Nunca hubo socialismo ni intenciones de construirlo

Algunos izquierdistas le atribuyen a Hugo Chávez y al gobierno bolivariano lo que han sido sus deseos de toda la vida.

Algunos izquierdistas le atribuyen a Hugo Chávez y al gobierno bolivariano lo que han sido sus deseos de toda la vida. Es corriente leer que la revolución chavecista se planteó, en sus primeras etapas, romper con la distribución perversa o distorsionada de la renta petrolera y con el consumismo, también distorsionado, que ésta ha generado. Nada de eso es verdad; son los deseos de quienes escriben. Chávez lo único que se planteó fue utilizar la renta petrolera para mantenerse en el poder, lo que significaba entregar a los muy pobres, mayoritarios en la sociedad, una proporción de la renta mayor de la que se les repartía en el pasado, pero sin cambiar cualitativamente sus condiciones culturales ni de preparación y entrenamiento, de manera que dependieran para siempre del reparto efectuado como limosna.

Al mismo tiempo, tenía que asegurar que el reparto abarcara también a las clases y sectores dominantes, principalmente los grupos importadores y financieros, y obligatoriamente tenía que incluir a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y a otros órganos de seguridad y debía responder a la necesidad de la construcción de una nueva burguesía, que sustituyera por lo menos parcialmente a la anterior y le diera su completo apoyo. En este sentido, continuó el proceso de reparto de la renta petrolera, tal y como lo venían haciendo sus inmediatos antecesores y como en la práctica se viene realizando en Venezuela, desde que el petróleo sustituyó a cualquier otra forma de producción de riquezas. Recordemos que la burguesía venezolana se ha construido a partir de sus negocios con el Estado.

Para incrementar el reparto tenía que incrementar la renta y por ello se dedica a tratar de re consolidar la OPEP, lo cual logra en los inicios de su gobierno y recibe además el inmenso beneficio que significó el incremento de la demanda de combustibles de los países emergentes como China e India. Se trató de una política copiada de la instrumentada por AD con Pérez Alfonso y la creación de la OPEP, que respondía a los mismos incentivos. La gigantesca renta también es utilizada para obtener respaldo internacional, primero de nuestros vecinos latinoamericanos, luego de los países del Caribe angloparlantes. Se crea el ALBA con las naciones más identificadas política e ideológicamente, se incorpora en el MERCOSUR y UNASUR y se crea el CELAC.

Adicionalmente, se hacen intentos de influir en la conducción política de Colombia, mediante una alianza con las FARC y el ELN y la posibilidad de financiar la candidatura presidencial de Piedad Córdoba; se apoyan las modificaciones constitucionales auspiciadas por Zelaya en Honduras y se lo financia luego de derrocado y en su intento por tomar el poder presidencial a través de la candidatura de su esposa. Todas estas acciones fracasaron pero tenían como fundamento la extensión del apoyo latinoamericano al gobierno chavecista venezolano. No se trataba de un apoyo a Venezuela, a nuestra nación, a su integridad territorial, a sus legítimas reclamaciones a Guyana y a la defensa del golfo de Venezuela. Lo que buscaba era el apoyo al gobierno bolivariano, al de Chávez antes, al de Maduro hoy.

El antiimperialismo chavecista es sólo discursivo y una manera de obtener ciertos apoyos internacionales considerados importantes. Este discurso agresivo es desaprobado por el gobierno de EEUU, pero por otro lado está muy conforme con los negocios hechos por la Chevron en la explotación del crudo venezolano, con la creación de empresas mixtas entre PDVSA y grandes transnacionales, en compartir la propiedad del crudo y en que se coticen en la bolsa sus acciones; en el otorgamiento de préstamos a PDVSA y su endeudamiento masivo, en la destrucción de las empresas de Guayana, en el descalabro de MINERVEN. Les gusta ser nuestro mayor mercado importador, que tengamos un TLC con Colombia, que abandonáramos la protesta por las 7 bases militares que tienen en ese país y por su afiliación a la OTAN. ¿Quién asesinaría a un gobernante que garantiza todo esto?

Es mentira la existencia de una mayor cobertura en salud; allí están los indicadores de mortalidad materna e infantil, el recrudecimiento de la malaria y otras parasitosis, la disfuncionalidad de Barrio Adentro y el caos hospitalario. Mentira los avances educativos; persiste la exclusión escolar, se vuelve a ser analfabetas, la calidad universitaria está por el suelo, no hay profesores de matemática, física, química y español. Nunca se trabajó para ir más allá de la propaganda electoral. Detentar el poder para seguirlo eternamente detentando. Sólo eso.

La Razón, pp A-6, 15-12-2013, Caracas

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