero como tampoco frente a una radicalización política generalizada. Para escarmentar a la vanguardia obrera, cuando el gobierno lo cree necesario, éste tiene margen para utilizar sus propias fuerzas represivas, amparado bajo mandato “legal”, como en el caso de la Mitsubishi o directamente bajo órdenes de altos funcionarios del gobierno estadual o nacional, como en Sanitarios Maracay y Sidor en la lucha por la nacionalización.
No va más: redoblemos la campaña nacional e internacional
La patronal golpea y el gobierno usa numerosas tácticas para disciplinar a los trabajadores: discusión sólo con las burocracias sindicales subordinadas al gobierno, persecución laboral y judicial contra los que luchan, hasta las propias amenazas de Chávez y los cuerpos de inteligencia y la represión directa. En un reciente documento que se filtró del gobierno se delinea una política mediante la cual Chávez parece querer avanzar en una correlación de fuerzas más sólida dentro del movimiento obrero. Esto tiene como correlato, buscar un gobierno “blindado” frente a las presiones sociales y obreras e intentar tener las manos libres para maniobrar en el marco de la crisis económica.
Frente a esta situación, sostenemos que es necesario y urgente desarrollar la más amplia y fuerte campaña nacional e internacional contra la represión a las luchas obreras en Venezuela. En el terreno nacional, sólo la más amplia unidad y lucha desde las bases puede pararle la mano a estos sicarios y cuerpos represivos de los empresarios y el Estado. En este sentido, son múltiples las organizaciones sindicales, obreras, estudiantiles y organismos de derechos humanos que han comenzado a firmar la declaración contra los asesinatos y represión a los trabajadores en Venezuela , y a organizar las primeras reuniones para construir un movimiento real para enfrentar esta ofensiva patronal. Los asesinatos obreros no son sólo un problema que afecta a los trabajadores de Venezuela sino también a los de Latinoamérica y todo el mundo, por eso es clave redoblar con todas las fuerzas posibles esta campaña a escala internacional.