PCV: un gran organizador de derrotas
Originalmente publicado en aporrea.org en el año 2007 bajo los títulos «PCV: un gran organizador de derrotas» y «El PCV: del oportunismo de derecha al ultraizquierdismo guerrillerista»
Introducción
Este artículo sobre la historia y la política del PCV, no tiene otra intención que contribuir al debate sobre la naturaleza socialista de nuestro proceso revolucionario, así como sobre los métodos y las orientaciones de clase más adecuadas para avanzar efectivamente en esa dirección, y lograr que definitivamente los trabajadores y el pueblo ejerzan el poder político en nuestro país.
Originalmente publicado en aporrea.org en el año 2007 bajo los títulos «PCV: un gran organizador de derrotas» y «El PCV: del oportunismo de derecha al ultraizquierdismo guerrillerista»
Introducción
Este artículo sobre la historia y la política del PCV, no tiene otra intención que contribuir al debate sobre la naturaleza socialista de nuestro proceso revolucionario, así como sobre los métodos y las orientaciones de clase más adecuadas para avanzar efectivamente en esa dirección, y lograr que definitivamente los trabajadores y el pueblo ejerzan el poder político en nuestro país.
Está dirigido esencialmente a los jóvenes y honestos militantes de base y cuadros de dicha organización política, así como a los miles de nuevos activistas y luchadores obreros y populares que recién comienzan en estas lides, y que han sido artífices en las derrotas que el pueblo le ha propinado en los últimos años a la burguesía venezolana y al imperialismo.
Busca, además de profundizar la discusión política sobre la revolución venezolana, dar a conocer algunos elementos de la historia del PCV y de su actuación política contemporánea. Pero no como un mero ejercicio de reconstrucción histórica, sino para arrojar luz sobre la política para profundizar el proceso revolucionario actual, y reivindicar la independencia política de los trabajadores y el pueblo, frente a las tesis “frentepopulistas” y de colaboración de clases, propias del stalinismo y de la mayoría de las corrientes reformistas de izquierda.
De allí que nos propongamos develar la verdadera historia de colaboracionismo de clases y burocratismo stalinista del PCV –lo cual es característica de todos los partidos comunistas en el mundo-, partido que como dijera León Trotsky, al referirse a Stalin, se ha caracterizado en la historia política venezolana por ser un “gran organizador de derrotas”.
1958: gran traición al pueblo y los trabajadores venezolanos
Las orientaciones políticas del Partido Comunista durante el período de gobierno provisional de Larrazábal fueron una continuación de la táctica unitaria aprobada por el XIII Pleno del Comité Central de 1957, elaborada para hacer frente a la dictadura de Pérez Jiménez. No obstante, en política las situaciones cambian particularmente en momentos de auge de masas, así otro tanto debe ocurrir con las tácticas a aplicar. Durante todo el año 1958, el PCV continuó con la tesis de la Unidad Nacional que, correctamente, enarboló antes del derrocamiento de Pérez Jiménez. Efectivamente, el PCV había planteado la necesidad de conformar un amplio frente de lucha contra la dictadura, esto era tácticamente correcto, sin embargo, luego de derrocado Pérez Jiménez continuó con su “discursito” de la Unidad Nacional, lo cual lo llevaba a hacer eje en la convocatoria a elecciones y a apoyar a la Junta de Gobierno encabezada por Larrazábal, militar que había sido ministro durante la dictadura.
Al PCV, que se ufana en autodenominarse “marxista-leninista”, en aquel momento se le “olvidó” aplicar la táctica propia del leninismo en situaciones como aquella. En 1917, Lenin ante el gobierno provisional de Kerensky, que había sustituido al zarismo, decía en las Tesis de Abril: “Ningún apoyo al Gobierno Provisional”, por el contrario, llamaba a desenmascararlo como gobierno de los capitalistas, y a explicar la falsedad de sus promesas. ¿Que hacía el PCV en 1958? Exactamente lo contrario, exhortaba al pueblo a ¡defender al gobierno burgués de Larrazábal!
En 1958, después de derrocado Pérez Jiménez, se abrió una etapa revolucionaria en el país, de magnitud similar a la que posteriormente se abre en 1989, y se exacerba entre el 2002 y el 2003. Los trabajadores, el pueblo y la juventud estaban movilizados. El PCV que era una pequeña organización clandestina que para el 23 de enero sólo tenía 300 militantes, en 1959 ya tenía 25.000 activistas organizados, era la primera fuerza en el movimiento estudiantil y la segunda en el movimiento obrero. En aquel contexto insurreccional, una organización como el PCV tenía la posibilidad cierta de convertirse en un partido de masas, y en ese proceso luchar por la toma del poder. Pero esta eventualidad iba a estar sujeta a la política que en aquel momento se tuviera. El PCV, en lugar de tener una política de independencia de clase, y de movilización de los trabajadores y el pueblo, optó por apoyar a un gobierno burgués. Pero esto no se quedó allí, en las elecciones de diciembre de 1959 el PCV continúo con su política de colaboración de clases y ¡apoyó a Larrazábal!
