Otro referendo para la reelección, la impasse del chavismo
En diciembre de 2007, Hugo Chávez perdió un referendo constitucional que, entre otras disposiciones, preveía la reelección indefinida para el cargo de presidente de la República. Los otros temas de aquel referendo reforzaban el poder personal del Ejecutivo, a pesar de que ya contaba con la posibilidad de gobernar por decreto-habilitantes. Luego de las elecciones estaduales y municipales de noviembre pasado, Chávez ha decidido insistir en la obtención de la reelección indefinida por medio de otro referendo, aunque esta vez el beneficio alcanzaría a todos los cargos ejecutivos. En las elecciones recientes, el gobierno perdió los Estados de Miranda y Táchira y la municipalidad general de Caracas – incluso fue derrotado en el barrio popular emblemático de Petare.
En diciembre de 2007, Hugo Chávez perdió un referendo constitucional que, entre otras disposiciones, preveía la reelección indefinida para el cargo de presidente de la República. Los otros temas de aquel referendo reforzaban el poder personal del Ejecutivo, a pesar de que ya contaba con la posibilidad de gobernar por decreto-habilitantes. Luego de las elecciones estaduales y municipales de noviembre pasado, Chávez ha decidido insistir en la obtención de la reelección indefinida por medio de otro referendo, aunque esta vez el beneficio alcanzaría a todos los cargos ejecutivos. En las elecciones recientes, el gobierno perdió los Estados de Miranda y Táchira y la municipalidad general de Caracas – incluso fue derrotado en el barrio popular emblemático de Petare.
¿Por qué insiste Chávez en una metodología que podría resultar en una nueva derrota? Hace apenas dos días, declaró que si perdía el referendo previsto para el 15 de febrero buscaría otros caminos para lograr el objetivo de la reelección -por ejemplo la convocatoria a una Asamblea Constituyente. En una ceremonia para celebrar el vigésimo aniversario del ‘caracazo’, junto al ecuatoriano Rafael Correa y al boliviano Evo Morales, Chávez justificó su afán por la reelección en la ausencia de «un heredero». Precisamente, uno que era considerado como tal, Diosdado Cabello, fue uno de los candidatos derrotados en los comicios recientes -entre otras razones porque acumula denuncias de corrupción. Pero un líder que carece de ‘herederos’ está poniendo de manifiesto la ausencia de una construcción política y confesando el carácter ficticio del partido oficial – el Partido Socialista Unido de Venezuela. También pone de manifiesto que en Venezuela no hay «un poder popular»; o sea, un gobierno representativo de la acción política de las masas. La perseverancia en una política reeleccionista deberá agravar estas características: menos poder popular, menos construcción política de los trabajadores, más poder personal. La metodología de la reelección es la del bonapartismo, no la de un poder popular o revolucionario.
El referendo de Chávez es la metodología del bonapartismo, no la de la construcción de un poder popular. El referendo obliga a las masas a dar una batalla por los intereses del bonapartismo, no por los suyos; no por aquellos que afectan su vida cotidiana y, por sobre todo, para encarar la explotación social capitalista (tanto de los monopolios privados como de los estatales). En medio de una crisis mundial que mina las bases del limitado nacionalismo fiscal y asistencial del gobierno bolivariano, el referendo no invita a nacionalizar los bancos y la gran industria y a establecer la gestión obrera colectiva, sino a ofrecer la posibilidad a Chávez de un nuevo mandato a partir de 2012. Claro que Chávez podría adoptar estas medidas en virtud precisamente de su poder personal, pero no es esto lo que se ha puesto en discusión en el referendo. En realidad, las prometidas nacionalizaciones (con compensación) del Banco de Venezuela (Santander) y de Sidor (Techint) aún están en veremos. El Cronista de Buenos Aires adelantó que se dejaría en manos de Techint la gerencia comercial de Sidor, para posibilitar que ésta pueda operar en el esquema de las empresas que el pulpo tiene en América Latina.
El referendo denota también un apuro, porque las presidenciales próximas serán en 2012. ¿Por qué el apuro? ¿Para dejar espacio para otras tentativas en caso de perder el 15 de febrero? Es claro que con la reelección busca un mandato para lidiar con la oposición gorila, que acaba de arrebatarle estados y municipios. Es decir que plantea la lucha contra la derecha desde los recursos políticos del Estado, no de la movilización de masas. No hay que confundir las manifestaciones que convoca el oficialismo con movilización popular, pues ésta última es una herramienta para imponer reivindicaciones, no para celebrar al poder. Desde que se conocieron los resultados de las elecciones pasadas, Chávez ha usado el poder discrecional del Ejecutivo para arrebatar parcelas de poder o jurisdicción a los estados y municipios opositores -una salida burocrática con métodos burocráticos, que ofrece a la oposición derechista munición para denunciar los atropellos del oficialismo. Chávez hizo público, en las vísperas del referendo anterior, un proyecto político para desmantelar el federalismo en Venezuela mediante la creación de regiones geo-políticas al mando del Ejecutivo y del alto mando militar.
El sector de la intelectualidad política que vive del subsidio del gobierno bolivariano defiende a la reelección como un derecho democrático… de Chávez, y explica que eso mismo ocurre con los regímenes parlamentarios de Europa, cuyos primeros ministros suelen durar una década -y en donde están vigentes monarquías constitucionales. Se trata de una comparación con un sistema político burgués, altamente burocratizado y manipulado, y en el caso de las monarquías violatorio del principio representativo más elemental. Se supone que la revolución bolivariana no se mide con los modelos políticos de la reacción. Estos intelectuales podrían haber ojeado la Comuna de París y opuesto a la reelección indefinida de un puesto burocrático, el derecho a la revocatoria, para el pueblo, de todos los cargos ejecutivos y parlamentarios. Pero esta intelectualidad política solamente sabe servir a su majestad.
Los socialistas no debemos asumir la responsabilidad por una derrota (una nueva), en un terreno que no es el de las masas sino el bonapartismo, ni la responsabilidad por lo que haga el Bonaparte con la victoria (la política futura del gobierno no la conoce nadie, aunque de todos modos serán reacciones inconexas a la crisis mundial y al derrumbe del precio del petróleo). Las encuestas le dan al gobierno un margen a favor de uno o dos puntos, lo cual sería incluso una victoria para la derecha – que en las elecciones para gobernadores y municipios obtuvo 18 puntos menos que el gobierno (aunque le arrebató estados y municipios decisivos). Para qué me metiste en esto, papá – se podrá preguntar legítimamente un elector chavista, que sufre la inflación, el desabastecimiento y el desempleo, y que hubiera preferido una movilización política para remediar esos flagelos. Incluso se prevé la devaluación del bolívar para después del referendo.
El referendo, en definitiva, es servicial al bonapartismo -no al poder popular- y es servicial a la derecha, que encuentra un terreno de oposición conveniente para ella. Lamentablemente, luego de una década de experiencia bolivariana no se ha estructurado en Venezuela una oposición socialista – la izquierda tiene ‘quejas’ y ofrece ‘consejos’ pero es seguidista del chavismo, no una oposición política. En conclusión, rechazamos el referendo y la reelección, y apoyamos las manifestaciones concretas de la clase obrera que expresen esta posición política.