18 junio, 2025

Por Laclase.info

El 15 de mayo de este año se conmemoran 77 años de la Nakba, que significa en castellano “catástrofe”. Fue un proceso por el cual colonos judíos europeos se apoderaron de Palestina apoyados por el imperialismo norteamericano e inglés, expulsando a sus habitantes originales.

Uno de los mitos fundacionales del Estado de Israel era que Palestina estaba deshabitada. De allí la frase que justificaba su ocupación por el movimiento sionista: “Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”. Esto es completamente falso.

Al término de la Primera Guerra Mundial, y con la caída del Imperio Otomano, la población judía se estimaba en 83.790 judíos (11% de la población) y 663.000 árabes. Para el momento de la partición de Palestina, los territorios correspondientes al Estado de Israel albergaban 558.000 judíos y 405.000 árabes, el Estado palestino tenía 804.000 árabes y 10.000 judíos. Al comienzo de la Nakba, la población árabe se estimaba en 900.000 personas.

La dirección política e ideológica de este despojo y limpieza étnica, recayó en el sionismo, una corriente política racista y expansionista, encabezada por David Ben-Gurión, quienes expulsaron por la fuerza a campesinos y habitantes palestinos de distintas aldeas y ciudades. Cientos de palestinos fueron ejecutados y varios miles expulsados de sus hogares mientras los colonos sionistas tomaban el control del territorio palestino.

El 14 de mayo de 1948 se fundó el Estado artificial de Israel, con el apoyo de Estados Unidos e Inglaterra. A partir del día siguiente se hace efectiva la ocupación sionista de Palestina. En este proceso fueron destruidas 370 aldeas y expulsados más de 750 mil palestinos.

El despojo de las tierras palestinas fue un tortuoso camino iniciado en febrero de 1947, que tendría como un hito clave el 29 de noviembre de ese mismo año con la resolución 181 de la ONU que recomendaba la partición del territorio de Palestina, a través de la cual se recomendaba la creación del Estado de Israel y un Estado palestino.

El organismo que hizo la recomendación de partición fue el Comité Especial de Naciones Unidas para Palestina, cuyos miembros desconocían la realidad social e histórica de la región, y apenas visitaron por poco tiempo la región.

Los dirigentes sionistas se venían preparando para apoderarse de Palestina, por lo menos desde 1917 cuando se hizo pública la declaración Balfour por parte de Inglaterra. Ya en la década del 30 del siglo XX acariciaban como una de sus opciones, la idea de la expulsión forzada de los palestinos de sus tierras. Durante el período previo al fin del Mandato británico, estos habían propiciado el incremento del reclutamiento, impuestos obligatorios a los judíos, impedimento a la emigración, esfuerzos para propiciar inmigración de judíos a Palestina, y la centralización del mando militar.

Desde 1947 comenzaron los ataques de los sionistas a las aldeas palestinas. Esto era perpetrado por sus bandas paramilitares, particularmente la Haganá, que luego sería la base de las Fuerzas de Defensa de Israel; el Irgún, dirigido por Menagem Begin, quien años después se convertiría en primer ministro, y la banda ultraderechista Stern.

Entre abril y mayo de 1948, el movimiento sionista puso en práctica el llamado Plan D, un programa detallado para ejecutar la limpieza étnica en Palestina cuyos objetivos eran, por una parte, tomar el control de todas las instalaciones civiles y militares evacuadas por los británicos, y “limpiar” de palestinos el territorio del futuro Estado judío. El método utilizado consistía en aterrorizar a la población, ejecutar a unos cuantos para inducir a otros a abandonar el lugar, luego procedían a valorar las tierras y propiedades de las aldeas tomadas.

Mientras que el liderazgo palestino había dejado todas las maniobras diplomáticas en mano de la Liga Árabe, cuya política dubitativa oscilaba entre la amenaza militar, a pesar de que no estaba tomando ningún tipo de provisión en ese sentido, y las negociaciones para tratar de postergar cualquier decisión internacional. Un elemento que complicó la posición de los palestinos fue la política del rey Abdullah de Transjordania (en 1949 se convertiría en Jordania), quien con apoyo inglés negoció con la Agencia Judía el reparto de Palestina con los sionistas.

Al día siguiente del establecimiento del Estado de Israel una coalición de países árabes integrada por Egipto, Siria, Líbano, Irak, Transjordania, futura Jordania, invadieron Palestina iniciando así la primera guerra árabe-israelí. Los países árabes tardaron en reaccionar ante la limpieza étnica que se ejecutaba contra los palestinos, apenas en abril comenzaron los preparativos bélicos. Y aunque los dirigentes de dichos países prometieron salvar al pueblo palestino, en realidad su interés principal era anexionarse todo el territorio que les fuera posible.

Esta guerra se extendió hasta julio de 1949, y estuvo cruzada por varias treguas. En 1949 Israel firmó armisticios con Egipto el 24 de febrero, con Líbano el 23 de marzo, con Transjordania el 3 de abril y con Siria el 20 de julio. Israel había resultado vencedor. Tras la contienda, Israel aumentó su territorio en cerca de un 23 % más de lo asignado inicialmente por las Naciones Unidas. La franja de Gaza y Cisjordania fueron ocupadas por Egipto y Transjordania respectivamente.

El sionismo no solo se mantenía en la zona que les fue concedida en el plan de partición de 1947, sino que la ampliaron en 5.728 kilómetros cuadrados, imponiendo su dominio sobre 20.850 kilómetros cuadrados de superficie.

En la actualidad, el gobierno ultraderechista de Benjamin Netanyahu, con el aval de Donald Trump y el imperialismo norteamericano, pretende completar en Palestina la limpieza étnica iniciada en 1947-48. Su ejército genocida se prepara para lanzar una nueva ofensiva en Gaza. Su objetivo estratégico es apoderarse del enclave y expulsar a su población para conformar el Gran Israel. 

Hay que seguir impulsando la movilización mundial y apoyando a la resistencia palestina hasta derrotar al sionismo y al imperialismo. Viva Palestina libre del río al mar. Por una palestina única, laica, democrática y no racista. 

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