Oposición siria: Atípicos y divididos entre los de dentro y los de fuera

Las divergencias entre exiliados y opositores civiles sirios dentro del país afloraron al poco tiempo de empezar la rebelión en Siria, hace ya casi 17 meses. Los desacuerdos entre militares desertores instalados en Turquía y los que llevan sobre el terreno el peso de la lucha armada contra el régimen son tan ásperas como las de los primeros, pero emergen menos a la luz.

Las divergencias entre exiliados y opositores civiles sirios dentro del país afloraron al poco tiempo de empezar la rebelión en Siria, hace ya casi 17 meses. Los desacuerdos entre militares desertores instalados en Turquía y los que llevan sobre el terreno el peso de la lucha armada contra el régimen son tan ásperas como las de los primeros, pero emergen menos a la luz.

El coronel Riad Asad, el teórico jefe del Ejército Libre de Siria (ELS), el brazo armado de la rebelión, dejó, sin embargo, patentes, el martes pasado, sus desavenencias con los militares del interior. Les acusó nada menos que de querer aprovecharse “de la revolución y de la sangre de los mártires” para adueñarse del poder tras la caída del régimen de Bachar el Asad. “Están resucitando el régimen de El Asad, que se derrumba, porque quieren monopolizar el poder de decisión”, denunció en un discurso.

La víspera, el mando interior del ESL había dejado claro que aspira a dirigir la transición política. Proyecta nombrar en su momento un “consejo presidencial” de seis miembros militares y civiles, una especie de jefatura del Estado colectiva que gobierne tras el derrocamiento de El Asad. Rechaza así de antemano las gestiones que se efectúan en las filas del exilio sirio para formar un Gobierno provisional que coja las riendas del país cuando el régimen se desmorone.

De los numerosos grupos y movimientos que componen la oposición siria fuera y dentro del país, el que de verdad manda, por ahora, es el brazo interior del ESL. Lo integran desertores de las Fuerzas Armadas y jóvenes civiles carentes de experiencia, pero sobrados de entusiasmo.

No funciona como un ejército. Carece, por ejemplo, de estado mayor. En 10 de las 14 provincias sirias —en otras cuatro no tiene presencia alguna— lo dirige un coronel. Todos ellos se coordinan mediante teléfonos vía satélite, sin reunirse físicamente, y forman un consejo militar que actúa como mando unificado. En su seno, el coronel Abdul Jabbar al Okeidi, que ahora estaría en Alepo, es probablemente el más influyente.

Ni él ni los demás miembros del consejo militar obedecen a su teórico jefe, el coronel Riad Asad, que en julio del año pasado anunció en un vídeo grabado en Turquía la fundación del ESL. Es en el este de Turquía donde, junto con Riad Asad, se han instalado casi todos los 28 generales sirios que desertaron a lo largo de los últimos meses.

Pero la inexistencia de relación jerárquica no significa que no colaboren. Se necesitan mutuamente para, por ejemplo, introducir en Siria la docena de misiles tierra-aire que el ESL acaba de adquirir. Desde que a finales de julio la rebelión se hizo con el control de las carreteras entre Alepo y la frontera turca, el flujo logístico entre el exterior y el interior funciona a pleno rendimiento. Aunque los observadores de la ONU constataron el miércoles en Alepo que el ESL poseía armas pesadas e incluso carros de combate, sigue estando muy mal equipado. “(…) el 80% de las armas que utilizan los rebeldes han sido cogidas al Ejército del régimen”, aseguraba el jueves el general sirio Akil Hachem, exprofesor de la Academia Militar, en una entrevista con el diario francés Le Figaro. Los cuatro carros de combate que vieron los cascos azules de la ONU en poder del ESL fueron capturados a principios de semana en un enfrentamiento en Anadane, un suburbio de Alepo.

La batalla de Alepo reviste, para los rebeldes, una importancia crucial. Adueñarse permanentemente del norte de Siria equivale a disponer, por fin, de una base territorial alrededor de la capital económica del país en la que recibir material desde Turquía, alistar a los jóvenes al ESL, entrenarse, evacuar a los heridos e incluso convertir Alepo en la sede del Gobierno provisional como sucedió con Bengasi en Libia.

El régimen echará el resto para expulsar a los rebeldes de esa mitad de Alepo que controlan. Por eso recurrió a la aviación para atacarles, según señaló la ONU. Es posible que lo consiga como ya lo logró en Damasco el 24 de julio tras casi diez días de combates. Da, sin embargo, la impresión de que la insurrección opondrá más resistencia. Es consciente de la importancia estratégica de la ciudad.

Pero si logra retomar Alepo, se reactivarán otros frentes en Homs, Hama, Deera, etcétera. Así hasta agotar a la IV División y a la Guardia Republicana, la élite del Ejército de El Asad en cuyas filas apenas ha habido deserciones.

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