Obama no es el cambio*

Repudiada por el mundo termina la era Bush. Pero el gran impacto es el triunfo de Barack Obama. Un negro, un afroamericano, llega por primera vez a la presidencia de los Estados Unidos.

Repudiada por el mundo termina la era Bush. Pero el gran impacto es el triunfo de Barack Obama. Un negro, un afroamericano, llega por primera vez a la presidencia de los Estados Unidos.

Un hecho impensado hasta hace poco. Sólo es explicable por la grave crisis global que sufre el imperialismo yanqui. ¿Hacia dónde va Obama? Millones en Estados Unidos y en el mundo esperan grandes cambios. Pero esas expectativas se verán defraudadas.

La llegada de un negro a la presidencia de los EE.UU. es un hecho histórico. Esto es así, incluso para los que aseguramos que Barack Obama será un gobernante al servicio de las multinacionales y el imperialismo. Hace unos 40 años todavía estaba prohibido que los niños negros fueran a las mismas escuelas que los blancos. Y en muchos estados norteamericanos no se autorizaban casamientos entre negros y blancos. Hasta hoy existen normas racistas menores, en muchos estados.

Aunque no se terminó el racismo, es un hecho que se han roto barreras ideológicas y discriminatorias tremendas. Millones de blancos votaron por Obama. ¿Por qué sucedió esto? Porque Estados Unidos está inmerso en una crisis sin precedentes, política, económica y hasta militar (con el fracaso de las guerras de Irak y Afganistán).

Crece el descontento y la crisis social en EE.UU.

Obama obtuvo el mayor número de votos de la historia de su país: 63.250.000. Lo apoyó el 70% de los que votaban por primera vez, o sea arrasó en la juventud. Además los votaron masivamente los latinos, los negros, los trabajadores y amplios sectores de clase media blanca. Millones fueron a votar creyendo en el cambio que Obama prometía. En la elección se expresó el odio al gobierno de Bush, a la guerra de Irak, a la crisis económica, a la pérdida de viviendas de miles y miles por la burbuja inmobiliaria o la caída del nivel de vida. La desocupación, en octubre, llegó a su máximo nivel en 14 años. Es del 6,5% y abarca a más de 10 millones de personas. Y todo esto puede agravarse en medio de una recesión en EE.UU. y en el mundo.

El voto en Obama expresó el descontento creciente de las masas y la búsqueda de un cambio. Por eso se rompieron ataduras racistas ancestrales. Ya esto se había anticipado en las primarias del Partido Demócrata, cuando triunfó Obama sobre Hillary Clinton, considerada la candidata número “puesto”. Los votantes demócratas votaron contra la candidata del “establishment”.

Las expectativas serán defraudadas

El triunfo de Obama no significa un giro a izquierda en la política yanqui. El fue el candidato del Partido Demócrata, el otro partido patronal de los EE.UU. Es el partido de los Clinton, que gobernó parte de la década los 90 para las multinacionales, invadió la ex Yugoslavia, hace años tiene mayoría en el Parlamento y nunca se opuso a la guerra de Irak. En el país del Norte existe un régimen política bipartidista que, por ahora, les permite turnarse en el gobierno a republicanos y demócratas, ante los desgastes y las crisis políticas graves. Por eso, en este caso, ante la gravedad de la crisis del imperialismo, las grandes corporaciones industriales, financieras y de los medios de comunicación (New York Times, por ejemplo) se volcaron también al apoyo a Obama. O sea, apostaron a ganador.

Por todo esto Obama va a defraudar a los millones que lo votaron esperando un cambio social. Obama va a gobernar para las multinacionales y el gran capital. Por eso acompañó todas las medidas de Bush de “salvataje” a los banqueros. Desde ahora se empieza a mostrar para dónde irá su gobierno, viendo quienes son sus asesores y futuros ministros (grandes empresarios y ex funcionarios de Clinton, como Volker). Y encima piensa dejar en manos de los republicanos el Pentágono y el ministerio de Defensa.

Obama y un imperialismo muy debilitado

Obama asumirá el poder en medio de la crisis económica más grave de los EE.UU. y del mundo, por lo menos desde la de 1929. Y no tiene márgenes de otorgar a las masas yanquis las concesiones que dio Roosevelt en 1933, con el “New Deal” (Nuevo Trato). Entonces se dieron todo tipo de subsidios e impulso a las obras públicas, pero además empezaba el ascenso de las industrias como la automotriz, el acero y las bélicas, que luego pegaron un salto inmenso con la Segunda Guerra Mundial. Nada de eso está a la vista. Los planes de ayuda a los sectores populares serán mínimos (los planes de ayuda fueron para los banqueros) y en esta etapa la industria automotriz está en crisis total. General Motors y Chrysler, por ejemplo, han solicitado “ayuda estatal” para no entrar en “colapso”.

En el plano internacional, Obama será el jefe de un imperialismo debilitado, pero que no abandonará retomar su rol. También en ese sentido es falsa toda expectativa de cambio “progresivo” o de un “mundo más multipolar”, como el que declamaban Lula, Chávez o Cristina Kirchner, aunque es real que no podrá mantener tal cual la política de Bush. Probablemente Obama deberá reacomodarse, como lo hizo Carter en los 70, después del fracaso de Vietnam y la caída de Nixon. Ahora es factible que, en una primer etapa, primen las negociaciones, la zanahoria por el sobre el “garrote”. Pero sin abandonarlo. Por eso Obama ya anunció que su plan es una retirada lenta de Irak, pero aumentará las tropas en Afganistán.

Pasado el primer tiempo de expectativas, habrá que ver cuál es la reacción de la clase obrera y el pueblo norteamericano que, últimamente, ha protagonizado huelgas como la de la Boeing. De esas futuras luchas vendrá el verdadero cambio y nuevos fenómenos políticos favorables a la clase obrera.

*Articulo publicado en El Socialista, Argentina. 13-10-08

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *