Nos solidarizamos con los trabajadores de la Mitsubishi y su sindicato ante las agresiones de la burocracia y la patronal
Como trabajadores y estudiantes revolucionarios de la Universidad de los Andes, venimos dando una batalla contra la política laboral fraudulenta, tercerizadora y precarizadora de las autoridades encabezadas por el Rector Mario Bonucci. Hoy declaramos nuestra solidaridad de clase con los trabajadores de la transnacional japonesa Mitsubishi, quienes han sido objeto de una campaña feroz de agresiones por parte de la patronal capitalista y la burocracia estatal a lo largo del presente año.
Como trabajadores y estudiantes revolucionarios de la Universidad de los Andes, venimos dando una batalla contra la política laboral fraudulenta, tercerizadora y precarizadora de las autoridades encabezadas por el Rector Mario Bonucci. Hoy declaramos nuestra solidaridad de clase con los trabajadores de la transnacional japonesa Mitsubishi, quienes han sido objeto de una campaña feroz de agresiones por parte de la patronal capitalista y la burocracia estatal a lo largo del presente año.
Repudiamos de la manera más categórica la calificación de despido en contra de la directiva del sindicato Singetram y más de 150 trabajadores, pactada entre la ministra del Trabajo y la empresa como represalia por la huelga realizada en enero de este año.
La lucha que han librado los trabajadores de la Mitsubishi obedece a una causa justa, como lo es el combate contra la tercerización y por la seguridad industrial, en una empresa que subcontrata a centenares de trabajadores a través de contratistas y que ha lesionado a más de quinientos trabajadores debido como consecuencia de condiciones de trabajo inseguras.
Recordamos que la importante huelga que emprendieron en defensa de sus derechos fue atacada a balazos el 29 de enero por la policía del estado Anzoátegui, bajo el mando del gobernador Tarek William Saab, resultando vilmente asesinados los trabajadores José Marcano y Pedro Suárez. Luego el secretario de gobierno, el boliburgués Rafael Vega, dijo que «lo que pasó fue porque los trabajadores estaban armados», intentando encubrir a los policías asesinos y responsabilizar a los trabajadores muertos y heridos por la violencia represiva.
Pero no bastando con haber martirizado a estos valientes trabajadores, la ministra del Trabajo, María Cristina Iglesias, se sumó a la acción antiobrera del Estado al amenazar con ilegalizar la paralización y lanzar a la Guardia Nacional contra los trabajadores, lo que llevó al levantamiento de la huelga en marzo, con un acuerdo que sólo parcialmente hacía honraba las reivindicaciones de los trabajadores. Pero incluso ese acuerdo fue luego violentado por la gerencia y por la propia ministra Iglesias, cuando en septiembre pactaron la calificación de despido en contra de este numeroso grupo de trabajadores, en abierta violación del acuerdo firmado apenas seis meses antes, el cual incluía el compromiso de que no habría despidos o retaliaciones por parte de la empresa.
¿Qué puede explicar este ensañamiento en contra de unos trabajadores que reclaman el respeto a sus derechos? La alianza entre los capitales japoneses y el Estado venezolano. Y es que pocos días después de que se levantara la huelga en la Mitsubishi, el presidente Chávez viajó a Japón, y acordó la participación de los capitales japoneses en la explotación de petróleo de la Faja del Orinoco, así como también en la explotación del gas venezolano. Como se confirmó luego en julio, con la visita a Venezuela del viceministro de Hidrocarburos japonés, Toru Ishida, precisamente una de las empresas que explotarán gas en nuestro país es la Mitsubishi. El Estado que reprime y la transnacional que explota a los trabajadores automotrices son socios, y por eso actúan coordinadamente para liquidar a un sindicato combativo, que se moviliza y lucha. Esta es la cuestión de fondo.
Como la lucha es de clases al fin y al cabo, los burgueses y su aparato de Estado usan todos sus recursos para asegurar la explotación del pueblo trabajador. En lo que a nosotros respecta, el único camino es el de la unidad revolucionaria de todos los trabajadores, estudiantes, campesinos, y organizaciones populares, movilizados y en lucha en defensa de nuestros derechos y por la construcción de una sociedad en la que no haya explotadores ni explotados.
¡No a la persecusión en contra de los trabajadores de la Mitsubishi y su sindicato!
¡No a la tercerización y la precarización laboral en empresas privadas y estatales!