Esta política no fue un simple “error”
La política desarrollada por el PCV durante el año 1958 no puede ser considerada como un mero “error” casual. El poco interés mostrado en aprovecharse de la situación altamente explosiva que se originó con la caída de la dictadura, y su preferencia por la colaboración de clases en el marco de mantener la Unidad Nacional con la burguesía, en lugar de movilizar a los trabajadores y el pueblo con una política de independencia de clase, no fue más que el resultado lógico de una concepción política sobre el carácter de la revolución, determinada por la llamada “revolución por etapas” adelantada por los distintos partidos comunistas en el mundo desde los días de Stalin, en oposición al carácter “ininterrumpido” de los procesos revolucionarios, atribuido por Lenin en las Tesis de Abril, y a la “Revolución Permanente” de Trostky, concepciones que mostraron toda su justeza en la Revolución Bolchevique y en otros procesos revolucionarios, como China o Cuba. Por otra parte, esta política del PCV en 1958 fue delineada en realidad en el VII congreso de la Internacional Comunista, donde se concretó la orientación de los Frentes Populares, y luego en 1938, durante el período de guerra, con la política de “unidad nacional” contra el fascismo.
Es tan evidente que esta política respondía a una concepción “etapista” y de colaboración de clases del proceso revolucionario, que luego, en enero de 1959, el PCV llevó adelante una política suicida para el pueblo y los trabajadores venezolanos, creándole falsas expectativas sobre el gobierno de Rómulo Betancourt, quien había asumido el poder el 13 de febrero de aquel año. Quizás esto es desconocido por los militantes de base honestos del PCV, así como por los miles de jóvenes luchadores obrero y populares que se han bautizado en las aguas de la lucha de clases en los últimos años.
Vean esta “perla” que confirma lo que antes decíamos. En enero de 1959, Pompeyo Márquez, dirigente del PCV, expresaba en el informe del Buró Político al XIX Pleno del Comité Central del partido, lo siguiente: “Nosotros sabemos que si el señor Betancourt hace un gobierno de unidad, democrático, reivindicador de nuestras riquezas y de satisfacción de las necesidades de las masas, no podrá tener problemas con los comunistas”.
Desde entonces el Partido Comunista hará énfasis en la llamada línea del “viraje”. Según esta tesis, el PC iba a presionar al gobierno burgués y proimperialista de Betancourt, así como a la dirigencia de AD, para que abrazara la causa popular y se deslastrara de los sectores burgueses, con los cuales, por cierto, desde hacía bastante tiempo este partido estaba comprometido. Tamaña traición. Depositar confianza en un partido de la burguesía, que hoy, por cierto, los venezolanos conocen muy bien. Hipotecar su independencia política y postergar la lucha y la movilización contra un gobierno burgués. ¿Donde quedaba entonces el supuesto “leninismo” del PCV?
1962-1965: putchismo militarista y foquismo
Como dijera una investigadora venezolana sobre la etapa que va de 1958 a 1959: “Pareciera evidente, pues, que el comportamiento del PCV después de la caída de Pérez Jiménez se separaba de la experiencia histórica de Lenin (y de sus formulaciones políticas) a pesar del reclamo de “leninismo”. Lo que sucedía en realidad, es que en la conciencia teórica del PCV y de la gran mayoría de ls partidos comunistas del mundo, desde mucho antes de 1957, el “leninismo” se había transformado en una “doctrina” que, en numerosos puntos, se separaba significativamente de la obra y del planteamiento de Lenin”.
Después de la aplicación de la llamada “unidad nacional” entre 1958 y 1959, la dirección del PCV dio un bandazo ultraizquierdista, característico de los aparatos stalinistas en el mundo. Luego de la política oportunista de colaboración de clases que los llevó a apoyar a Larrazábal, intentaron exorcizar su “error” dando un giro de 180 grados hacia una política aventurera y guerrillerista, que de alguna manera intentaba reproducir mecánicamente la lucha del Movimiento 26 de Julio en Cuba.
Primero transitaron junto al MIR el camino de las sublevaciones militares, completamente asiladas de las masas y de las huelgas y movilizaciones, las cuales se concretaron en los desastres políticos y militares que significaron los levantamientos de las bases navales de Carúpano y Puerto Cabello, en mayo y junio, respectivamente, de 1962.
