Obama y la mentira del «imperialismo con rostro humano»
Los gobiernos centroizquierdistas de Latinoamérica han hecho grandes esfuerzos por presentar a Obama como el portavoz de un «imperialismo con rostro humano», sembrando expectativas en la posibilidad de inaugurar un nuevo marco de relaciones con los EEUU, basadas en el «respeto mutuo». El presidente Chávez ha expresado su convicción de que Obama inaugurará una nueva etapa en las relaciones de Latinoamérica con los EEUU, y ha puesto como ejemplo a seguir el tipo de relación que mantuvo su gobierno con el ex presidente Bill Clinton.
Los gobiernos centroizquierdistas de Latinoamérica han hecho grandes esfuerzos por presentar a Obama como el portavoz de un «imperialismo con rostro humano», sembrando expectativas en la posibilidad de inaugurar un nuevo marco de relaciones con los EEUU, basadas en el «respeto mutuo». El presidente Chávez ha expresado su convicción de que Obama inaugurará una nueva etapa en las relaciones de Latinoamérica con los EEUU, y ha puesto como ejemplo a seguir el tipo de relación que mantuvo su gobierno con el ex presidente Bill Clinton.
La llegada de Obama al gobierno en EEUU ha resultado la oportunidad perfecta para abandonar el discurso antiimperialista y reimpulsar las relaciones políticas. La Cumbre de las Américas recién finalizada fue el escenario para que Chávez anunciara la designación de un nuevo embajador ante los EEUU. Los pasos hacia la normalización de la relación política bilateral han sido a tal punto incondicionados y unilaterales, que un portavoz del Departamento de Estado, Robert Wood, se ha jactado que la nueva situación servirá para «hacer avanzar los intereses estadounidenses».
Como sería de esperar, si un gobierno considerado generalmente a la izquierda en el contexto regional adopta esta postura, la posición de gobiernos abiertamente pro imperialistas como los de Uribe, Lula, o Bachelet, se ha permitido ser más franca y abierta en su entreguismo. Bachelet pidió a los EEUU que tutelen una reunión a realizarse en junio entre gobiernos del Caribe y Suramérica, mientras que Uribe continuó su lastimera gestión por la ratificación del TLC con Colombia. Lula solicitó que la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, visite Venezuela y Bolivia.
Al parecer, los gobiernos burgueses de América Latina intentan minimizar sus roces con los EEUU, adelantándose a las dificultades económicas y políticas internas que enfrentarán como resultado de la crisis económica mundial, que ha castigado los precios de las materias primas. Esta es la motivación detrás del relanzamiento de las relaciones entre los EEUU y el resto del continente. Pero, ¿se justifica que los pueblos alimenten esperanzas en sus opresores imperialistas, tal y como pretenden Chávez y los demás presidentes latinoamericanos, al hablar de un futuro de «respeto mutuo»?
Obama, el multimillonario presidente de los EEUU, es un maestro del cinismo, y un orgulloso imperialista. Durante la cumbre expresó que su gobierno dejaría de intervenir directamente en los asuntos internos de nuestros países, pero pide a cambio de que los demás gobiernos dejen de responsabilizar a los EEUU por sus problemas. Lo segundo ya está ocurriendo, sin que se haya cumplido lo primero.
Pocos días antes de la cumbre, Obama anunció su decisión de proteger a los agentes militares y de inteligencia estadounidenses que usaron la tortura sistemáticamente en contra de prisioneros iraquíes, afganos, y de otras nacionalidades. «Es hora de reflexionar y no de castigar», dijo Obama a modo de justificación de la medida infame, que garantiza protección a los torturadores, quienes según Obama, «protegen la seguridad de los EEUU».
El criterio fascista de Obama es que «no se gana nada al invertir tiempo y energía en asignar culpas por lo que pasó», ya que los torturadores actuaron «basándose de buena fe en el asesoramiento legal del Departamento de Justicia», según declaró. Sin embargo, los asesores legales del Departamento de Justicia tampoco serán castigados.
Más bien, los terroristas de Estado son premiados por Obama. El nuevo jefe de los cuerpos de inteligencia designado tuvo responsabilidad directa en el apoyo estadounidense al genocidio en Timor Oriental. Las primeras medidas en política internacional de Obama han sido anunciar su apoyo al régimen colonialista de Israel y el boycott a la Conferencia contra el Racismo de la ONU.
Mientras que los reformistas y centroizquierdistas prestan su valiosa colaboración al lavado de imagen del gobierno gringo, será pertinente recordar que Obama apoyó como legislador la construcción del muro de la vergüenza en la frontera de los EEUU con México. Ese es el mejor símbolo de la manera como Obama entiende la relación entre los EEUU y Latinoamérica.
* Simón Rodríguez Porras es militante del partido Unidad Socialista de Izquierda