Es bueno recordar que entre 1960 y 1962 se produjo el nivel más elevado y generalizado de luchas y conflictos obrero-populares. En ese período AD se dividió en dos ocasiones; en octubre de 1960 estalló una huelga general en la UCV. Ese mismo mes se declaró una huelga en la CANTV, mientras continuaban las movilizaciones estudiantiles y las barricadas en muchos barrios de Caracas y otras ciudades. En enero de 1962 se inicia una huelga de transportistas en Táchira que luego se extiende a todo el país. Y mientras los trabajadores, los estudiantes y el pueblo se movilizaban, enfrentándose en las calles a la represión del gobierno de Betancourt, el PCV y el MIR buscaban atajos militaristas alejados de las luchas que entablaba el pueblo en aquellos días. En lugar de profundizar las huelgas y movilizaciones estudiantiles y populares, apoyándose en su gran prestigio, en ser la dirección del movimiento estudiantil y una de las principales fuerzas en el movimiento obrero, el PCV entró progresivamente en una tendencia que privilegiaba las acciones armadas alejadas de las luchas cotidianas del pueblo. Esto marcó el comienzo de un viraje definitivo hacia el foquismo guerrillero.
El PCV y el MIR desde 1962 comenzaron a sacar sus cuadros y activistas del movimiento estudiantil, de los barrios populares y del movimiento obrero, para enviarlos a la guerrilla rural, en un país cada vez más urbano, cuyo epicentro de luchas y movilización eran sus principales ciudades.
En momentos en que el PCV crecía aceleradamente entre la juventud y diversos sectores sociales, mientras obtenía triunfos en importantes sindicatos, oportunidad propicia para tener una política de organización y de movilización del conjunto de las masas explotadas, y de potenciar los organismos de poder dual que comenzaban a surgir en algunas comunidades populares, optaron por alejar a sus dirigentes obreros y estudiantiles de este proceso para adoptar una táctica aventurera y ultraizquierdista, que pretendía repetir mecánicamente el proceso de la Revolución Cubana. Se materializaba así la otra cara de la moneda: del oportunismo de derecha, expresado en la política de la “unidad nacional” y el apoyo al gobierno burgués de Larrazábal, sin solución de continuidad se saltaba al ultraizquierdismo guerrillerista.
Métodos ultraizquierdistas y política reformista
Pero esta táctica aparentemente muy radical en los métodos, tenía su contrapartida en un programa y una fórmula de gobierno que le daba continuidad a la concepción de colaboración de clases que el PCV había sostenido durante 1958-1959.
La dirección del PCV extrajo a miles de activistas y luchadores obreros, populares y estudiantiles, de sus espacios naturales de dirección y participación en el movimiento de masas, a la aventura de la guerrilla rural, aislándolos de los procesos de lucha y movilización que se producían en los principales centros urbanos del país, pero esta táctica radical en los métodos nunca tuvo como objetivo la construcción del socialismo, sino en un futuro indeterminado, después de cumplir una supuesta etapa democrática. Fiel a la concepción stalinista de “revolución por etapas”, reñida absolutamente con la tradición marxista-leninista, el PCV planteaba en 1961 en las Tesis Políticas del XXV Pleno del Comité Central que la revolución en Venezuela tenía un carácter “antiimperialista y antifeudal”. En pleno siglo XX, a pocos años de que el hombre llegara a la Luna, la dirección del Partido Comunista consideraba a Venezuela un país “feudal”. Y en las Tesis Políticas del III Congreso, realizado en marzo del mismo año, planteaban: “la revolución venezolana está dirigida en este momento histórico contra el imperialismo y el latifundismo y no contra el capitalismo y la propiedad capitalista e general, puesto que en la actual etapa de desarrollo económico-social venezolano el capitalismo, tiene todavía un carácter progresivo”. ¡Para el PCV el capitalismo era progresivo! Tamaño absurdo explica que no plantearan el socialismo como salida, y que se afanaran en buscar militares “progresistas”, burgueses “nacionalistas” o terratenientes “democráticos”, con los cuales conformar un “frente patriótico”, para cumplir una primera etapa democrática, postergando para un futuro incierto e indeterminado la lucha por el socialismo. Tanto supuesto radicalismo guerrillerista para llevar a miles de jóvenes activistas a luchar por un objetivo reformista y limitado, que no hacía más que reafirmar su concepción de colaboración de clases.
* Miguel Angel Hernández es coordinador nacional del partido Unidad Socialista de Izquierda